que yo sin vida te veré vivir
y si sufres, mi amor, me moriré otra vez.
El cuaderno de José Miguel Ridao
El último movimiento de la segunda sinfonía de Mahler es para mí la obra musical más extraordinaria creada a lo largo de la historia. La emoción que transmite el compositor bohemio, la profundidad, la fuerza del mensaje transmitido por los instrumentos y las voces no tienen parangón. El inicio en pianissimo del coro articulando la palabra Auferstehen (Resurrección) casi siempre hace que me broten las lágrimas, porque me traslado en el tiempo ventiocho años atrás, cuando participé dentro del coro del Teatro Maestranza de Sevilla en la representación dirigida por Gilbert Kaplan, un millonario estadounidense que en 1965 escuchó por primera vez esta sinfonía y quedó tan fascinado que estudió dirección de orquesta para dedicarse a dirigir exclusivamente esta obra por todo el mundo, para escándalo de muchos puristas y músicos profesionales y deleite del público.
Para mí no es solo una música maravillosa, sino también una historia personal, un momento muy especial de mi vida, por las circunstancias que vivía y por las vivencias experimentadas. Recuerdo muy bien cuando llegé al primer ensayo, algo tarde, y el coro de hombres estaba abordando el pianissimo. Parecía que las notas estaban flotando. Me daba la sensación de que ese mensaje estaba dirigido a mí. Fueron unas semanas de ensueño, que ya nunca volví a vivir. Era el año 97, y tenía justo treinta años. Poco o nada había vivido yo por entonces, a pesar de esa edad. Lo mejor vino después, a los dos años me casé con el amor de mi vida y una felicidad desconocida e inesperada se abrió ante mí, parecida a la que sugerían las notas finales de la obra.
Mañana se vuelve a representar en el mismo escenario la segunda de Mahler. Ya no está Kaplan, que murió hace casi diez años; conservo una copia de la primera página de la partitura del quinto movimiento que nos regaló. Tampoco está ya mi amada, y a pesar del mensaje de la sinfonía no creo en la resurrección, sólo en la belleza y en el amor. Sí que estoy yo todavía, y seguramente acudiré mañana al teatro. Mejor solo, sospecho cuál será mi reacción. Quisiera con toda mi alma volver al año 97, pero sé que eso, igual que la resurrección, es imposible.
La muerte del perro Argos en el canto XVII de la Odisea me conmueve más que cualquier otra en el ciclo homérico.
Así éstos conversaban. Y un perro que estaba echado, alzó la cabeza y las orejas: era Argos, el can del paciente Odiseo, a quien éste había criado, aunque luego no se aprovechó del mismo porque tuvo que partir a la sagrada Ilión. Anteriormente llevábanlo los jóvenes a correr cabras montesas, ciervos y liebres; mas entonces, en la ausencia de su dueño yacía abandonado sobre mucho fimo de mulos y de bueyes que vertían junto a la puerta a fin de que los siervos de Odiseo lo tomasen para estercolar los dilatados campos: allí estaba tendido Argos, todo lleno de garrapatas. Al advertir que Odiseo se aproximaba, le halagó con la cola y dejó caer ambas orejas, mas ya no pudo salir al encuentro de su amo; y éste cuando lo vio enjugóse una lágrima que con facilidad logró ocultar a Eumeo [...]
Ese can perteneció a un hombre que ha muerto lejos de nosotros. Si fuese tal como era en el cuerpo y en la actividad cuando Odiseo lo dejó al irse a Troya, pronto admirarías su ligereza y su vigor: no se le escapaba ninguna fiera que levantase, ni aun en lo más hondo de intrincada selva, porque era sumamente hábil en seguir un rastro. Mas ahora abrúmanle los males a causa de que su amo murió fuera de la patria [...]
Diciendo así, entróse por el cómodo palacio y se fue derecho a la sala, hacia los ilustres pretendientes. Entonces la Parca de la negra muerte se apoderó de Argos después que tornara a ver a Odiseo al vigésimo año.
My then girlfriend told me "te quiero" just a couple of weeks into our relationship. I was flattered and confused at the same time, but couldn't tell her back.Then everything went incredibly smooth and I did told her, nearly everyday. In one year we married and had four children. We were together for 20 years loving each other, needing each other, telling to ourselves the love we felt.Then she died. I still love her, more than ever, and tell her every night.
Cuesta trabajo conciliar la aparente entereza del maestro con el dolor interior que padece.
Muchas veces tengo ganas de pegar puñetazos contra la pared, de levantar la voz y de preguntarme por qué me ha sucedido esto a mí. Es una situación de impotencia. En su momento pensé que no pintaba nada en esta vida, que lo justo sería que dos personas que se quieren durante tantos años tienen derecho a morir juntas. Quizá sea un problema de mentalidad, pero sería mejor que aprendiéramos a convivir con la idea de la muerte, igual que ocurre en las culturas orientales, porque luego sucede que estos batacazos te dejan sin aliento, sin ganas de vivir, sin retos ni expectativas. S
í, después analizas la situación con mayor frialdad y te das cuenta de que tienes algunas cosas por las que luchar que todavía merecen la pena, una familia, unos hijos, unos nietos, unos amigos. Si ellos han perdido a su madre y a su abuela, también sería peor que ahora se quedaran sin padre y sin abuelo. No lo sé, pero tengo la impresión de que las mujeres son más capaces de remontar estas situaciones, que tienen más fortaleza y han adquirido una capacidad de autosuficiencia con la que se enfrentan a los problemas de manera más valiente y sólida. Yo siempre pensé que me iría antes de este mundo que Rosa, pero ahora me doy cuenta de que estoy solo, desalentado. Sé que tengo que salir del bache como sea y participar de la vida, porque es mi obligación. Y aún así, me asaltaron las dudas de no querer seguir en la vida.
Siempre supieron lo que es sufrir,
los viejos Maestros: qué bien entendían
su condición humana: cómo se despliega
mientras alguien abre una ventana o simplemente pasea indolente;
cómo, mientras los ancianos aguardan con pasión y reverencia
el nacimiento milagroso, siempre debe haber
niños no especialmente interesados, patinando
en un estanque al borde del bosque:
nunca olvidaron
que incluso el más terrible martirio debe seguir su curso
aunque sea en un rincón, en un sitio desastrado
donde los perros llevan su vida de perros y el caballo del verdugo
se rasca la inocencia junto a un árbol.
En el Ícaro de Brueghel, por ejemplo: cómo todo se aparta
despreocupadamente del desastre; el labriego puede
haber oído el chapoteo, el grito desamparado,
pero para él no fue una desgracia importante; el sol brillaba
como debía hacerlo en las blancas piernas que desaparecían en el agua
verde, y el valioso y delicado buque que debe haber visto
algo asombroso, un muchacho cayendo del cielo,
tenía un destino marcado y empezó a navegar con calma.
About suffering they were never wrong,
The old Masters: how well they understood
Its human position: how it takes place
While someone else is eating or opening a window or just walking dully along;
How, when the aged are reverently, passionately waiting
For the miraculous birth, there always must be
Children who did not specially want it to happen, skating
On a pond at the edge of the wood:
They never forgot
That even the dreadful martyrdom must run its course
Anyhow in a corner, some untidy spot
Where the dogs go on with their doggy life and the torturer's horse
Scratches its innocent behind on a tree.
In Breughel's Icarus, for instance: how everything turns away
Quite leisurely from the disaster; the ploughman may
Have heard the splash, the forsaken cry,
But for him it was not an important failure; the sun shone
As it had to on the white legs disappearing into the green
Water, and the expensive delicate ship that must have seen
Something amazing, a boy falling out of the sky,
Had somewhere to get to and sailed calmly on.
Más allá del naranjal se extendían los verdes campos propiedad de un barón, y frente al mismo, al otro lado de la carretera, había una villa, de aspecto tan romano que parecía sacada de las ruinas de Pompeya. Era un pequeño palacio, de enorme pórtico de mármol y esbeltas columnas griegas. Procedente de allí, se acercaba un grupo de muchachas campesinas, acompañadas por dos robustas matronas completamente vestidas de negro. En ese momento se hallaban arrancando flores con las que adornar todas las habitaciones, y sin reparar en la presencia de los tres hombres, iban acercándose a éstos. Lucían delantales multicolores, y aunque ninguna debía de tener más de veinte años, sus cuerpos estaban plenamente desarrollados. Tres o cuatro de ellas empezaron a perseguir a una que corría en dirección al naranjo debajo del cual se encontraban sentados Michael y los dos campesinos. La perseguida llevaba un racimo de uvas, y arrojaba granos a sus perseguidoras. Tenía el cabello negro y brillante, y su cuerpo parecía querer escapar de la piel que lo envolvía. Cuando estuvo muy cerca del naranjo, se detuvo en seco al ver a Michael y sus protectores. Parecía dispuesta a echar a correr nuevamente, como si la asustase el que éstos la miraran fijamente. Toda ella era un conjunto de óvalos; sus ojos, su rostro, su figura… todo era ovalado. Su piel morena y sus enormes ojos negros, protegidos por unas largas pestañas, eran impresionantes. Su boca, sin ser excesivamente grande, era carnosa y de aspecto dulce, pero en absoluto débil. Era tan increíblemente atractiva que Fabrizzio exclamó, en broma: