jueves, 3 de junio de 2010
El bosque
Ayer por la tarde traté de encontrar un bosque pero no di con él. Era el bosque donde se esconden los monstruos que me asaltan por las noches, donde viven los elfos que me roban el tiempo que no tengo, distrayéndome con sus cuadernos estúpidos. Un bosque para perderse y no encontrarse; tan frondoso como los recovecos de mi cerebro, sembrados de letras mayúsculas y de gigabytes amenazadores.
Mi bosque es una alegoría del miedo que me atenaza todos los días sentado en mi escritorio. Cada mañana me acerco a su pérímetro. Sé que debo entrar, pero no lo hago. El paso de las horas consume mi ingenio y seca mis ideas más audaces. Uno de estos días cruzaré el arco que forman esos dos castaños para adentrarme en la espesura; mataré al dios de la escritura y regresaré a casa con el trofeo de su cabeza. Entonces seré feliz, y jamás volveré a contar una historia.
No existe el dios de la escritura. Es un don. Se tiene o no se tiene. Tú lo tienes.
ResponderEliminarBesos.
No sé no sé, José Miguel. Creo que no contamos historias; acaso sean las historias las que dan cuenta de nosotros. Y nos ayudan a vivir lo ya vivido. A veces lleva mucha vida digerir lo vivido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo, si consigues vivir un mes sin escribir nada, es que no eres escritor. Y si después de ese mes tienes problemas digestivos o sexuales, entonces sí que eres escritor. Haz la prueba y me temo que estás en el segundo caso, de lo cual me alegro. No sé cuándo te picó el gusano que te ha infectado de escritura como a mí, pero creo que te ha infectado para siempre.
ResponderEliminarSe supone que los monstruos se esconden en el bosque porque te tienen miedo. Teniendo esa información, vete a por ellos y fostialos vivos.
ResponderEliminarAbajo el Miedo Ridao.
No lo mates!! Te matarás a tí mismo. Mejor llévatelo de juerga y emborrachalo.
ResponderEliminarVaya... me suena la oscuridad de ese bosque y el miedo de tener tantas ideas y temer estropearlas, esa angustía y esas ansías que sólo se doman con las palabras.
ResponderEliminarA los mounstruos de ese bosque no les gustan los teclados, se retuercen como locos cuando escuchan su traqueteo( y pierden sus poderes) así que, puedes asustarlos.
Menudo piropo, Maite. Si lo sé lo digo antes. Muchas gracias.
ResponderEliminarTienes toda la razón, Luis.
Con esos efectos secundarios no pienso hacer la prueba, Jesús. Seguiré con mi escritura diaria. Es un gusanito simpático, éste.
Abrazos.
Mejor les espero a la salida, Torcuato que en el bosque acojonan más.
ResponderEliminarEso, eso, Marisa. Y ya de paso me emborracho yo también.
En eso estoy, Blimunda, asustándoles a diario. Como pare de escribir se me suben a la chepa.
Abrazos quiendijomiederos.
Pues tienes que encontrar ese bosque Ridao,y entrar en el,sin ningún miedo,despliega tus alas como si fueras un águila,tener todo su poder y dominar todos los espacios,el miedo solo existe en la mente,hay que borrarlo.Vaya hoy parezco una psicóloga,pero no se puede vivir con miedos ni inseguridades.Cada uno es tan fuerte como cree que es.
ResponderEliminarUn beso fortachón.
En el bosque?
ResponderEliminarHombre, Rocío. Águila, lo que se dice águila... Me quedo en aguilucho y gracias. Pero vamos, que no tengo miedo ninguno.
ResponderEliminarDigo, Javier, en el bosque. Dos horas dando vueltas...
Abrazos.
Que no me entere yo que usted piensa abandonar las letras, por mucho miedo que le dé.
ResponderEliminarMandaré mi escuadra de dragones a combatir con sus elfos.
Faltaría mas.
Un abrazo
No se preocupe, bella dama. Es pura ficción.
ResponderEliminarA sus pies.