sábado, 1 de septiembre de 2012

Una crisis de barrigas llenas


“Esta crisis es un desastre; se está convirtiendo en una tragedia; no sé cómo vamos a acabar…” ¡Y un jamón! Eso, literalmente, que aquí todo el mundo sigue comiendo jamón, aunque sea de york, así que de drama nada, al menos de momento. En todas las crisis y cataclismos sociales que ha experimentado el mundo occidental, una gran parte de la población era analfabeta, no tenía acceso a servicios sanitarios algunos y pasaba hambre con mucha asiduidad. Ha sido históricamente esa masa de desheredados la que ha acudido a la llamada de una revolución, de una guerra o cualquier otra forma de agresión más o menos legítima al orden establecido, y no nos engañemos: ese pueblo enardecido no tenía ni ideales, ni sed de justicia social, ni conciencia de clase: ¡lo que tenía era hambre! Una panda de hambrientos tomó la Bastilla, y también el Palacio de Invierno, y claro, después vino lo que vino… más hambre. Durante la crisis de 1929 en Europa se pasó hambre, y muy especialmente en Alemania: fueron esos alemanes hambrientos los que, convenientemente aleccionados sobre las injusticias del Tratado de Versalles, auparon a su mesías de andar por casa, que por desgracia para la humanidad pronto mostró su afición a dar paseos fuera.

Los que leéis esto lo hacéis con los estómagos bien llenos; yo mismo, que tanto pontifico, escribo repanchigado en el sofá con el portátil encima de la panza después de jincarme dos chuletas de cerdo tamaño mano. Una parte del subsidio del desempleo que se paga en España se gasta en regímenes de adelgazamiento. Los “indignados” van a cenar a casa de sus padres. Aquí los únicos que saben lo que es el hambre son una mínima parte de los inmigrantes, que la pasaron en su país de origen pero ya la han olvidado hace tiempo, y eso que ganan poco. El intrépido Sánchez Gordillo y sus compinches del SAT, ésos que van por ahí llevándose comida para repartir entre los hambrientos del país, tienen unas caras gordinflonas y saludables, que ya habrían querido para sí sus antepasados pisoteados por los señoritos. Ahora los que pisotean son los políticos, y los sindicalistas, y no le mientes tú a nadie en Andalucía que van a quitar el PER, porque te sueltan un tremendo eructo con aroma a morcón ibérico 5J a la mayor gloria de la Junta.

Si se quieren ver los rostros del hambre mirad al tercer mundo, donde no tienen ni fuerza para levantarse; mirad las caras enjutas de nuestra Guerra Civil y la posguerra; mirad, incluso, las colas de seres famélicos que hacían cola perfectamente trajeados para obtener la sopa del día en la Norteamérica de los años 30. Mientras nuestras caras no se parezcan a ésas aquí no se moverá nadie; lo más que se va a hacer es votar algo distinto y cruzar los dedos.

14 comentarios:

Er Tato dijo...

Como dice mi contraria... ¿Hambre? Hambre los negritos de África. ¡Y qué razón tiene...! Casi tanta como tú.

Y ahora alguien vendrá -anónimo a ser posible-, que nos tachará a los dos de insensibles y fachas sin más argumento que esos dos adjetivos y su discurso monótono.

Abrazos provocadores

Anónimo dijo...

Hacia tiempo que no leía (unos diez días) en tan corto espacio tanta cantidad de sandeces y tonterías.
Es una broma trágica de la vida que personas como tú, o como tu colega El Tato, halláis tenido facilidades, por nacimiento, para acceder a una educación superior para terminar despilfarrándola en "pensamientos iluminados" como los que tenéis.
Ridao, cuando improvisas, y dejas aparcado tu gregarismo crónico, desafina "fino"

Er Tato dijo...

Ya estaba tardando...

Es muy propio del progresismo de salón prejuicioso y ruin, asumir por defecto que quienes hemos podido acceder a la Universidad es porque somos unos "hijos de papá" -el anónimo y sus colegas dirían "hijos de puta", pero en fin...-. Y sin conocernos de nada.

Saludos, hombre, por educación que no quede.


P.D.: Y ahora dirás que la elle está justo al lado de la i griega en el teclado y que se te ha ido el dedo. ;-P

Javier dijo...

Se la ganó usted, señor Tato. Se ha hecho usted merecedor de uno de mis famosísimos y proverbiales panfletos. Estaba uno plácidamente leyendo los blogs de ciertas personas a las que tiene en cierta consideración cuando se topó uno con el comentario de usted a la entrada del señor Ridao. Y uno, con el permiso de usted, va a escribir algunas líneas. Me disculpará usted, por otra parte, si uno no acierta a expresarse con esa gracia suya meridional, pero estamos seguros de que igualmente entenderá mis palabras.

Le da usted, señor Tato, la razón al señor Ridao en esta cuestión, corroborando sus palabras y afirmaciones. Y a continuación espera usted, como si de antemano lo supiera o ya tuviera esa experiencia, la animadversión de algún anónimo –jornalero de las peonadas o asimilado, me atrevo a imaginar, y perdóneme usted si yerro–, que entrará al trapo despotricando contra usted, que a sus ojos de él se aparecerá como un señorito encorbatado tomando fino a la hora del vermú. Solo que dudo de que esos jornaleros lean blogs en internet, ni otra cosa que la prensa deportiva. Como la mayoría de los señoritos, por otra parte…

No es el hambre cuestión baladí. Muy al contrario, es la quintaesencia del mundo, humano y animal, porque todos, absolutamente todos los seres vivos, nos movemos necesariamente por alimento. Por comida venden las mujeres su cuerpo en no pocos sitios del planeta. Por comida se desatan guerras en otros tantos lugares. Se mata y se muere por un puñado de arroz. Se especula en los mercados internacionales con la comida, con el hambre de media humanidad, como bien sabrá el señor Ridao.

Quizá en los países desarrollados, donde matamos de hambre a millones de seres, solo conozcan ésa hambre, la de los estómagos. Pero hay otras. Muchas hambres, que este escribidor puede reducir a una, porque la verdadera hambre es la Historia, que es el hambre de los pueblos. Los hombres simples, básicos, como gustan algunos de decir, son ignorantes porque no pueden ser otra cosa, y renuncian a su propia libertad con tal de que otros hombres velen por su seguridad. Pero es que los necios desprecian y temen lo que desconocen, lo que ignoran. Los hombres inteligentes, que no abundan, son esclavos de sus ideas y de nada más, y están verdaderamente hambrientos…

(continúa en el siguiente comentario, que al parecer se acabó el papel)

Javier dijo...

Solo las masas necias predican y practican la afinidad doctrinal de las formaciones políticas. Los hombres libres, los verdaderamente libres, huyen aterrados de la vida pública en tanta o mayor medida que de la insensibilidad de sus semejantes en la especie. Las revoluciones no son sino manipulaciones masivas de unos pocos respecto de la mayoría dócil, dúctil y estúpida, que se revuelve contra cualquiera que sea señalado por el dedo acusador.

No es necesario pasar hambre para sentirla, para conocerla y saber cuán afilados son sus dientes. Tampoco es preciso pasar hambre para que la dignidad del individuo se resienta en grado suficiente que le haga palidecer ante los agravios del sistema, del Estado y de sus propios vecinos. Los estados de necesidad son muchos. Pasar hambre física es uno de ellos. Ser estúpido es otro. Ambas cosas a la vez constituyen ya una tragedia.

Hoy muchos, de todo pelaje y simbología política, andan deseosos, ansiosos diría, de ver a la población, a la mayor parte, claro, retroceder 70 años. ¿Eso es malo o bueno? Volver a los años 40, quiero decir, no que ciertas personas lo deseen. Limitados como estamos por nuestra condición, no podemos sino pensar y hablar desde nuestra propia convicción –el que tenga una–, y se hace tarea prácticamente imposible comprender al otro, quienquiera que sea, pero más nos valdría intentar ejercitar eso que llaman empatía, para poder tener, al menos, dos perspectivas. ¿No le parece, señor Tato?

Como ve, ni anónimamente escribo ni me escondo. Dicho lo que quería (y otras cosas que callo por mesura y economía) en esta plácida mañana dominical, con el estómago satisfecho y la cabeza ardiendo, le envío un saludo que usted mismo definirá si cordial o no, pues no ando tan arrimado a la derecha como para quemarme, ni tan receptivo a la izquierda como para idiotizarme. Más bien habitamos un espacio de desencajamiento, como señala mi amigo Poz, en tierra de nadie, porque, al menos en lo que respecta a este escribidor, nuestras miserables existencias no merecen mejor tratamiento.

Un abrazo.

Pd.: Ridao, te pido humildes disculpas por esta intromisión en tu casa. Y sirva la retahíla que acabo de soltarle al pobre señor Tato como comentario, también, a tu entrada. Otro abrazo.

Er Tato dijo...

Pues desde luego lo estimo cordial, Javier. Al saludo me refiero. Y al abrazo también, claro.

En cuanto a la autodefinición política que haces de ti mismo en el último párrafo, baste decir que la mía se reduce a considerarme un liberal de izquierdas, con mis correspondientes contradicciones, como todo hijo de vecino. Eso sí, bético y agnóstico.

Respecto del panfleto, como tú mismo lo llamas, no puedo menos que agradecer -en lo que a mí me toque, que no quiero apropiarme de los méritos de Ridao-, el tiempo que has dedicado a responderme, que no habrá sido escaso visto que te has quedado sin papel.

Por lo demás, escribes muy bien y dices cosas muy razonables pero, permíteme la crítica, dices poco.


Un abrazo


P.S.: O es una errata o no he terminado de entenderte, pero donde dices "Quizá en los países desarrollados, donde matamos de hambre a millones de seres...", a lo mejor quieres decir otra cosa.

José Miguel Ridao dijo...

Vamos por partes:

- Para quien no lo sabe, diré que el Sr. Tato disfruta en su blog de un anónimo cuya principal misión es insultar, cuando lo que lee no es de su agrado, y por misteriosos cauces he llegado a heredar dicho angelito.

- Tato: ¿no será que has creado un perfil "malo", como el gobierno con los bancos?

- Javier: como ves, Tato ya sabía de la animadversión del anónimo, que además va de jornalero o asimilado. Volvemos a lo de siempre: ¿merece la pana dar cancha al anonimato? Es lo que ellos buscan. Estoy de acuerdo en todo lo que dices; quiero dejar claro que en mi entrada yo me refería únicamente al hambre física, a la gazuza, tu análisis es más amplio y da para más.

- Entiendo que la entrada pueda ser provocativa, pero no creo haber faltado a la verdad, al fin y al cabo las cosas que digo son bastante objetivas.

Abrazos dominicales.

Fernando Moral dijo...

Totally of agreement, Ridao, that you know it.

José Miguel Ridao dijo...

I didn't wait less, after the young bulls to the stone that we drive ourselves in the stove of firewood.

Javier dijo...

Obviamente, Tato (si me permites la familiaridad), obviamente es una errata. Hay más, que ahora uno ve desde la calma de la lectura, pero no tiene uno fuerzas ya para descubrirlas... al menos hasta que coma algo.

Un abrazo.

Er Tato dijo...

Yo no tengo perfil malo, Ridao. Ni el de Blogger. Entre otras razones porque nunca me pongo de perfil. ;-)

Y yo no le doy cancha a los anónimos, les doy caña, pero no por ser anónimos -los hay que, dentro de la discrepancia, dicen cosas interesantes y bien argumentadas-, sino por ser imbéciles, en el sentido descriptivo del término. Por cierto, a los imbéciles con nombres y apellidos también les doy caña. ¿Merece la pena? Pues depende del tiempo libre que tenga uno...

Abrazos sin identificar

P.S.: Creo que tu anónimo y el mío, o los míos, no son el mismo...

Er Tato dijo...

En efecto, Javier, hay más, pero que cambie absolutamente el sentido de la frase, creo que sólo ésa.

Un abrazo

José Miguel Ridao dijo...

Es el mismo, Tato, lo tengo comprobado. Y fíjate que cuando se le cita desde los medios acude como un victorino, pero con más cuernos. No te cabe na...

Anónimo dijo...

Ole!. Vivan los gurumelos!, viva el fraile de la cueva !. Saludos cariñosos.