Esta mañana, mientras desayunaba, me dio por consultar los ingredientes de un salchichón en lonchas que estaba comiendo. Además de los consabidos conservantes, estabilizantes y otros "antes" comprobé que contenía leche en polvo y proteína de leche. No entiendo por qué demonios tienen que añadir esas porquerías a un salchichón. Yo creo que debería estar prohibido, o, al menos, podría haber una ley que dijera que para llamar "salchichón" a un producto debe contener exclusivamente los ingredientes tradicionales y, como mucho, un conservante, pero...¿leche? Que lo vendan con otro nombre, como por ejemplo "salchichón lechoso".
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Acabo de caer en la cuenta de que el bolígrafo que estoy utilizando es made in Japan. Hacía mucho tiempo que no veía esa leyenda, que hace unos años era muy común, mientras que si veíamos un objeto made in China era de lo más exótico, y evocábamos tierras lejanas de arrozales y palacios dorados. Ahora con el made in China lo más que se evoca son las tiendas de todo a un euro.
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Es mucho más penoso escribir un diario que una novela. Y más lento.
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Hoy me he comprado una cazadora roja como la que llevaba James Dean en Rebelde sin causa, aunque ni soy rebelde, ni gasto tupé ni nunca me subiría en un coche apodado Little bastard. Al salir de la tienda con la compra ha pasado junto a nosotros una pareja bien vestida, él de unos 45 años y ella de unos 30, con aspecto ciertamente pudiente. Pasamos por el arco de seguridad casi a la vez, y la alarma sonó. La dependienta nos rogó que pasáramos de nuevo; nosotros superamos la prueba con éxito, pero al pasar ellos la alarma volvió a sonar. Entonces se han mostrado muy sorprendidos; ella ha pronunciado unas palabras en un idioma que me ha parecido ruso, y él mascullaba que no era cierto que hubiera pitado, mientras que la dependienta les pedía que le mostraran el contenido del bolso. Entre excusas y malas caras se han escabullido, sin dar tiempo a la pobre empleada a reaccionar. Lo que me sorprende, aparte de la poca vergüenza demostrada, es la evolución que ha sufrido con el tiempo mi imagen de los ciudadanos rusos. Cuando en mi primera juventud leía a Tolstoi y Dostoievski me parecía un pueblo idealista y noble, compuesto en su mayoría por mujiks que soportaban con resignación una milenaria servidumbre feudal. Tras la Revolución de Octubre pasaron a ser unos comunistas despiadados, burócratas sin sentimientos capaces de enviar a un gulag a su madre por haber hablado mal del padrecito Stalin. Y últimamente, desde que el telón de acero se abrió como una lata de sardinas, cuando veo pasear a los rusos por nuestras calles sospecho que son unos mafiosos cabrones que vienen a sacar tajada de la jauja zapateril en que se ha convertido nuestra España.
Es mucho más penoso escribir un diario que una novela. Y más lento.
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Lo difícil no es arrancar, sino que te arranque el motor.
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Hoy me he comprado una cazadora roja como la que llevaba James Dean en Rebelde sin causa, aunque ni soy rebelde, ni gasto tupé ni nunca me subiría en un coche apodado Little bastard. Al salir de la tienda con la compra ha pasado junto a nosotros una pareja bien vestida, él de unos 45 años y ella de unos 30, con aspecto ciertamente pudiente. Pasamos por el arco de seguridad casi a la vez, y la alarma sonó. La dependienta nos rogó que pasáramos de nuevo; nosotros superamos la prueba con éxito, pero al pasar ellos la alarma volvió a sonar. Entonces se han mostrado muy sorprendidos; ella ha pronunciado unas palabras en un idioma que me ha parecido ruso, y él mascullaba que no era cierto que hubiera pitado, mientras que la dependienta les pedía que le mostraran el contenido del bolso. Entre excusas y malas caras se han escabullido, sin dar tiempo a la pobre empleada a reaccionar. Lo que me sorprende, aparte de la poca vergüenza demostrada, es la evolución que ha sufrido con el tiempo mi imagen de los ciudadanos rusos. Cuando en mi primera juventud leía a Tolstoi y Dostoievski me parecía un pueblo idealista y noble, compuesto en su mayoría por mujiks que soportaban con resignación una milenaria servidumbre feudal. Tras la Revolución de Octubre pasaron a ser unos comunistas despiadados, burócratas sin sentimientos capaces de enviar a un gulag a su madre por haber hablado mal del padrecito Stalin. Y últimamente, desde que el telón de acero se abrió como una lata de sardinas, cuando veo pasear a los rusos por nuestras calles sospecho que son unos mafiosos cabrones que vienen a sacar tajada de la jauja zapateril en que se ha convertido nuestra España.
A ve,Ridao que te han hecho los rusos,mira que yo tengo algunos amigos que lo son,y son gente maravillosa.Y como se te ocurre,comerte salchichón pa desayuná,con lo guena que está una tostadita crujiente,con su aceite de oliva extravirgen,Ridao,por dios,y otra cosa,a ver si pones la afoto con la cazadora roja,que tienes que estar guapísimo,ya mismo te mando a los del telediario,pa que te hagan la pasarela cibeles.
ResponderEliminarUn beso salchichonero,con su grasa y tó.
Ridao cariño,tu le hadas caso a la Rocío,y come salchichón pa desayunar,ojalá pudiera yo comerme,un buen salchichón cada mañana,el de la cita del otro día vino solo pa media hora,tu crees que se puede quedar solo pa ese rato,no me da tiempo,ni ver si está salchichonao o no,y una amiga me ha dicho,que además lo tenía bien resguardao,que mala suerte Ridao,mañana me desayuno un buen bocata,y pon la foto porfa.
ResponderEliminarRidao, recuerda lo de Azorín por Dios:una palabra detrás de otra. Cuidame ese título. Lo de "Rusos cabrones" tiene un pase, pero lo de slchichones lechosos...no se que te iba a decir D. Antonio al respective.
ResponderEliminarSoy del comando antilácticos, (el otro día comprobé que tengo el dudoso honor de compartir fobia con el Sánchez Dragón). Pues bien los que no soportamos la leche ni sus derivados lo llevamos bien jodido.Me dicen que lo de que no le guste el queso a uno es una tragedia cósmica...y no lo niego. maldita mi desgracia.
Las pocas veces que voy al extranjero me paso el día, "no chis, no milq plis".Pero es que ahora voy a tener que hacerlo en esta España nuestra también. Por qué cojones le ponen nata a todas las putas salsas del mundo?. El otro día pido un puto revuelto de setas. Oiga algo sencillo sano,pues te clavan la puta salsa natificada en tos medio. Y si pido helado de turron la puta nata montada.
A este paso, cuando vaya a pedir callos también voy a tener que advertir al camarero de posibles contaminaciones lácticas.manda wevos, con lo que me gusta pringar y chuparme los dedos.
Por cierto pa salchichón el de mi tía.qué cosa más rica.
Escasso cariño,no me digas que no te gusta la leche,al menos espero que te guste el envase,y esto pa uno que me ha hecho esta mañana una poesía.Yo con tal de que de mi bebas,me lio a ti como una enredaera.
ResponderEliminarLa foto Ridao,con la cazadora roja que no me laquiero perder,si el Escasso quiere poner otra en calzoncillos,estoy esperando,sentá en el ordenador.
Vaya la que habéis liao en un momento. Lo de la foto lo tenéis que hacer a través de mi representante, que me tiene dicho que no acceda a esta clase de peticiones a la ligera, porque hay contratos publicitarios de por medio, merchandising...
ResponderEliminarEscasso, te compadezco con lo de la lactosa, es complicado, aunque creo que se acaba quitando. Miguel es celíaco, lo cual es crónico, pero la cosa está muy bien organizada.
Abrazos jamesdeaneros.
No padezco intolerancia, simplemente no me gusta.
ResponderEliminarPaqui,manda tu la primera que será la mejor de todas.
¿Y puedes detectarla en el salchichón? Porque eso tendría mérito...
ResponderEliminarQue digo..., que, gracias y disculpas.Azorín era José de nombre.Dije D. Antonio.Gracias por no haberme corregido y perdón por la metedura de pata.
ResponderEliminarNo ibas tan errado: el personaje de ficción que utilizó como pseudónimo se llamaba Antonio Azorín. Lo correcto es referirse a él como Azorín o como José Martínez Ruiz, pero nunca José Azorín.
ResponderEliminarAdemás de todo lo que comentas del pueblo ruso, resulta que es también un pueblo triste. Nadie sonríe en sus calles, ni en sus comercios.
ResponderEliminarNo sé si es el peso de su Historia o los genes.
Pero ¿qué pueblo no tiene una Historia cuajada de sangre, luces y sombras?
Ah, por cierto, tu cazadora roja me ha recordado una Diesel que compré hace como 15 años. Mas bonitaaaaaaaaa, seguro que como la tuya.
ResponderEliminarLas cazadoras rojas imprimen carácter...
ResponderEliminarNo había caído en que los rusos eran tristes, pero nunca he estado en Rusia. Para tristes, los portugueses; a ésos no hay quien les gane.
ResponderEliminarLo de la tristeza rusa me lo ha contado un amigo que viaja mucho allí por trabajo y casi siempre vuelve hecho polvo. Una pena.
ResponderEliminarNo había caído yo en los portugueses, ahora que lo dices.
Felíz día