miércoles, 4 de julio de 2012
¿Ciencias o Letras?
Así se nos clasificaba, y aún se clasifica hoy, a los estudiantes que nos estrenábamos en el bachillerato. Yo siempre fui de ciencias puras, estudié tres años en la carrera de Física (lo que no significa necesariamente que completara el tercer curso) y después, por circunstancias poco claras que mis biógrafos aún están investigando, me cambié a unos estudios mixtos como son los de ciencias económicas y empresariales, precisamente los que en su día me habían recomendado en COU los ancestros jesuíticos de los actuales orientadores. Con este batiburrillo de conocimientos donde se mezclan las ecuaciones con las normas fiscales, las integrales con la Filosofía; con mis pobres recuerdos cuánticos y termodinámicos que desde hace poco revisto de poesía; así me gano la vida, que no es poco. Traigo este fugaz currículum formativo para que sirva de reflexión a esa dicotomía entre hombres de letras y hombres de ciencias, en la que muchos de mi generación nos movemos, casi siempre cayendo a un extremo —mi caso no es el más común— . Los bachilleres actuales se han decantado claramente por las letras, bien en su versión más clásica de humanidades —los menos numerosos— o en esa modalidad llamada de ciencias sociales, mucho más sociales que ciencias, pues se ha despojado a éstas, incluyendo la Economía, de casi todo el aparato matemático que se necesita para su comprensión. Vivimos en un mundo dominado por la ciencia —o, más bien, por la técnica—; de eso no cabe duda. Sin embargo, de manera paradójica los ciudadanos necesitan cada vez menos conocimientos científicos para valerse en su trabajo y en la vida diaria.
Esto se debe al milagro de la Técnica, que es una hija aprovechada de la ciencia cuya misión es hacernos la vida más fácil. Así, todos somos capaces de manejar con solvencia las funciones básicas de un ordenador, navegamos por Internet, descargamos programas en nuestros tablets y aplicaciones en los teléfonos móviles que nos permiten encontrar nuestro camino en un zoco árabe, pero sin embargo no tenemos la más remota idea de los principios que rigen el funcionamiento de estos cacharros, por no hablar de otros inventos más antiguos como la radio, la televisión, el avión o el submarino. Hemos llegado a un punto en que hay un corpus de conocimintos científicos al alcance de una fracción infinitesimal de la población, pero del que se aprovechan miles de millones de personas. Antiguamente el propietario de un reloj podía al menos intuir el modo en que funcionaba; incluso la energía de los primeros barcos de vapor no era difícil de entender (recuerdo que me lo explicaron en el colegio y pude comprenderlo). Hoy ningún profesor de informática está en condiciones de acercar el resultado que un alumno observa en la pantalla del ordenador a los principios químicos, físicos y electrónicos que lo hacen posible.
Ante esta situación podría pensarse que es normal que las nociones científicas que se proporcionan en la enseñanza secundaria sean cada vez más genéricas y sencillas. Ahí es precisamente donde a mi juicio está el error. Una formación íntegra y completa requiere un dominio de algunas disciplinas como la Química, la Física y, sobre todo, las Matemáticas, muy ambiciosa: del mismo rango de la que recibí yo hace casi treinta años. Y eso precisamente porque cada vez serán menos los conocimientos científicos "humanistas" que se estudiarán en la universidad, debido a la tecnificación y la especialización de las carreras. Del mismo modo en que el alfabeto es una herramienta cuyo perfecto dominio resulta imprescindible, también debería estudiarse un alfabeto matemático, y no únicamente las cuatro reglas básicas a que prácticamente se reduce la formación matemática de un alumno actual, sino también una introducción al cálculo integral y diferencial, series estadísticas, límites, ecuaciones... Algunos dirán, como sucede con el latín, que no tiene ninguna utilidad. ¡Les parecerá poco, abrir la cabeza y la mente para futuras exploraciones!
Po anda que lo estás arreglando.
ResponderEliminarSi en el actual sistema educativo que tenemos: fácil, sin presión, sin excesivo esfuerzo, etc. tenemos el nivel de fracaso que padecemos, si lo pones al nivel que dices solamente será capaz de estudiar gente de la altura intelectual de: Valderas, Griñan, Sánchez Gordillo, Arenas o, mismamente, Rodrigo Torrijos.
Deja las cosas como están y vamos a llevarnos bien, lo que nos podamos llevar.
Saludos
Pues mi caso tampoco debe ser común, Ridao. Pasé de la ingeniería a la economía, y ahora ando a horcajadas entre segundo y tercero de Derecho. ¡Ah, y en mi tiempo libre sirvo copas y tapitas en mi taberna...!
ResponderEliminarAsí que ya ves, aquí ando, que ni de ciencias ni de letras, sino todo lo contrario.
Abrazos tecnicocientificohumanistas
¿Tú no habrás estudiado en el Portaceli, no, José Miguel? Porque si es así, igual coincidimos! Yo también era de ciencias puras, y aquí me hallo, como tú, en las ciencias sociales. Pero por estos lares ocurre exactamente lo contrario: a las ciencias sociales (me refiero más bien a la sociología y a las ciencias políticas) les sobra matemáticas y les falta mucha historia, y bastante filosofía... Un estudio sin un análisis de regresión, se le hace como ascos. Bueno, creo que me he salido del tema.... Apologies!
ResponderEliminarMonsieur Ridao:
ResponderEliminarYo sé hacer sudokux, ¿eso sirve de algo?
salu2.
Estimado Ridao:
ResponderEliminarMe parecería perfecto y deseable que se diera la posibilidad de disponer de las herramientas de conocimiento necesarias para comprender mejor lo que hacemos. Nos ayudaría en muchos aspectos, en civismo y desarrollo del sentido común y por extensión todo lo imaginable que tenga que ver con el mundo en el que estamos. Pero eso vende poco o la venta procedente de ese proceso es muy lenta; la rueda ha de girar a toda velocidad se mate quien se mate y nada mejor que la ignorancia para hacerla girar sin saber ni cómo ni por qué, a ciegas y de morros contra la pared.
Salud, y buen verano.
Pero bueno, si es vd. capaz con esa formación de explicar que relación hay entre la prima de riesgo y el campo de Higgs, tan de moda ahora ambos conceptos...
ResponderEliminarSaludos roteños.
Pues es verdad, Rafael, me imagino a ese pedazo de Torrijos resolviendo ecuaciones diferenciales mientras pela las cigalas. Lo cierto es que con el sistema actual eso es inviable, pero en otros países (del Este) se consigue.
ResponderEliminarTú eres un acaparador, Tato, lo que no sé es qué haces que no estás estudiando lenguas muertas, que eso sí que tiene mérito, y abres un blog en lenguaje cuneiforme, un poné, diseñando previamente un modelo 3D con tus conocimientos científicos. Ya puedes empezar, y ten cuidado con las horcajadas.
Sara: hice COU en Portaceli, COU E, ciencias puras con dibujo, 84/85, ese pedazo de Loco, ese pedazo de Parrado, el padre Alcalá engañando losetas, el Utrera y su corbata imposible, el Puñalito con sus mosqueos... Y ese pedazo de Sierra desenseñando inglés repantingado en la butaca, ahí me di cuenta de que si quería aprender inglés me tenía que buscar la vida. ¡Qué tiempos!
No sabía ese afán regresivo de los británicos. ¡Interesante!
Dyhego: eso da 0,0025 puntos, ya puede ir buscándose otras cosas para llegar al 10. y no vale leer a Murakami.
Clochard: estoy de acuerdo: la cultura no interesa a los políticos, por eso es la base la que tiene que romper, y en el futuro los políticos serían reflejo de una sociedad culta. Lo malo es que no se vislumbra ese futuro.
Ya me he retirado de eso, Paco, Higgs me suena a jigo. ¡qué malamente!
Abrazos Jíggicos.