lunes, 23 de abril de 2012

De ídolos y otras chorradas


Del mismo modo que jamás me ha alumbrado la idea de Dios y ni siquiera he albergado sospechas de que pueda existir algo allá de una "cosa" que dé algún sentido a este tinglado extraño donde vivimos, tampoco he reconocido ningún ídolo, alguien a quien venerar, rendir pleitesía hasta el punto de querer conocerle en persona o recorrer cientos de kilómetros para divisarlo de lejos mezclado con la multitud. Eso no quiere decir que no admire a nadie; al revés: me quito el sombrero ante la labor de tantas personas anónimas que se dedican a hacer el bien de forma callada, o ésos que con su mera presencia hacen la vida más fácil a los que les rodean, porque tienen el don maravilloso de fabricar alegría. Pero a esos deportistas que cobran millones de euros y andan por el mundo exhibiendo sus plumas de pavo real, a los que emplean el talento que han recibido de la naturaleza para perseguir o golpear una pelota, para conducir un coche a trescientos kilómetros por hora o a correr como posesos para ganar centésimas de segundo al cronómetro, a ésos no los admiro. Me pueden divertir, hacerme pasar un buen rato sentado en el sillón, pero no tienen nada especial que les haga dignos de admiración, ni siquiera el afán de superación, porque se me ocurren mejores formas para que una persona se supere, más plenas. Y si nos vamos a ésos que arriesgan su vida absurdamente para alcanzar un pico remoto, que mueren en vano tantas veces dejando a su familia preguntándose por qué acudieron a una cita con la muerte, a ésos más bien los desprecio por cobardes, porque sólo un cobarde huye de ese modo de sus responsabilidades con la vida, con aquéllos que lo quieren.

Tampoco tengo ídolos entre los poetas, ni entre los escritores. En todo caso puedo admirar su obra, pero no a su persona: no tengo motivos para ello, está bien lo que hicieron, algunos son dignos de admirar por lo que nos dicen sus biografías, mientras que otros son más bien despreciables, pero... ¿ídolos? Si me encontrara por la calle el espíritu de Cervantes huiría despavorido, y si viajara en el tiempo hasta el siglo XVI, me asomara a su cuarto de trabajo y le viera escribiendo el Quijote saldría procurando no hacer ruido para no distraerle, no fuera a ser que le cambiara el nombre a Dulcinea, matara a Sancho de una caída del rucio o algo parecido.

Así que no, no me verá nadie envuelto en una bandera aclamando a los héroes del momento, ni viajando a Chile para conocer a Nicanor Parra antes de que se muera (más que nada porque es capaz de palmarla mientras viajo), o saludando a Obama (de nuestro rey ya ni te cuento, prefiero conocer a un elefante), ni dando una collejita a Bono (el irlandés, se entiende), ni pegando un tirón de la peluca a Bach (a éste es quizá al que mas admiro, pero con esa pinta no puede ser un ídolo). Con Anna Netrebko la cosa cambia: estoy dispuesta a idolatrarla si a cambio ella me corresponde como es debido. Por lo demás, dejo los ídolos para los becerros, o los becerros para los ídolos, que para el caso es igual.

8 comentarios:

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
Más que nada porque cuando conoces a un ídolo te das cuenta de que caga, mea, bosteza y se rasca lo huevos como cualquier otro mortal.
Salu2 desidólatras.

rocio dijo...

estoy de acuerdo con dyhego los idolos son iguales que nosotros solo tuvieron mas suerte.si yo me sentara escribiria el quijote ridaooooo o la quinta sinfonia pero soy mu vaga.pero uy.....si me pusiera.lo de la princesa menguante.a ver si no mengua la leti cuando se baja de los tacones de quince cm.y ademas mengua su deseo de llega a reina.pos eso.perdona que hoy no escriba mu bien.me han dao con La crisis un ordenador que mr esta volviendo loca.

Paco dijo...

Ridao, eres mi héroe.

Con este escrito te has covertido en mi ídolo.

¿puedo pedirte un autógrafo?

Anónimo dijo...

Jajaja... Paco, eres adorable. Y Ridao... ni te digo.

eres_mi_cruz dijo...

por pura degeneración, todos mis ídolos tienen los pies de barro... así, Milli Vanilli encumbran mi olimpo personal...

ridao, te veo muy platónico...

José Miguel Ridao dijo...

Es verdad, Dyhego, sobre todo si es un futbolista se rasca mucho los huevos.

Seguro que es un pedazo de caharro el ordenador, Rocío, que te veo con los aifones presumiendo por la calle. Ahora que lo dices, la Paqui era el ídolo de Escasso, ¿te acuerdas?

Ahímasdao, Paco, eso se llama dar la vuelta a la tortilla. EN fin, llevaré con dignidad mi papel de ídolo, que tiemble los divos, los toreros y los ronaldetes... Pa ídola, la Paquera. Anda que no...

Has visto, Teresa, ¿er niño? Pues que sepas que eres su ídolo (ídola suena fatal), que estoy al tanto de sus comentarios en tu blog.

eresmicruz: ¿te puedes creer que no he leído nada de Platón? Así no se puede, macho, no ser ídolo ni paracerlo.

Abrazos becerriles (del becerro, no de aquella becerra).

Muñoz Escasso dijo...

Y sigue siendolo. yo nunca reniego de mis ídolos. Al fin y al cabo no los elegí. Me vinieron dados.Soy un mitómano empedernido.James Bond, la Paqui, Chiquito de la Calzada, Zidane, Sabina y el marido de Mónica Bellucci están en un altar, como corresponde.

José Miguel Ridao dijo...

Ahí, ahí. El mío, la verdad, es el marido de la Netrebko.