lunes, 19 de diciembre de 2011

Cuando empecé a soñar


Anoche tuve un sueño.
Soñaba que soñaba, y ese segundo sueño
me llevaba en volandas a las nubes.
Soñaba que soñaba el infinito
y los rayos de luz pulían las estrellas...

...pero al pisar el cielo mis ojos se anegaron
de una sustancia negra, viscosa, horripilante.
Quise llorar, y no salían las lágrimas;
una corriente fría me arrastraba
hacia un infierno pálido.

Me robaron la vida sin avisar siquiera;
seguí cayendo, y me acordé de Orfeo,
aunque yo no bajaba por amor;

a mí me había arrastrado la desdicha.

Perdí mi corazón a media noche
cuando cerré los ojos,

cuando empecé a soñar.

2 comentarios:

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
Tiene toda la pinta de ser una mala digestión, o un resacón o un empacho de blogueína. Sales de fruta o bicarbonato.
Saludos sulfurosos.

Nota: nunca se lo he dicho porque parece obvio pero si alguna vez mis comentarios le molestan o los encuentra impertinentes (en sentido estricto> im - pertinente > no pertinente > que no procede, vamos), no tiene usted más que decírmelo (auste a la mierda, Diego)e ipso facto, paro en seco.
Lo dicho.

José Miguel Ridao dijo...

¡¡Burrrrp!! Pues tienes razón, y lo peor es que no se me quita.

Abrazos eructosos.

Y la nota sobra, home...