viernes, 15 de noviembre de 2013

De tertulias



Ayer me reuní después de demasiado tiempo con mis amigos de tertulia: José Manuel, Ramón, Jesús, Alonso, Fernando... Bastantes ausencias, muchas ya cantadas, pero lo importante es que sigamos viéndonos, mantener viva esa modesta llama de inquietud, vivencias y conocimiento compartido, que es precisamente lo que echamos de menos en nuestra vida diaria, sometidos a las urgencias del día a día y rodeados de seres queridos y no tan queridos pero con los que normalmente no podemos comunicarnos en esa clave nutricia (perdón por la pedantería), condenados a rumiar nuestros afanes creativos en jornadas de lectura y escritura tan intensas como solitarias.

Y lo mejor de esta tertulia nuestra es el desparpajo y la libertad, algo que por desgracia no es demasiado común entre literatos y sucedáneos: en el planeta libro las puñaladas corren como en una tragedia de Shakespeare, y no digamos ya en la poesía: la gente se encastilla en su propia excelsitud y forma sectas que dejan al tan criticado Opus Dei a la altura de un club campestre. Y es que tenemos la funesta manía de rodearnos de gente que piensa exactamente igual que nosotros sin darnos cuenta de que eso empobrece nuestras relaciones. De acuerdo con que a todo el mundo le gusta sentirse respaldado en sus planteamientos vitales, y también es cierto que la compañía reconforta, pero la búsqueda de la verdad (e, incluso, de la belleza) pasa por confrontar ideas, intercambiar puntos de vista y sobre todo huir de las ideologías, vecinas cercanas del fanatismo.

Así que hoy me he levantado contento de ver de nuevo a mis amigos, tan conservadores ellos, tan católicos (sobre todo uno), porque me sienta bien su compañía a pesar de que seamos tan distintos. O quizá es que no somos distintos, sino que vemos la vida de manera distinta, lo cuál es muy distinto, valga la distintuntancia. A todos ellos (presentes y ausentes) dedico mi entrada.

P.S. El tema estrella de la tertulia de ayer fue el chapapote blanco.

6 comentarios:

Alejandro Muñoz dijo...

Un sentido abrazo ausente, para que no sientas ausencia se abrazos.

José Miguel Ridao dijo...

A ti te abrazó cada dos por tres, maricona, incluso te cuelas a dormir en mi casa. A los que tienes abandonados es al resto de poetastros, fotografastros y otros astros.

Fernando Moral dijo...

Muchas gracias por las partes que me tocas, que son muchas y no las que los malectores habrán pensado. Si me hubiera sentado a escribir el porqué de mi asistencia a la tertulia, no habría sido capaz ni de relacionar tantos argumentos ni de exponerlos tan claramente, pero al cabo los míos son exactamente los mismos. Eso que me ahorro.

PD: Illo, qué mal me sentaron los boqueronses.

José Miguel Ridao dijo...

Grasia, maejtro. Y lo que te sentó mal fue la infusión, home, que fuiste el único que la pidió...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Yo soy el "sobre todo uno" y me encanta que, a pesar de eso o quizá por eso, te guste hablar con nosotros. El placer fue mutuo, aunque sin llegar a las manos. En esta República de las Letras los poetas tienen que celebrar de vez en cuando conciliábulos para sentirse menos solos. Ex corde, Jesús

José Miguel Ridao dijo...

Vaya, Jesús, te has desenmascarado, no esperaba menos de ti. Sabes que mi retintín va con cariño. Por cierto que tu sección de "Niños" es una maravilla, y mis elogios son caros.

Abrazos admirados.