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Una visión desde el keynesianismo
Mi amigo Er Tato y un servidor somos, que yo sepa, los únicos economistas a este lado de bloguilandia, y el caso es que andamos un poco a la greña en una cuestión nada nimia: ¿debe intervenir el Estado en la economía? Como hoy ha tenido la osadía de contradecirme públicamente, me veo obligado a escribir la verdad del asunto para que no os dejéis engañar.
Los partidarios de la no intervención se suelen llamar liberalistas, como Er Tato, y se trata de un reducto anclado en el pasado, que considera que no ha habido ningún avance desde la publicación de La Riqueza de las Naciones en el siglo XVIII. En fin, ellos sabrán... Los seres inteligentes que defienden, como yo, la intervención estatal, se consideran seguidores del gran economista británico J.M. Keynes, y por eso suelen ser llamados keynesianos o postkeynesianos; en cualquier caso se llevan el premio del banano, algo que acepto sin complejos.
No me ensañaré demasiado con Er Tato, que por cierto se lleva el premio del aparato, porque después de todo el hombre me cae bien; sólo diré que es claro y notorio que el mercado tiene fallos clamorosos, fallos que afectan al bienestar de las personas y generan miseria, hambre, contaminación, trabajo infantil y otras muchas calamidades que sólo están siendo resueltas en parte en los países desarrollados. Se puede decir que todas las democracias consolidadas tienen un mayor o menor grado de intervencionismo, y no hay ningún país desarrollado, ni siquiera los Estados Unidos, que aplique un capitalismo salvaje. En realidad, el capitalismo puro y duro existió únicamente tras la Revolución Industrial, durante el siglo XIX, y el ejemplo más claro fue la Inglaterra victoriana. No hay más que leer las novelas de Dickens para comprobar la injusticia social que generó ese sistema, afortunadamente sustituido en nuestros días por una economía mixta de mercado, donde el Estado tiene mucho que decir. Podría dar muchos más detalles técnicos, pero no es mi intención aburriros, y además no creo necesario demostrar que el agua es transparente.
Para finalizar, quiero dejar claro que la intervención del Estado no es la panacea, y es sumamente difícil. Además, las empresas públicas son ineficientes frente a las privadas, por lo que considero que el Estado debe intervenir en economía lo justo para tratar de corregir los fallos de mercado. Que los políticos de turno intervengan con acierto o no es otro cantar, pero es mucho mejor intentar hacer algo que dejar que el mercado salvaje nos destruya.
He dicho. ¡Caña ar Tato, aquí!
El rollo que viene ahora os lo podéis saltar, salvo que os interesen los detalles técnicos.
P.S. Para quien tenga interés daré una pequeña argumentación teórica, en respuesta a la der Tato. La gran aportación de Keynes a la Economía fue la de demostrar, en su Teoría general, que es posible una situación de equilibrio por debajo del pleno empleo, es decir, con paro. Esto contradecía la tesis vigente hasta entonces de los economistas clásicos y neoclásicos, que consideraban que los mercados alcanzaban siempre el equilibrio. Las consecuencias de este descubrimiento son trascendentales, pues ello supone que se puede mantener indefinidamente una situación de crisis sin que el mercado salga por sí mismo de ella. Un ejemplo práctico de esta situación fue la Gran Depresión de 1929, inusualmente larga. La obra de Keynes apareció en 1936, y, aunque no existe unanimidad al respecto, gran parte de los economistas, entre los que me cuento, defienden un cierto grado de intervención estatal en la economía. Ello es especialmente manifiesto en lo relativo a la justicia social, pues, si bien es cierto que el mercado remunera a los agentes económicos segun la utilidad que aportan al sistema, esto genera grandes desigualdades. Algunos autores argumentan que son merecidas, pues los que reciben menos renta no han generado tanta riqueza. En cualquier caso, esto es difícil de medir, y además muchas desigualdades son inmerecidas, pues una gran parte de los habitantes del planeta parten de una situación de desventaja debido a sus nulas oportunidades, al estar sumidos en la miseria. A mi juicio, el mercado no nos sacará de esta situación, y un Estado policía tampoco. Es necesaria la intervención firme, decidida, y acertada (con el grado de dificultad que ello conlleva) de una institución, y en la actualidad las únicas instituciones que tienen capacidad para actuar son el Estado y las grandes corporaciones multinacionales. Las segundas siguen las reglas del mercado libre, por lo que hay que descartarlas, y por ello la única esperanza, hoy por hoy, es el Estado, que al fin y al cabo es el reflejo de la sociedad en que vivimos. Si ésta tiende a ser cada vez más solidaria cabe pensar que el Estado también lo será. Sólo (y ya es mucho) se necesita coherencia en las decisiones.
P.P.S. No suelo hablar por otros, pero desde aquí ofrezco mis servicios a la comunidad internacional para aumentar la justicia social, y también los der Tato, brillante economista, que aunque él no lo sepa es bastante keynesiano, y le perdono el premio.
Un nivel positivo de escepticismo
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Crevole Madonna (fragmento) 1280. Duccio di Buoninsegna
*P*ara alcanzar un nivel positivo de escepticismo y de desengaño es
indispensable que la cult...
Hace 2 horas
33 comentarios:
Somos liberales, José Miguel, liberales, no liberalistas, pero en fin, qué se puede esperar de un seguidor de Keynes.
Si me dices un solo país donde el libre mercado haya generado, según tus propias palabras, "miseria, hambre, contaminación, trabajo infantil y otras muchas calamidades", me hago keynesianista, que no me gusta el banano.
Por lo demás, ¿no serás tú quien le escribe los discursos a Zapatero y le da clases de economía?
Ahora ando un poco liado, pero continuará...
Un abrazo
Pues yo, que no me entero de nada y paso de los dos cuando os ponéis estupendos y economistas, no me decanto pon ninguno de vosotros.
Er Tato es bético y, por tanto, buena gente. Y tú me tienes prometido jamoncito en Alájar y, por tanto, eres buena gente.
La cosa es que la economía no termina de adaptarse al calendario gregoriano ni de un modo ni de otro. ¿De qué otra forma cabe explicar, de no ser así, que la nómina nunca llegue con suficiencia al final del mes?
Al menos la mía, que no sé yo la de los economistas maravillosos...
Ea, hoy abrazos para los dos.
Amigos, me gusta el asunto. Me siento más cerca de las tesis de Er Tato que de las de mi colega Ridao. Igual que se habla de capitalismo salvaje, podría hablarse de keynesianismo salvaje o comunismo salvaje. Por otra parte, yo siempre había pensado que los liberales son los primeros en defender los derechos humanos, que para ellos son sobre todo tres: vida, libertad y propiedad, en ese orden. Por tanto, en una economía liberal estaría prohibida la esclavitud infantil y está justificada la intervención estatal para impedir los monopolios que impiden a los hombres la libertad. Liberal, que yo sepa, no es quien defiende el capitalismo salvaje, sino quien critica el intervencionismo salvaje. Pero, en fin, no soy economista. Un abrazo a todos.
A mí me gusta más el término liberalista, Tato. Lo de liberal me parece más bien una opoción política, sin el matiz económico. En cualquier caso el término correcto seríe economista clásico o neoclásico.
No te digo que el libre mercado haya generado la miseria, sino que no puede sacar de ella a muchos países.
En cuanto a lo de Zapatero, ya me nubiera gustado ser yo el que le da clases y le escribe discursos. Estaría en el taco, y no todo el día tiki tiki tiki como un friki.
Termino haciéndote una confesión: más que keynesiano soy institucionalista, admirador de Galbraith.
¡Un abrazo, contrincante! (por detrás y por delante).
Juanma, vota por mí, dónde va a parar entre un jamón de pata negra y un equipo de segunda...
Ah, y te perdono lo de gregoriano...
Bien argumentado, Jesús. A mí el comunismo salvaje me parece peor que el capitalismo salvaje, pero el keynesianismo, bien aplicado, no es salvaje, sino un término medio. Eso de que los liberales defienden los derechos humanos está por ver, por eso pefiero llamarlos liberalistas. No hay más que ver cómo han actuado las multinacionales en el tercer mundo cuando les han dejado.
Abrazos.
Miguelito, no voy a entrar en el debate economicista, donde aunque no sea economista podría opinar, creo que el mundo ha definido el sistema que va dando mejores resultados para la sociedad, y lo único a discutir es el grado de regulaciòn.
Si quiero valorar tu entrada, es de las mejores que te he visto, plena de humor, divulgativa, algo desafiante (o mucho), ...
Congratulations
Thank you, captain my captain.
Comparto otros principios menos generadores de lucidez económica.
A pesar de eso, felicidades a ti, y a Er Tato.
¿Lo quééééé´?
Un día tenemos que hablar de esos principios, Javier.
Venga ya, Julio. ¿Sabes lo que es un poema áureo y no entiendes el keynesianismo? No puede ser...
Un abrazo a los dos.
Para que el bien individual conduzca al bien común hay que estar de acuerdo en el bien común.
La existencia del mal en el mundo nos confirma la necesidad de correcciones que deben aplicar los gobiernos inspirados por el bien.
Cuando lo hacen inspirados por el mal, salen el comunismo y el capitalismos (salvajes, valga la redundancia).
En el caso de España la lástima es que existen 17 estados.
Creo en La Justicia Social, pero sólo se alcanza a través de la perfección moral del individuo.
Y de esto se habla menos.
Rara vez esta perfección llega al Estado.
Por eso estoy de acuerdo Ridao contigo, un equilibrio es necesario.
José María, fue A. Smith quien dijo que el bien individual conduce al bien común, y coincido contigo en que no tiene por qué ser así, aunque no, como tú señalas, porque haya que fijar el bien común, cosa que no me parece tan difícil, sino porque esto es un claro ejemplo de la llamada falacia de la composición: la suma de las partes no tiene por qué conducir al todo. Ésta es una de las razones por las que estoy en contra del liberalismo (Tato, toma nota).
El problema que tú planteas es, por otro lado, cierto, y se debe a la corrupción y falta de ética de muchos gobernantes. Si la sociedad avanza en este sentido, y soy optimista al respecto, los gobiernos mejorarán y es posible que la cosa mejore.
Un abrazo, interesante comentario.
Hoy acaba el curso académico, ¿ya echas de menos tus clases de economía?
La mejor economía, la que practican las madres.
Qué coño echarlas de menos, Álex. Por mí las daba todas en el blog.
Y tienes razón, a Zapatero le debería aconsejar un gabinete de amas de casa.
Por lo que comprendo que no es mucho, pero tampoco es poco, estoy de acuerdo con vos Ridao y esto va sin intención ya que a mí no me llegará el jamoncillo.
De todas formas adhiero plenamente a la excelsa frase de Alejandro: "La mejor economía, la que practican las madres".
Si nos dejaran a las madres, la economía mundial estaría asegurada, con perdón tuyo, José Miguel. (Gracias Alejandro)
Besos mil.
Yo estoy de acuerdo con una "economía mixta de mercado" , siempre que exista un Gobierno coherente , competente y con buen equipo , capaz de llevar a cabo políticas fiscales y monetarias cuando la situación económica requiera de ello.
Saludos.Vicky.
No sé, pero creo que me he perdido ¿no estábamos hablando de libre mercado y justicia social? Es que tengo esa sensación de cuando a uno le preguntan la edad y responde que tiene una bicicleta muy bonita.
No refutas que el libre mercado sea la manera más eficiente de producir. Tampoco dices si todas las desigualdades te parecen igualmente merecedoras de corrección. Asumes el keynesianismo como una verdad absoluta, pero sabes perfectamente que hay argumentos teóricos para cuestionarlo, como a casi todas las teorías económicas. Por ejemplo, la síntesis neoclásica explica por qué puede haber equilibrio con desempleo debido a la rigidez de los salarios nominales y considera los análisis keynesianos un caso particular de la teoría clásica. Confundes intervencionismo con regulación y me llamas keynesiano -sin premio-, por ello. Afirmas que las grandes corporaciones multinacionales siguen las reglas del libre mercado y nada hay más lejos de la realidad, como ya dijo Adam Smith allá por el XVIII (por cierto, nadie que haya leído La Riqueza de las Naciones libre de prejuicios puede afirmar que su autor es favorable al capitalismo salvaje o que reniegue de la necesidad del Estado) sobre los empresarios:El interés especial de quienes ejercen un determinado ramo del comercio o de la industria es siempre, en cierto sentido, distinto del interés del público y con frecuencia abiertamente opuesto a él. El interés del comerciante es siempre agrandar el mercado y limitar la competencia de los vendedores... Es esta una clase de gente cuyos intereses nunca serán exactamente los mismos que los de la sociedad, que en general tiene interés en engañar y estafar al público
En cuanto a las etiquetas, te compro barco como animal de compañía, así que soy liberalista y economista clásico y bastante keynesiano, pero vamos, entre tú y yo y ahora que no nos lee nadie, soy liberal, en el amplio sentido del término, y bastante heterodoxo en mis ideas económicas, palabrita del niño Jesús.
¿Una de las razones por las que estás en contra del liberalismo es porque crees que se basa en la falacia de la composición? Aprovecha las vacaciones y lee un poco, que tanta poesía te está reblandeciendo el cerebro, amigo José Miguel. Ya sé que estás haciendo méritos para el pasaje a Canora, pero recuerda que no sólo de poesía vive el hombre, salvo que sea keynesiano, claro, que entonces puede vivir el Estado.
Por cierto, en lo que sí debo felicitarte es en la cantidad de comentarios de tu entrada. O me he explicado muy mal en la mía, o es que eres más guapo que yo. O las dos cosas.
Un abrazo
Eres sorprendente, Liliana, me comentas hasta en esta entrada tan técnica, y es de agradecer. El jamoncillo es tuyo, sólo tienes que cruzar al charco. Alejandro se pondrá muy contento cuando vea que le llamas excelso.
Y que conste que por mí que la economía la lleven las madres, un problema menos para los padres.
Un abrazo.
Vicky, eso que pides es difícil. En España, al menos, no lo tenemos. A lo mejor si nos contratan ar Tato y a mí...;-) Un abrazo.
Joder, Tato, me has escrito un comentario de diez palmos. Iremos por puntos.
1. Sí hablo de mercado y justicia social: digo que el mercado crea injusticia, y sólo el intervencionismo estatal puede evitarlo. ¡Que hay que leer todoooo...!
2. Efectivamente, no refuto que el libre mercado sea la manera más eficiente de producir. Al contrario, te doy la razón en ello. ¡Que hay que entender lo que se leeeeee!
3. Efectivamente, no digo si todas las desigualdades merecen la misma corrección. A ver qué esperas de una entrada en un blog. Quizás si te escribo un libro pueda hablar de todo este asunto tan complejo.
4. No asumo el keynesianismo como una verdad absoluta, de hecho digo que hay economistas que opinan lo contrario, y de vez en cuando digo "a mi juicio...", lo que pasa es que no lo voy a poner siempre, yo doy mi opinión, y sé que puedo estar equivocado, pero como sigas con estos argumentos falaces no me vas a convencer, je je.
5. Me voy a cenar, después vengo. Por ahora tengo la impresión de que te estás dedicando a darme caña en vez de argumentar tu postura. ¿A qué me suena esto?
Hasta dentro de un rato...
Proseguimos, he pedido una pizza con masa clásica y la he cagado.
6. No confundo intervencionismo y regulación, digo claramente que el Estado policía se queda corto, hay que intervenir. Lo de keynesiano te lo digo para picarte un poco.
7. En la Riqueza de las naciones Smith dedica ciertamente un libro al Estado, pero nunca justificando su intervención.
8. Aquí te doy la razón. Es cierto que las multinacionales no siguen las reglas del libre mercado. Sin embargo, ello no invalida mi argumento de que no son una institución válida para corregir los fallos del mercado.
9. Me gusta lo que dices de las etiquetas, y me identifico contigo, estoy abierto a todo menos a que me den por el culo.
10. La falacia de la composición es un gran error, y Smith la cagó con eso del interés particular del padre de familia y demás chorradas, como si los Estados fueran a hacer lo mismo que hace él. ¡Menudo padre de la Economía!
11. La gente se ha venido a mi blog a comentar porque la palabra "keynesiano" tiene un halo de misterio y de verdad absoluta que atrae, mientras que "liberalismo" es una palabra patética.
12. Eres un moustro, tato, me gusta debatir contigo.
13. Un abrazo nada poético.
Lo siento José Miguel, pero me siento más identificada con El Tato.
Él dice que es de izquierdas.
Yo no.
Ni de izquierda, ni de derecha; el puño y la rosa, las gaviotas: lo mismo se cagan por la izquierda que por la derecha.
No te preocupes del comentario de ayer, por ahí no van mis tiros, tengo energías para aguantar lo que nos venga.
Lo que me duele hasta en el alma es: para qué he tenido hijos/a, uno Médico y otra Farmaceútica y al final tengan que EMIGRAR.
Abrazos a los dos.
Vayamos pues por puntos ya que los palmos no te gustan:
1-. Algunos ejemplos concretos en los que el intevencionismo crea justicia social, please. Aunque a lo mejor los has escrito y no los he leído. Precisamente ayer fui a recoger mis primeras gafas porque me dijeron que tenía la vista cansada. Si fuera sólo la vista...
2-. ¿Me has dado la razón? Pues te digo lo que le dice a algunos su mujer: Pepe, ni me he enterado.
3-. Claro, el socorrido argumento de que no se tiene suficiente espacio para argumentar. ¿Llevas no sé cuántos comentarios diciendo chorradas y no tienes espacio? ¡Venga ya!
4-. No pretendo convencerte. Esa será mi venganza.
5-. ¿Tiene pupita el nene? Sana, sana culito de rana... ¡Caña ar Tato, aquí! ¿A qué me suena esto?
6-. No me molesta que me llames keynesiano, es simplemente que no lo soy. Es como si me llamaras feo, no me molesta, es que simplemente soy guapetón.
7-. ¿Estás seguro de que hemos leído el mismo libro? Ahora no tengo tiempo -algunos trabajamos-, pero ya te buscaré algún pasaje. Es muy socorrido citar a Smith, que tampoco es que sea mi ídolo, para alzar la voz contra la intervención del Estado. Tópicos típicos que quedan muy bien porque casi nadie se lo ha leído.
8-. Es que negar la evidencia...
9-. Todo se andará, querido, todo se andará.
10-. No conozco a ningún economista que no la cague de vez en cuando. Incluso no hay muchos que la caguen sólo de vez en cuando. Obviamente, yo soy una excepción.
11-. En efecto, el pensamiento único nos gana la partida. En eso debo darte la razón.
12-. A mí también me gusta, pero a ver cuándo empezamos...
13-. Otro abrazo. De esos en los que pica la espalda, que no se sabe si van cargados de cariño o de mala leche. Pero vamos, que el mío es cariñoso.
Y ahora me voy que tengo una semana movidita.
A ver si me explicas qué es el TAE porque no me entero.
No te lo pregunto de verdad.
No tengo acceso a internet por el momento, pero desde el trabajo intento leer tu explicación, si tienes a bien responder.
Me lo han intentado explicar varias veces, pero yo no me aclaro. Si la hipoteca tiene un interés del 5,5% de ¿donde coño sale el tae ese de 11% o yo qué se?
Gracias, tanto si me respondes como si no.
Un saludo.
Perdón.
Quise decir: "te lo pregunto de verdad", lo que pasa es que había escrito "no te lo pregunto de coña" y al borrar se quedó el "no".
Un saludo.
Me parece perfecto, Pasión, si estuviéramos de acuerdo en todo sería sospechoso. Se ve que tienes energía, mucha suerte para tus hijos.
Un abrazo.
Vamos al turrón, Tato.
1. Te pongo un ejemplo, de muchos: una empresa pública de autobuses puede dar servicio a un barrio alejado y marginal, que a ninguna empresa privada le interesaría. ¿No es injusto que los habitantes de ese barrio se queden sin transporte, frente a los demás?
2. Te di la razón con estas palabras de la entrada: "Para finalizar, quiero dejar claro que la intervención del Estado no es la panacea, y es sumamente difícil. Además, las empresas públicas son ineficientes frente a las privadas". Al menos léeme, joé...
3. Si crees que lo mío son chorradas, trata de no refutarlas con chorradas aún más gordas.
4. Qué venganza más rara, será que no puedes vengarte de otro modo.
5. Aquí me has ganao, he hecho un llamamiento para que te den caña y no me han hecho caso.
6. Aquí también tienes razón, no eres keynesiano.
7. Te confieso que no me he leído el libro entero, sólo partes, pero te reto a que busques un párrafo donde Smith justifique el intervencionismo en economía (no en educación, sanidad...).
8. Estamos de acuerdo.
9. Algunos todavía nos negamos a ciertas cosas, aunque dime cuánto te pagaron, igual me interesa.
10. Aquí hay otra excepción, las cagadas las dejo para estos andurriales.
11. ¿No será que hay cosas que se caen por su propio peso? (y no me refiero a mis cojones).
12. Cuando empecemos de verdad vamos a escandalizar a la concurrencia.
13. Mi abrazo va acompañado de tortacitos en el pescuezo, de esos que joden y te lo dejan rojo.
Adiós, moustro, a ver cuándo nos tomamos unos cervezones sin premio.
Te comento, Dyhego:
TAE es Tasa Anual Equivalente, y TIN Tipo de Interés Nominal. La TAE incluye todos los costes de un préstamo: además del interés (TIN) comisiones y otros gastos.
Por ejemplo, te pueden ofrecer un préstamo a un interés del 6%, pero si tiene una comisión de apertura del 1% la TAE sería, por ejemplo, del 6,2%.
En definitiva, para tomar una decisión hay que mirar la TAE, no el TIN.
Espero que te haya servido, un saludo.
Como vamos al turrón, me salto los polvorones:
1-. Dos cuestiones al respecto. La primera, no sé qué entiendes por intervenir en la economía, pero desde luego no lo mismo que yo, y hablando distintos idiomas difícilmente nos vamos a entender. Que el Estado provea un servicio que el mercado no es capaz de proveer, sea porque a los precios de provisión no tiene demanda o por otras razones, no es intervenir en el mercado, sencillamente porque ese mercado no existe. La segunda, ¿sería injusta la inexistencia de transporte público?¿para quien?. Si una línea de autobuses no es rentable porque a los precios a los que debe operar no tiene demanda, parece claro que el Estado perderá dinero en la gestión de esa línea (sus costes no serían en ningún caso inferiores a los de una empresas privada), dinero que pagamos el resto de los ciudadanos con nuestros impuestos. Por otro lado, habrá usuarios en ese barrio marginal que no necesiten ese servicio de autobús, otros que tienen vehículo propio, otros que podrían pagar un mayor precio, otros que realmente lo necesiten y encuentren útil ese servicio. Sin embargo, el Estado ha decidido por todos ellos que va a gastar nuestros impuestos en proveer ese servicio, lo usen uno o cuarenta. ¿Y si el Estado empleara el coste de ese servicio en complementar la renta de aquellos que lo necesiten y que sean ellos los que decidan si quieren usar un taxi y no comer ese día, o irse andando y ahorrar esa renta para adquirir otros bienes/servicios que valora más, o comprarse una bicicleta, o ir en autobús ahora que sí pueden pagarlo? De esa forma, no se subvencionaría a quien no lo necesita -los que tienen mayores rentas, los que no usan el autobús...-, se respetaría la libertad individual de elección, los usuarios podrían pagar, si quieren, los precios de la empresa privada y, por tanto, el sector privado podría finalmente ponerla en marcha, y habría más justicia social.
2-. Si leemos entre líneas, tienes razón, pero no pretenderás convencerme de que en esa frase afirmas con claridad que el libre mercado es el más eficiente. Sólo dices que las empresas privadas son más eficientes, pero no en qué tipo de mercado. Pero vamos, que te acepto suegra como animal de compañía.
7-. Por supuesto que Adam Smith no justifica el intervencionismo, ni yo tampoco, tal y como él y yo lo entendemos: intervención en los mercados de bienes y servicios que pueden ser provistos por la actividad privada. Fíjate qué curioso. Tú mismo no consideras intervencionismo la provisión por parte del Estado de educación, sanidad (imagino que tampoco justicia o defensa) puesto que los excluyes explícitamente en este punto, pero en el punto 1 has considerado intervencionismo la provisión de un servicio público cuando el sector privado no puede suministrarlo a un precio capaz de generar demanda, para intentar justificar cómo ese intervencionismo, que no es tal, proporciona justicia social.
Un abrazo
Seguimos con el turrón:
1. Efectivamente, no entendemos lo mismo por intervenir la economía; es un concepto un tanto difuso, ¿dónde está el límite? Si el Estado entra en sectores ineficientes para el mercado, yo entiendo que eso es intervenir, en cualquier caso no se trataría sólo del Estado policía y legislador por el que tú abogas.
2. La alternativa que tú das a mi propuesta de una línea de autobús ineficiente es redistribuir la renta a quien verdaderamente lo necesite. Sabes tan bien como yo que eso es imposible, el resultado sería aún más injusto que poner la línea. Por otra parte, al fin y al cabo estás defendiendo que el Estado haga algo, aunque no directamente sobre el mercado.
3. Siempre he reconocido, no sólo ahora, que el libre mercado es más eficiente. Como parece que quieres una declaración en toda regla, te la doy:
EL LIBRE MERCADO ES MIL VECES MÁS EFICIENTE QUE EL MERCADO INTERVENIDO.
No hay que ser muy listo para comprender esto, ahí le doy la razón al viejo Smith y su mano invisible.
4. Definitivamente, no entendemos lo mismo por intervencionismo, pero seguimos en desacuerdo en el meollo de la cuestión: tú no das por válido el análisis de Keynes, pero crees que la justicia social debe proporcionarla el Estado, básicamente mediante política fiscal y redistribución de la renta. Qué quieres que te diga, yo lo veo un poco contradictorio. Muchos liberales son más radicales que tú, y su concepto de intervencionismo es más amplio. En realidad te veo bastante cercano a mi postura, a lo mejor por eso no nos hemos dado muchas hostias.
5. Para segur discutiendo urge definir el concepto de intervencionismo, y también el concepto de liberalismo económico. El keynesianismo creo que está claro.
Un abrazo.
Gracias por tu respuesta, José Miguel.
No hay de qué, Dyhego.
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