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Recordando Tabacaria
No pasa nada; no me pasa nada; no quiero que me pase nada. No hay una tabaquería al otro lado de la calle, pero veo desde mi ventana otros comercios y otras gentes igualmente idénticas. Mi cabeza gira todos los días el mismo número de vueltas, con los mismos ojos asombrados, de un asombro sin brillo, apagado en las ausencias cotidianas. Tampoco soy nada, ni quiero serlo, y esto lo sabía hace mucho tiempo, pero me lo ha recordado el poeta del Chiado. También dijo que no podía querer ser nada, ni siquiera le era dado desear. Sabía bien la inutilidad de todo esfuerzo, salvo el de escribir con esa belleza sobrecogedora iluminada en la saudade. Ahí estaba su única verdad, y sigue estando. Fingir es comprometerse con la belleza con un pacto falso, que mientras dure nos salvará de la conciencia de nuestro destino profundo y vacío.
4 comentarios:
Chapeau, Ridao.
Ante los dos.
Abrazo.
¡Muchas gracias, Elías! De vez en cuando el portugués éste cenizo me abduce. Lo hace todo el tiempo, la verdad, para mí es el más grande.
Un abrazo.
pues a mi tambien me abduce! (que es como seducir, pero con una traba o un nudo en el medio, no?)
Sí, sí, totalmente. Y no hay quien se escape, por mucho que uno lea otras cosas. ¿Tania? ¿Jose? ¿Eutelia? ¿R? Qué lío de nombres, después dicen de Pessoa...
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