martes, 25 de septiembre de 2012
Más leña al mono Krugman
Tras la astracanada del Sr. Krugman del otro día, sacando de la chistera el nuevo iPhone como solución a la crisis, traigo hoy dos argumentos más científicos:
1. La paradoja del cristal roto: propuesta por el economista (por aquello de asignarle alguna etiqueta) Frédéric Bastiat, de lectura muy recomendable, hacia la mitad del siglo XIX. Esta misma semana se la he planteado a mis alumnos en clase y hemos llegado a unas conclusiones muy interesantes entre todos (guiados por el menda, claro, con su orientación doctrinal y todo eso, que ellos me agradecerán en el futuro, etcétera). Viene a contar, si la actualizamos, la historia de un grupo de niños que juega en el patio de un colegio, una de cuyas paredes da a una casa de vecindad. Emulando al añorado Héctor Horacio Scotta, (sshhh, sshhh, que viene, que viene...), un chaval pega un trallazo que se estrella contra el ventanal de una vecina que en esos momentos se asomaba para tender la ropa. Los cristales caen hechos añicos; los chicos salen corriendo en estampida; a la vecina le da un jamacuco y casi se cae por la ventana; varios testigos localizan al causante del estropicio; se le lleva al director del colegio; le castigan dos semanas sin recreo; el cristal es repuesto… y poco a poco, sin saber muy bien cómo, se va instalando en la comunidad la sensación de que el incidente ha sido beneficioso: ese cristal roto lo pagó el seguro; se dio trabajo a la cristalería; a su vez, los proveedores de la cristalería vendieron cristal, y todo ello utilizando mano de obra, generando beneficios… llega un momento en que se anima a los chicos a elevar el punto de mira en los lanzamientos a puerta como medio para superar la crisis. Dice Mr. Krugman en su artículo: "¿por qué sufrir años de producción deprimida y desempleo elevado mientras esperamos a que se genere la suficiente obsolescencia?" Se trata de una idea genial, rompedora, radical, la solución contra la crisis. Con mi poquito de demagogia: ¡¡Rompamos todos los cristales que nos encontremos, aunque sea la pantalla de los iPhones asegurados!!
2. Costes sociales: la obsolescencia tecnológica genera unas externalidades negativas (véase diccionario económico andurrialero, cuando me decida a escribirlo) de varios tipos, como por ejemplo la generación de residuos altamente contaminantes, dificultad en la renovación de las materias primas y muchos otros problemas a los que no da respuesta el sistema (ni por supuesto Krugman), pero que ahí están, pasándonos factura sin que nos demos cuenta (los más listos se dedican a hacerse los tontos, y ahí tenemos otra paradoja). ¿Es realmente bueno el acortamiento del ciclo de vida del producto? Dice nuestro salvador: "Sin duda alguna, es lo que Apple está haciendo. Está estimulando la obsolescencia. Bien". ¡Bien, dice el tío! Por supuesto, en este escenario Apple gana. Apple no paga las externalidades, pero la sociedad (cuanto menos desarrollada mejor) sí lo hace, aunque claro, eso son cosas que la inteligencia de un premio Nobel no alcanza a ver, entusiasmado como está en el estudio del corto plazo. Ahí sí que se sigue a Keynes al piel de la letra: a largo plazo, todos estamos muertos. ¡Váyase usted al carajo!
Lo del cristal roto es como el cuento aquel del turista alemán que llega al único hotel de un pueblecito y deja un billete de 100 euros sobre el mostrador mientras sube a ver las habitaciones. Como el dueño del hotel estaba a dos velas y le debía 100 euros al frutero, coge el billete y se va corriendo a pagarle. El frutero, que también le debía 100 euros a un ganadero por haberle vendido estiércol para su huerta, va corriendo a pagarle. El ganadero, que le debía 100 euros al dueño del único pub del pueblo, también sale corriendo a pagarle. El dueño del pub, que le debía 100 euros a la prostituta del pueblo por un par de trabajillos, va corriendo a pagárselos. La prostituta le debía al dueño del hotel 100 euros por el alquiler de una habitación, así que sale corriendo a liquidar con él su deuda. El dueño del hotel, que oye bajar al turista por las escaleras, se apresura a poner el billete de 100 euros de nuevo sobre el mostrador. El turista le dice al hotelero que no le ha gustado ninguna habitación y que se marcha, recogiendo su billete de 100 euros. Y todos contentos. Por arte de magia, todo el pueblo ha quedado libre de deudas.
ResponderEliminarAbrazos cachondos
Pues estas historias dan mucho juego si se profundiza en ellas. Hacen pensar, y eso ya es mucho. Te recomiendo el ensayo de Bastiat donde se incluye esta paradoja: "Lo que se ve y lo que no se ve", lo tienes en pdf por Internet. Es de una lucidez asombrosa para la época (aunque, bien pensado, con el paso de los siglos la lucidez del ser humano mengua, como mi pelo.
ResponderEliminarAbrazos aporísticos.
Leí hace mucho tiempo algunos ensayos de Bastiat y me encantaron. La verdad es que te agradezco que me lo hayas recordado porque voy a releerlo.
ResponderEliminarPor cierto, ¿tú qué haces leyendo a un liberal como él? Te estás echando a perder... ;-P
Si a alguien le interesa, aquí tienen el ensayo al que se refiere Ridao. No tiene desperdicio.
Abrazos agradecidos
Hombre, tú sabes que estoy abierto a tod... -bueno, a CASI todo-. Cuando alguien dice verdades como puños hay que descubrirse, llámese Bastiat, Keynes, o hasta er Tato las dice de vez en cuando.
ResponderEliminar¿Ehn?
Te cabe la Merkel atravesá...
ResponderEliminarHola señor Ridao, pues yo soy algo nuevo en esto de la economía, así que no se si estaré diciendo alguna estupidez, pero ¿ Llegará el día en que no se necesitará estimular la economía constantemente para que funcione? Es decir ¿sería factible un modelo a largo plazo que nos permita a todos cada vez ir trabajando menos, cumpliendo con una cierta función, funcionando como un solo sistema? Espero haberme explicado bien, y no haber dicho ninguna estupidez, gracias.
ResponderEliminarLa economía precisa de estímulos constantes. Como la vida.
ResponderEliminarjoder... mientras más paradojas económicas de estas escucho... más convencido estoy de que no será un economista el que nos saque de la crisis... lasciate ogni speranza, voi ch'entrate...
ResponderEliminarAunque parezca dantesco, no son paradojas, eres_mi_cruz, sino ilustraciones de que las cosas no son como parecen -de ahí el título del ensayo de Bastiat al que se refiere Ridao-, y por eso es necesaria la ciencia económica. Después, habrá buenos y malos economistas, Tatos y Ridaos -respectivamente, por supuesto-, como en todos los gremios...
ResponderEliminarDe todas formas, no sé si será un economista el que nos marque el camino para salir de esta crisis, pero lo que es seguro es que un mal economista o un ignorante de la economía nos va a hundir más aún en la miseria. No hay más que mirar a este gobierno... o al anterior, tanto monta.
Saludos
¿ilustraciones de que las cosas no son como parecen?...
ResponderEliminartato... para mear y no echar gota...
Toma, Ridao, otro premio Nobel keynesiano para darle caña:
ResponderEliminar"Si una familia recorta en su gasto no tiene ningún efecto en la sociedad. Si un gobierno recorta, la demanda total caerá y el paro subirá".
¡Qué pechá de reir, quillo...!
La Merkel cabe fácil, Tato, es retaquita. Lo malo es tragarla.
ResponderEliminarAnónimo: te explicas perfectamente, y pones el dedo en la llaga. Sobre el papel el modelo que planteas es factible. En la práctica del sistema de mercado actual sería una utopía. Es un asunto largo de tratar, y creo que los expertos no le prestan la debida atención. En mi opinión podríamos acercarnos a lo que propones sin cambiar de modelo, pero debe cambiar la educación, y la verdad es que se ve difícil. Suecia, por ejemplo, es un modelo a seguir, pero... ¿algún día África podría ser como Suecia?
Totalmente de acuerdo, Antonio. El problema: qué estímulo, quién lo da y cómo lo da. Hay estímulos que más bien son puñaladas certeras.
Y endispués sigo...
eresmicruz: pero es que aún no hemos entrado en el infierno...
ResponderEliminarAhí está la cuestión, Tato: en la ignorancia económica de la gente, que es tanta que se cree las paradojas de Bastiat. No se trata de que el economista tenga una receta mágica, que no la tiene, sino que es capaz de actuar con cierta lógica económica, y darse cuenta de cuánto le roban. Y para darse cuenta de eso bastan unas nociones básicas.
En cuanto a Stiglitz, a ver si lo leo con detenimiento, y veo el contexto de la frase.
Abrazos dominicales soleados.
¿El contexto de la frase? Pero qué buena persona eres, Ridao ;-P
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