lunes, 29 de marzo de 2010
Alfileres rojos
Son muchas las preguntas y grande mi ignorancia
para quitar la nieve de tu jardín florido
y cosechar la luz de los primeros años
atónitos, borrachos de olores olvidados
que ahora duelen muy hondo, como alfileres rojos
desnudos de perfume y armados de crueldad.
Sombras de lo que fuimos, humo del porvenir
soñado cada tarde al calor de tus brazos
aquellos días únicos, frescos, primaverales,
cuando vivir costaba lo que vale un beso
fuerte y mojado, lleno de música inocente,
como el rumor de hojas de un sauce en la ribera.
Por fin se ha disipado la niebla del futuro
pintando con jirones los últimos temores,
los vestigios marchitos de nuestra inmadurez.
Las niñas de tus ojos brillan resplandecientes
y me susurran dioses que ya no son los mismos,
que no regalan nada pero prometen todo.
Impresionante crono-reflexión, maehtro. Por supuesto, me llevo el décimo verso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu intenso poema parece hablar de las promesas de una espléndida madurez. Que te cunda, amigo mío. Un abrazo.
ResponderEliminar"...cuando vivir costaba lo que vale un beso..."
ResponderEliminar"...vivir costaba..." "...lo que vale un beso..."
"...vivir..." "...beso..."
Saludos Ridao
Después de escribir el comentario me he percatado que el amigo Fernando Moral también se queda con el décimo verso. A lo mejor por distintos motivos.
ResponderEliminarSaludos
Grasia, maejtro Fernando. Suyo es.
ResponderEliminarYa me cunde algo, tocayo, pero sólo a ratos.
Torcuato: hay tantos motivos para elegir un verso como lectores tiene.
Saludos desde una Alájar lluviosa, nublada y misteriosa.
IM-PRESIONANTE... Precioso de verdad. El final apoteósico "que no dan nada pero prometen todo".
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Me abrumas, Alegre, y me animas a seguir por este camino. Te lo agradezco.
ResponderEliminarUn abrazo.