Ayer tuve un reencuentro entrañable, inolvidable: después de dos largas semanas de espera durante las cuáles no pude dejar de pensar en él un solo momento, a las ocho de la tarde sonó el timbre de mi casa en Alájar y al abrir, -¡oh maravilla!- me encontré con mi vecino Manolo que portaba en sus brazos el ridáider perdido. Lo cogí con mimo, me lo llevé al corazón y examiné con cuidado todos sus ángulos. El pobre está un poco perjudicado, ha perdido una de sus esquinas, tiene algunos rayones en el marco, pero, lo más importante, funciona como el primer día. Me he prometido a mí mismo no volver a separame de él, tenerlo siempre a la vista y no depositarlo en ningún lugar extraño. Así se lo he dicho, y un pequeño parpadeo en la pantalla me ha hecho ver que me entendía, que comprendía mi angustia y me perdonaba por un descuido tan grave que pudo dar al traste con nuestro matrimonio.
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Hay días luminosos en que uno cree en la eternidad, y otros oscuros donde esa eternidad también es cierta, pero pesa como un cielo negro hecho de plomo.
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Estos apuntes se van fabricando con esfuerzo, sin la espontaneidad que tengo escribiendo otras cosas. Me tengo que parar a pensar en lo que escribo, y eso me hace temer que no es honesto, no es real. En cualquier caso aquí están, como un testimonio no sé muy bien de qué, una amalgama entre mi vida, mis recuerdos, mis lecturas y, sobre todo, mis pensamientos cada vez más sofisticados, cada vez más fingidos, cada vez más ciertos.
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El leño grande de la chimenea aún tiene un rescoldo cuando bajo muy de mañana con el sueño pegado en los ojos, pero ese olor a humo me despierta y me hace sentir vivo, porque es un olor de la naturaleza, y así se han despertado durante milenios los hombres, antes de que se encauzara una energía que fabrica el calor como si fuera un milagro. Un aparato vomitando aire caliente sin que haya detrás nada que lo explique no se puede comparar a un leño ardiendo en el hogar; se nota en la paz que se siente al acercarnos.
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Y por último, dada la fecha en la que estamos, y a sabiendas de que es una gran mariconada hacer estas cosas por Internet, y una mariconada aún más grande hacerlo en otro idioma, teniendo en cuenta que ésta es mi última entrada del año, en que hemos compartido dichas y desdichas, demonios escondidos, pajas mentales, lágrimas escondidas de risa y de menos risa, canciones, poemas y alguna que otra cornada medio en broma medio en serio, va por ustedes:
Die Andurrialer Blogischer und ich wünschen Ihnen:
"Prosit Neujahr!"
"Prosit Neujahr!"