lunes, 5 de noviembre de 2012

Blogs y literatura


La aparición en escena de los blogs supuso un fuerte impulso a la creación literaria, no sólo para vocaciones larvadas, como la mía, que necesitaban el acicate de compartir, de la publicación instantánea, para desarrollarse, sino también de escritores consagrados que mantienen un ritmo diario de entradas. Desde aproximadamente el año 2006, en que los blogs literarios empezaron a surgir, he venido observando un aumento de la popularidad hasta un auge hacia el año 2010, y a partir de entonces he notado un descenso en el número de entradas y el cierre de numerosos blogs. Puede que esta percepción mía no sea generalizable, pues me baso en mi entorno y en los autores que frecuento, pero tengo la sensación de que hay una cierta crisis, repito, sólo en los blogs de creación, pues los que son de tipo profesional han seguido creciendo como es lógico, dado el carácter de herramienta comercial que tiene un cuaderno en la red, que al fin y al cabo no es más que una página web simplificada.

Valga la reflexión anterior para ahondar en la relación que existe entre la literatura y el medio donde se publica. Es cierto que géneros como la novela tienen difícil cabida dentro del formato blog, pero otros como la poesía, las memorias, los aforismos, el relato breve, el artículo periodístico y muchos más se adaptan a él a la perfección, con la ventaja añadida de la publicación inmediata de la obra de creación, con lo que ello supone a la hora de compartir, de que el escritor se reconforte, compruebe que no está solo y, por qué no, halague su más o menos inflada vanidad. Como es lógico, la calidad de lo que se escribe en los blogs varía enormemente, y hay muchísimo que no vale la pena salvo para el autor, pero también he leído muchas cosas antológicas en los blogs, lo mismo que hay bodrios en papel. De hecho, la publicación en papel depende en gran medida de los contactos que tenga el escritor, mientras que el blog es un medio democrático, y si el contenido merece la pena es reconocido por los lectores de inmediato, proporcionando esa íntima satisfacción que tanto necesita un escritor, mucho más que los premios, mucho más que las invitaciones a copas de vino español, mucho más que el dinero que, después de todo, un buen libro casi nunca está en disposición de proporcionar a quien lo escribe.

9 comentarios:

  1. Yo también he observado ese relativo descenso. Pero lo atribuyo a una clarificación: quienes veían en esto una forma barata de autopromoción se han pasado a Facebook o a Twitter. Y sólo se mantienen los blogs surgidos de ese impulso inicial del que hablas, por el que muchos de repente hallamos un medio cómodo y dúctil en el que la escritura deparaba ciertas satisfacciones inmediatas no desdeñables.

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  2. Monsieur Ridao:
    Es una herramienta bastante práctica, sí señoh.
    Salu2h

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  3. José María: precisamente tenía preparada en la entrada una reflexión sobre las redes sociales, pero para no hacerla demasiado larga lo he dejado para otra ocasión. Ciertamente, este formato no es válido para publicar ensayos, o hay que hacerlo a sorbitos. Y por si no lo sabías, tu blog me abrió los ojos.

    Dyhego: herramienta, molde o caja de pandora y muchas cosas más es un blog.

    Abrazos blogueros (lo de bloggeros siempre me ha parecido, con perdón, una mariconada).

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  4. Después de unos meses de cierta dejadez en cuanto a publicar en mi blog y a seguir los de otros, leo tu entrada y no puedo estar más de acuerdo, al menos por lo que a mí respecta. Pero hay momentos en la vida en que también te alcanza la astenia bloguera... Y esperemos que no sea definitiva.
    Saludos.

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  5. Me da la impresión de que esa fuga hacia Facebook y sobre todo Twitter señalada por José María -antes José Manuel- (entreguionado cabroncete) se debe a la migración previa de los lectores. El que más y el que menos tiene a su alcance varios recursos para contabilizar las visitas: número de comentarios, estadísticas, Feedjit, ..., y ahí se ha notado el bajón, que ha sido anterior al actual de producción bloguera.

    Por cierto, no puedo soportar el Twitter de los cojones.

    Un abrazo.

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  6. ¡Con el coraje que me da que me llamen José María! Lo siento, José Manuel. Por algo he puesto a mis hijos nombres simples y cortos.

    Luis: el problema que yo le veo, y no es tu caso, es que cuando la gente empieza a levantar el pie acaba abandonando su blog, y ya no vuelve. Le ha pasado a muchos. En cambio la escritura tradicional es distinta: no hay costes de retorno, por así decirlo.

    Fernando: no lo entiendo, en ese caso dejarían de publicar del todo, ¿no? ¿Por qué pasarme a twitter si la gente ya no me lee en blogger, o me lee menos? Creo que allí me leerán menos todavía. Coincido en lo de twitter: ni lo entiendo, ni lo entenderé.

    Abrazos, y tal.

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  7. los blogs personales son éso, personales... nunca me han impresionado los blogs con muchas visitas: el 90% llegan procedentes de google con búsquedas absurdas como "qué es aquello que reluce en lo alto", "Malena Gracia" o "canicas" (mis top 3)... muchas proceden de los blogs donde normalmente soltamos boutades surtidas que despiertan la curiosidad de tiernos e incipientes blogueros... y el resto, hay que dividirlo entre cinco, que es la media de visitas de seguimiento a un comentario previo... en totá... que nos leen los de siempre y normalmente a vuela pluma...
    el blog es un diario que se escribe en limpio y no se acaba... ésa es su principal ventaja...
    si algún escritor se ha pasado a las redes sociales por tener más público, no es escritor, es potencialmente parte del casting de gran hermano...

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  8. Tienes razón en lo de las visitas: los contadores son un mojón que plantamos ahí a la mayor gloria de nuestro ego. A ver si inventan un contador de los que de verdad te leen. Pero vamos, que me conformo con que nos leamos siempre los mismos, el caso es no estar solos, que si no la escritura se hace muy cuesta arriba, al menos a mí.

    Y por supuesto, un cacho mojón para Twitter.

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  9. En cuanto a las mutaciones de nombre, una de las más curiosas es la que tiene por efecto que los alumnos me llamen José Miguel, por confusión con tu tocayo Domínguez, que es compañero de trabajo... Así que no te preocupes: estoy acostumbrado. Un abrazo.

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