miércoles, 6 de abril de 2011

Flores y recuerdos


Esta mañana, cuando he ido a coger el coche, estaba todo lleno de azahar. Hacía mucho tiempo que no cogía entre mis dedos una de esas flores blancas con perfume a primavera, que huelen sólo con nombrarlas; a primavera de Sevilla, cuando era niño y me entretenía cogiéndolas mientras esperaba el autobús del colegio, y las escogía con los pétalos cerrados, para deshojarlas poco a poco, hasta dejar desnudo el pistilo y los estambres, palabras mágicas aprendidas unas semanas antes en las clases de don Alfonso. Y su perfume, el perfume de las tardes de mi infancia, era el mismo que ahora me penetra para hacerme recordar y añorar aquellos días, porque la niñez es siempre nuestra casa, una casa que abandonamos dejando la puerta abierta, no para volver, sino para asomarnos cuando nos llama el olor de las flores de su ventana.

12 comentarios:

  1. Jo, Ridao. No me creerás si te digo que me ha pasado algo muy parecido hace unos días. Una regresión absoluta a mis quince años después de descubrir que siguen vendiendo la colonia Farala (sí, la de la chica nueva en la oficina), coger el probador y echarme un poco. Uf. Increíble el poder de los olores.

    ResponderEliminar
  2. Qué lástima que no se puedan poner perfumes por el blog, sería maravilloso. Nada es perfecto...

    ResponderEliminar
  3. En este secarral de mañilandia, lo más parecido que tenemos a ese olor embriagador son unos pocos magnolios en el parque de José Antonio Labordeta. Y una poesía con este tema, que hace mucho que no nos deleitas
    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Que bien huele Sevilla,Ridao en la primavera,y que caló hace en verano,los jazmines me encantan,yo tengo toa mi casa llena flores,aunque la mejor flor,soy yo,ah y tengo jazmines en mi balcón así que al despertarme es lo primero que huelo to los días.

    ResponderEliminar
  5. Me encanta el olor a azahar y es que yo misma huelo a el que es el olor de la castidad.

    ResponderEliminar
  6. Pedazo de Cernuda, pedazo de Ramón Simón, con doble premio y todo, pedazo de Semana Santa que viene.

    Anónimo: es verdad, y no es por falta de ganas. Los secarrales me recuerdan a los andurriales.

    Yo tengo un montón de jazmines en Alájar, Paqui. Blancos, amarillos y morunos. Me encantan.

    ¿De la castidad? Ahora me entero, Bea. Es que en Sevilla somos muy modositos...

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  7. A mí me pasa algo parecido que a ti, pero con las naranjas. No veas que patadones les sigo metiendo, camino del cole, a las que se caen en la acera de Manuel Casana... como hace casi treinta años. Hasta Alejandra remata alguna de las que me dejo atrás.

    ResponderEliminar
  8. yo recurro al tópicazo. de olores, ni flores ni pollas.como la piel de una dama recién duchada y discretamente perfumada, no hay nada.

    ResponderEliminar
  9. Pues a mi me parece una maravilla poder vivir en un lugar,donde huele a azahar,eso no tiene precio,por cierto Bea ahora me entero de lo casta que eres.
    Un beso castisimo pa ti Ridao,yo también soy mú casta.

    ResponderEliminar
  10. El olfato es el sentido mas evocador, creo yo.
    En un segundo te traslada como la máquina del tiempo mas eficaz jamás inventada.
    Un beso

    ResponderEliminar
  11. Yo ahora pateo limones, Álex. Las naranjas las pateaba en la acera de San Juan de Dios, para que las espachurraran los coches en Eduardo Dato.

    Y sin duchar, Escasso, y sin duchar...

    Esto huele a castidad y a santidad, Rocío. Somos todos piísimos.

    Tienes razón, Mery, sobre todo cuando es un olor olvidado. Yo, por desgracia, no tengo muy desarrollado este sentido.

    Abrazos impíos.

    ResponderEliminar