Supongo que me falta vena poética, pero, sin dejar de admirar los eneasílabos del poeta nicaragüense, yo los retocaría un poco, según mi forma de ver las cosas, aún a sabiendas de que me cargo la magia del poema:
Juventud, ¿quién dijo tesoro?
¡bien prefiero la madurez!
Cuando quiero llorar, yo lloro...
y antes lloraba sin querer.
P.S. Qué lástima que Darío no sea contempoáneo. Seguro que tendría un blog, titulado, digamos, "Cisnes y centauros" y habría publicado en él su Canción de otoño en primavera. Entonces yo me habría dado el gustazo de mandarle esta sugerencia. Seguro que me habría repondido sin un atisbo de poesía, pero... ¡yo me habría quedado tan pancho...!
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Hace 11 horas
27 comentarios:
Seguro...le seducirías por completo en cuanto leyera tus bloguerías y tu diccionario.
Lo cierto es que algunos no aprendemos y seguimos llorando sin poder evitarlo.besos
Qué osado es usted, señor Ridao; no le retuerza usted el cuello al cisne. ¿Ha sentido usted, tal vez, envidia, de la dialéctica entablada enre su compañero Baltanás y el excelso Glez. Romano en sus respectivas bitácoras? Y, volviendo al tema que nos atañe, ¿acaso le digo yo cómo explicar los balances, los ingresos, los capitales y las amortizaciones?
Por supuesto, así no acabo yo este comentario.
Quien opina de la juventud lo que su comentarista don Rubén es que nunca ha dado clases en la Secundaria...
Pues casi me gusta más este que el de DArío. O sin casi.
Pue si yo fuera Rubén, estaría encantado con tu versión, aunque a mí me pasa que ahora lloro más que antes. Sé la causa, pero es sin querer.
Yo también lloro mucho, pero procuro salir llorada de casa, y eso que sufro y todas esas cosas como la más sensitiva, pero es por no dar el c... más de lo imprescindible, es una muestra de respeto hacia los demás;-)
A mí Rubén me gusta, fíjate si soy antigua, le tengo un respeto porque esa torre de marfil era una verdad como una casa (o como una torre); puestos a retorcer pescuezos, el cisne no estaría entre mis prioridades.
Pero me gusta tu variación, preferir la madurez cuando estamos, digamos, madurando, es una muestra de sensatez, inteligencia y... madurez:-)))
Un beso, José Miguel.
Hola José Miguel.
Buen post.
me interesa mucho, y llevo toda la mañana entrando y "Explores no puede abrir este sitio", y blooom, fuera.
Por tanto doble placer: poder leerte ahora y no ha salido el aviso.
Bueno yo creo que el Cuaderno de Dario, ahora, y en estos tiempos se llamaría de otro modo al que propones, pero lo evito, puede molestar a alguien.
Un fuerte abrazo Ridao, y me ha gustado mucho esta entrada.
Hay un Ruben Darío, un Quevedo gilipollas...
Esto del Blog, parece una casa de putas.
Menudo desconcierto literario.
Curiosa entrada, sí señor. Me gusta
Ahora entiendo, un Blog, para las clases, y es del profe.
A sus pies Juan Antonio.
Un abrazo.
Para las clases no, Javier, simplemente para seguirle el juego al gran Ridao...
Pequeña aportación de mosca blojonera:
Bloguitud ¡menudo tesoro!
me da la hora de comer
cuando he de cerrar me atoro
y hasta posteo sin querer.
Yo también soy muy llorona, pero como ha dicho Olga, que me ha gustado mucho, también salgo llorada de casa.
Yo supongo que no te falta vena poética pero te sobra la humorística. Jajaja
Además, has aceptado finalmente la madurez, cosa que hasta hace poco parecía imposible...
Tal vez Rubén Darío, si tuviera su blog y vos le enviaras tus sugerencias, se llamaría como su libro "Prosas Profanas y otros poemas". Por lo de profanas, digo...
Un beso, Ridao.
P.S. Por lo que dice Javier, también debería estar en tu blog Alfonsina Storni. Falta el sello femenino.
Falta Liliana, falta.
Una invitación al optimismo.
Un fuerte abrazo a todos y feliz resto del sueve domingo.
Ridao, ayer estuve en Alajar.
¡Qué inmenso honor! Vuelvo a casa y me encuentro con que ha visitado mi cuaderno un grande entre los grandes. Don Rubén, yo le hacía a usted criando malvas, ¿quizá despertó tras una criogenización y encontró este universo bloguero? Espero que no le haya molestado mi licencia, sucede que últimamente estamos usando este medio como campo de pruebas, como bien sabe usted por la dialéctica sostenida entre mis dos eximios compañeros, y de las correcciones no se libra ni Dios, así que los divinos como usted también han de probar plumas poetástricas como la mía. No crea, que no es mi intención torcerle el pescuezo al cisne, como dicen por ahí, creo que ya lo hicieron otros por mí hace décadas. Respecto a su comparación, desde aquí le animo a corregirme en materia económica, total, para lo que acertamos los economistas... Y es una pena que no terminara usted su comentario con las amortizaciones, le habría dejado una muestra de mi talento para el ripio, que, modestia aparte, me ha hecho famoso.
Suyo atentísimo y honradísimo,
José Miguel Ridao, el poeta tronero.
Entenderéis que debía dar preferencia a este moustro que me ha visitado, os contesto ahora al resto transido de emoción.
Marisa, seguro que ha entrado antes en mi diccionario, y eso le ha decidido a comentarme. Lo de llorar no es malo, creo.
Venga ya, Juan Antonio, no te vengas arriba porque Darío te ha llamado excelso. Tú lo sabes bien: ¿quién dijo tesoro?
Di que sí, Enrique, ahora que no nos oye, lo de la juventud no se lo cree ni él.
Bueno, Jesús, si sabes la causa es que eres maduro. Habría que cambiar otra vez el tercer verso, pero se va a mosquear el nicaragüense.
Olga, me ha encantado eso de que sales llorada de casa. Y la triple cita de la madurez es estupenda también. Hoy te veo inspirada, será por el cisne...
Javier, ya me dirás en privado cómo se llamaría el blog de Darío, y no le digas esas cosas, que no quiero indisponerme con él ahora que es mi amigo.
Gracias, Julio.
¿Qué dices de juegos, Juan Antonio? Veo que mis nuevas amistades mejoran mi tratamiento...
Interesante variación, Maite, a ver qué nos dice el eximio...
No es que la haya aceptado, Liliana, es que me la he ganado a pulso, tras un largo periplo tronero-escatológico-almejillero. Voy a buscar a esa Storni, que no sé quién es...
Javier, eres un caso, estuviste en Alájar... ¿y no me llamaste? Que lo del chope era broma, joder, te iba a invitar a jamón. Además, ya te dije que tú traías las gambas.
Un abrazo estoyquemesalguero.
Estaba intentando visionar cómo sería el blog de don Rubén Darío y me lo imagino lleno de fotos de abanicos, gentiles princesas en palacio de jade, mantos de tisú...
Tal vez nos diría "Margarita, está lindo internet..."
Qué ocurrencias tienes, J.M. Este blog es una delicia, de verdad.
Un abrazo de domingo
Pues pincha, Mery, pincha, el tío se ha abierto un blog, aunque la verdad, me lo esperaba mejor...
Discúlpenme, amigos, pero esta mañana todo fue muy precipitado. A petición de la hermosa Mery, he incluido abanicos y cisnes en el blog, al que he hecho más azul, como corresponde. Tengan presente que a mis 142 años uno no lo tiene demasiado fácil con esto de las nuevas tecnologías, que me han sobrevenido cuando estaba un tanto, digamos, póstumo.
Ínclitos abrazos ubérrimos para todos, ciudadanos de la Hispania fecunda.
Cuánto se aprende con usted, don Rubén. Hace bien poco me tomé la licencia de usar el adjetivo ubérrimo, tan de su gusto, para definir la voluptuosidad de ciertos atributos femeninos. Puede verlo aquí, en la penúltima definición. Espero sepa apreciar mi humilde afán por emularle.
José Miguel:
Alfonsina Storni es un referente de la poesía argentina. Se suicidó a los 48 años, caminando mar adentro hasta que fue devorada por las aguas.
Una canción de homenaje a nivel mundial es “Alfonsina y el mar”, que fue cantada entre otros por Paco Ibáñez, Alfredo Graus, Paloma San Basilio y José Carreras. La versión de Mercedes Sosa, es la original. Por si la querés escuchar:
http://www.youtube.com/watch?v=elFfCLa6wNM
Los poemas de Alfonsina son extraordinarios.
Besos.
Quise decir Alfredo Kraus...
Muchas gracias, Liliana, buscaré sus poemas. La canción sí la conocía, pero no la versión original, que escucho mientras te escribo. Un abrazo.
Pues no te corregí para no ofenderte, es uno de mis ídolos. Mira si confío en tu cultura musical;-)
Cosas veredes, José Miguel.
Ya he ído a visitar la casa del resucitado.
Palimpsestus habemus.
Sabía que tus tronadas harían resucitar a los muertos, y aquí están, a ver cómo los lidias, esto promete.
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