Mostrando entradas con la etiqueta Mercuriales. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mercuriales. Mostrar todas las entradas

viernes, 15 de noviembre de 2013

De tertulias



Ayer me reuní después de demasiado tiempo con mis amigos de tertulia: José Manuel, Ramón, Jesús, Alonso, Fernando... Bastantes ausencias, muchas ya cantadas, pero lo importante es que sigamos viéndonos, mantener viva esa modesta llama de inquietud, vivencias y conocimiento compartido, que es precisamente lo que echamos de menos en nuestra vida diaria, sometidos a las urgencias del día a día y rodeados de seres queridos y no tan queridos pero con los que normalmente no podemos comunicarnos en esa clave nutricia (perdón por la pedantería), condenados a rumiar nuestros afanes creativos en jornadas de lectura y escritura tan intensas como solitarias.

Y lo mejor de esta tertulia nuestra es el desparpajo y la libertad, algo que por desgracia no es demasiado común entre literatos y sucedáneos: en el planeta libro las puñaladas corren como en una tragedia de Shakespeare, y no digamos ya en la poesía: la gente se encastilla en su propia excelsitud y forma sectas que dejan al tan criticado Opus Dei a la altura de un club campestre. Y es que tenemos la funesta manía de rodearnos de gente que piensa exactamente igual que nosotros sin darnos cuenta de que eso empobrece nuestras relaciones. De acuerdo con que a todo el mundo le gusta sentirse respaldado en sus planteamientos vitales, y también es cierto que la compañía reconforta, pero la búsqueda de la verdad (e, incluso, de la belleza) pasa por confrontar ideas, intercambiar puntos de vista y sobre todo huir de las ideologías, vecinas cercanas del fanatismo.

Así que hoy me he levantado contento de ver de nuevo a mis amigos, tan conservadores ellos, tan católicos (sobre todo uno), porque me sienta bien su compañía a pesar de que seamos tan distintos. O quizá es que no somos distintos, sino que vemos la vida de manera distinta, lo cuál es muy distinto, valga la distintuntancia. A todos ellos (presentes y ausentes) dedico mi entrada.

P.S. El tema estrella de la tertulia de ayer fue el chapapote blanco.

jueves, 24 de mayo de 2012

Mo-jino: Expresión de la poesía coreana clásica


La literatura coreana es tan amplia y variada como desconocida. Hasta hace tan sólo unas décadas esta cultura no se ha abierto al mundo y empezado a divulgar sus diversas y valiosas manifestaciones culturales. En el caso particular de su poesía, queremos destacar la gran difusión y desarrollo dentro de este país de una forma poética de gran interés y originalidad: el mo-jino.Cabe mencionar que la literatura coreana, a pesar de gozar de una escritura propia, continuó escribiéndose entre los nobles a través de la caligrafía china. Justamente el mo-jino y otras formas de poesía se escribieron tanto en caracteres chinos como coreanos, pero particularmente el arte mo-jino-yan se adaptó con mayor facilidad a la nueva escritura.El mo-jino se expresó originalmente entre cantos, recitaciones, textos que recogían la tradición oral y luego en poemas escritos sólo para el placer de la lectura de los nobles. No hay una fecha ni publicación determinadas que revelen los orígenes de esta forma poética. Se piensa que se desarrolló a finales del reino de la dinastía Ko-ito, entre los siglos XIII y XIV, época en que la variedad ornitológica de la fauna coreana era más que notable, destacando por encima de todos el pájaro mo-jino, conocido en occidente por el nombre de rabilargo, del que toma el nombre esta forma poética. Así, los vates coreanos del siglo XIV compitieron en un auténtico frenesí aviar, rindiendo tributo a numerosas aves aparte del mo-jino antes citado, como la polla coreana, que suele anidar en lo más profundo de los bosques, la put’ak urraca, la ja-chí-jigona, el T'akei ya mamala, el Kali-mocho, la chocha siltolera o la rapaz más peligrosa del país, hoy extinguida: el Kim-Yong-Kabrong.

Podría extenderme páginas y páginas sobre la fructífera relación entre la fauna emplumada y la poesía coreana del XIV, algo en lo que mi erudición no tiene límites. Como no quiero ser prolijo, me limitaré a decir que la estrofa que sirve de base al mo-jino, denominada jigo, consta de tres versos, los cuales se dividen cada uno en cuatro segmentos o umbos. Cada umbo posee de tres a cuatro sílabas, y forma parte a su vez de un gayumbo. Dependiendo del número de gayumbos que abarcan los jigos que integran el mo-jino, tenemos un número aproximado de quince sílabas por verso, y un total para cada mo-jino de alrededor de cuarenta y cinco sílabas englobadas en cien umbos y quinientos gayumbos (y eso los mo-jinos más breves). En su estructura básica, los umbos de cuatro sílabas aparecen con frecuencia y son llamamos dumbos. A los umbos de menos de cuatro sílabas se les conoce como umbos chungos, y a los umbos de más de cuatro sílabas, yumbos. Podemos resumir la forma métrica general del mo-jino de la siguiente manera:


Como se puede comprobar, la tabla se explica por sí sola.

Para terminar, y a modo de ejemplo, traigo un mo-jino avícola del poeta Yol-Sil-Tol (Piong-Tiong-Rial; 1336 - Barbate, 1393), donde podemos ver las características de esta admirable composición [Téngase en cuenta que en la traducción he hecho lo que he podido, pero resulta imposible transmitir la sutileza y la gracia inconmensurable del original].

Pit-tuc-ti-ya Kur-miei mo-mo-mo-jino bol-din-drun-güei

(Picoteará mi corazón el puto rabilargo de los co-jo-jones)

Sacaré mi corazón a pasear a lo más profundo del bosque.
Lo dejaré a secar en una parra virgen,
en compañía de An-Nag-Ximuang-Drong,
Y con él te iluminaré, oh, mi Señor,
hasta que el puto rabilargo de los cojones
se cague en el porche de piedra, pino y bambú.

Comentario: El primer verso describe un estado de contemplación donde interviene directamente el sujeto lírico o algún otro personaje. En el segundo verso habitualmente se propone una pregunta, un cuestionamiento o una confrontación entre los diversos objetos o sujetos contemplados, aquí bosque - corazón - rabilargo - An-Nag-Ximuang-Drong, a partir de la cual, en el tercer verso, surgirá una resolución clara, una sentencia que describirá la armonía alcanzada entre el sujeto y su entorno.

Imagen superior del mo-jino o rabilargo: Cortesía non petita (vamos, que me la he bajado by the face) de Falserío

viernes, 18 de mayo de 2012

Una tarde en las casetas


Fue mejor de lo que esperaba. Había ido a firmar otras dos veces y me comí lo que se comió el pastor. Llegaba media hora tarde por un malentendido, y me llama "mi editor" (ahí quea eso), JSM, el de la Espada y los Rabilargos, y me suelta: Quillo, Ridaiku, que tienes cola en la caseta, qué haces que no estás ya aquí. Y yo: Venga, Javier, déjate de coñas. Por si acaso aprieto el paso, llego al hotel Inglaterra, me asomo a la Plaza Nueva... ¡Aquello era un erial! Menos gente que en un partido Sevilla-Rota de la pretemporada. Busco las casetas Siltolá y Fundación Ecoem... ¡Vacías! No tiene guasa el pájaro éste. Me lo veo en la "barra" de la caseta de la Fundación: —Maricona, ¿dónde está la cola? —Ven p'acá, entra por aquí. Te presento a Marta (una niña guapa pa reventá y simpática, comme il faut). Dile a Ridao, ¿había cola o no? Y Marta: —Ha estado aquí bastante gente hasta hace un rato, querían que el autor les firmara el libro de la ovejita, que habían oído por los altavoces que llegaba a las ocho. Como ya son las nueve menos cuarto se han ido. Mire, alguno me ha dejado en este sobre el libro para que se lo dedique y lo recoge mañana. Entonces yo me empecé a esponjar.—Estaréis de coña... A esto que me llama Marta y me dice que tome asiento, que hay alguien esperando. Me llego a la mesa y me encuentro un chaval de veintitantos años con el libro de Economía en diez capítulos en la mano. —Buenas tardes; Buenas tardes. Educado, modosito, me dice: —Yo el primer libro que leí de usted fue... Y ya no me acuerdo del título ni de na, estaba que me salía de la pelleja. Bueno, bueno, qué suerte tienes de estar delante de tu ídolo (no se lo dije, pero lo pensé). Abro el libro, plas, plas, página cinco, dedicatoria, cómo te llamas, tracatraca, me faltó la collejita. Viene otro con el de la oveja, que se queda con sus nietos y no hay quien los duerma, eso está arreglao, pienso yo, como te leas el libro tus nietos se van a descojonar de ti. Plas, plas. Otro con nietos, después una señora, más libros por encargo...Tampoco es que firmara mucho, pero para lo vacía que estaba la Feria... La cosa se queda tranquilita, se pasan por allí Toi y Jurado, pedazo de Mercuriales, gente importante que presentan a Luis Alberto de Cuenca, hacen fotos en la catedral y tal. Y yo allí que he firmado algunos libros, a su altura, sin complejos. Pasa por delante Barbeito, ¿qué tal, acabaste ya las firmas? LLevaba un aire un tanto abatido, así que magnánimamente no quise preguntarle cómo le había ido. Llega Félix Modroño, que estrena novela, pedazo de éxito, el Bilbao de la Belle Epoque, y yo allí roneando, mirando a ver si alguien me veía. Se llega una alumna a la caseta: ya está, se han enterado por la prensa, o por la megafonía, que lleva todo el día pregonándome, que si el escritor José Miguel Ridao por aquí, que si la caseta de Siltolá por allá, cartelones con mis libros... Natural: seguro que viene ahora a verme media universidad y el instituto entero. Me dice: ¡Hola, Miguel! Estás trabajando aquí, ¿no? Cantarazo de agua fría, no la saco de su error, lo de la miel y el asno y todo eso... Me llaman para que me pase a la otra caseta, la de Siltolá, ya me habían avisado de lo que me iba a encontrar allí. Pivón, creo que llaman a eso, de nombre Miriam, sin desmerecer ni mucho menos a Marta. Eran ya las nueve y media y en la Feria no quedaba ni el portero de las casetas, ahí sí que me comí un gurruño, pero bueno, tampoco me podía quejar. Termino y me voy con Toi a una tabernita para tomarnos unas cervezas (bueno, yo tomé cerveza, Toi bebió agua). Al parking; me subo en el coche más contento que unas pascuas, llego a casa, entro por la puerta como el que entra en el palco real en una ópera. Voy aterrizando, tampoco ha sido para tanto, me pongo el pijama, me miro al espejo, no soy una estrella precisamente. Al carajo, que me quiten lo bailao, que no están los tiempos para despreciar buenos ratitos.

Imagen: Si bien la Feria estaba vacía, el acceso a mi caseta presentaba este aspecto.

lunes, 27 de junio de 2011

El test de Azorín



A lo lejos una torrentera rojiza rasga los montes; la torrentera se ensancha y forma un barranco; el barranco se abre y forma una amena cañada. Refulge en la campiña el sol de Agosto. Resalta, al frente, en el azul intenso, el perfil hosco de las Lometas; los altozanos hinchan sus lomos; bajan las laderas en suave enarcadura hasta las viñas. Y apelotonados, dispersos, recogidos en los barrancos, resaltantes en las cumbres, los pinos asientan sobre la tierra negruzca la verdosa mancha de sus copas rotundas. La luz pone vivo claror en los resaltos; las hondonadas quedan en la penumbra; un haz de rayos que resbala por una cima hiende los aires en franja luminosa, corre en diagonal por un terrero, llega a esclarecer un bosquecillo. Una senda blanca serpentea entre las peñas, se pierde tras los pinos, surge, se esconde, desaparece en las alturas. Aparecen, acá y allá, solitarios, cenicientos, los olivos; las manchas amarillentas de los rastrojos contrastan con la verdura de los pámpanos. Y las viñas extienden su sedoso tapiz de verde claro en anchos cuadros, en agudos cornijales, en estrechas bandas que presidían blancos ribazos por los que desborda la impetuosa verdura de los pámpanos.
José Martínez Ruiz: Antonio Azorín

En una de las tertulias de Los Mercuriales de este año leí a mis compañeros este párrafo de la obra Antonio Azorín, del autor con el mismo seudónimo. Entonces se abrió un debate entre los que consideraban el texto una antigualla que hoy en día no tiene ningún interés, puesto que en él no "pasa" nada -hubo quien dijo que se ponía nervioso porque estaba esperando que hablara alguien, o al menos que apareciera en escena un personaje-, y otros, una minoría, todo hay que decirlo, entre la que me encuentro, que opinábamos que la belleza de las descripciones de la naturaleza que hace Azorín justifica su lectura, y que se puede disfrutar mucho de este tipo de literatura que presenta una imagen tan vívida de paisajes, pueblos y tipos humanos. De hecho, todo el libro va en esta línea, y el autor se detiene morosamente en cada objeto que se ofrece a la vista del protagonista. Si estáis interesados, podéis descargaros el libro gratuitamente en la página de Proyecto Gutenberg, aquí.

Ya os imaginaréis en qué consiste el test de Azorín: aquéllos a los que ha gustado el párrafo seguramente disfrutarán de la lectura del libro, y estarían a favor de que la literatura es algo más que acontecimientos narrados, y que se puede disfrutar de una novela en la que no se narren sucesos, ni se expongan reflexiones, ni se profundice en la psicología de los personajes. Los que consideran esto último como imprescindible en la literatura de hoy en día, los que desprecian los libros de Azorín, que no habrían soportado el paso del tiempo, estarían en la otra orilla.

¿Cuál de las dos posturas será mayoritaria? En la tertulia se vio que la segunda. ¿Y vosotros, qué pensáis?


P.S. Vaya pinta de sieso avinagrado que tenía Azorín. Mira que se esmeró Zuloaga, y le dijo que cerrara los ojos al posar, pero ni así. Y feo, de cojones.

lunes, 13 de junio de 2011

Dylan Thomas: And death shall have no dominion



Este poema me lo dio a conocer mi amigo José María Jurado, que lo recitó con una voz emocionada. Se trata de un poema muy difícil de traducir, con una gran fuerza y un tono épico que impresiona. La traducción en endecasílabo de su primer y último verso, "Y la muerte no tendrá señorío", es muy afortunada, y le aporta una emoción similar al título original. El problema surge con las continuas imágenes de la muerte ideadas por Thomas. En cualquier caso, merece la pena leerlo en inglés con un diccionario en la mano, para disfrutarlo en plenitud.

Y la muerte no tendrá señorío.
Los muertos desnudos se confundirán
con el hombre del viento y la luna poniente.
Cuando sus huesos roídos desaparezcan
tendrán estrellas en los codos y en los pies;
aunque enloquezcan serán sensatos,
aunque se hundan en el mar resurgirán;
aunque se pierdan los amantes quedará el amor,
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Bajo las ondulaciones del mar
se tumbarán para morir derechos,
enroscándose en el potro cuando cedan los tendones,
atados a una rueda, y no se romperán.
En sus manos la fe se partirá en dos
y los pisotearán demonios de un solo cuerno;
separarán todos sus miembros, y no crujirán;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Que no griten más las gaviotas en sus oídos
ni las olas rompan con estruendo en las playas.
Donde brotó una flor, que esa flor no vuelva
a levantar sus pétalos a los embates de la lluvia.
Aunque estén locos y muertos como clavos,
sus cabezas golpearán la flores de los prados;
asaltarán el sol hasta que se detenga,
y la muerte no tendrá señorío.


And death shall have no dominion.
Dead men naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
Under the windings of the sea
They lying long shall not die windily;
Twisting on racks when sinews give way,
Strapped to a wheel, yet they shall not break;
Faith in their hands shall snap in two,
And the unicorn evils run them through;
Split all ends up they shan’t crack;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
No more may gulls cry at their ears
Or waves break loud on the seashores;
Where blew a flower may a flower no more
Lift its head to the blows of the rain;
Though they be mad and dead as nails,
Heads of the characters hammer through daisies;
Break in the sun till the sun breaks down,
And death shall have no dominion.

domingo, 12 de junio de 2011

Felicidades


A mi hijo Ignacio, que cumple hoy cuatro añitos y sobrevivió al ataque de un burro feroz, y a mis amigos Julio y Alejandro, que presentaron el jueves pasado sus libros, como se puede leer en
esta crónica.

viernes, 3 de junio de 2011

Ramón Simón: Las miradas del amor



Es Ramón Simón un tipo interesante. Yo le he conocido hace poco, a través de la afamada tertulia de Los Mercuriales (lo de afamada es cosecha mía). De perfil aguileño y mirada de aguililla, no pasa nunca desapercibido, y ameniza nuestras reuniones con un amplio repertorio de ocurrencias más o menos subidas de tono, como sus poemas, que mantienen el tono muy alto, algo siempre difícil en poesía, quizá la diferencia entre un poeta y un versificador. Es la suya una poesía íntima, profunda, que hunde las raíces ahí donde más nos duele: en nuestra experiencia familiar como nietos, como hijos, como hermanos, como padres. Yo me meto de vez en cuando con él diciéndole que es un cenizo, sacando poemas tan tristes, y él lo encaja lo mejor que puede. ¡No van a ser tristes, si son hondos!

Y a lo que quería llegar: el amigo Ramón, o Simón, el mismo premio lleva, tiene una gran afición reciente que se ha ido agrandando a la par que su pericia en ella. Ha tomado los trastos de inmortalizar y vaga por estos mundos cámara en mano retratando esencias, aguardando paciente a que el milagro del arte aparezca ante su objetivo para pulsar el botoncito, con lo fácil que parece y lo difícil que es. Fruto de esta dedicación casi mística, Ramón ha inaugurado esta misma tarde en la Casa del Libro de Sevilla una exposición titulada Las miradas del amor, que estará abierta hasta el 27 de junio, con magníficas fotografías de la Semana Santa sevillana, que ahora en verano se paladea con más tranquilidad y mesura. Sus compañeros mercuriales hemos colaborado con unos textos líricos para acompañar las fotos, pero yo, que soy un poco mamoncete, me he ido a la playa y he dejado a Ramón una mijita tirado; algún defecto tenía que tener uno. Al menos estoy en espíritu, viajando desde Rota a Sevilla por la alfombra mágica de Internet.

Bueno, no me enrollo más, que os paséis a verla si podéis, y si no visitad su hermoso blog
Sombras pequeñas, donde encontraréis una muestra nada pequeña de su arte.

viernes, 18 de marzo de 2011

Apuntes (LXXVIII): Novillos mercuriales



Hace ya mucho tiempo que me entero de las noticias por los periódicos digitales. El otro día cogí con ganas en una cafetería un periódico de papel para leerlo a conciencia, y disfruté realmente de su lectura, a pesar de que cuando llegué a las páginas deportivas me di cuenta de que se trataba de un ejemplar del día anterior .

~

Lo de las musas y la inspiración es verdad, pero si hay que escribir un poema, se escribe.

~

La modestia sólo es falsa cuando la exhibe un necio.

~

Leyendo a Trapiello ayer por la noche he asistido a las riñas de gallos entre escritores y críticos que tienen lugar en el ruedo patrio. Se despliega todo un muestrario de puñaladas traperas, ofensas, egoístas insufribles, ajustes de cuentas y cuitas patéticas que ocupan buena parte del tiempo de los escritores, incluido el antes citado. Mucho predicar que el arte está por encima de las miserias humanas para caer en el mismo defecto que se critica. No es un asunto nuevo, desde luego; no hay más que recordar a Quevedo y a Góngora, pero no por ello deja de ser lamentable que se malgaste de ese modo el talento. Está visto que el gusano de la vanidad contamina a las mentes más preclaras. Por mi parte, me agrada leer a los escritores que están por encima del bien y del mal o, al menos, que se toman con humor los inevitables ataques de los envidiosos. Es un espejo donde me gusta mirarme.

~

Ayer no acudí a la tertulia de los Mercuriales y hasta siento remordimientos. Sentía por la noche un extraño cosquilleo en el estómago, como si alguien se estuviera acordando de mí para bien o para mal. Ha habido buenos momentos esta semana en el chat que formamos en el correo electrónico, y me hubiera gustado reírme en compañía.

~

El tema propuesto para la tertulia de ayer era el humor en la literatura, y la causa de que éste tuviera mala fama y fuera algunas veces denostado. Yo tengo mi teoría al respecto: el sentido del humor es una virtud escasa, y los críticos literarios no suelen estar adornados por ella. Es sabido que los hombres poco inteligentes desprecian los dones que ellos no poseen, luego es frecuente encontrar críticas adversas sobre libros inteligentes escritos con sentido del humor, a los que tachan de frívolos e intrascendentes. Yo mismo he sufrido una crítica de estas características a mi libro Blogueína en una revista de prestigio, donde se hablaba de la "sal gorda" que vierto en mis páginas del blog. Se presta especial atención a las entradas donde me río hasta de mi sombra usando a veces un lenguaje soez, pasando por alto otras entradas reflexivas de contenido profundo. He comprobado que si uno (¡hola, Trapiello!) escribe de forma desenfadada aparecen como fieras los eruditos intransigentes para revelarme como un escritor mediocre con injustificables concesiones a la galería. De lo que no se dan cuenta es de que no es tan sencillo escribir de esa manera sin perder (¡olé mi inmodestia!) la calidad. Ande yo caliente...

lunes, 7 de febrero de 2011

Apuntes (LXII): Más allá del tiempo


En la última tertulia de Los Mercuriales se propuso el tiempo como tema a tratar. Como no hice los deberes en su día, traigo aquí una serie de reflexiones en torno a este asunto tan cercano como misterioso.

~

El tiempo es como un carrusel en el que estamos subidos y del que no nos podemos bajar. Sabemos que antes o después se detendrá, y tratamos de disfrutar lo máximo posible hasta que llegue ese momento, que llega, y siempre por sorpresa.

~

Porque cuando morimos, el tiempo, nuestro tiempo, se detiene, aunque los caballitos de los demás sigan girando.

~

El muerto está fuera del tiempo, y por eso nadie entiende la muerte, porque no se concibe nada sin el tiempo.

~

Resucitar es volver a la rueda del tiempo, pero yo nunca he visto a nadie que lo haya logrado, a no ser que los que nacen, y se suben radientes de ilusión al caballito, sean los mismos que acabaron su viaje unos minutos antes. Y eso nadie lo sabe.

~

Ni siquiera tiene importancia que sean o no los mismos, si de todos modos ya no se acuerdan, y nadie se acuerda ya de ellos.

~

El hombre es inmortal: pasa del tiempo al no-tiempo, y de éste al tiempo, en un ciclo que no puede llamarse eterno, ni infinito, pues es preciso eliminar toda referencia temporal. Se trata de un ciclo vital absoluto, inefablemente humano.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Apuntes (XLI): de inmunidades


Stately, plump Buck Mulligan me saluda desde la primera página, mientras que yo, no demasiado convencido, contemplo intimidado el grosor de las otras novecientas treinta y dos.


***

Es sorprendente el clima de diciembre en éste mi hogar del sur. Tan pronto andamos por la calle ateridos de frío como el agua cae en tromba de un cielo negro, y ahora escribo estos apuntes al sol en mangas de camisa, sentado en la terraza de un bar.

***

Y sin embargo, ¿qué se gana con todo eso que deseamos? Sólo el deseo en sí mismo, el combustible que nos hace perseguir lo inalcanzable, con más o menos sufrimiento. Algunos envidian a los muertos en vida, sumidos en su existencia vegetal que no precisa de retos ni de ilusiones, anclados a la tierra que les vio nacer, sin esperanza, con dolor del cuerpo pero nunca del alma. Algunas veces, algunos envidian a los inmunes.

***

Me dice Fernando que mi cuaderno es cada vez más Pessoano, y me lo tomo como una halagadora advertencia. Nunca se debe bajar la guardia ante los genios fagocitadores.

***

Esta noche, velada grande de Los Mercuriales. Me acordaré mucho de ellos, ya lo vengo haciendo los últimos días. Intuyo que llegan buenos tiempos, y espero no faltar a más citas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Toilet restaurant


Me manda un correo mi compañero mercurial José Manuel Gómez Fernández, proveedor inestimable de material "oloroso" para mi blog, y no puedo menos que aprovechar el género. Son muchos los que se asombran e incluso se cachondean de mí por los lugares que elijo para escribir, que a estas alturas todos los que me leen ya conocen. Pues bien, os aseguro que nunca se me ha ocurrido llevarme un bocadillo a la sala de escritura; reconozco que me da asco. Sin embargo, vean cómo se las gastan en un restaurante de Taiwan:


¿Alguien gusta un heladito de postre?


¿No es adorablemente disgusting?

lunes, 25 de octubre de 2010

Brindis por los mercuriales


Las tertulias, mi tertulia, son una exaltación de la poesía, de la amistad y de los buenos propósitos. En esta vida no hay muchas cosas mejores que verse acompañado, sentirse arropado y comprendido por otras personas, alguna de las cuales no conocías de nada y cuya afinidad hace que te sientas a gusto, más incluso que con otros de trato más frecuente pero también más anodino (¡toma premio!).

Y es que me siento muy orgulloso de mi condicion de tertuliano (¡zumba!). Yo, que no era nadie ni me creía nada, sigo sin ser nadie pero me creo la pera patatera, y eso es algo que debo agradecer a mis compañeros mercuriales, que con tanta atencion me escuchan recitar poemas, prosas, haikus, ridaikus y chopaikus sin pestañear, y premiándome las más de las veces con estentóreas risotadas, que yo, inocente de mí, me tomo como un cumplido.

Buenas personas y buenos poetas, por este orden. Algunos, muchos, polifacéticos, con la fotografía como arte de batalla. Docentes con celo profesional, amantes celosos de sus doncellas, arqueros de la palabra sin pelos en la lengua, aunque todos, menos una, con muchos pelos en los huevos. Culturalistas (con perdón), apocriferos (con perdón), muchos cabrones (sin perdón), yo el primero. Y muchas ilusiones, muchos libros escritos y por escribir, hasta han salido de la tertulia algunas - qué digo algunas, ¡muchas! - publicaciones, gracias a nuestro amigo y mecenas de cabecera, que ha pegao la espantá, el tío, con lo que le apreciamos, sin coña y sin intereses.

En fin, que me he puesto hoy tierno recordando a mis compañeros, compadres en las musas, que a estas horas estarán los muy sinvergüenzas celebrando una de sus reuniones mensuales, y yo con estos pelos, o, por qué negarlo, ni eso. Es la segunda vez que falto en la gloriosa historia de los Mercuriales, y encima consecutiva, in a row, como diria Chespier -así entran en mi blog buscando al moustro inglés-. No tengo excusa, pero sí motivos, profesionales y no tan profesionales, por desgracia. Por eso no me excuso, sino que me muero de envidia y dedico a mis amigos y compañeros un brindis desde el teclado del miniportátil de Miguel, que está dormido pero como me coja me echa una bronca.

¡Por los mercuriales!

┌П┐(◉_◉)┌П┐

jueves, 24 de junio de 2010

Lámina


La vida es una lámina de agua bañada por el sol del atardecer. De vez en cuando el viento de levante riza esa lámina y emergen desde el fondo monstruos que se elevan sobre el horizonte y luchan entre ellos. Cuando cesa la batalla sólo queda el miedo, y la vida resurge triunfante, tranquila, como si nada hubiera pasado. Las olas que nos zarandean y nos hacen llorar mueren tranquilas en la orilla, y todo sigue igual.

Foto: Ramón Simón

lunes, 17 de mayo de 2010

Poesía, blog y tertulia

Se suele decir que el blog es un formato ideal para publicar poesía. Es un medio que funciona especialmente bien cuando los textos son cortos, y el poema "luce" mucho más que un relato o un texto largo, que se hace cansado de leer. Los versos, al no ocupar toda la longitud de la línea, facilitan la lectura del poema, al que la pantalla parece adaptarse asombrosamente bien. Todo lo anterior está avalado por la gran cantidad de cuadernos que hay consagrados exclusivamente a la poesía, con distintos grados de calidad, por supuesto, pero que suelen contar con un público estimable, muy superior al de los libros de poesía. Se puede decir que los blogs están haciendo mucho en favor de la difusión del arte poético.

A mí se me ocurren, sin embargo, algunas pegas. Dejando al margen que hoy por hoy el papel sigue siendo insustituible en cuanto a la sensación de la lectura, no hay que olvidar que el blog es un medio de naturaleza interactiva. Aunque se puede desactivar la opción de comentarios no se suele hacer, y en muchas ocasiones se buscan poemas efectistas que susciten un comentario inmediato. También sucede lo contrario: que un poema que el autor ha pretendido que sea profundo, al tratar un tema cotidiano o contener alguna reflexión incita al comentario sobre ello, pasando por alto la calidad intrínseca del texto (a mí me ha ocurrido muchas veces). Los buenos poemas deben leerse en la intimidad; hay que interiorizarlos y darles su tiempo, y el blog es una especie de vorágine que todo lo devora. De hecho, un nuevo poema "tapa" al anterior, al que no es tan fácil retornar como volviendo atrás la página de un libro.

Otra cuestión curiosa es la audición de poemas. En la tertulia que mantenemos los Mercuriales lo hacemos mucho. Cada uno lee sus poemas, y no es el mismo poema el que oímos que el que leemos después, o el que leímos previamente. Cada uno de nosotros tiene una entonación peculiar (el amigo Jurado es un caso especial). Además, todo depende de cómo se "palpe" el ambiente, de la predisposición de los oyentes, del estado de ánimo de los lectores... y de muchas otros factores; a veces llego tan cansado (o mi vecino me ha servido tanto vodka) que pongo cara de atención pero no me entero de un pimiento.

En definitiva, la poesía tiene sus misterios, y las nuevas tecnologías, lejos de desvelarlos, los agrandan.

P.S. José Miguel Domínguez Leal ha escrito este pedazo de crítica de mi Blogueína. Muchas gracias, tocayo.

martes, 11 de mayo de 2010

Encuentro en Malá Strana


¡Qué pasa contigo, mequetrefe! No me mires con esa cara de pena que yo estoy aquí de puta madre, en las escalinatas de este pedazo de iglesia. No necesito ni poner la mano; muchos turistas que pasan me echan unas pocas coronas que me dan para vivir como a mí me gusta, sin depender de nadie y sin dar un palo al agua. Y los muy necios me compadecen... ¡ja! Más bien les compadecería yo a ellos si fuera capaz de albergar tales sentimientos. No hay más que verles la cara de arrobo al entrar en Malá Strana, o al contemplar desde esta orilla el puente de San Carlos. ¡Si es que son unos pardillos! Se tiran todo el puto año trabajando como mulas para pagarse un fin de semana y venir aquí donde yo vivo todo el año holgazaneando.

A mí no me engañas; tu mirada te delata. Esa cara de mala leche no la tiene la gente feliz. Se ve a la legua que la vida te ha maltratado y te ha arrojado a la calle junto a los perros. Dices que no das un palo al agua, pero no tienes un techo donde dormir. En invierno, cuando llegan las nieves, buscas desesperado un sitio donde refugiarte del frío, y todos los años mueren varios de tus compañeros, más jóvenes de lo que parecen. Tú mismo aparentas más de sesenta años y tienes sólo cuarenta. Ya no te acuerdas de mí, pero jugamos juntos de pequeños en el parque de Letná. Mira dónde estás tú y dónde estoy yo. No hay más que ver tus manos. Ni de señorito ni de trabajador. Son unas manos que hablan por sí solas, y no me pueden engañar. ¿Qué ha sido de aquellas manos de niño que acariciaban la cara de su madre? No te compadezco, no. Te hablo así desde el dolor. Lo tuviste todo y lo arrojaste al estercolero. Escupiste a la vida y salpicaste a los que te querían. Queda en paz, y que Dios te guarde.


Fotos: Ramón Simón

lunes, 12 de abril de 2010

Macho-man


Sé que estáis hasta los cojones de mí. Mi careto lleva una semana apareciendo en vuestros cuadernos como una plaga, pero eso es lo que hay. Ya sabía yo que cuando me hizo la foto el tipo ese de la ciudad no iba a traer nada bueno. Como lo vea de nuevo le abro en canal con la faca que tengo escondida en el turbante.

Que sepáis que me importa un carajo espantar las visitas de la panda de pelotas que os escriben. Al que no le guste que le folle un bacalao. A estas alturas de mi vida me súa la polla lo que piensen unos mequetrefes que lo único que han hecho en la vida es hundir sus culos en un asiento de muelles y mirar una pantallita con cara de besugos degollados. No tenéis ni puta idea de lo que es la vida. Cada arruga de mi cara vale por un atún que me ha salpicado con su sangre al sacarlo con el gancho en la almadraba jugándome la vida. Y ya no son arrugas, sino surcos. La vida es muy cabrona, y cada vez que me ha golpeado los surcos se han hecho más profundos. Ahora hasta me duelen, sobre todo los de la frente. Qué sabréis vosotros, con vuestras barrigas fofas y blancas, que la única vez que toman el sol es en la playa, donde os tostáis como unos carajotes mientras yo me embarco a las cuatro de la mañana todos los días.

Veis tambien mis mejillas chupadas, ¿verdad? Comparadlas con vuestros mofletes sonrosados de putos querubines, que parecéis niños de teta. Yo tengo que jalar los cabos mientras sujeto el cuchillo con los dientes, y el sudor se mezcla con los chorros de agua salada y la sangre de los grandes peces. Lo único que llevamos para comer después de la batalla son trozos de mojama, igual de secos que todos nosotros. Pero sabed que no me cambio por nadie, ni yo ni ninguno de mis compañeros. Aquí se vive y se muere, jugamos de verdad como hombres, y no como esas ratas piojosas de ciudad que no valen una mierda.

Ya me he despachado a gusto. Mi palabra vale más que todo el dinero que lleváis en vuestras carteras de pringaos. Aquí seguiré decorando vuestros cuadernillos mugrientos. A ver quién tiene cojones de decir que miento. Ahí os quedáis, hombrecitos de pacotilla.

jueves, 21 de enero de 2010

Homenaje a unos mercuriales presentes


A
José María Jurado.

En las ruinas desoladas de un coso fantasma rumian los caballeros mercuriales el albero perdido entre las luces de los maestros de San Bernardo. La Buhaira es testigo espectral desde su orgullo de viejo palacio almohade asfixiado por los humos del progreso y de la codicia capitalista. Relucen las calvas a merced de las aves de rapiña, y los rostros impávidos quedan huérfanos de un amago de placer. Bocas ausentes pueblan los anhelos y llenan de vacío la tabla redonda desde donde un Parsifal moderno parte a Siltolá en busca del Santo Grial, sin miedo a cortarse con el filo de Excalibur. Un viejo roble nace del centro de la mesa y cobija con su sombra los cuerpos ateridos, mientras un cercano rumor de batracios conjura el espíritu de Bashop. ¡Miradme al menos a la cara, romanos y púnicos, y decidme cuándo volveremos a Baeza a combatir a los iberos acantonados! Desde mi ventana bañada en la luz del invierno lluvioso de Al-Andalus saludo al dios Mercurio y aplaco su ira para que perdone las blasfemias y los ripios. La sangre mercurial corre por las copas y calienta los corazones, alejándose del premio prometido.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Romano descubre a Ridatto

Hoy enlazo esta entrada de mi amigo Juan Antonio González Romano para agradecerle su brillante y concienzuda labor de investigación sobre la vida y obra de mi antepasado Giuseppe Ridatto.

Mil gracias, Juan Antonio.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Homenaje a un mercurial ausente


A Javier Sánchez Menéndez


Vivir es difícil, muy difícil. Una cosa es la literatura y otra una tertulia donde se creen que van a descubrir el mundo. Es muy triste y descafeinado, se atenta contra la esencia.

Y uno de los tertulianos se dedica a dar premios. Los premios son una gran mentira, una mentira cipotera. La creación duele, y lo demás es poesía de telechichi. La única verdad está en los pimientos, verdes o rojos. ¡No jodas más, por favor!

Todo es predecible, infinitamente predecible. La culpa es de los funcionarios, y de los poetas funcionarios, y de las academias. Sé que no os habéis enterado de un carajo, y a pesar de todo me comentaréis. No respondo, ¿para qué? Un tremendo placer.

Os oigo mientras me tomo un Mexican Mule con mi amigo dios, y vosotros milimetráis las almejas. Jurado recita y pone cachonda a la peña, a Julio se le caen las bellotas, el Profe no da señales de vida, Cotta vuela bajo como los grajos, Ridao se come hasta las rimas. ¡Que se jodan los calvos!