Cuando hablaba el otro día de lo fascinante que sería un viaje en el tiempo se me vino a la cabeza una de las muchas lecciones que he recibido de mi hijo Miguel. Tenía entonces tres años, y estábamos en Alájar, precisamente en la Peña de Arias Montano durante la romería de la Reina de los Ángeles, en septiembre. Si ya esa zona tiene magia en cualquier época del año, cuando pasean a la virgen por el recinto cobra una dimensión especial, una mezcla de fervor religioso, naturaleza limpia y esa especie de misterio primitivo que tiene el lugar. Como yo no soy muy devoto, más que en la celebración religiosa pensaba una vez más en los coetáneos de Arias Montano y en los hombres prehistóricos que habitaban las numerosas cuevas de los alrededores. En ésas estaba cuando entre el gentío mi hijo Miguel descubrió una piel de plátano en el suelo y exclamó asombrado: ¡¡Mira, papá, hay monos!!
Una vez más me superó el muy pillastre, yo remontándome como mucho tres o cuatro mil años atrás y él, como si nada, contemplando la zona millones de años antes, cuando el ser humano aún no había hecho acto de presencia. Estuve tentado de preguntarle si los monos llevaban gafas, pero lo pensé mejor, mi autoestima ya había sufrido bastante.
La retención del personal hospitalario: por qué es importante y cómo
lograrla
-
Por Giuseppe Moscelli El sector de la salud es intensivo en mano de obra.
Durante las últimas dos décadas, el sector se ha enfrentado en numerosos
países a...
Hace 20 horas
18 comentarios:
Hola José Miguel:
Encantadora anécdota, es que los niños son infinitamente más inteligentes que nosotros, e intuitivos, y avispados y otro montón de calificativos que uno no dice por vergüenza a quedar relegado a la simple condición de madre o padre, aunque de simple no tenga nada.
Que cuando uno está yendo, ellos ya están volviendo, no importa del lugar que sea.
Me trae el recuerdo de una anécdota propia, cuando a mi hijo mayor, en aquél entonces de unos cinco años, se le cayó su primer diente. Aquí los niños tienen la costumbre de dejarlos debajo de la almohada para que al día siguiente, en su lugar, el famoso "Ratón Pérez" se lo cambie por un billete. Es así que cuando mi madre vino de visita, mi hijo le mostró alborozado el billete que había conseguido. Mi madre abrió su monedero y le dijo: "También pasó por casa y te trajo esto" (mostrándole otro billete) a lo que el niño le respondió: "¿Y cómo supo el Ratón Pérez que eramos parientes?".
Ya ves, uno los trata como niños y ellos nos tratan como lelos.
Una dulzura tu entrada de hoy.
Cariños.
Por cierto José Miguel ¡¡Qué bonito niño!!
Los niños son geniales, tu hijo Miguel es genial.
Los monos de Gibraltar me encantan, pero en Alajar???
Bueno, me quedo con otra cosa. Con la magia de la Peña, y de la zona.
Esa zona tiene algo especial, se respira en el ambiente, en los habitantes.
Un abrazo José Miguel.
Sacar en procesión a los dioses debe ser una cosa bastante arcaica, quizás practicada desde que el hombre se hizo más o menos sedentario.
¿A que no nos damos cuenta de esto cuando salimos a ver una procesión? Asistimos a los albores de la humanidad. Aunque no tanto como cuando vemos a alguien comerse un plátano...jeje
Es increible, más porque al lado vemos tantas cosas modernas, ordenadores, coches... y una sociedad basada supuestamente en principios racionales.
Tu pequeño Miguel ha sabido reinterpretar la realidad con la inteligencia natural y la óptica aternativa de un niño: es un figura.
Gracias, Liliana, tu anédcota es para partirse. Yo a los niños no les trato de igual a igual, faltaría más; soy consciente de mi inferioridad, y aprendo de sus palabras todos los días.
Por cierto, aquí el ratón Pérez no trae un billete, sino una moneda. ¿Es que siempre queréis quedar por encima?;-)
Javier, es cierto que la zona es mágica. De hecho acude allí gente de esa que cree en energías sobrenaturales y fuerzas telúricas que tienen su epicentro en la Peña. Muchas veces me topo con una extranjera (creo que alemana) que lleva viviendo allí unos treinta años y afirma que nació el día que llegó a Alájar; su aspecto es el de una iluminada. Ya te he dicho más de una vez que si por mí fuera viviría allí.
Manuel, no lo había pensado, pero creo que tienes razón; parece un rito ancestral, en línea directa con los orígenes del hombre.
Gracias, Julio. Creo que la óptica alternativa es la nuestra, no la de los niños.
Un abrazo juevesantero.
Fíjate si es listo Miguel que ni siquiera confundió los tiempos del verbo: no dijo hubo, sino hay.
Ese niño va para Einstein, o Darwin, o Newton.
Un beso
Ayer estaba con mi hija de cuatro años viendo la Virgen de la Cabeza, de la Hermandad de las Siete Palabras. Le dieron una estampa con el busto de la Virgen, y me la enseñó. Le dije, "anda, la Virgen de la Cabeza" y ella, muy seria, me replicó: "No, papá, la cabeza de la Virgen".
Su ingenuidad nos hace volver a ver las cosas como son.
Un abrazo de papi a papi, José Miguel.
No me había dado cuenta de ese detalle, Mery. Lástima que no tenga el mismo talento para el fútbol, entonces podría jubilarme ya mismo.
Juan Antonio, qué suerte tenemos los padres, es como si tuviéramos en casa maestritos iluminados. Por cierto, enhorabuena por tu entrada de hoy.
Un abrazo platanero.
Creo que se llama la romería de la Reina de los Ángeles y si te parece mágica ahora, todavía lo era más hace bastantes años cuando había menos gente. Personalmente prefiero la Peña cuando no hay nadie.
En cuanto a tu hijo, es encantador y auténtico como su padre.
Tienes razón, es la Reina de los Ángeles; no sé cómo he podido equivocarme. Gracias, corrijo el error. Y coincido contigo en que la Peña está mejor cuando no hay nadie, sobre todo entre semana. Ya me hubiera gustado conocerla hace más años...
Coincido con Mery, Miguel no hizo sino constatar un hecho, hay monos, y por cierto cada vez màs, y no sólo en Alajar
Cómo se nota tu falta de sensibilidad poética, Ricardo. Mery se refiere a que Miguel es tan visionario que es capaz de transportarse a esa época hasta el punto de que habla en presente refiriéndose a ella. Y que conste que no digo esto para defender el honor de los alajeños, pues no es necesario; todo el mundo puede comprobar que no son nada monos...
Esa carita me produce una ternura inmensa, hasta se parece a mi Adrián.
Seguro que serían superamigos y llevarían conversaciones mucho más interesantes que las nuestras. Qué pena que vayamos perdiendo esa mezcla de lógica y magia por la que ellos caminan sin esfuerzo.
Un abrazo para ti y un besazo para él, que hay categorías;-)
Muchas gracias, Olga. Hoy estoy una mijita sensible, y me llega que hables así de Miguel. Dale otro besazo a Adrián de mi parte, y de Miguel también.
Su anéctoda impecable , pero el mérito a mi entender es de ese solcito que ilumina sus días . Un beso y globos de colores para el Peke .
Un abrazo desde mi Isla .
Rosna
Jajajajaja Ridao san creo que tendra que prestarme un dixyo ... y un libro de gramática en español y otro dixyo con palabras chulas tengo que aprender (-_-)
y todo esto porque era....???? ah ...si leer :anécdota ....no me cruxifiqueisss los expertos en lenguas :-(
Sayonaraaaaaaa
Rosna
Tienes razón, Rosna, todo el mérito es de Miguel, yo me limito a hacer de intérprete.
Abrazos.
Publicar un comentario