jueves, 21 de abril de 2011

Apuntes (XCI): De clásicos intocables y jazmines morunos


Leo a Baudelaire, Les fleurs du mal, y sus versos se me antojan almibarados, o, empleando una palabra horrible, cursis. Siente uno cierta prevención al criticar a un poeta consagrado, que ha pasado a la historia como un grande, pero para mí los grandes de verdad atraviesan el tiempo, y sus versos no envejecen, porque están más allá de la fama que alcanzaron o que se les negó en vida.

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Conviene leer a los clásicos sin prejuicios, ni positivos ni negativos, para paladearlos con nuestro sentido del gusto actual, sin imposturas. Entonces disfrutaremos realmente de su arte, o los desecharemos por pretenciosos.

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No eran madreselvas lo que olía el otro día, sino el árbol del paraíso. He vuelto a la misma terraza, y contemplo hasta cuatro magníficos ejemplares repletos de sus inconfundibles flores ligeramente rosadas. Es generosa la naturaleza, que al ver cómo caen los últimos pétalos de azahar se apresura a dar la bienvenida a otras flores de perfume intenso y primaveral, para no dejar huérfanos nuestros sentidos.

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Y hablando de perfume intenso, nada como los jazmines morunos. Hacíamos el otro día el sendero de los molinos en Alájar y pasamos por una cerca cuajada de estas flores. Ya antes de verlas su aroma nos las anunció, y al llegar a su altura el olor dulzón se hacía casi insoportable. Me acordé de este haiku (o ridaiku) de Miguel d'Ors: Tantos jazmines, / tantos jazmines, tantos... / ¡qué pestilencia!

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Todo lo que he buscado en vano en Baudelaire lo he hallado en Dickinson y en Eliot. Hay una poesía que es intemporal, mientras que las flores esplendorosas llega un momento en que languidecen.

11 comentarios:

Dyhego dijo...

Monsieur RIDAO:
¡Está usted de un lírico subido! Se te ve en vena poética. Yo ando últimamente más espeso que los aromas que describes.
Salu2 floridos o lluviosos, más bien.

José Miguel Ridao dijo...

Tú no estás espeso, Dyhego, que hay que estar muy iluminado para plantar un pentagrama en lo alto de un lago. Si eso no es lírica que baje Erato y lo vea... Ah, y acabo de ver en tu blog una entrada dedicada a mi persona. Mil gracias, corro a leerla.

Dyhego dijo...

Monsieur RIDAO:
Desde ahora, si en tu casilla de valoraciones, alguien tacha "mojón", que sepas que lo que te dedican es un monumento.
Salu2 fronterizos.

Martín López dijo...

Yo creo que las valoraciones que hacemos también dependen del estado de ánimo, y que según sea podemos elevar al clásico al pedestal o pegarle una patada. No?

José Miguel Ridao dijo...

Ya lo sabía, Dyhego, cuento los mojones que me dejan por elogios sinceros.

MLL: Es verdad lo que dice, pero hay clásicos que ni en los estados más inadecuados le entran a uno ganas de pegarles la patada, sino de hacerles un monumento. Concedo que si releo a Baudelaire me gustará.

Salu2, a los dos.

Anónimo dijo...

¿Qué vió Eliot en la poesía de Baudelaire?

José Miguel Ridao dijo...

Mucho más de lo que he visto yo, pero Eliot era filósofo, le importaba mucho el fondo. De todos modos he leído poco a Baudelaire, es simplemente una impresión que me ha causado en una primera lectura, que en el caso de Eliot fue mucho más impactante.

Es lo que tiene la poesía con (mucho) mensaje, que aunque no te llegue el mensaje, un poema te puede parecer bueno, pero si falla el poema da igual el mensaje.

José María JURADO dijo...

Algo raro hay en esa lectura, Baudelaire es el poeta de la modernidad, el de la ciudad, el del sublime spleen, aquél con el que Elito terminó su Tierra Baldía:

You! hypocrite lecteur! - mon semblable, - mon frere!'

Releelo: "¿Qué me importa que seas juiciosa? Sé bella y sé triste".

Y no dejes escapar sus petits poemas en prosa.

Es esencial. Abrazos.

José Miguel Ridao dijo...

Te haré caso, José María, sin duda. Y ya te contaré, gracias como siempre.

Mery dijo...

Es que eso de ser poeta clásico es un tanto peliagudo, porque a veces ocurre que te encuentras con versos completamente anacrónicos por su métrica, incluso el modo de tratar el tema, aunque los temas suelen ser atemporales y universales. Bueno, no quiero meterme en honduras, que ni que fuera una experta en estas lides.

Qué afortunados y generosos son los meses de abril y mayo, con su naturaleza esplendorosa.

Un abrazo

José Miguel Ridao dijo...

Eso justamente me ha pasado con Baudelaire, pero no sé, me resisto a admitirlo, todo el mundo lo ensalza tanto...

Un beso.