No hay pastilla para este dolor. Ni terapia. Ni remedio. No es dolor, es vacío, es pérdida inapelable. No hay descanso tampoco. Los recuerdos dulces se hacen amargos. Y duelen. Y no importa que pase el tiempo, como me decían. Si acaso lo acrecienta, porque estoy más lejos de la dicha. Quizás no es bueno haber sido tan feliz. No lo sé. Hace tiempo que ya no sé nada.
Las galas del difunto
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¿Quién me iba a decir a mí, que cuando murió Franco tenía solo dieciséis
meses, que medio siglo más tarde el Presidente del Gobierno, no contento
con da...
Hace 8 horas
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