viernes, 1 de abril de 2011

Apuntes (LXXXVI): Parvenu


Soy un recién llegado. Estreno maletas cargadas de todas las vivencias que he atesorado con esmero durante largos años, he comprado mi talento, que pago en cómodos plazos, me alojo en los mejores hoteles, derrocho dinero a manos llenas y no he venido a pelearme con nadie, sino a volar alto sin mirar hacia abajo.

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Ayer vimos una película de unos monjes franceses que vivían en un monasterio en el Atlas. No ha estado mal. Al final unos terroristas islámicos se los han cargado a todos, pero es que se lo buscaron, ya podían haber salido corriendo antes, aunque es verdad que dieron ejemplo de valentía y compromiso. Cantaban increíblemente bien, hacían unos coros en francés a varias voces que le entraban ganas a uno de enrolarse con ellos. Un poco lenta, pero muy buena película. La estropearon al final, cuando pusieron sin venir a cuento la música de El lago de los cisnes, y todos los monjes llorando con esa música de fondo y una copa de vino en la mano, el prior el primero, que por cierto tenía una cara de bueno asombrosa, con unas gafas cuadraditas y una expresión que movía a la piedad, no sé de dónde habrán sacado a ese actor, seguramente de un convento, no me lo imagino haciendo un papel que no sea el de monje. Espero no haber chafado a nadie la película si es que la vais a ver, al menos no he dicho el título.

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Al escuchar los coros de la película me he acordado de la música polifónica renacentista, de los motetes maravillosos compuestos por Victoria, Morales y Guerrero, por citar nuestras glorias patrias, pero también las misas de Palestrina, el miserere de Allegri, la música de Lasso… todas las iglesias de la cristiandad se llenaban de acordes sobrenaturales que conmovían profundamente, tanto a los profanos como a los entendidos en música, a los laicos como a los creyentes humildes y a los grandes señores. Nunca un instrumento ha hecho tan grande favor a la causa cristiana; hasta yo siento crecer en mí algo místico cuando escucho esa música. Luego llegó el Concilio Vaticano II, y los grandes monumentos musicales quedaron para las salas de conciertos. Las iglesias se llenaron de cancioncillas patéticas acompañadas por el voluntarioso rasgueo de guitarras, y la polifonía dejó paso a la ramplonería. Las misas se volvieron insufribles para los descreídos como yo.

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No es malo ser un parvenu. Da algo de vergüenza, pero se compensa con la rabia que se genera en los históricos.

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Total, ¿para qué sirven las adulaciones y los reconocimientos de compromiso?

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Tomás Luis de Victoria: la mística en un pentagrama.




10 comentarios:

La de la ventana dijo...

¡Destripapelículas! Yo iba a ir a verla, maldito...

José Miguel Ridao dijo...

¡Pero si no he contado nada! Bueno, el final... pero es un hecho real, todo el mundo lo sabe, ¿no? ¡glup!

eres_mi_cruz dijo...

¿la rabia que se genera en los históricos?... coño... es que te ha dado por Trapiello y te traes una con el Trapiello de los cojones...

Anónimo dijo...

Ayayayayay José Miguel, que a mí también me has chafao la dichosa peli!!!

Rocío. dijo...

Pero vamo a vé Ridao,es que nos tines que contar toa la película,bueno mmira eso que nos ahorramos,yo de ahora en adelante cada vez que vaya a ir al cine,que voy mucho y no veas la pasta que se me vá,te llamo y me la cuentas,eso si,cuándo tu vayas a ir,me lo dices,y yo te la cuento enterita,en un pis pas,así estamos empataos,no veas lo que nos vamos a ahorrar en entradas pak cine,este verano lo mismo hasta me da pa irme de vacances a malibú,aunque pensaba irme a Alajar,que me sale más barato,pero claro allí vive uno que me ha invitao,a una alberca,y lo mismo de comer,me pone pienso,vamo que se cree que yo soy una gallina,así que ahora con el ahorro cinematográfico,gracias a ti,veranearé a cuerpo de reina.
Un beso cinéfilo.

Bea. dijo...

Ay Ridao contar el final de las películas está muy mal , yo haré lo mismo te contaré el final de las que vaya viendo , encanto y a la Rocío la puedes invitar a la amberca y a pienso porque ella no distinge un don simón , de un perignon , ayer estuve en su casa a cenar y me puso delante mi plato un cartón de vino don simón , no sabe ni poner una mesa , con un vaso de plástico , ay todavía tengo angustia vital de tal desprestigio hacia mi persona , voy a pintarme las uñas para redecorarme.

Anónimo dijo...

PD: Esta música de Victoria es una maravilla. Gracias por compartirla. Como tú, si se hubiera conservado en la liturgia cristiana, yo no faltaría a misa ningún domingo...Pero me consuelo con escuharla desde el ordenador. De repente, esta noche de domingo queda bañada de paz.

José Miguel Ridao dijo...

¡¡Genial, eresmucruz!! Más currao que mi entrada, sí señor. Y hoy, vuelta a las andadas. Trapieeeeeeelloooo...

No te preocupes, Sara, tú la verás en versión original, seguro que cambia todo.

Pienso para ti, Rocío, y yo bellota, que todavía hay clases...

No sé cómo lo aguantas, Bea. Si alguna vez vienes a mi casa no te preocupes, que te pondré Don Simón en una botella vacía de Pingus y no te darás ni cuenta.

Gracias a ti, Sara, no todo el mundo se atreve a escuchar esta música, y merece la pena. The Tallis Scholars lo hacen aún más maravilloso.

Abrazos.

Mery dijo...

Porras, es verdad, lo de las guitarritas y las canciones un tanto ñoñas desprestigian un grado las misas.
Y mira que me cuesta decir ésto...

José Miguel Ridao dijo...

Al pan pan, Mery. Lo malo es que lo dices y se enfadan (con razón).