Hubo un tiempo en que los flamencos se ganaban la vida no en festivales ni en bienales, sino cantando en las fiestas de los señores, y así podían dar de comer a todo su clan, y aún estaban agradecidos de las migajas que se les echaban, pero ellos a su vez no daban más que unas migajas de su arte, porque la esencia la regalaban en sus fiestas y bautizos, sin cobrar, cantando con el corazón y no por obligación, como decía el tío Gregorio, el Borrico de Jerez, de apodo contundente —¡qué borrico!, le dijeron una vez de joven al oír su rajo y potencia de voz—, padre de María la Burra, estirpe flamenca, gitana y pura, ¿o acaso no es lo mismo? Tiempos pasados de miseria y penurias, este hombre llevaba escrita su biografía en el rostro.
P.S. Por cierto que encuentro un más que razonable parecido entre nuestro personaje y cierto Lord inglés coetáneo suyo:
Salvado el barniz de la
British Education, clavaítos. Hermanados, además, por la tendencia a izar la articulación húmero-cubital.
5 comentarios:
Se parece al Güiston Churchil.
Como no me gusta el flamenco, no digo ná.
Hombre, lo de "alzar la articulación húmero-cubital" por "empinar el codo" es pa nota. No sea usté tan rebuscado. O sí.
Eso es que lo has probado poco, Dyhego,, como decían de la tónica hasta que se inventó el gin tonic.
Veo que lo ha captado, anónimo. Elbow benders, both of them.
Abrazos beodos.
Es que en Jerez siempre hemos sido mu british...
Habría que ver a ese Borrico speaking English...
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