Después de un pequeño descanso, traigo una traducción de este famoso poema de Kipling, un canto emocionante a los valores de la época victoriana en Inglaterra, unos valores que por desgracia se desprecian hoy en día; un modelo ideal que hay que entenderlo en el contexto en que fue escrito pero que bien podría aplicarse al hombre moderno.
Para la traducción he optado por el endecasílabo blanco, y dentro de la lógica dificultad de toda traducción poética, he tratado de mantener el mensaje y, sobre todo, el tono épico del original, para lo que he tenido que renunciar a la rima.
Y antes de ofrecer mi traducción quiero hacer mención a Julio, la persona que me ha descubierto este poema, y que lleva a gala perseguir constantemente este ideal de hombre. Aunque es imposible alcanzarlo por completo, en la persecución está la virtud.
If (Si)
Si puedes serenarte cuando todos
se están volviendo locos, y te culpan;
si puedes creer en ti cuando otros dudan
pero también albergas esas dudas;
si puedes esperar, y no te cansas,
o, si te mienten, no dices mentiras,
o, si te odian, no te ciega el odio,
y no eres ni muy bueno ni muy sabio.
Si cuando sueñas no te atrapa el sueño;
si no te pierdes en tus pensamientos;
si al encontrar el triunfo o el desastre
los tratas por igual, como impostores;
si puedes soportar que tus verdades
se conviertan en trampas para estúpidos,
o ver caer las torres que erigiste,
y rehacerlas con tus propias manos.
Si puedes coger toda tu fortuna
y arriesgarla en un giro de ruleta,
y perder, y empezar desde el principio,
y no quejarte nunca de tu pérdida;
si puedes hacer que tu corazón
te conduzca después de que haya muerto,
y aguantes, aunque ya nada te quede
salvo tu Voluntad, que grita… ¡sigue!
Si cuando hablas al pueblo sigues limpio,
y no te engríes al tratar con reyes;
si ni amigos ni enemigos te hieren;
si todos te respetan sin exceso;
si puedes llenar el tiempo implacable
con un esfuerzo que valió la pena,
tuya es la Tierra y todo lo que guarda,
y –aún más- serás un Hombre, hijo mío.
Y ésta es la versión original:
If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or, being lied about, don't deal in lies,
Or, being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise;
If you can dream—and not make dreams your master;
If you can think—and not make thoughts your aim;
If you can meet with triumph and disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to broken,
And stoop and build 'em up with wornout tools;
If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on";
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings—nor lose the common touch;
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run
Yours is the Earth and everything that's in it,
And—which is more—you'll be a Man my son!