Se considera un avance fundamental de nuestra civilización la abolición de espectáculos considerados bárbaros, como por ejemplo tirar una cabra desde lo alto de un campanario o alancear un toro hasta la muerte por los campos de Tordesillas. Los ingleses, que como se sabe son mucho más civilizados que nosotros al no provenir su cultura del Mediterráneo, se escandalizan con la caza de un zorro, prohibida desde hace años pero practicada impunemente por miles de cazadores que no quieren perder sus tradiciones, ahora menos que nunca. Si hablamos de nuestra Fiesta Nacional la cosa se pone fea: cada vez son más los que levantan la voz clamando contra un barbarismo propio de la época de las cavernas. Rara vez se paran mientes en que esta fiesta hunde sus raíces en la civilización minoica, por lo que cuenta con una tradición de cinco mil años, época en que los bretones, sajones y demás pueblos barbáricos andaban dando barrigazos por los bosques del norte de Europa, cazando lo que pillaban con hachas de sílex. Digo yo que griegos, españoles, italianos y, si me apuran, los búlgaros descendientes de los tracios, podemos estar orgullosos de nuestros orígenes, de nuestra cultura, de nuestros mitos y de todo lo que han aportado los distintos pueblos que han pasado por nuestras tierras, empezando por los helenos y los fenicios para dar paso a romanos, godos (ahí está nuestro único lunar), árabes y un sinfín de personajes de origen más o menos dudoso que nos han hecho ser lo que somos, con nuestras virtudes y también nuestros defectos. Y viene todo esto a lo que contaba al principio de la lucha sin cuartel contra tradiciones como la de los toros. Resulta que en cuestión de unas décadas nos hemos vuelto tremendamente sensibles a la sangre de ese noble animal manchando su lomo, o al espectáculo de la muerte en directo. Sin embargo, comemos todos los días con la compañía de un telediario que nos muestra cadáveres desfigurados después de un atentado terrorista, o niños abandonados en medio de la calle. Recientemente veía un vídeo en que un niño era atropellado en China por un camión y nadie se acercaba a socorrerle: su cuerpo seguía tendido en el suelo ante la mirada indiferente de transeúntes y conductores. Probablemente no llegemos aquí a ese grado de inhumanidad, pero cuando vemos emplear la violencia cerca nuestra, en un atraco o simplemente un hombre pegando a su mujer, nadie se acerca a mediar, por miedo a salir mal parado. Ese civismo que manifestamos oponiéndonos a los toros se convierte en inoperancia, en tolerancia del mal, cuando salimos a la calle. Se pone la excusa de que la sociedad no está para meterse en peleas, pero la sociedad somos nosotros: esa misma sociedad que se echa a la calle pidiendo el fin de la Fiesta podría reservar algo de energía para defender también algunos derechos de las personas, y no sólo con la ley. No es bárbara la Fiesta: es cruel, como la vida, y en ella mueren animales que de otro modo no habrían vivido. Bárbaro es comer un filete de un pobre pollo de granja torturado horriblemente durante su corta vida mientras vemos desfilar delante de nosotros las injusticias más grandes en el mal nuestro de cada día.
5 comentarios:
Monsieur Ridao:
Matar animales es algo que ocurre en todas las culturas. A ver si con la robótica, superáramos ese estadio...
Salu2 robotiza2.
Hipócritas que ponen el santo en el cielo por un animal y miran, o mejor dicho, excusan el crimen más cruel como es el aborto.
Ni así, Dyhego: no hay más que ver las apps del iphone, con juegos como Plantas contra zombies...
Ahí la has clavao, Bacalao...
Ooooolé!!
Teseo y el Minotauro. España es el único sitio en el que se sigue representando en directo ese Mito.
Teseo la Racionalidad y el Minotauro la Naturaleza. Al final el hombre siempre acaba dominando y adaptando su medio, pero el día en que la Naturaleza dice "aquí estoy yo"...
¡¡Ejeeeee!! Queremos eliminar el "efecto naturaleza" suprimiendo los ritos sangrientos, pero la sangre puede salir por otros lados...
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