miércoles, 29 de junio de 2011

Grecia



Dicen que Grecia se desmorona, que un abismo negro la engullirá hasta los sótanos de la miseria, y que será expulsada del paraíso, pero el sol sigue iluminando cada mañana las laderas del Olimpo, y las islas que contemplaron a Ulises en su regreso de Troya refulgen hoy igual que hace tres mil años. La Pitia lo predijo todo en el oráculo, hasta la estupidez de unos hombres que se creen héroes cuando no son más que tristes marionetas sin hilos.

martes, 28 de junio de 2011

De la traducción en poesía (1 de 2)


La traducción de poesía es una labor ciertamente difícil. Se han escrito infinidad de tratados sobre el asunto, que precisamente por su dificultad resulta apasionante. Consideraremos cuatro aspectos clave de un poema, como son la rima, el metro, el ritmo y el tono, por orden creciente de importancia.

- La rima: ésta es una característica que no está presente en todos los poemas, ni mucho menos. Se trata de un recurso más, sin más importancia que la que se le quiera dar. A la hora de abordar su traducción surge un problema evidente, y es que, como es lógico, las palabras rimadas en otro idioma no rimarán en español, a menos que se dé una improbable casualidad. Salvo honrosas y escasísimas excepciones, los intentos por mantener la rima (yo mismo, como aficionado, he hecho alguno), tienen un resultado muy pobre, pues se fuerza tanto que el sentido del poema queda tergiversado, y además, en el intento de mantener el significado original del poema, se suele recurrir a rimas muy trilladas, que en ocasiones bordean peligrosamente el ripio.


- El metro: tampoco es ésta una característica indispensable de un poema, aunque lo fue durante mucho tiempo, hasta la irrupción, que no invención, en el siglo XIX del llamado verso libre. El problema se plantearía, pues, cuando el poema original tiene una pauta métrica determinada. Supongamos que tratamos de traducir un soneto del inglés al español; en mi opinión, y como dije antes, deberíamos olvidarnos de mantener la rima, sobre todo si es consonante, pero en cuanto al metro, es indispensable mantener en español el endecasílabo, que en el original inglés tendrá normalmente diez sílabas. Con un poco de habilidad no debería ser demasiado difícil componer un verso en once sílabas con el mismo sentido que el original, pero en el caso del idioma inglés se nos presenta un problema añadido: se trata de una lengua mucho más sintética que la española, por lo que una frase de diez sílabas en inglés dice muchas más cosas que otra frase equivalente en español. Por lo tanto, hay que hacer un difícil ejercicio de síntesis que, además, llevará casi con total seguridad a perder parte de la riqueza del original. Una posible solución sería hacer un soneto en alejandrinos, de catorce sílabas, aunque yo prefiero mantener el metro endecasílabo, sin el cuál el soneto pierde gran parte de su fuerza. Esto supone un reto para el traductor, lo que hace aún más interesante su tarea.

- El ritmo: técnicamente, el ritmo viene marcado por la distribución de los acentos en el verso. Por ejemplo, el endecasílabo sáfico va acentuado en la 4ª, 8ª y 10ª sílaba, y el heroico en 2ª, 6ª y 10ª. Otro ejemplo muy claro es el pentámetro yámbico usado por muchos poetas ingleses como Shakespeare. Se trata de un verso con cinco grupos (pies) de dos sílabas, y en cada uno de ellos está acentuada la segunda. Este ritmo se adapta muy bien a la lengua inglesa, no así a la española. Volviendo a la labor del traductor, en este caso no debería tener demasiadas dificultades para elegir un ritmo adecuado al poema, pero sucede que, aparte de la distribución de los acentos, el ritmo es la "música" de la poesía, y para componer música hay que ser músico. Dicho de otro modo, para traducir poesía hay que ser poeta. El resultado de la traducción puede ser impecable desde el punto de vista métrico, y puede mantener fielmente el mensaje del original, pero si no tiene música será tanto como leer prosa, y muy pobre, por lo escasa.

- El tono: si el ritmo es la música del poema, que se apoya en ocasiones en el metro y en la rima para sonar más redonda, el tono sería la partitura como entidad unificadora que idealmente hace de una serie de símbolos, claves, cesuras... una obra de arte. Tomemos una ópera como La Bohème, de Puccini. Es una obra de arte indiscutible, y no sólo por las admirables melodías que salieron del talento del compositor, sino por su inserción en el conjunto de la obra, por los diálogos entre los protagonistas, por la emoción que se transmite... Quien haya asistido a una representación de esta ópera habrá quedado pegado al asiento desde el principio hasta el final. Eso es lo que se debe buscar en un poema: emocionar, mantener la tensión durante toda la lectura, aguantar tanto una lectura íntima, silenciosa, como una declamación pública. Si se consigue esto, el poema tiene tono; cómo lograrlo: preguntad a los poetas. Una vez más el mismo axioma: antes que traductor, hay que ser poeta.

lunes, 27 de junio de 2011

El test de Azorín



A lo lejos una torrentera rojiza rasga los montes; la torrentera se ensancha y forma un barranco; el barranco se abre y forma una amena cañada. Refulge en la campiña el sol de Agosto. Resalta, al frente, en el azul intenso, el perfil hosco de las Lometas; los altozanos hinchan sus lomos; bajan las laderas en suave enarcadura hasta las viñas. Y apelotonados, dispersos, recogidos en los barrancos, resaltantes en las cumbres, los pinos asientan sobre la tierra negruzca la verdosa mancha de sus copas rotundas. La luz pone vivo claror en los resaltos; las hondonadas quedan en la penumbra; un haz de rayos que resbala por una cima hiende los aires en franja luminosa, corre en diagonal por un terrero, llega a esclarecer un bosquecillo. Una senda blanca serpentea entre las peñas, se pierde tras los pinos, surge, se esconde, desaparece en las alturas. Aparecen, acá y allá, solitarios, cenicientos, los olivos; las manchas amarillentas de los rastrojos contrastan con la verdura de los pámpanos. Y las viñas extienden su sedoso tapiz de verde claro en anchos cuadros, en agudos cornijales, en estrechas bandas que presidían blancos ribazos por los que desborda la impetuosa verdura de los pámpanos.
José Martínez Ruiz: Antonio Azorín

En una de las tertulias de Los Mercuriales de este año leí a mis compañeros este párrafo de la obra Antonio Azorín, del autor con el mismo seudónimo. Entonces se abrió un debate entre los que consideraban el texto una antigualla que hoy en día no tiene ningún interés, puesto que en él no "pasa" nada -hubo quien dijo que se ponía nervioso porque estaba esperando que hablara alguien, o al menos que apareciera en escena un personaje-, y otros, una minoría, todo hay que decirlo, entre la que me encuentro, que opinábamos que la belleza de las descripciones de la naturaleza que hace Azorín justifica su lectura, y que se puede disfrutar mucho de este tipo de literatura que presenta una imagen tan vívida de paisajes, pueblos y tipos humanos. De hecho, todo el libro va en esta línea, y el autor se detiene morosamente en cada objeto que se ofrece a la vista del protagonista. Si estáis interesados, podéis descargaros el libro gratuitamente en la página de Proyecto Gutenberg, aquí.

Ya os imaginaréis en qué consiste el test de Azorín: aquéllos a los que ha gustado el párrafo seguramente disfrutarán de la lectura del libro, y estarían a favor de que la literatura es algo más que acontecimientos narrados, y que se puede disfrutar de una novela en la que no se narren sucesos, ni se expongan reflexiones, ni se profundice en la psicología de los personajes. Los que consideran esto último como imprescindible en la literatura de hoy en día, los que desprecian los libros de Azorín, que no habrían soportado el paso del tiempo, estarían en la otra orilla.

¿Cuál de las dos posturas será mayoritaria? En la tertulia se vio que la segunda. ¿Y vosotros, qué pensáis?


P.S. Vaya pinta de sieso avinagrado que tenía Azorín. Mira que se esmeró Zuloaga, y le dijo que cerrara los ojos al posar, pero ni así. Y feo, de cojones.

sábado, 25 de junio de 2011

Apuntes (112): Paraísos de la infancia


Ocho años cumple ya Miguel. Ocho años desde que los niños se instalaron en nuestras vidas para cambiarlas, para alegrarlas con sus risas y su cariño, para crisparlas a veces con sus llantos, para dotarlas de un sentido distinto al que hasta entonces habían tenido.


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Al salir anoche al patio, revuelo escandaloso entre las ramas de la glicinia: una pequeña bandada de pájaros asustados al ver profanado su tranquilo santuario. Uno de ellos se coló en la casa desorientado por la luz, y aquí ha pasado la noche. Muy de mañana hemos oído unos sollozos apagados. Era Ignacio, que al bajar por las escaleras ha visto una “cosa” volando, y se ha quedado agazapado en el rellano con más miedo del pájaro que el que el pájaro tenía de él.

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Doblan a muerte las campanas de la Peña en el silencio de la mañana, un sonido que se ha mezclado durante siglos con los murmullos del campo, un tañido fúnebre, que no lúgubre, anuncio de la llegada de una visita largo tiempo esperada, asumida por las generaciones de campesinos con una sabiduría que nunca han tenido las gentes de ciudad.

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Ayer cenamos en la plaza, y los niños no pararon de correr de un lado para otro con los demás niños, jugando a cogerse, intercambiando bicicletas, trepando por la fuente y por los muretes, mientras nosotros, plácidamente sentados, cazábamos al vuelo de vez en cuando a uno de ellos para meterle en la boca un trozo de croqueta o una cucharadita de pisto. El más difícil de atrapar era Gonzalo, que daba vueltas como un loco y no atendía a nuestras llamadas, mientras que a Jaime no había que perseguirle, porque acudía de vez en cuando a la mesa a recoger su ración. Con Gonzalo tuvimos que tomar medidas especiales, y salíamos a recibirle como a un torito travieso, esgrimiendo un tenedor en lugar de un estoque, y él abría la boca feliz para seguir jugando a la vez que comía.

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Soy consciente de que estas horas felices que pasan los niños en verano en Alájar son hoy un raro privilegio de los pocos pueblos donde los padres dejan jugar solos en las calles a sus hijos. Yo no he tenido esa suerte en mi infancia, ni en la ciudad ni en el pueblo costero donde veraneábamos. Tan sólo recuerdo un viaje, tendría yo seis o siete años, en que mis padres me llevaron a pasar unos días en Antas, un pueblo de Almería de donde procede mi familia. Tengo un grato y vago recuerdo de aquellas horas felices plagadas de luciérnagas, calles vacías de coches, silenciosas por la tarde y llenas de los gritos de los niños a la caída del sol, mientras los mayores tomaban el fresco a la puerta de sus casas; aventuras trepando por los tejados y una pariente nuestra que era monja joven y se apuntaba a todas nuestras proezas; parras con la fruta madura y dulce que comíamos allí mismo; el agradable olor dulzón de las higueras, baños en las albercas, casas umbrías de muros anchos… Un paraíso de la infancia perdido hoy en aras de la prosperidad y la riqueza que han dejado los cultivos en invernaderos. Los antenses son ahora muy ricos, pero sus hijos no pueden jugar en las calles.

viernes, 24 de junio de 2011

El insaciable Estado

Era un alma ingenuamente honrada, una conciencia tan angosta, que se asustaba si oía hablar de millones que no fuesen los de la Hacienda. Las cifras muy altas, no siendo las del presupuesto del Estado, le producían un estremecimiento convulsivo; y si en el Ministerio se preparaba algún proyecto relacionado con fuertes empresas industriales o bancarias, se le subía a la boca, sin poderlo remediar, la palabra chanchullo [...] Para él la Propiedad, la Industria, el consumo mismo, eran organismos o instrumentos de defraudación, algo de disolvente y revolucionario que tenía por objeto disputar sus inmortales derechos a la única entidad dueña y propietaria de todo, la Nación.
Benito Pérez Galdós: Miau

Son muchos los que piensan que en la actualidad el Estado interviene demasiado en la vida de los ciudadanos, tanto en aspectos civiles como económicos. La corriente liberal de pensamiento económico, nacida en el Reino Unido a finales del siglo XVIII, tuvo unos ilustres continuadores en la escuela neoclásica de finales del XIX, y, a pesar de la irrupción en la ciencia económica del pensamiento keynesiano, básicamente intervencionista, a partir del final de la Segunda Guerra mundial, la figura de Milton Friedman, al frente de la escuela de Chicago, le dio buena réplica en los años 70. Hoy en día el debate continúa, y, si bien es cierto que con la crisis actual la mayoría de gobiernos están adoptando medidas de corte keynesiano, las voces liberales siguen haciéndose oír, reivindicando la figura de economistas como Friedich von Hayek, cuya obra trasciende el ámbito de la Economía y abarca el conjunto de las ciencias sociales.

Después de esta improvisada y sintética lección de historia del pensamiento económico, volvamos a la cita de Galdós. El gran escritor canario escribe esta obra en 1888, cuando en gran parte de Europa la Revolución Industrial era un hecho, y las teorías liberales se abrían paso. Entretanto, en España el Estado era un gigante que todo lo devoraba, la única posibilidad de colocarse medianamente bien en la época era como funcionario, y las cesantías eran el pan nuestro de cada día. La iniciativa privada se puede decir que no existía, salvo el comercio minorista. Las palabras de Pantoja, jefe de negociado, son sin duda exageradas, pues Galdós hizo en esta obra una crítica despiadada del sistema, pero ilustran una situación de atraso crónico. Cien años después, la aspiración de buena parte de los españoles sigue siendo aprobar unas oposiciones, y volvemos los ojos desesperados al Estado para que nos libre de la crisis y aleje el fantasma griego, como si nada dependiera de nosotros.

jueves, 23 de junio de 2011

Mucho pedir


No cabe duda de que Google es el oráculo de nuestro tiempo. La fe que se tiene en esta entidad sobrenatural supera a la de todos los dioses que han adorado los hombres a lo largo de la historia. Una prueba: alguien ha entrado en mi blog tecleando en Google: "chistes de chiquito que no sepa Rafa". ¡Ojo!: no es que pida chistes de Chiquito, es que además no los puede saber su amigo Rafa, y así se asegura triunfar en la próxima reunión de amigotes.


¡País...!

Apuntes (111): Escaparates


Las presentaciones de libros suelen ser escaparates de egos más o menos inflados e insatisfechos. Todos necesitamos para nuestro corazoncito una ración de reconocimiento; así, algunos acuden a estos actos obligados por su editorial, pues les espantan los actos sociales y huyen de la notoriedad pública, conformándose con la aprobación de sus colegas y de los lectores. A otros, sin embargo, les gusta pasearse por los salones y pavonearse con inocencia, conformándose con su momento de efímera fama. Y después hay otro grupo, el más peligroso, integrado por los que llegarían al asesinato con tal de publicar, y cuando lo consiguen hacen una campaña salvaje para promocionar su libro y que se venda más que el de ese otro escritor enemigo suyo. Gastan en esta lucha unas energías que les bastarían para escribir dos o tres libros más.


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Estos amaneceres cálidos de finales de junio son un modo cruel de empezar el día, con todo el sol del mundo por delante, una luz que nos ciega y un calor que se cuela por debajo de las puertas y atraviesa las ventanas para mordernos.

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Las adelfas son arbustos asfálticos.

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Volvió a su trabajo como quien se reencuentra con un viejo conocido al que la rutina no ha cambiado un ápice en todos estos meses. Recobró en un instante las sensaciones olvidadas de outsider vocacional, visitante obligado de la cotidianidad vespertina, un engranaje de la maquinaria absurda de fabricar clones y destruir conciencias. Cada vez más perdido y perplejo, cada vez más hundido en el sillón de la sala, aislado, la mirada baja, esperando el timbre que anuncia un nuevo sacrificio a la mayor gloria de lo absurdo.

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El poeta portugués nunca hubiera entendido que le llamasen genio. Tan grande era su arte, que para él era pequeño.

miércoles, 22 de junio de 2011

Diez razones para no hacer ejercicio



1. Correr es de cobardes.

2. Levantar pesas es de sísifos.

3. Nadar es de besugos.

4. Hacer aerobic es de anaeróbicos.

5. Correr la maratón es de masoquistas.

6. Hacer Tai Chi es de carajotes.

7. Las endorfinas no existen.

8. Esquiar es muy caro.

9. Sudar es asqueroso.

10. Hace tela de calor.

La importancia de un nombre



Y a esto que llega ese pedazo de Julieta, se asoma al balcón, y va y le dice a Romeo:

'Tis but thy name that is my enemy;
Thou art thyself, though not a Montague.
What's Montague? it is nor hand, nor foot,
Nor arm, nor face, nor any other part
Belonging to a man. O, be some other name!
What's in a name? that which we call a rose
By any other name would smell as sweet;
So Romeo would, were he not Romeo call'd,
Retain that dear perfection which he owes
Without that title. Romeo, doff thy name,
And for that name which is no part of thee
Take all myself.

O, lo que es lo mismo, en cristiano:

Sólo tu nombre es mi enemigo;
tú eres quien eres, no un Montesco.
¿Qué es un Montesco? No es mano, ni pie,
ni brazo, ni cara, ni cualquier otra parte
que pertenezca a un hombre. ¡Oh, sé cualquier otro nombre!
¿Qué hay en un nombre? ¿Acaso eso que llamamos rosa
no tendría con otro nombre la misma fragancia?
¿No mantendría Romeo, aunque así no fuera llamado,
la admirable perfección que posee
sin ese título? Romeo, quítate tu nombre,
y por ese nombre que no es parte de ti
toma todo mi ser.

P.S. Es poesía pura. Una vez, viendo una representación de ésas modernas, en la que Romeo apareció en pelotas, a mi amigo Juan no se le ocurrió otra cosa que decir en alto: "Romeo, Romeo, que no te la veo".

martes, 21 de junio de 2011

Índice de felicidad celular (IFC)


A partir de hoy voy a dejar unas fórmulas para que averigüéis lo felices que sois en relación con los más diversos factores. La primera de ellas va en relación al uso de los teléfonos móviles.

IFC = 100 / [nº diario de llamadas realizadas + (2 x nº diario de llamadas recibidas)]

- Para valores de IF comprendidos entre 0 y 1: profundamente infeliz.

- Entre 1 y 2: infeliz.

- Entre 2 y 5: moderadamente infeliz.

- Entre 5 y 10: normalito, ni fu ni fa.

- Entre 10 y 20: feliz.

- Mayor que 20: muy feliz.

- Infinito: Felicidad plena.

lunes, 20 de junio de 2011

Apuntes (110): Bloguera volant



Redactar estos apuntes en el ordenador y, todavía más, directamente en la plantilla de blogger, es como traicionar al cuaderno de papel que han usado los diaristas durante generaciones, sabiendo que probablemente nunca compartirían sus anotaciones con nadie o, si acaso, con los más íntimos. Incluso los escritores que tenían la intención de publicar su diario escribían con la tranquilidad de que pasarían años hasta que éste viera la luz, y en ese tiempo habría tiempo para recortes, adendas y correcciones. Los diarios en la red constituyen un nuevo paradigma en el género por su frescura, inmediatez en la publicación, interactividad y, no todo iba a ser bueno, por su condena al entierro en los sótanos de Internet al poco tiempo de su publicación.

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Este diario va muriendo día a día, conforme lo leen con más o menos asiduidad los visitantes de mi blog, a los que debo en gran parte la motivación para llevarlo. Para mí, sin embargo, esa muerte es relativa, y de vez en cuando lo resucito, acudiendo a entradas antiguas. Muchas de ellas están anotadas en mis cuadernos de papel, pero otras no, y el orden definitivo, la forma más o menos acabada que he pretendido dar a mi diario, la he volcado en mi blog, que, al fin y al cabo, no es más que unos millones de bytes volanderos, que no se sabe si permanecerán mucho tiempo en esa nube que nos venden los gurús informáticos, o en el disco duro de mi ordenador, que tiene fecha de caducidad, o en mi pen drive, que pierdo con una periodicidad mensual. Por eso preferiría contar con un flamante diario en papel, con sus tapas duras y su tipografía elegante, que incluyera también las imágenes con las que acompaño algunos textos. Ese objeto precioso lo guardaría en sucesivos volúmenes en una estantería de mi biblioteca, con la certeza de que duraría lo que ha durado un libro desde que se inventó la imprenta, o desde los tiempos de los pergaminos: cientos, miles de años.

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¿Y a qué ese afán de que dure lo que uno ha escrito? Vanitas vanitatis...

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Para conservar, para venerar algún objeto, éste debe ser tangible. Nadie en su sano juicio perdería la cabeza dentro de cien años por un e-book editado en 2011. Si desaparecen los libros de papel, con ellos morirá la bibliofilia. Conviene separar claramente dos cosas: lo leído y el objeto en que se lee. En cuanto a lo primero, el formato electrónico va ganando puntos por lo práctico; yo mismo leo ya más en mi reader que en papel. En cuanto a lo segundo, mi ridáider es de usar y tirar. No me dolerá comprar otro más avanzado; es tan sólo una cuestión de dinero.

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Bloguera volant, scripta manent.

domingo, 19 de junio de 2011

De la brevedad en la escritura (II)



Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos.
Jorge Luis Borges
Acabo de claudicar de la lectura de La cartuja de Parma, de Stendhal. No suelo renunciar tan fácilmente a un libro una vez empezado, tengo un rechazo instintivo a hacerlo. Ya me pasó hace un tiempo con el Ulises de Joyce, y, dada la experiencia, no lo pienso intentar con Proust. Es como si desde que escribo en el blog las novelas me interesaran cada vez menos, sobre todo esas largas novelas realistas y psicológicas del siglo XIX y principios del XX. No hace tanto tiempo que disfruté de la lectura de Rojo y negro, también de Stendhal, y en mi adolescencia me tragué miles de páginas de Tolstoi y Dostoievski, pero no creo que la literatura de hoy en día vaya por ese camino, o al menos a mí no me atrae en absoluto. Prefiero mil veces leer un diario brillante, donde además de sucesos se exponen opiniones y, sobre todo, sensaciones, que una larga trama elaborada, por muy bien escrita que esté. Creo que el único libro largo que volvería a leer es el Quijote, que no creo que entre dentro de la categoría de novela, sino que habría que etiquetarlo como obra de arte, a secas.

Lógicamente, estas preferencias mías en la lectura tienen su reflejo en lo que escribo; a día de hoy me veo incapaz de escribir un relato de más de diez páginas. ¿Defecto?, ¿virtud? Más bien una evolución, creo yo.

sábado, 18 de junio de 2011

Las alas del tiempo



Go, go, go, said the bird: human kind
Cannot bear very much reality.
T.S. Eliot: The four Quartets (I): Burnt Norton

jardín de otoño
el misterio del tiempo
bate sus alas

viernes, 17 de junio de 2011

Trinos



Cuando se muera el último pájaro que habita nuestros bosques sobrarán los árboles y los paisajes. ¿Qué sentido tendrán los verdes valles sin el canto alegre de las alondras, los mirlos y los jilgueros? ¿Y acaso no morirán de tristeza las florestas y los matorrales, huérfanos de los trinos de la oropéndola, el ruiseñor y el alegre petirrojo? Donde un pájaro canta nunca habita la soledad. Nada hay más triste que contemplar un pájaro muerto. El ave que yace abatida con las alas extendidas en la tierra es el heraldo del silencio. Y después del silencio, viene la soledad. Y después de la soledad… después de la soledad, sólo hay negrura.

jueves, 16 de junio de 2011

Canto


¿Por qué apuntan los ojos a la nada
sin ver el sol que todo lo ilumina?
¿Por qué velan las sombras la mirada
y el rostro del ayer se difumina?

¿No llueven los colores en cascada
por la tapia del patio? Imagina
toda la luz del mundo concentrada
en este día aciago que termina.

Siempre viene a cantar el ruiseñor
junto a los corazones afligidos
y se posa en la rama sin temor.

Los duendes de la dicha están dormidos,
el miedo se disfraza de dolor
y aguardan los deseos florecidos.

miércoles, 15 de junio de 2011

Apuntes (109): Haikus en prosa



Los pequeños relatos de Kawabata tienen esa magia especial de la literatura japonesa. Están hechos de imágenes, de sensaciones, y no tienen esa estructura tan nuestra de introducción, nudo y desenlace. Los occidentales que afrontan un relato están siempre pendientes del final, esperan unos fuegos artificiales que justifiquen la lectura, y muchos se impacientan si ese final no llega o no cumple con las expectativas. A Kawabata, sin embargo, hay que leerlo con lentitud, sintiendo cada párrafo, cada palabra, cada sílaba, y dejándose llevar por su ritmo pausado. No es muy frecuente este estilo en la prosa española, pero sí podemos encontrar algunos ejemplos. Para mí, el más significativo es el de Azorín, tan despreciado por esta sociedad de lectura compulsiva.

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Quien cita a un autor sin haber leído la obra de la que proviene la cita se queda con un cascarón vacío, que luego rellenará de frutos de su propia cosecha, pero que no deja de ser un adorno pretencioso.

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Estoy desarrollando una preocupante aggelmafobia (para los incultos -y también para los cultos-, pánico a los mensajes recibidos, especialmente por correo electrónico). Es otra de esas nuevas enfermedades que nos trae el denominado progreso, y de las que se descojonarían los parroquianos que acuden a diario a la plaza de Alájar.

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La escritura de este diario se hace penosa por días, y es que son pocas las cosas que me pasan, como también son pocas las gentes con las que hablo. Converso más con los libros que con las personas, aunque con quien más converso es conmigo mismo. De esas conversaciones sale la pasta que luego moldeo en estos apuntes que pasan con algo de pena y un pedacito de íntima gloria. Apuntes que a veces me dan la vida, ésa que algunas, demasiadas veces, no vivo.

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Los grandes hombres nunca tiene que reivindicarse.

Apuntes (108): Castillos de naipes



Borges abruma con su cultura, aunque a uno siempre le queda la sospecha de que monta castillos esplendorosos con unos naipes tomados de aquí y de allá. Es lo de menos: el resultado es magnífico.

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Los escritos teológicos van siempre acompañados de una apabullante cantidad de citas de otros teólogos, glosas de las Sagradas Escrituras, refutaciones, silogismos... todo un arsenal erudito poco adecuado para el propósito al que sirven. La búsqueda de la verdad teologal necesitaría de sólidos cimientos, agarres y peldaños, pero todos los apoyos que encuentran los teólogos se sustentan a su vez en un lecho inestable e incierto. Se me antoja esa búsqueda como un sendero por colinas onduladas hechas de arenas movedizas, cuya cumbre no es más que el principio de un nuevo camino errante.

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La amistad no consiste en devolver favores, sino en hacerlos.

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He oído a alguien decir que el diario de Pessoa es triste, pero no es así: la tristeza nunca se viste de gala. Ese diario es una gloria de las letras, un festival de vida en la penumbra de un espíritu privilegiado. Lo profundo de su prosa y el lirismo de su estilo convierten a Bernardo Soares en un ser excepcional, sin precedentes conocidos ni continuadores de su estela. No es un diario triste, ni alegre, es el alma de los hombres contemplada por un genio.

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Entre la broma y el insulto hay una frontera marcada por la empatía.

martes, 14 de junio de 2011

Sombra


Dormida en lo profundo de mi mente
vive una sombra hueca y tenebrosa.
Yo no la temo, y bebo de la fuente
de la vida sencilla y armoniosa.

Anoche abrí los ojos de repente
y la sentí salir, fría y viscosa.
Resbalaban jirones por mi frente
de niebla sucia y agua venenosa.

No me dejes solo, toma mi mano,
ayúdame a esconderme en tu regazo
de esta tiniebla cruel, del frío cercano.

Atrapa mis fantasmas con un lazo,
no dejes que me acueste tan temprano
y antes de dormir dame un abrazo.

"Criebla" del sistema educativo


Nunca me han gustado demasiado esas antologías del disparate y las mofas que se hacen de las barbaridades que ponen los alumnos en los exámenes. Más bien me dan algo de pena, pues reflejan la ignorancia que reina en muchas de nuestras aulas. Rompiendo mi costumbre, hoy traigo un ejemplo especialmente preocupante de un alumno que cursa primer curso de bachillerato (para los despistados, el antiguo tercero de BUP). Al poco tiempo de hacer el examen me envió el siguiente correo electrónico:

Don jose miguel acorregio usted el examen del dia 6 que hize con usted, es por si me podias decir la nota gracias y un cordial saludo.

Y al corregir el examen no entendí muy bien la prisa que tenía por saber la nota. Doy sólo una muestra:

Pregunta: ¿Qué es el Banco Central Europeo y cuáles son sus funciones?

Respuesta: Es el banco que lleva Europa y sus funciones es vigilar los países Europeos de posibles crieblas.

lunes, 13 de junio de 2011

Dylan Thomas: And death shall have no dominion



Este poema me lo dio a conocer mi amigo José María Jurado, que lo recitó con una voz emocionada. Se trata de un poema muy difícil de traducir, con una gran fuerza y un tono épico que impresiona. La traducción en endecasílabo de su primer y último verso, "Y la muerte no tendrá señorío", es muy afortunada, y le aporta una emoción similar al título original. El problema surge con las continuas imágenes de la muerte ideadas por Thomas. En cualquier caso, merece la pena leerlo en inglés con un diccionario en la mano, para disfrutarlo en plenitud.

Y la muerte no tendrá señorío.
Los muertos desnudos se confundirán
con el hombre del viento y la luna poniente.
Cuando sus huesos roídos desaparezcan
tendrán estrellas en los codos y en los pies;
aunque enloquezcan serán sensatos,
aunque se hundan en el mar resurgirán;
aunque se pierdan los amantes quedará el amor,
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Bajo las ondulaciones del mar
se tumbarán para morir derechos,
enroscándose en el potro cuando cedan los tendones,
atados a una rueda, y no se romperán.
En sus manos la fe se partirá en dos
y los pisotearán demonios de un solo cuerno;
separarán todos sus miembros, y no crujirán;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Que no griten más las gaviotas en sus oídos
ni las olas rompan con estruendo en las playas.
Donde brotó una flor, que esa flor no vuelva
a levantar sus pétalos a los embates de la lluvia.
Aunque estén locos y muertos como clavos,
sus cabezas golpearán la flores de los prados;
asaltarán el sol hasta que se detenga,
y la muerte no tendrá señorío.


And death shall have no dominion.
Dead men naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
Under the windings of the sea
They lying long shall not die windily;
Twisting on racks when sinews give way,
Strapped to a wheel, yet they shall not break;
Faith in their hands shall snap in two,
And the unicorn evils run them through;
Split all ends up they shan’t crack;
And death shall have no dominion.
And death shall have no dominion.
No more may gulls cry at their ears
Or waves break loud on the seashores;
Where blew a flower may a flower no more
Lift its head to the blows of the rain;
Though they be mad and dead as nails,
Heads of the characters hammer through daisies;
Break in the sun till the sun breaks down,
And death shall have no dominion.

domingo, 12 de junio de 2011

Felicidades


A mi hijo Ignacio, que cumple hoy cuatro añitos y sobrevivió al ataque de un burro feroz, y a mis amigos Julio y Alejandro, que presentaron el jueves pasado sus libros, como se puede leer en
esta crónica.

viernes, 10 de junio de 2011

Apuntes (107): Economistas de salón


Dice Trapiello que su Salón de pasos perdidos es una novela en construcción. Al principio no me lo parecía: lo veía como un diario más o menos íntimo de vivencias, opiniones y ocurrencias, pero ahora que llevo leídos tres volúmenes, y no en orden cronológico, me doy cuenta de la razón que tiene. En esas páginas está su vida, su persona, la huella de su paso por el mundo. Qué mejor novela que la de uno mismo, aunque no se sepa el desenlace; o, mejor dicho, aunque se sepa demasiado bien.


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Cita mucho Trapiello los diarios de Leautaud, y le entran ganas a uno (me tiene comida la moral) de leerlos. He estado indagando, y parece un autor bastante raro, lo que todavía aumenta más mi interés.

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Y hablando de raros, acabo de empezar un nuevo libro de Alejandro Sawa: Declaración de un vencido. Tratándose del gran bohemio que fue, el título promete, y más conociendo ya su amplia cultura y, sobre todo, su personalísimo y depurado estilo.

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Es digna de ver la cantidad de "enteraos" que han surgido con esto de la crisis. Asisto atónito a verdaderas lecciones magistrales de Economía por compañeros, con todos mis respetos, legos en la materia, y no porque no la hayan estudiado en la universidad, que al fin y al cabo no proporciona un bagaje demasiado amplio, sino porque se piensan que, al ser un asunto cotidiano, es posible teorizar y sacar conclusiones sin haberse preocupado de estudiar los rudimentos de esta ciencia. Se habla con tanta ligereza, se dicen tantas barbaridades... y lo peor es que cuando estas sandeces se pronuncian de forma convincente los oyentes se lo creen, aunque uno, que sabe más que ellos, trate de convencerles de lo contrario. Es lo que tiene de malo que tanto oradores como público sean ignorantes sobre lo que se habla, que al final se cae en el fanatismo.

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Nunca me dedicaría a consagrar una gran parte de mi tiempo al estudio de la vida y obra de un hombre, por muy grande que éste sea. Tampoco me atrae mucho el género biográfico. Prefiero la lectura directa de sus obras, o la contemplación de su arte. Lo demás, para mí es accesorio.

jueves, 9 de junio de 2011

Apollonia



Apollonia tenía en su mirada toda la luz de Sicilia. Ella era el campo, los olivos, la tierra amarilla y el sol ardiente, la cosecha de oro puro y las raíces milenarias y oscuras de un país legendario. Apollonia no sabía lo que era América, pero el americano sí sabía lo que era Sicilia, y cayó rendido a sus pies. Fueron felices poco tiempo, el suficiente. Después, una bomba piazzata sotto la macchina esplode quando Apollonia la mette in moto. Michael enterró sus últimos recuerdos en aquella tierra quemada.



E la morte...

miércoles, 8 de junio de 2011

Mariconadas blogueras (VI): Récord de comentarios


Vengo rumiando esta entrada desde hace mucho tiempo, pero no me decidía a escribirla porque uno (es decir, yo) salía bastante malparado. Como en los últimos tiempos está bajando ostensiblemente el número de comentarios que tienen ustedes a bien dejar en mis entradas, el cambio de escenario me deja en una mejor posición, y aquí me lanzo pues: proclamo a los cuatro vientos del Internet que es una gran mariconada el afán por acumular en el zurrón bloguero cuantos más comentarios se pueda (la imagen de la izquierda es un patético ejemplo de lo que digo).

Hay quien lleva a gala que su blog es mejor que el de los demás porque cada día recibe 10, 20, 50 ó 100 comentarios. En primer lugar, hay algo muy obvio: no todos los lectores del blog tienen por qué comentar; es más, la notoriedad del mismo vendría dada por el número de lectores, y no por el de comentaristas. Además, sé de buena tinta (uno, que es un cotilla) que muchos blogueros se dedican a explorar el vasto universo bloguilandio dejando huella de su visita a cada cuaderno que van, sea éste español, argentino o armenio-azerbayano. Estadísticamente, está comprobado que de cada cinco comentarios que se hacen en otros blogs se recibe uno en respuesta. Según estos cálculos, un bloguero que visite 500 blogs en un día (da tiempo de sobra, lo sé de buena tinta) recibiría una media de 100 comentarios, más los que caigan de propina por otras vías. Esta clientela hay que mantenerla, como es lógico, pero nuestro ambicioso personaje tiene diseñada una completa estrategia de visitas programadas, con comentarios tipo spam, que al fin y al cabo son también los que recibe. Además, nuestro hombre responde puntualmente uno por uno a los comentarios recibidos, con una o dos palabras, con lo que consigue duplicar su cifra ansiada, que ya va por 200.

Por si no quedara clara la vanidad de estos narcisos y la inutilidad de sus acciones, basta echar un vistazo a los blogs de autores consagrados, por ejemplo el cuaderno de Andrés Trapiello o el de Felipe Benítez Reyes, para comprobar que reciben muy pocos comentarios. Yo los denomino (mi amigo Alejandro lo sabe muy bien), blogueros eximios. El eximiato no está al alcance de cualquiera, pues consiste en recibir muchas visitas y pocos comentarios. Ahí queda el reto.

Y a continuación, ofrezco mis números, que hablan por sí solos:

- Récord de comentarios en una entrada: 79, el 12 de noviembre de 2009.

- Número medio de comentarios desde que abrí el blog: 12230 comentarios / 756 entradas = 16,2 comentarios por entrada.

- En el último mes: 306 comentarios / 36 entradas = 8,5 comentarios por entrada.

- En la última semana: 48 comentarios / 9 entradas = 5,3 comentarios por entrada.

- El último día: 0 chops, por primera vez desde el 12 de enero de 2009, recién abierto el blog.

Por otro lado, el número de visitas al blog ha ido siempre en aumento, actualmente recibo unas 150 al día (esto es otro pedazo de mariconada del que ya hablé hace un tiempo).

Conclusiones:

1. Estoy pasando de ser un chufla en toda regla a adquirir galones de eximio, señores, y a marchas forzadas. Prepáranse, que no va a haber quien me aguante.

2. Hay que ser gilipollas para perder el tiempo haciendo estos números.

martes, 7 de junio de 2011

Una cagada de relato


Era un tipo insufrible. Nadie era capaz de aguantar más de unos minutos a su lado, tal era su mala educación y su maledicencia. En lugar de saludar emitía un desagradable gruñido, para a continuación torturar a su interlocutor con espantosos detalles de su vida. Poco le importaba haber dicho lo mismo cientos de veces a otras tantas personas, que él lanzaba impertérrito su letanía miserable, ahondando en los detalles más escabrosos de su vida íntima, siempre acompañada de las desgracias más terribles. Su único interés consistía en abordar su eterna lista de agravios, y gritaba mientras profería sus lamentos, haciendo grandes gestos de aflicción. En el pueblo se hacían apuestas a ver quién le oía por más tiempo, pero poco era el premio para tan grande sacrificio. Por eso, todos se asombraron cuando vieron entrar en el casino a un forastero, al que se acercó como un buitre a la carroña, y comenzó su perorata habitual, acaso redoblada por la novedad del oyente, y éste aguantaba impertérrito, diez minutos, veinte... media hora, una hora, dos... hasta que el campeón de la palabra cayó vencido, y entonces habló el forastero:

- I beg your pardon?

lunes, 6 de junio de 2011

Hace tiempo


Hace tiempo que no vuelven los recuerdos.

Ese niño que jugaba con la arena
en la orilla de la playa adormecida
ya no juega, ya no mira descarado
a los ojos de quien muere por besarle.

Hace tiempo que no suena mi teléfono.
Soy consciente de que me he cargado el ritmo,
que lo poco que estos versos prometían
han caído en la mayor de las desgracias,
pero tiene mucha guasa que haya hecho
un contrato con Orange, y que me llamen
una vez cada semana, como mucho.

Hace tiempo que os habréis apercibido
que estos versos tienen doce, y no once sílabas,
que el acento se repite como un látigo,
y que no hay que desdeñar los metros raros.

Hace tiempo que ha dejado de importarme
lo que pasa al otro lado de mi puerta.
Los amigos de verdad, mis cuatro hijos,
mi mujer, mi compañera, su dulzura,
un puñado de palabras bien compuestas,
y el fantasma del dolor tendrá sentido.

La puerta de Mr. Google (V)


No me puedo resistir, tengo que compartirlo: hoy ha entrado un internauta en mi blog tecleando en google: "el hombre con el pito mas largo del mundo entrando en el hueco mas abierto". Resulta conmovedor. Muchos de los mejores momentos que me depara esta adicción a la blogueína vienen de mi cotilleo por los senderos que llevan a mi blog a internautas incautos. Aquí os dejo otras perlas (todas sic):

- como damas gusto acerse unapaja

- maturbar

- los gilipollas de la plaza del sol

- bulto en el sobaco de mi perro

- secta de los mercuriales (ésta es especialmente inquietante).

- ocells que defequen de color lila

- raphael y otros maricones

- los acampados de sol arrancan las flores para plantar pepinos

- calvicie fin de todo (sorprendente manifiesto existencial).

- rimas del tipo po trinca

- ernia diodenal

- unamonos por donde meamos (genial)

- como hacer el amor con un calvo ?????

- mujeres usando mercuriales (compañeros, esto promete...)

sábado, 4 de junio de 2011

Apuntes (106): O fingidor


Se sentía tan desgraciado que creía ser culpable de lo desgraciado que era.


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A veces, al leer una entrada de un diario, se nota una impostura escandalosa, de la que probablemente ni el propio autor era consciente al escribirla. A mí me ha pasado al releer apuntes antiguos de mi cuaderno. La escritura, si no honesta, ha de ser al menos creíble. No se trata de decir la verdad, sino de escribir con convicción. Y esto mismo se aplica, con mayor fuerza aún, a la poesía.

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Culturalismo: culturismo intelectual.

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Me molesta la exhibición de ideologías que hacen algunos escritores. Aunque a mí me espante la mera mención de esa palabra, todo el mundo es libre de tener las ideologías que considere oportuno, y de airearlas, pero cuando se trata de un escritor, éstas se inmiscuyen inevitablemente en su obra, y la contaminan, generando una corriente de odio o simpatía que sólo puede perjudicar la lectura. No me gustan los escritores ideólogos, sino los que tienen grandes ideas.

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¡Qué estimulante es la soledad buscada, y qué terrible la sobrevenida!

viernes, 3 de junio de 2011

Ramón Simón: Las miradas del amor



Es Ramón Simón un tipo interesante. Yo le he conocido hace poco, a través de la afamada tertulia de Los Mercuriales (lo de afamada es cosecha mía). De perfil aguileño y mirada de aguililla, no pasa nunca desapercibido, y ameniza nuestras reuniones con un amplio repertorio de ocurrencias más o menos subidas de tono, como sus poemas, que mantienen el tono muy alto, algo siempre difícil en poesía, quizá la diferencia entre un poeta y un versificador. Es la suya una poesía íntima, profunda, que hunde las raíces ahí donde más nos duele: en nuestra experiencia familiar como nietos, como hijos, como hermanos, como padres. Yo me meto de vez en cuando con él diciéndole que es un cenizo, sacando poemas tan tristes, y él lo encaja lo mejor que puede. ¡No van a ser tristes, si son hondos!

Y a lo que quería llegar: el amigo Ramón, o Simón, el mismo premio lleva, tiene una gran afición reciente que se ha ido agrandando a la par que su pericia en ella. Ha tomado los trastos de inmortalizar y vaga por estos mundos cámara en mano retratando esencias, aguardando paciente a que el milagro del arte aparezca ante su objetivo para pulsar el botoncito, con lo fácil que parece y lo difícil que es. Fruto de esta dedicación casi mística, Ramón ha inaugurado esta misma tarde en la Casa del Libro de Sevilla una exposición titulada Las miradas del amor, que estará abierta hasta el 27 de junio, con magníficas fotografías de la Semana Santa sevillana, que ahora en verano se paladea con más tranquilidad y mesura. Sus compañeros mercuriales hemos colaborado con unos textos líricos para acompañar las fotos, pero yo, que soy un poco mamoncete, me he ido a la playa y he dejado a Ramón una mijita tirado; algún defecto tenía que tener uno. Al menos estoy en espíritu, viajando desde Rota a Sevilla por la alfombra mágica de Internet.

Bueno, no me enrollo más, que os paséis a verla si podéis, y si no visitad su hermoso blog
Sombras pequeñas, donde encontraréis una muestra nada pequeña de su arte.

Poor little swallow



A la memoria de Carmen Salas-White

Mi relación con los idiomas, y especialmente con el idioma inglés, siempre ha sido idílica. Desde pequeño me ha fascinado la posibilidad de comunicarme y, sobre todo, leer en una lengua distinta a la mía. Ello me abría a un mundo más amplio si cabe que el de la rica lengua española. Leer en su idioma original a los grandes autores de la literatura siempre me ha supuesto un placer que justificaba con creces el esfuerzo que debía hacer, aunque inevitablemente se me escapaba (y se me sigue escapando) el sentido de muchas expresiones, que sólo alguien que haya mamado la lengua puede abarcar. Siempre digo que una de mis asignaturas pendientes es alcanzar un nivel suficiente en alemán como para entender medianamente bien textos en este idioma; la lengua alemana me parece que tiene una posibilidades de expresión y unos matices que superan a las otras lenguas europeas. Volviendo al inglés, recuerdo con cariño las clases particulares que recibía desde niño de una señora escocesa que vivía justo en el piso de debajo del nuestro. Se llamaba Carmen, y contaba unas historias maravillosas de su vida de joven: su padre había sido una persona importante, y había conocido la alta sociedad británica de la época de posguerra. En las clases que me daba nos dedicábamos básicamente a conversar, y a ella debo el poder expresarme correctamente de palabra, algo que perfeccioné posteriormente en Inglaterra. Además de la conversación, muchas veces leíamos cuentos, que a mí se me antojaban mágicos, seguramente porque estaban en inglés. Uno que recuerdo nítidamente se refería a una pobre golondrina que cuando llegaba el frío no emigraba, y acababa muriendo. Desde entonces la palabra "swallow", golondrina en inglés, siempre me recuerda a la infancia, y como apenas la uso ni la leo ha mantenido un fuerte poder evocador. Hoy se me ha venido a la cabeza, no sé por qué, y he compuesto este modesto poema en mi blog en inglés. Quiero que sirva de homenaje a esta mujer, ya fallecida, que siempre me mostró un especial cariño, incomprendida en la comunidad donde vivió la última mitad de su vida, británica hasta la médula en un mundo que le era ajeno. Deseo que mi pobre golondrina llegue volando hasta ella, donde quiera que esté.

jueves, 2 de junio de 2011

Apuntes (105): Gorronería telefónica


Existen, al menos, tres universos: el de los sueños, el de la poesía, y ese otro que llamamos realidad pero que no sabemos muy bien cómo definir, y que no es más que el que comparto ahora con todos los que me leen.


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En el tiempo está la clave de la filosofía. ¿Cómo podemos ser tan necios para pensar que ese éter que nos acompaña en el viaje de nuestra vida y de la vida de nuestros antepasados no pueda extenderse hasta el infinito alumbrando innúmeras vidas que no percibimos, pero que nos es dado intuir?

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La pedantería es la inteligencia de los tontos. ¿Dijo esto alguien antes de mí o son imaginaciones mías?

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Pues ya hay que ser tonto para escribir "innúmero" en lugar de "innumerable". ¡Ehhhhhh, alto ahí! Cojan ustedes el DRAE.

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Esos compañeros que usan furtivamente en los descansos el teléfono de la sala grande me inspiran un sentimiento parecido a la ternura. Una y otra vez se demuestra la atracción que ejerce en este país todo aquello que sea gratis, incluso si hay que delinquir para conseguirlo. Es más, si el objeto del deseo se obtiene de tapadillo, engañando, o haciendo como que se engaña, al dueño del tinglado, la sensación se aproxima al orgasmo pecuniario.

Mariconadas blogueras (V): Los premios


Seguimos con esta inagotable serie dedicada a las mariconadas blogueras, todas esas chorradas que hacemos los blogueinómanos llevados por nuestra vanidad -el que esté libre de pecado es el más maricón de todos-, y que vistas desde fuera causarían sonrojo al más pintado, nunca mejor dicho. La entrada de hoy va dedicada a los llamados "premios", esos galardones que cuelgan de algunos blogs a modo de trofeo, y que revisten las más diversas formas y colores. Un premio que se precie debe tener al menos dos corazones o, en su defecto, un buen manojo de rosas bien encarnadas. Se trata de llenar de colores la página del premiado, que tiene una obligación ineludible de colgarlo en su blog, cualquiera le hace un feo a la entidad premiante. Estos premiadores son tremendamente magnánimos, y basta con que se les haga en su blog un comentario mínimamente halagador, o a veces ni eso, para que le encasqueten a uno el premio de marras, que a ver dónde lo cuelga luego sin que haya el consabido cachondeíto de los amigotes. Además de las flores, corazoncitos y demás parafernalia rosácea se hace mucho uso de elfos, hadas, gnomos y demás criaturas sacadas del universo de Tolkien, y también manos, muchas manos entrelazadas, como dando a entender la fraternidad que genera el mundo de los blogs. Las mariposas de vivos colores son también muy socorridas, así como las plumas estilográficas y los libros abiertos por la mitad. Uno de cada dos premios tiene la imagen de una mujer envuelta en paños vaporosos, con una expresión arrebatada, no se sabe muy bien si mística u orgiástica, y con una larga y sedosa melena o, en su defecto, unos cabellos rizados del color de la caoba.

Que los premios son una mariconada, no creo que nadie lo dude. Ahora bien, también hay que tener en cuenta la persona que te los da. Resulta que hoy mismo, una de mis mejores amigas blogueras, con la que me carteo a traves de los chops casi desde que abrí el blog, la entrañable y simpatiquísima Liliana, ha tenido a bien -¿cómo has podido hacerme esto, ingrata?- concederme un premio. No es de los más desesperados, ésa es la verdad, pues no aparecen flores, trasgos ni corazones, pero es un premio al fin y al cabo, con lo que yo he rajado de ellos. Lo podéis ver en lugar preferente de mi blog, pero -¡ojo!- ahí estará unos días, después lo pasaré a los sótanos del cuaderno, que uno tiene su reputación, y sabe que le leen escritores y poetas tan serios que al ver una mariconada huirían despavoridos de mi blog ante una ofensa tal a sus elevadas narices blogueras -¿Pero de qué hablas, JM, si te hartas de escribir entradas guarras?-. Es verdad, a estas alturas el personal me tiene calado, mi reputación literaria está perdida, nunca tendré credibilidad escribiendo un ensayo sobre la evolución de la poesía áulica en la corte de los Austrias. Queda, pues, plantado el premio como un pino piñonero, a la espera de ser trasplantado a un sitio más discreto.

¡Gracias, anyway, Liliana de mis bloguerías!

miércoles, 1 de junio de 2011

Apuntes (104): Las rosas de mi jardín



Junio no es el mes más cruel, al menos este año. Ha entrado suave, acunado por las últimas lluvias de mayo, sin saber muy bien las intenciones de ese sol tan alto y poderoso. It's not breeding lilacs, but roses. Rosas rojas y blancas en el jardín, toda la tapia cubierta, esplendorosa, de un blanco rosáceo elevado al infinito en esta primavera tardía, verano ya en la ciudad, tiempo intenso de días largos, paseos interminables al caer la tarde, preludio de ojos claros que se entornan en la penumbra adormecida de postigos de madera entrecerrados.

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De todos los olores, el que más recuerdos me trae es el de las adelfas florecidas en verano. Desde muy niño pasaba los largos meses del verano en un bonito pueblo de la costa, y por las tardes acudía a hacer deporte a un sitio rodeado de dunas y pinares, donde el olor dulzón de las adelfas se apoderaba de nosotros nada más llegar. No hacía allí nada especial, ni tengo recuerdos de emociones grandes; mi vida nunca las tuvo; a veces me pregunto si he vivido de verdad. Ese aroma simplemente me lleva a la adolescencia, y me hace sentir como me sentía entonces, con mis dudas razonables y mi tranquila indiferencia, que no me ha abandonado después, pero se ha vestido con ropajes caros. Tan sólo eso, el retroceder varias décadas, un cosquilleo en el estómago que me hace intuir lo que fui entonces y en lo que me he convertido. Una constatación de que el tiempo pasa y yo me quedo, tan frágil como entonces, tan asombrado, tan joven, tan dormido, tan vivo, a ratos tan luminoso y apagado.