EL VALOR AÑADIDOEl concepto de valor añadido es fundamental en Economía. La característica esencial de toda actividad económica es que debe añadir valor; es decir, que como consecuencia del proceso productivo, el resultado obtenido tenga un valor superior al de los recursos utilizados para producirlo. Así, por ejemplo, en la producción de aceite de oliva se empieza por el cultivo del olivo, y el agricultor recibe una cantidad de dinero por cada Kg. de aceituna que entregue. En la almazara se obtiene el aceite empleando maquinaria, trabajo..., y el valor del aceite de oliva es superior al de la materia prima. Posteriormente se envasa, y se distribuye, actividades que también generan valor, especialmente esta última. En buena lógica todas las actividades económicas deben tener un valor añadido positivo. Sin embargo, últimamente estoy detectando un creciente número de actividades que no generan valor añadido: cargos públicos enchufados, funcionarios que sobran, la plantilla completa de las diputaciones, etc. Pero lo más sorprendente es que hay actividades que no sólo no añaden valor, sino que lo restan. Yo a esto le llamo valor sustraído, y lo explico en un poné, como siempre.
Un poné...hace poco se dio en el Senado la surrealista circunstancia de que el presidente de Cataluña, el señor Montilla, nacido en Iznájar, Córdoba, se dirigió al hemiciclo en el idioma catalán (dicen que su acento deja mucho que desear), y los periódicos publicaron una foto antológica donde se veía a Montilla hablando y a Manuel Chaves, andaluz como él, recibiendo la traducción simultánea a través de un pinganillo. La broma cuesta unos 6000 € por sesión. Está claro que, hablando todos castellano, esa actividad no genera valor. Es más, lo resta, porque estas gilipolleces generan tensiones entre los diputados, que conducen a más disputas que hay que volver a traducir, con el consiguiente gasto inútil de tiempo, energías y dinero. Y el justificado cabreo del personal coloca al país en una situación cada vez peor. Un ejemplo de cómo NO tienen que hacerse las cosas, y menos en tiempos de crisis.