Los rojos labios no son tan rojos
Como las piedras manchadas que besan los muertos de Inglaterra.
La dulzura del enamorado y su amada
Parece una deshonra para su amor puro.
¡Oh amor, tus ojos pierden encanto
Cuando lo que contemplo son ojos ciegos!
Tu postura esbelta
Tiembla vulgar como miembros dislocados por el cuchillo,
Rodando y rodando allí
Donde a Dios parece no importarle;
Hasta que el fiero amor que albergan
Les oprime en la decrepitud extrema de la muerte.
Tu voz no canta tan suave,—
Aun cuando el viento murmura a través de las vigas del desván,—
Tu querida voz no es querida,
Amable, y clara como la tarde,
Como la de ellos a quien ahora nadie escucha,
Ahora la tierra ha detenido sus bocas lastimeras que tosían.
Corazón, no fuiste bravo
Ni amplio, ni pleno como los corazones hechos grandes por los disparos;
Y aunque tu mano esté pálida,
Más pálidos están los que rastrean
Tu cruz a través de llamas y granizo:
Solloza, tú puedes sollozar, porque no los has de tocar.
Red lips are not so red
As the stained stones kissed by the English dead.
Kindness of wooed and wooer
Seems shame to their love pure.
O Love, your eyes lose lure
When I behold eyes blinded in my stead!
Your slender attitude
Trembles not exquisite like limbs knife-skewed,
Rolling and rolling there
Where God seems not to care:
Till the fierce love they bear
Cramps them in death’s extreme decrepitude.
Your voice sings not so soft,—
Though even as wind murmuring through raftered loft,—
Your dear voice is not dear,
Gentle, and evening clear,
As theirs whom none now hear,
Now earth has stopped their piteous mouths that coughed.
Heart, you were never hot
Nor large, nor full like hearts made great with shot;
And though your hand be pale,
Paler are all which trail
Your cross through flame and hail:
Weep, you may weep, for you may touch them not.