Trinos
Cuando se muera el último pájaro que habita nuestros bosques sobrarán los árboles y los paisajes. ¿Qué sentido tendrán los verdes valles sin el canto alegre de las alondras, los mirlos y los jilgueros? ¿Y acaso no morirán de tristeza las florestas y los matorrales, huérfanos de los trinos de la oropéndola, el ruiseñor y el alegre petirrojo? Donde un pájaro canta nunca habita la soledad. Nada hay más triste que contemplar un pájaro muerto. El ave que yace abatida con las alas extendidas en la tierra es el heraldo del silencio. Y después del silencio, viene la soledad. Y después de la soledad… después de la soledad, sólo hay negrura.
¡Cuánta razón tienes, amigo!
ResponderEliminarPocas cosas más tristes que esa imagen que propones, la del pájaro muerto, ya sin vuelo ni canto.
Ellos mueren, nosotros nos empobrecemos sin remedio.
Abrazo (y trino).
Monsieur RIDAO:
ResponderEliminarIgual de estremecedor que ver volar a los pájaros sobre terrenos calcinados.
Salu2.
O-ro-pén-do-la, go-lon-dri-na, a-bu-bi-lla... En el peor de los casos, nos quedarían sus nombres, tan preciosos, pero ya sé que no es lo mismo...
ResponderEliminarSaludos volanderos.
Tal vez podríamos consolarnos con Messiaen.
ResponderEliminarSaludos.
Cuando mueran todos esos pájaros quedaran los que están en sus jaulas.¿Sabrán ser libres fuera de ellas?.
ResponderEliminarBesos José Miguel.
Elias: tweet tweet. Tenías que ver el vídeo de Messiaen imitando a los pájaros.
ResponderEliminarEs verdad, Dyhego, eso acojona y deprime.
Es verdad, Luis, son nombres preciosos, y en otros idiomas pasa igual. Tengo pensada una entrada al respecto.
Tocayo: el otro día pusieron en Radio Clásica un pasaje de Messiaen, creo que el dedicado al petirrojo. También tengo pensada una entrada.
Lourdes: Los de las jaulas no cuentan, los pobrecitos. Están contagiados de humanidad.
Abrazos mesiánicos.