domingo, 15 de diciembre de 2013

El puto amo (3): ¡¡18 dos de pecho!!




Ya dije en otra entrada que Juan Diego Flórez es el puto amo de los tenores ligeros. Ignoro si ha habido otro mejor en la historia, pero en la actualidad, y desde que hay registros grabados, sencillamente no tiene rival. Aquí lo vemos en el papel de Tonio, de La fille du regiment, en el famoso pasaje "Pour mon âme...", conocido como el aria de los nueve dos, y ante la locura del público el tío da un bis y emite en un momento dieciocho dos de pecho, esa nota temida por la mayoría de los tenores, que en el mejor de los casos alcanzan con un esfuerzo evidente (y aquí incluyo a Kraus), y que sin embargo el peruano la canta como quien respira, fluida, precisamente como debe sonar la música para que sea bella. Pero claro, a ver quién es el guapo que tiene su registro, su timbre, su don celestial...

viernes, 13 de diciembre de 2013

Wallace Stevens: A High-Toned Old Christian Woman


La Poesía es la ficción suprema, madame.
De la ley moral hace una nave
y de la nave un cielo encantado. Así,
la conciencia torna en palmas,
como alados laúdes anhelando himnos.
En el principio coincidimos. Eso es claro. Pero considere
la ley opuesta y construya un peristilo,
y desde el peristilo proyecte una mascarada
más allá de los planetas. Así, nuestra concupiscencia,
respetada por el epitafio, satisfecha al fin,
igualmente se convierte en palmas,
garabateando como saxofones. Y palma a palma,
madame, estamos donde empezamos.
Permita,
pues, que en la escena planetaria
sus distantes flagelantes, bien pertrechados,
golpeando sus borrosas panzas en el desfile,
orgullosos de tales novedades de lo sublime,
el flip y el flap, flop y flop-flop,
puedan, tan sólo puedan, madame, azotar por ellos mismos
una gozosa algarabía entre las esferas.
Esto hará retorcerse a las viudas. Pero las cosas ficticias
les harán un guiño. Y más guiñarán cuando las viudas griten.



Poetry is the supreme fiction, madame.
Take the moral law and make a nave of it
And from the nave build haunted heaven. Thus,
The conscience is converted into palms,
Like windy citherns hankering for hymns.
We agree in principle. That's clear. But take
The opposing law and make a peristyle,
And from the peristyle project a masque
Beyond the planets. Thus, our bawdiness,
Unpurged by epitaph, indulged at last,
Is equally converted into palms,
Squiggling like saxophones. And palm for palm,
Madame, we are where we began. Allow,
Therefore, that in the planetary scene
Your disaffected flagellants, well-stuffed,
Smacking their muzzy bellies in parade,
Proud of such novelties of the sublime,
Such tink and tank and tunk-a-tunk-tunk,
May, merely may, madame, whip from themselves
A jovial hullabaloo among the spheres.
This will make widows wince. But fictive things
Wink as they will.
Wink most when widows wince. 
Imagen: Woman with cittern. Pieter van Slingeland (1677)

jueves, 12 de diciembre de 2013

Arte puro en Johannesburgo




Hay que tener un arte muy grande para colarse en el funeral de Mandela (Madiva para los africanos y los blancos gilipollas que se creen que son sus colegas de toda la vida), y hacer el indio de esta manera sin que se dé cuenta nadie. Eso, o haber nacido en Cádiz o como poco en Triana. Esto lo hace este tío por aquí abajo y da este año el pregón de los carnavales.

lunes, 2 de diciembre de 2013

El perro de Ulises



Odiseo se enjuga una lágrima al ver cómo su fiel perro Argos le reconoce después de veinte años, aun sin fuerzas para salir a su encuentro. En esa imagen se condensa toda la grandeza de la gesta homérica, los terribles trabajos impuestos por Poseidón al laertida que arrebató la vista a su hijo Polifemo en unos mares repletos de monstruos y gigantes que fueron devorando uno a uno a sus divinos compañeros hasta dejarle solo, asido a un mástil a merced de las olas del Ponto color de vino. Solos Argos y él frente a frente, el can tumbado en el estiércol, casi ciego y lleno de pulgas, y Odiseo transformado en un anciano mendigo cubierto de andrajos. Allí estaba la vieja Ítaca, a pesar de los voraces pretendientes. Eubeo le fue fiel, Argos movió levemente la cola y dejó caer las orejas. El viaje había merecido la pena.