martes, 15 de noviembre de 2011

La pregunta


A veces el silencio es la única respuesta. Las palabras permanecen, pero no hallamos la roca donde han nacido todos los vientos. Abrimos los labios y ningún sonido escapa de ellos, porque no hay nada que decir. Buscamos el cielo con los ojos, escuchamos los rumores misteriosos del bosque, sentimos el frío golpeando nuestro rostro… y todo se resume en un silencio desconcertado.

A veces el silencio es la única respuesta a una pregunta agazapada. Una pregunta fría, certera, implacable. Una pregunta que nunca nos haremos, pero que pende como una amenaza invisible sobre nuestro cuerpo frágil. Una pregunta incierta y verdadera como el fuego que convierte un tronco en cenizas. Una pregunta que intuimos, y escapamos de ella con todas nuestras fuerzas hasta caer exhaustos en la tierra, heridos por un espanto mudo y tenebroso.

5 comentarios:

  1. Te voy a decir una cosa, Ridador: no se te ocurra preguntarme ni la hora, no vaya a ser que me sueltes esa. No quiero ni saberla.

    Abrazos acojonados.

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  2. Fernando: ¿A que no sabes por dónde va la prima de riesgo de España?

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  3. ¡Qué de tiempo, Maile! Mil veces maldita, mejor huir de ella, si se puede.

    Un beso fuerte.

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