miércoles, 5 de junio de 2013

Mi verdad sobre la verdad


Desconfía de los que ven todo claro, de los dueños de la verdad. Porque la verdad no tiene dueño, como no lo tiene el aire que respiramos. Nadie posee la razón sobre nada, pero tampoco todo es relativo, ni en el punto medio está la virtud: sencillamente hay múltiples visiones, unas más compartidas que otras, unas más respetables que otras, pero todas ciertas para quien las experimenta. El único límite válido está en la ética y la moral, y éstas cambian con el tiempo y el lugar. Es lo único con lo que contamos para reivindicar una verdad no revelada (la revelada, más que verdad es tiranía).

6 comentarios:

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
¡¿Cómo que no tengo yo la razón absoluta en todo lo que opino?! ¡Eso no me lo dice usted en Alájar a la cara con un par de birras!
Salu2.

Paco dijo...

Ay Dios, qué ataque de sofismo te ha dado, José Miguel!!!!

Juan Carlos Téllez Gracia dijo...

Por momentos parecía que era Vila Matas quien escribía. Diga usted que sí, es importantísimo, fundamental, relativizar. Decía Marcel Proust que cada cual llama ideas claras a las que se encuentran en el mismo grado de confusión que las suyas, que no es poco.

Salud.

gatoflauta dijo...

No sé si se ha entendido bien lo que dice esta entrada, o si soy yo quien no me entero (si es así, perdón). No es una cuestión de "relativizar", sea eso lo que sea, sino de lo que Cernuda recuerda en su "Díptico español": "tolerante de lealtad contraria, / según la tradición generosa de Cervantes".

No significa eso que Cernuda diera el mismo valor a todas las convicciones; él tenía las suyas, que mantuvo hasta su muerte, y que eran claras y definidas. Pero no era excluyente, y comprendía la necesidad de convivir con quienes tenían otras, y de buscar lo que une más que lo que separa. Eso no es "relativizar"; es saber convivir, cosa de que tan poca tradición hay en esta España de nuestros pecados, y para mal de todos.

Discrepo, eso sí, en lo de que la verdad revelada es necesariamente tiranía: las propias creencias, sean religiosas o de otro tipo, pueden vivirse con suma libertad. Nada tuvo de tiránico San Juan de la Cruz, por ejemplo, o muchos otros como él. De él precisamente dijo Cernuda que "la belleza literaria es resultado de la belleza y pureza de su espíritu; es decir, resultado de una actitud ética y de una disciplina moral", o que "su virtud no es forzada ni triste; [es] como una armonía del alma". Nada que ver, ni uno ni otro, con tantos inquisidores, tan ciertos de sus propios dogmas como de su derecho a excluir (y perseguir, si a mano viene) a quien no los comparta.

José Miguel Ridao dijo...

En efecto, yo no pienso que todo sea relativo, sino que nada es cierto, que es cosa bien distinta. Es como el principio de indeterminación de Heisenberg aplicado a la búsqueda de la verdad, valga la boutade.

José Miguel Ridao dijo...

Dyhego: con un par de birras por delante nos hacemos dueños de la verdad en un periquete, cada uno por nuestra cuenta. Y en Alájar, no te digo más...

Ya ves, Paco, y eso que aún no ha llegado el calor de verdad.

Clochard: A Proust ya le vale con la magdalena: una cosa tan "tangible" y que sugiera a cada uno una verdad tan distinta. Yo, te confieso, no puedo con él. Y gracias por la comparación, aunque lo he leído poco el tipo es exitoso y tiene prestigio, aunque una jartá feo, eso sí.

Gatoflauta: a mí me pasa, y quizá sea un defecto, que tengo muy pocas convicciones, acaso ninguna. En cuanto a a tiranía, en ocasiones es muy difícil de ver por los sometidos a ella, sobre todo si se consideran felices.

Abrazos ciertos.