Hoy ha llegado el frío de golpe a Sevilla, que ya tocaba. Al volver a casa me he puesto una prenda de abrigo que no utilizaba desde hace meses, y en el bolsillo he encontrado una cuartilla con mi letra. La verdad es que no recordaba haber escrito este poema, ni lo entiendo mucho, ni me reconozco en él, pero yo lo copio por si las moscas, que para eso es mío.
Anestesia vital, ranas ahogadas
en el agua de las primeras horas,
honda y sombría.
La mirada al frente, rostros veloces
se deslizan encima de las tapias.
Y no duelen los años.
El sueño de la noche desemboca
en unas mariposas frías
que tiran suavemente de las sábanas
para arrojarnos muertos a la vida.
Y no duelen los días,
y no vuelven las ranas,
y los amaneceres pálidos
siguen vistiendo la mañana.
4 comentarios:
Las tales moscas se declaran aquí más satisfechas que mosqueadas; ésta, particularmente, cree que el poema es indudablemente sugerente. Aunque sí es verdad que (al menos para nuestro minúsculo cerebro insectil) no muy claro. Quizá debieras volver sobre él.
Monsieur Ridao:
Que las mariposas frías nos alegren los días invernales.
Salu2.
Dentro de los bolsillos afelpados, a veces, encontramos el calor de unos versos que acarician nuestros dedos.
salud
Francesc Cornadó
Te haré caso, anónimo. De hecho, yo utilizo el blog para poner en práctica la conocida teoría del cajón. ¿Qué mejor cajón para mis esbozos de poemas?
Eso, Dyhego, que el frío no está reñido con la alegría.
Un comentario muy lírico y atinado, Francesc. Bienvenido a mi blog, yo visito el tuyo últimamente y me parece francamente interesante.
Abrazos lepidoptéricos.
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