viernes, 25 de noviembre de 2011

Un místico del siglo XX



Hoy voy a hacer, para variar, una crítica negativa sobre un poeta catalogado entre los grandes. Y no por ensañarme, ni por provocar, sino porque ocurre con frecuencia que las críticas a este tipo de poetas son siempre buenas, glorificadoras, y resulta ciertamente extraña una unanimidad tan absoluta. A veces estamos predispuestos a que ciertos poetas nos gusten sólo por el hecho de que están consagrados, y hacemos lo posible por ver su parte buena, obviando el hecho de que esos mismos versos con otra firma los tacharíamos de mediocres sin dudarlo. El libro en cuestión es Alto jornal, la antología de Claudio Rodríguez editada por Renacimiento. Mis expectativas eran altas, muchos amigos me habían recomendado a este poeta, figura emblemática de nuestra poesía en la segunda mitad del siglo XX. Puede que sea precisamente por esas altas expectativas, o por mi estado de ánimo durante la lectura, pero lo cierto es que me ha decepcionado totalmente.

Los poemas son todos muy parecidos; por momentos se tiene la sensación de estar leyendo versos que leímos unos momentos antes, en una especie de déjà vu instantáneo. En palabras de Vicente Gallego, prologuista y antólogo, "La voz que allí escuchamos no tienen nombre ni apellidos y no parece tener más historia que la que inaugura al enunciarse". Lo que en muchos resulta un virtud es para mí un defecto: el poeta deviene en un místico moderno, y abusa de palabras como gozoso, cosecha, regazo, surco, cántico, sacramento, henchido, simiente, cumbres, laboreos, cuajar, fruto, altares, fecundo, forja... en un festival de elevación de la carne, de redención por el sudor del trabajo, que no está exento de emoción, qué duda cabe, pero que a la postre resulta monótono y cargante. Además, de vez en cuando incluye expresiones disonantes poco afortunadas, quizás en un intento de utilizar un lenguaje llano, como "sobrio guiso de la vida", o estos versos del poema Cantata del miedo: "Y aún más si se entra en él y en él se oye / la disciplina de las estrellas, /ahí, en el sobaco sudoroso, / en los lunares centelleantes junto / al sexo".

Mi experiencia al leer los versos de Claudio Rodríguez ha sido en general bastante negativa. Es cierto que al principio, en los primeros poemas, me dejé llevar por su ritmo intenso y por el arrebato místico, pero pronto me cansé, me resulta arcaico y forzado su lenguaje y, lo que es peor, repetitivo. Podría ser que en una segunda lectura cambiase mi opinión, pero por experiencias anteriores sé que esto es difícil. Quede pues el laureado poeta zamorano en los anales de la poesía, pero estará siempre apartado de mis poetas de cabecera.

10 comentarios:

L.N.J. dijo...

Pues suelo mirar las dos partes y opinar sobre ello me ha llevado a más de un disgustillo.
¿Qué pasa?,que si la opinión es buena, todo estupendo. Si es negativa, la opinión se vuelve contra ti Jose Miguel.


Así somos, divinos de la muerte.

¡Qué cansadita!

Un beso.

Anónimo dijo...

José Manuel, coincidimos totalmente.
EB

eres_mi_cruz dijo...

perdona el off-topic...
pero por un momento me he asustado de que hicieras una crítica tan feroz a tu amigo Ramón Simón... he visto la foto y lo he visto sin fijata y con una camisa de estar por casa... qué suhto...

Er Tato dijo...

Pues yo no tengo el gusto, pero después de leerte, me ahorraré el disgusto...

Un abrazo

P.S.: ¡Te habrás quedado a gusto, quillo!

Anónimo dijo...

Esa antología es muy mala, parece haberse hecho en contra de Claudio Rodríguez, por ejemplo no incluye este poema, tan reconocido

AJENO

Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.


Dale otra oportunidad.

JMJURADO
JMJURADO

Hebert - paginas web dijo...

Bueno que te puedo decir me parece excelente tu analisis y tu critica.... tienes toda la razon..

Mery dijo...

Si, resulta un poco cansino C.Rodríguez y para evitarlo, mejor leer dos o tres poemas suyos y dejar pasar un tiempo. De lo contrario su buen hacer pasa a un segundo plano y es un poco injusto.

Aunque si se te atraganta, borrón y cuenta nueva, que la literatura tiene esas cosas.

El poema que ha dejado JM Jurado no lo conocía y mira, me parece estupendo.
Un beso

José Miguel Ridao dijo...

Pues a mí nunca me han dicho nada, Lourdes. Suerte que tengo.

Me alegra no estar sólo, EB. A estas alturas desisto de decirte que mi nombre es José Miguel, después de tantos años nocturnos compartidos, jeje.

By the face, eresmicruz, en un ratito lo veo y se lo voy a largar.

Pues sí, Tato, si no lo escribo reviento.

Ese poema es muy bueno, José María. El problema es que empalaga cundo lees varios. De todos modos, seguiré tu consejo y probaré con un libro en vez de una antología.

Gracias, Herby.

Lo has visto muy bien, Mery, como de costumbre. Lo que tú no hayas leído...

Abrazos gozosos.

Mery dijo...

Pues no creas, muchacho, a este hombre lo he leído muy muy poco. Ahora que lo pienso hace muuucho que no leo nada de poesía.

¿Volverán las oscuras glondrinas/
de mi balcón, sus versos a colgar?

Felíz Domingo

José Miguel Ridao dijo...

Espero que sí vuelvan, Mery, aunque con la crisis igual se quedan en África.