jueves, 19 de julio de 2012

Apuntes (169): El Pitufo


Qué pena que todo el celo, todas las denuncias, toda la información que se nos da sobre el dinero malversado y robado por los políticos, incluyendo facturas de restaurantes —la última que vi incluía un kilo de percebes a 300 euros—; que todo ese arsenal anticorrupción, decía, no se haya empleado mucho antes, en los años comprendidos entre 1998 y 2007, por ejemplo. ¿O es que nadie ha coincidido en un restaurante con una manada de impresentables poniéndose tibios a costa del dinero público?
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Últimamente, es ver una foto de unos políticos municipales inaugurando algo o firmando un convenio y me palpo los bolsillos con un gesto automático.

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Me preguntaba ayer un amigo si sabía si el inefable ministro De Guindos es o ha sido  profesor. Le dije que creía que no, y por qué lo preguntaba, y este amigo dice que tiene toda la pinta de uno de esos profesores con mala leche reconcentrada que todos hemos tenido alguna vez, y que nos tenía siempre en tensión, con un nudo en el estómago. Yo tuve uno de esos en el colegio, le decíamos el Pitufo, un hermano Marista que venía del norte y era jefe de estudios en BUP. Nadie me ha acojonado más en la vida, y eso que yo era buen estudiante. El tío recorría los pasillos entre las bancas a ver si habíamos hecho las tareas y eso parecía un registro de un campo de concentración. No era nadie, el Pitufo; jamás le oí pegar un grito: era mucho peor que todo eso: una voz susurrante, amenazadora, nuestro destino estaba en sus manos durante el tiempo que duraba su clase. Y el caso es que le recuerdo con cariño: ¡Un abrazo, Hermano Manuel!, por si acaso le llega, y no me tenga en cuenta las cosas que escribo.

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Otra ventaja del libro electrónico, en la que hasta hoy no había caído: al leer en la playa, no se vuela.

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Me da la impresión que a la fiera corrupia te(u)tona -la Merkel, claro-, no le da tanto miedo nuestro Guinditos. Ese tío es un Pitufo descafeinado, indigno de compararse con el gran Chiquito de la Calzada, por mucho que sean clavados.

4 comentarios:

Antonio López-Peláez dijo...

¿Que el libro electrónico no se vuela en la playa? Usted no ha estado en Tarifa, amigo.

José Miguel Ridao dijo...

Bueno, mi modelo tiene ya tres años, y es bastante sólido, a prueba del levante roteño. Creo que los modernos ultrafinos en Tarifa sí que se vuelan, pero al menos se puede hacer el intento...

eres_mi_cruz dijo...

bueno, si te vas a dar un baño, la posibilidad de que te vuele el libro aumenta exponencialmente del libro de papel al electrónico... vete al cash-converter...

José Miguel Ridao dijo...

Ahí mas dao. Aunque no creas, que el mío tiene ya tres años y estoy buscando una excusa para comprar uno más mejón.