El director general de una importante Caja de ahorros afirmaba en una reciente conferencia que "en el futuro habrá rebote en el sector inmobiliario", y que "sin el ladrillo no salimos de ésta". Para rebote, el de millones de jóvenes españoles que no pueden acceder a una vivienda digna al haberse multiplicado por cuatro su precio en los últimos años. Y esa plusvalía ha ido a parar a los bolsillos de los clientes de este señor, y a las arcas de los bancos, y a manos de muchos otros espabilados que se han enriquecido hasta límites obscenos. Es cierto que se ha generado riqueza, pero ésta no ha hecho sino aumentar la brecha entre los que tienen mucho y los que tienen poco.
En el curso de dicha conferencia, este señor dio también un dato, "brutal" a su juicio: "... en todo 2009 se construirán 150.000 viviendas, las mismas que en 1960". Y yo me pregunto, ¿qué tiene eso de malo? Lo realmente perjudicial es que cada año se duplique el número de viviendas construidas, causando daños irreversibles al paisaje y al medio ambiente, y generando una bolsa de más de dos millones de viviendas vacías en toda España. Este dato sí que me parece brutal, que un bien de primera necesidad como la vivienda, de la que carecen millones de personas que además tienen derecho a ella según la Constitución, se haya convertido en el objeto de una especulación estéril, que ha creado puestos de trabajo, sí, pero bajo la fórmula del "pan para hoy y hambre para mañana".