Lo que necesitan aprender los alumnos no tiene que ver con Internet. Necesitan lengua, matemáticas, geografía, historia... Necesitan convertirse en buenos lectores con un amplio vocabulario y una sólida base de conocimientos generales sobre el mundo. Para conseguir esto, Internet es más una distracción que una ayuda. Internet les va a servir después de conseguir esa formación de base. Es magnífico para la persona que ya tenga conocimientos y necesite comprobar un dato o la ortografía de un nombre.
Por desgracia, y hablo por experiencia, esta verdad tan evidente cada vez es más soslayada. Los nuevos profesores, criados en la sopa boba de la educación sin esfuerzo, tienen la fe de los conversos. La profesión deja de atraer la poca excelencia que se fabrica en unas universidades que reparten títulos devaluados, y que me perdonen las numerosas excepciones, que no deben verse reflejadas en este análisis.