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domingo, 25 de septiembre de 2016

Ezra Pound: Canto XLV: With Usura


With Usura

Con usura no tiene el hombre un hogar de piedra sólida
hecho de bloques bien cortados y ensamblados
que un dibujo pudiera cubrir su fachada,
con usura no tiene el hombre un paraíso pintado en el muro de su iglesia
harpes et luthes
o donde la Virgen recibe el mensaje
y se proyecta el halo desde una rendija,
con usura
ningún Gonzaga ve a sus herederos y concubinas
no se hace ningún cuadro para durar o vivir con él
sino que se hace para vender y vender rápido
con usura, pecado contra la naturaleza, 
está tu pan cada vez más hecho de mendrugos
está tu pan seco como el papel,
sin  trigo en abundancia, sin harina saludable
con usura la línea se hace gruesa
con usura no hay una frontera clara
y el hombre no puede encontrar un lugar como morada.
El cantero es alejado de su piedra
el tejedor es alejado de su telar
CON USURA
la lana no llega al mercado
las ovejas no traen ganancia con la usura
La usura es la peste del ganado, la usura
Hace roma la aguja en la mano de la doncella
y malogra el ingenio de la hilandera.
Pietro Lombardo
no llegó con la usura
Duccio no llegó con la usura
ni Piero della Francesca; Zuan Bellin no llegó con la usura
ni se pintó ‘La Calunnia’.
Angelico no llegó con la usura; ni llegó Ambrogio Praedis,
No llegó ninguna iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
Ni llegó con la usura St. Trophime
Ni llegó con  la usura Saint Hilaire,
La usura oxida el cincel
Oxida el oficio y el artesano
Carcome el hilo en el telar
Nadie aprende  a hilar el oro en su patrón;
El azul cielo tiene una úlcera por la usura; el carmesí pierde el bordado
No encuentra el esmeralda un Memling
La usura mata al niño en el útero
Detiene el cortejo del muchacho
Ha llevado la parálisis al lecho, se interpone
entre la joven novia y su compañero
                               CONTRA NATURAM
Han traído rameras para Eleusis
Los cadáveres están listos para el banquete
por orden de la usura. 



N.B. Usura: Un cargo por el uso de poder de compra, impuesto sin considerar la producción; con frecuencia sin considerar las posibilidades de producción . (De ahí el fracaso del banco Medici.)



                                                     
                                              Hans Memling: Jarro con flores



Canto XLV

With Usura

With usura hath no man a house of good stone
each block cut smooth and well fitting
that design might cover their face,
with usura
hath no man a painted paradise on his church wall
harpes et luthes
or where virgin receiveth message
and halo projects from incision,
with usura
seeth no man Gonzaga his heirs and his concubines
no picture is made to endure nor to live with
but it is made to sell and sell quickly
with usura, sin against nature, 
is thy bread ever more of stale rags
is thy bread dry as paper,
with no mountain wheat, no strong flour
with usura the line grows thick
with usura is no clear demarcation
and no man can find site for his dwelling.
Stonecutter is kept from his stone
weaver is kept from his loom
WITH USURA
wool comes not to market
sheep bringeth no gain with usura
Usura is a murrain, usura
blunteth the needle in the maid’s hand
and stoppeth the spinner’s cunning.
Pietro Lombardo
came not by usura
Duccio came not by usura
nor Pier della Francesca; Zuan Bellin’ not by usura
nor was ‘La Calunnia’ painted.
Came not by usura Angelico; came not Ambrogio Praedis,
Came no church of cut stone signed: Adamo me fecit.
Not by usura St. Trophime
Not by usura Saint Hilaire,
Usura rusteth the chisel
It rusteth the craft and the craftsman
It gnaweth the thread in the loom
None learneth to weave gold in her pattern;
Azure hath a canker by usura; cramoisi is unbroidered
Emerald findeth no Memling
Usura slayeth the child in the womb
It stayeth the young man’s courting
It hath brought palsey to bed, lyeth
between the young bride and her bridegroom
                               CONTRA NATURAM
They have brought whores for Eleusis
Corpses are set to banquet
at behest of usura. 



N.B. Usury: A charge for the use of purchasing power, levied without regard to production; often without regard to the possibilities of production. (Hence the failure of the Medici bank.)


sábado, 2 de mayo de 2015

Homo Sapiens Mamporrensis



¿Qué son 200.000 años? Apenas un suspiro cósmico, incapaz de alterar en lo esencial los genes de la especie a la que pertenece el individuo que escribe estas líneas. Si acaso en los últimos tres mil años, algunas pequeñas bolsas de población se han impregnado de un leve barniz cultural que se ha dado en llamar civilización, pero a la hora de la verdad, cuando el dinero, ese dios infalible que marca las preferencias de nuestra tribu, dicta sentencia, a la gente lo que de verdad le apasiona es contemplar cómo se atizan sin compasión los más fuertes de cada clan, a mamporro limpio, igual que hace milenios.

¡Aupa, Manny, destroza a ese yanqui bocazas!

jueves, 23 de abril de 2015

El Quijote y la Economía


Hoy, día del libro, he seleccionado para mis sufridos alumnos de bachillerato unas lecturas de nuestro autor más universal, Miguel de Cervantes (el pobre anda últimamente removiéndose literalmente en su tumba), y probablemente la obra cumbre de la literaura universal, ésa en que un hidalgo cuerdo que vivió en un mundo de locos nos da unas sublimes lecciones de humanidad a cuatro siglos de distancia. Como no podía ser menos, Cervantes pone en boca de don Alonso Quijano varias jugosas manifestaciones relacionadas con la Economía, lo que tiene un indudable mérito si consideramos que lo que hoy se estudia en universidades de todo el mundo no adquirió rango de ciencia hasta dos siglos después de la publicación de las andanzas del famoso hidalgo y su escudero. Como botón de muestra, este pasaje de la primera parte, en el capítulo segundo:
Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían […]
Hermosa e inocente utopía, que por desgracia evolucionó a distopías suscritas por Marx y sus hijos políticos, desde Lenin hasta Sánchez Gordillo pasando por Fidel Castro.

Y qué decir de las continuas referencias a la asombrosa variedad de monedas que circulaban por nuestro Siglo de Oro, y que tenían valor intrínseco, no como los papelajos que emite el señor Draghi en el siglo XXI. Así, en la segunda parte, capítulo veintiocho, habla Sancho:
Cuando yo servía a Tomé Carrasco, el padre del bachiller Sansón Carrasco, que vuesa merced bien conoce, dos ducados ganaba cada mes, amén de la comida; con vuesa merced no sé lo que puedo ganar, puesto que sé que tiene más trabajo el escudero del caballero andante que el que sirve a un labrador.
O en el episodio del relato del cautivo (Parte I, Cap. 34):
Así como acabamos de concordarnos y escoger nuestros ejercicios, mi padre nos abrazó a todos, y con la brevedad que dijo, puso por obra cuanto nos había prometido; y dando a cada uno su parte, que, a lo que se me acuerda, fueron cada uno tres mil ducados, en dineros, porque nuestro tío compró toda la hacienda, y la pagó de contado, porque no saliese del tronco de la casa, en un mismo día nos despedimos todos tres de nuestro buen padre.
Para terminar con las referencias a los ducados, principal moneda de la época, tomemos el pasaje en que Don Quijote libera a los presos condenados a galeras (Parte I, Cap. 22), donde surge esta conversación:
— Yo voy por cinco años a las señoras gurapas, por faltarme diez — Yo daré veinte de muy buena gana dijo Don Quijote, por libraros desa — Eso me parece, respondió el galeote, como quien tiene dineros en mitad del golfo, y se está muriendo de hambre, sin tener adonde comprar lo que ha menester: dígolo, porque si a su tiempo tuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos la péndola del escribano, y avivado el ingenio del procurador, de manera que hoy me viera en mitad de la plaza de Zocodover de Toledo, y no en este camino atraillado como galgo; pero Dios es grande: paciencia y basta.
También hay en la obra numerosas referencias a los escudos, como en el episodio de Sierra Morena (I, 23):
En esto alzó los ojos, y vio que su amo estaba parado, procurando con la punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo, por lo cual se dio priesa a llegar a ayudarle si fuera menester; y cuando llegó fue a tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida a él, medio podridos, o podridos del todo y deshechos; mas pesaban tanto que fue necesario que Sancho se apease a tomarlos; y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía. Hízolo con mucha presteza Sancho; y aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había, que eran cuatro camisas de delgada holanda, y otras cosas de lienzo, no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro, y así como los vio dijo: — ¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea de provecho!
O a los reales, sin ir más lejos cuando Don Quijote es armado caballero (I, 4):
El labrador bajó la cabeza y, sin responder palabra, desató a su criado, al cual preguntó Don Quijote que cuánto le debía su amo. Él dijo que nueve meses, a siete reales cada mes. Hizo la cuenta Don Quijote y halló que montaban setenta y tres reales, y díjole al labrador que al momento los desembolsase si no quería morir por ello. Respondió el medroso villano que para el paso en que estaba y juramento que había hecho (y aún no había jurado nada) que no eran tantos; porque se le habían de descontar y recibir en cuenta tres pares de zapatos que le había dado y un real de dos sangrías que le habían hecho estando enfermo.
En cuanto a las llamadas monedas de vellón, se puede decir que eran la calderilla de hoy en día: maravedíes (palabra bella donde las haya, de clara etimología almorávide), blancas, cornados, cuatrines y ardites. Algunas de ellas, como la blanca y el ardite, se invocan hoy para expresar algo sin importancia). En II, 67 Don Quijote nos habla del origen del maravedí:
(…) y este nombre albogues es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber: almohaza, almorzar, alfombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía y otros semejantes, que deben ser poco más; y sólo tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en i, y son: borceguí, zaquizamí y maravedí; alhelí y alfaquí, tanto por el al primero como el i en que acaban son conocidos por arábigos.
Incluso conocemos el precio de venta de la primera parte del Quijote gracias al escribano que incluyó de su puño y letra la preceptiva tasa:
(…) tasaron cada pliego del dicho libro a tres maravedís y medio, el cual tiene ochenta y tres pliegos, que al dicho precio, monta el dicho libro doscientos y noventa maravedís y medio, en que se ha de vender en papel.
La misma Teresa Panza, esposa de Sancho, en su carta a la duquesa (II, 52), nos orienta sobre el valor adquisitivo de la época:
— Yo, señora de mi alma, estoy determinada, con licencia de vuesa merced, de meter este buen día en mi casa, yéndome a la corte a tenderme en un coche, para quebrar los ojos a mil envidiosos que ya tengo; y así, suplico a vuesa excelencia mande a mi marido me envíe algún dinerillo, porque en la corte son los gastos grandes: que el pan vale a real, y la carne, la libra, a treinta maravedís, que es un juicio.
Para finalizar este pequeño recorrido por las monedas del Siglo de Oro y su ilustración en el Quijote, La blanca fue la moneda de menor valor acuñada por los Reyes Católicos en 1497. Sólo equivalía a medio maravedí, por lo que se empezó a usar la expresión popular "estar sin blanca", que ha llegado hasta nuestros días con el sentido de quedarse sin dinero. En el capítulo donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero (I, 3), el ventero le interpela:
Preguntóle si traía dineros; respondió Don Quijote que no traía blanca, porque él nunca había leído en las historias de los caballeros andantes que ninguno los hubiese traído.
Y en fin, tras este recorrido un tanto largo por la Economía y las monedas de aquella época no sé si gloriosa, pero ciertamente apasionante, me conformo con haber despertado el gusanillo aunque sea en un solo alumno para que deje el móvil y la play aparcados por un tiempo, coja un buen tomo o una de esas maravillosas ediciones gratuitas en formato electrónico, y se disponga a leer con tranquilidad una obra por la que quedará agradecido toda su vida, y a la que seguro volverá en el futuro.

jueves, 5 de marzo de 2015

De negros y Economía


La humanidad se divide en dos grandes grupos: los que saludan efusivamente a los negros que venden pañuelos en los semáforos y de vez en cuando les dan una propina, y los que están hartos de ellos y suben la ventanilla cuando el coche se aproxima a la luz en rojo. Bien pensado hay un tercer grupo, que a escala global es el más numeroso: el de los mismos negros que venden los pañuelos. Para aclarar la metáfora (en realidad se trata de una sinédcoque, pero no quiero que me acusen de pedante), cámbiese negro por persona de color (blanco, negro, marrón, amarillo...); es decir, persona a secas, y cámbiese que venden pañuelos en los semáforos por que se buscan la vida como pueden, y en muchos casos no la encuentran (la vida), por lo que acaban muriendo jóvenes (de hambre, de enfermedades que se habrían evitado con una simple vacuna...). Es la vieja cuestión de siempre entre los que tienen las habichuelas resueltas y los que tratan de apañárserlas. A los primeros les suele molestar tener por vecinos a los segundos, mientras que éstos si pueden se tiran al palo y ven una jauja donde otros pelean cada día a dentelladas en sus cuellos blancos para ganar no el pan, sino una cesta de oro donde situarlo. Acabo de leer en un periódico inglés de internet unas declaraciones de todo un director del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en que anuncia 'The Best Economic News In Human History'. ¡Ja! ¿Y cuál es la maravillosa nueva? Pues el progreso tecnológico, cómo no habíamos caído antes, que elevará el nivel de vida de todos y cada uno de los habitantes de la Tierra. La escasez, pues, no será ya un problema gracias a esta revolución tecnológica que deja en pañales a la industrial. ¡Pobre ciencia económica, condenada a los libros de historia! No hay nada como sacar frases de un contexto para reírse de una persona importante y hacer titulares. Algo habrá de verdad en todo ello, es cierto, pero me temo que el "para quién" producir seguirá siendo la pregunta no resuelta por la venerable Economía, empecinada en el qué y el cómo. Los negros seguirán vendiendo pañuelos en los semáforos, y los que no llegaron a jauja pasarán miseria, si no hambre, y guerras, y crueles enfermedades. Algo hemos avanzado, pero ellos (los "negros") van caminando hacia atrás.

jueves, 26 de febrero de 2015

Enhorabuena a mis alumnos del Cristóbal de Monroy



Hoy quiero hablar de un éxito de los buenos, por lo que tiene de compartido con unos alumnos de bachillerato que no sabían lo que era la Economía hasta hace unos meses y ahora están a las puertas de acudir a Fráncfort a la sede del Banco Central Europeo. Se trata de un concurso llamado Generación Euro, que en una primera fase ya supuso una gran criba entre los centros educativos públicos y privados de toda España. Gracias a mis alumnos la pasamos, junto con otros 52 equipos. En la siguiente fase debíamos realizar un trabajo razonado sobre los previsibles acuerdos adoptados por el Sr. Draghi y el Consejo de Gobierno del BCE en su reunión del 22 de enero. La cosa estaba difícil, pero afortunadamente también hemos superado esta prueba. Ya sólo quedan tres equipos: uno de Barcelona, otro de Madrid y el nuestro de Alcalá de Guadaíra, y acudiremos a Madrid en abril para defender un trabajo en la sede del Banco de España  para pelear en buena lid por representar a nuestro país en Fráncfort. El premio gordo, de todos modos, ya lo tienen. Mi enhorabuena a Jesús, Ana, María José, Coral y Pablo.

jueves, 20 de febrero de 2014

Una profecía burbujeante


Como imagino que ya sabrán, Facebook ha comprado Whatsapp por unos 13.000 millones de euros, que se dice pronto. Hay comentarios para todos los gustos, y no falta quien dice que es un precio razonable, y que la poderosa compañía de las redes sociales rentabilizará su inversión. Pues bien, yo desde aquí vaticino, y aquí está el blog para demostrarlo, que esto es una burbuja que te cagas, del calibre de la burbuja punto com de finales del siglo pasado, y que no hará tanto daño como la nefasta burbuja inmobiliaria por lo reducido de su ámbito. Ya ven, soy adivino, un talento que tiene uno, sobre todo al observar la historia económica de la humanidad desde que a los holandeses les dio por especular con tulipanes en el siglo XVII. Eso sí, siempre hay alguien que se lo lleva calentito: no creo que Mr. Koum necesite en el futuro mendigar vales de comida, como solía hacer en su juventud, recién llegado de Kiev con su madre en busca del sueño americano: hicieron muy bien en escapar.

Si es que no aprendemos...

domingo, 26 de enero de 2014

Vacilando, que es gerundio


Ya sé que no suena muy grandioso un reportaje en un periódico local sobre mis clases de Economía en Bachillerato, pero qué quieren que les diga, en los tiempos que corren a uno le hace ilusión que sus alumnos le aprecien y digan que aprenden algo y hasta que les gusta la asignatura. O a lo mejor es todo peloteo, pero yo por si acaso me lo creo...

miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Es útil la Economía?


Estoy convencido de que nadie sabe un pimiento de Economía: ni los catedráticos, ni los ministros, ni los premios Nobel, ni los empresarios. Aquí tenemos un magnífico ejemplo de la máxima de Sócrates de Sólo sé que no sé nada. Eso sí, hay muchos listos que se aprovechan de sus dotes para vivir como reyes, mientras que la gran mayoría sólo puede sufrir las consecuencias de esta ciencia no del todo mal llamada lúgubre, pero eso no significa que sean unos sabios, al fin y al cabo tampoco los grandes filósofos sacaron gran partido a su sapiencia. Simplemente hay un juego desigual de gente que tiene información frente a gente que no la tiene en una carrera donde el punto de salida es fundamental: dos terceras partes de la humanidad parten con un retraso de tres vueltas en el estadio olímpico para una carrera de cien metros. Los grandes "banqueros" no son unos genios; son más bien tipos sin escrúpulos que chupan la sangre de su prójimo sin contemplaciones, y encima van por ahí dando lecciones de moralidad, como ese cántabro impresentable al que todos parecen tener tanto miedo. Los empresarios afortunados, por su parte, tampoco es que entiendan mucho de Economía; sólo han tenido grandes dosis de trabajo, motivación y, sobre todo, suerte. Por último, los académicos que escriben artículos enjundiosos sobre la predicción de los precios en condiciones de competencia limitada con un riesgo que tiende a cero me recuerdan siempre a ese niño que citaba San Agustín intentando vaciar el agua del mar con un cubito, con la diferencia de que ni son niños, ni tienen cubo ni la humildad suficiente para restarse importancia. Para ser justos algo se consigue, pero es un avance mínimo frente al tsunami económico de la realidad que todo lo arrasa y no hay quien detenga. No digo con esto que no merezca la pena enseñar Economía, yo mismo me dedico a ello, pero es una asignatura que hay que enfocar con una visión amplia, en cierto modo filosófica, siendo consciente de sus limitaciones prácticas. Hay que huir del dogma de la ciencia, de la tiranía de las cifras y la pobreza de los modelos. No viene mal un cierto talante escéptico, pero a la vez inculcando en los alumnos la curiosidad y el buen juicio, que al fin y al cabo es lo que les va a valer en la vida.

miércoles, 1 de mayo de 2013

El porqué de la crisis


Por muchas causas que se busquen a una crisis como la que padecemos al fin sólo hay dos, ambas inherentes a la condición humana: la codicia y la estupidez. La codicia del especulador que en el momento en que empieza a ganar dinero de una manera fácil quiere más y más, en un ansia que no tiene fin; la estupidez de los nuevos millonarios surgidos de la nada y que no son capaces de darse cuenta de que todo lo que sube baja, y que en finanzas todo está ya inventado, aunque cada época disfrace las ganancias fabulosas con un nombre distinto: tulipanes, presuntas minas de oro en la Luisiana francesa, acciones de compañías que tocaron el cielo en la bolsa o inmuebles inflados cuyo precio refleja no su habitabilidad, sino el negocio ilusorio de que son objeto. Como bien dice J.K. Galbraith en Breve historia de la euforia financiera, nunca se atacan las raíces verdaderas de una crisis, sino que se busca un culpable, llámese John Law, el gobierno de turno o una insuficiente regulación, cuando el origen cierto está en el fenómeno de la especulación y los especuladores mismos, que actúan movidos por unos impulsos con efectos desastrosos. Esto está en el germen del sistema capitalista, que se basa en la codicia y la fomenta, encumbrando a los millonarios de nuevo cuño como los más inteligentes, los triunfadores efímeros de una sociedad corrompida donde quien de verdad posee algunos átomos de inteligencia debe resignarse a contemplar la labor de destrucción de tantos ineptos. Se saldrá de esta crisis y llegarán otras; no se vislumbra un cambio mientras el ser humano no evolucione, cosa improbable y en todo caso muy lejana.

domingo, 24 de febrero de 2013

Habla el prócer de Alcalá de Guadaíra


Dice Antonio Gutiérrez Limones, alcalde "vitalicio" del municipio donde trabajo:

 Si las industrias de Sevilla subcontrataran a empresas locales se acabaría el desempleo.

¡Ole, arsa, tracatrá! Y no se le ha caído el pelo, con to lo que ha pensao. Atraído por tan sesuda afirmación me he leído el artículo entero, aquí, que contiene perlas como:

— Lo hicimos [un plan estratégico de revitalización] desde algo que denomino el espíritu de Alcalá, la colaboración público y privada, que hoy se estudia en las escuelas de negocios.

O esta otra, en el estilo del mejor Vito Corleone:

— Roca [...] no se puede ir de su país de origen, como la Renault no se va de Francia o la Volkswagen de Alemania [...] Roca tiene que asumir su responsabilidad. Su última propuesta a la plantilla es una indecencia. Si se va habrá que tratarla como una empresa extranjera, que es lo que será a partir de ahora.

Absolutamente genial su respuesta ante esta pregunta del entrevistador:

 ¿Qué pasa con las familias que están en situación de emergencia social?

 Yo planteo un PER urbano.

Cambiando de tercio generosamente:

  Algunos dicen que el problema en España es que hay muchas dificultades para crear negocios.

El hombre lo tiene claro, a grandes males grandes remedios:

— ...El problema es que para que una empresa pequeña o mediana dé el salto debe contar con ayudas y nadie las apoya ni financieramente ni de ninguna otra manera. Por ello nosotros pretendemos respaldar a las empresas locales y les daremos el doble del dinero que destine en crear un empleo en productos para mejorar su competitividad.

No todo iban a ser mieles, el entrevistador mete un poco el dedito:

 Su deuda es de las más elevadas.

Pero el prócer tiene respuesta para todo:

 Sí, pero es una deuda productiva. Si hubiéramos dejado esas infraestructuras y obras a medio hacer, hubieran sido un monumento al despilfarro.

Se crece tanto, tanto, que se pasa de frenada:

 Los políticos tenemos que dar respuesta a los ciudadanos, si no, éstos pensarán que sobramos.

Y claro, se lo puso a huevo al periodista:

 Ya lo piensan. El descrédito es mayor que nunca.

 Pero el tío, impertérrito, se diría que fabricado en cemento Portland, se va por los cerros de Úbeda:

 Sí. Por eso hay que hacer un pacto por Andalucía y por España. La corrupción es algo insoportable, en España y en Andalucía, afecta hasta a la monarquía, pero no nos podemos quedar sólo en el escándalo.

El entrevistador insiste, más que nada por inercia (a estas alturas debe de haberlo dejado por imposible):

 ¿No cree que la gente quiere medidas contundentes, dimisiones, y no sólo pactos y debates?

Y la respuesta es de un estadista de postín, atacando el meollo del problema, mojándose, sí señor:

 Los ciudadanos quieren mejorar sus vidas y ya, no que le cuenten proyectos o reformas.

Como despedida, una declaración de intenciones:

 Yo cobro del Senado, pero sólo 6,5 de los 25 concejales de Alcalá de Guadaíra, con 75.000 habitantes, están liberados. ¿Quién se va poder dedicar a lo público?.

¡Qué pena! Mi alma se acongoja. ¿Quién va a poder cobrar por dedicarse a lo público en este país, con tal nivel de inteligencia, dedicación y buen hacer?

sábado, 16 de febrero de 2013

Apuntes (185): Nuestro Dickens particular


Los días caen como esos frutos que nadie se ocupa de recoger, y las ramas del árbol de la vida se van quedando desnudas. Pronto han de florecer engendrando más vida, y lo que era un suelo lleno de fruta podrida se convertirá en una alfombra de flores. Allí, en el suelo, se escribe nuestra historia. Cuando caiga el árbol hará mucho tiempo que faltemos de nuestra casa. Quién sabe, quizá hayamos emigrado a otros árboles, o a otro suelo, o a otras estrellas lejanas.

~

Galdós es un maestro, nuestro Dickens particular. Los Episodios Nacionales son, junto al Quijote, los hitos de la novela española. Allí Galdós se agranda, se ve libre de tiranías de estilo o de género, y nos lleva de la mano en un viaje apasionante por la España del XIX. Una lectura actual, yo diría que imprescindible; la huella de un pueblo orgulloso del que hoy apenas quedan unos rescoldos.

~

Así como a Dickens se le acusa de un excesivo sentimentalismo, se puede achacar a Galdós cierta grandilocuencia en los discursos de los personajes, pero lo que se pierde en realismo se gana en lucidez de pensamiento.

~

Cuanto más estudio la Economía más perplejo me quedo ante esa ciencia imprecisa e ingrata, que no resuelve nada, y que adolece de un utilitarismo claramente destructivo.

~

No es cruel abril, ni el tiempo que pasa, ni los animales, ni los hombres. Lo cruel es la distancia, y las ilusiones nunca del todo apagadas.

sábado, 15 de diciembre de 2012

¡Qué cachondos, los chicos de Google!


Ha estado "uno" leyendo un libro titulado Desnudando a Google, del empresario Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña. Aunque está escrito con el culo, que todo hay que decirlo, y se le nota de lejos la mala baba contra la empresa de Mountain View, derivada sin duda de alguna mala experiencia empresarial, ha merecido la pena la lectura porque me ha abierto los ojos sobre algunas prácticas cuando menos dudosas de una empresa que se puede decir que tiene el monopolio de una gran parte de internet, dato que por sí sólo ya nos produce un miedo justificado. Resulta que la simpática empresa de las seis letras de colorines no sólo controla en España el 97% de las búsquedas que se hacen por internet (la mayor cuota de mercado en todo el mundo), sino que es propietaria, entre otros, de gmail, blogger o youtube, servicios que yo uso alegremente todos los días, y que me hacen estarle incluso agradecido, porque no tengo conciencia de pagar nada por ello, pero el señor Suárez da en la diana cuando dice que lo que Google obtiene a cambio es una materia prima valiosísima, la más preciosa que existe en nuestros tiempos: algo tan simple como información. Información sobre nuestros gustos, sobre nuestros amigos, textos de correos electrónicos (cada vez que mandamos un correo privado por gmail iniciamos una conversación a tres bandas), fotografías aéreas (Google Earth) y frontales (Street View) de nuestras casas, también sabe dónde estamos situados en cada momento a través de las aplicaciones para móviles (Latitude por ejemplo)... y no sigo. Google ya gana dinero con una parte de esta información, pues además monopoliza mediante adquisiciones estratégicas los servicios de publicidad por internet, y estos ingresos la han situado entre las compañías más poderosas del mundo [inciso: nunca entenderé cómo las empresas pagan tanto dinero por publicidad en el buscador de google, en youtube o en gmail: en mi vida he hecho ni puto caso a esos anuncios, si tengo que reservar una habitación en un hotel me busco la vida]. En cuanto a la información masiva captada con servicios como Street View, en que literalmente está fotografiando el mundo (y parte de sus habitantes) o Google Books (la biblioteca de Alejandría 2.0.), con todos los problemas de vulneración de derecho a la privacidad y derechos de autor que están generando, ya ideará el modo de explotarla.

Un monopolio no es sano para la economía, no creo que haya ningún economista que lo dude, y hoy por hoy la posición de Google es de clara dominación del mercado en muchos ámbitos. Si a eso añadimos el objeto del monopolio en cuestión, que no es otro que internet, algo que debería ser poco menos que patrimonio de la humanidad, la situación es para echarse a temblar. Lo cierto es que ya no me parecen tan simpáticos estos "niñatos" treintañeros que llevan quince años comiéndose el mundo.

P.S. ¡Y cómo se ríen, los cabrones!

lunes, 8 de octubre de 2012

Apuntes (179): Un Dickens descafeinado


Un gran inconveniente del libro electrónico: no se puede hojear ni tampoco ojear.

~

Leo los últimos capítulos de Great Expectations, de Dickens, y contra todo pronóstico me ha defraudado un poco su lectura. No veo ahí al gran Dickens, se echa en falta su magistral construcción de los personajes, con su vocabulario especial, sus tics, su humanidad desbordante. El personaje principal, Pip, es flojo, le falta empaque, incluso su personalidad resulta débil, y no creo que sea a propósito. Quizá Dickens atravesaba una crisis creadora, o el que estoy en crisis soy yo al leerlo, quién sabe. Aun así, siempre se puede sacar petróleo del genio inglés. Me quedo con el siguiente diálogo entre Pip y su padrastro, el herrero Joe Gargery, hombre humildísimo y semianalfabeto:
"How do you spell Gargery, Joe?" I asked him, with a modest patronage.
"I don't spell it at all," said Joe.

~

El despertar después de un sueño profundo a deshoras es un anticipo de lo que nos espera tras la muerte.

~

Lo realmente preocupante no es que una persona muera, sino saber dónde diablos ha ido a parar.

~

Me decía el otro día un amigo que la cosa se está poniendo fea, la gente está empezando a salir a la calle. “Sí, están tomando los bares al asalto”, le respondí yo.

domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Qué cachond@s, l@s chic@s del cine!


Aún no del todo resignado a que su industria salga de los Presupuestos Generales del Estado, el presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España se ha inventado un nuevo modelo basado, según él, en la autogestión: “El cine se puede pagar con los ingresos y los impuestos que el propio cine genera, como se hace en muchos países de nuestro entorno”. Es una brillante idea, genial. Lo que no sé es cómo no se le había ocurrido antes a nadie. De hecho, se me ocurre aplicarla a mi propia economía: yo me puedo "autogestionar" con los impuestos que genero: que compro mucho y genero IVA, pues me quedo el IVA para poder seguir comprando. Pero bueno, he de reconocer que no soy una "industria", así que no puedo aspirar a esta brillante autogestión, pero se me ocurre que podían hacerlo los panaderos, los taxistas, los tenderos... cualquier empresario que genere impuestos es susceptible de usar esos impuestos para "autogestionarse", y nada más que una lógica prosperidad de la economía en su conjunto puede derivar de esta innovadora medida.

Ya lo decía Frédéric Bastiat en 1850, y se expresaba mucho mejor que yo:
¿No hay algo de vergonzoso en el rol que el proteccionista hace interpretar a la sociedad? Él le dice: "Tienes que darme trabajo, y, lo que es más, trabajo lucrativo". He escogido tontamente una industria que me deja un diez por ciento de pérdidas. Si tú instauras una contribución de veinte francos de mis compatriotas y si me la das, mi pérdida se convertirá en beneficio. Y el beneficio es un Derecho, tú me lo debes. La sociedad que escucha a este sofista, que se carga de impuestos para satisfacerle, que no se percata de que la pérdida sufrida por una industria no es menos pérdida porque se obligue a compensarla, esta sociedad, digo yo, merece el fardo que se le obliga a portar.

martes, 25 de septiembre de 2012

Más leña al mono Krugman


Tras la astracanada del Sr. Krugman del otro día, sacando de la chistera el nuevo iPhone como solución a la crisis, traigo hoy dos argumentos más científicos:

1. La paradoja del cristal roto: propuesta por el economista (por aquello de asignarle alguna etiqueta) Frédéric Bastiat, de lectura muy recomendable, hacia la mitad del siglo XIX. Esta misma semana se la he planteado a mis alumnos en clase y hemos llegado a unas conclusiones muy interesantes entre todos (guiados por el menda, claro, con su orientación doctrinal y todo eso, que ellos me agradecerán en el futuro, etcétera). Viene a contar, si la actualizamos, la historia de un grupo de niños que juega en el patio de un colegio, una de cuyas paredes da a una casa de vecindad. Emulando al añorado Héctor Horacio Scotta, (sshhh, sshhh, que viene, que viene...), un chaval pega un trallazo que se estrella contra el ventanal de una vecina que en esos momentos se asomaba para tender la ropa. Los cristales caen hechos añicos; los chicos salen corriendo en estampida; a la vecina le da un jamacuco y casi se cae por la ventana; varios testigos localizan al causante del estropicio; se le lleva al director del colegio; le castigan dos semanas sin recreo; el cristal es repuesto… y poco a poco, sin saber muy bien cómo, se va instalando en la comunidad la sensación de que el incidente ha sido beneficioso: ese cristal roto lo pagó el seguro; se dio trabajo a la cristalería; a su vez, los proveedores de la cristalería vendieron cristal, y todo ello utilizando mano de obra, generando beneficios… llega un momento en que se anima a los chicos a elevar el punto de mira en los lanzamientos a puerta como medio para superar la crisis. Dice Mr. Krugman en su artículo: "¿por qué sufrir años de producción deprimida y desempleo elevado mientras esperamos a que se genere la suficiente obsolescencia?" Se trata de una idea genial, rompedora, radical, la solución contra la crisis. Con mi poquito de demagogia: ¡¡Rompamos todos los cristales que nos encontremos, aunque sea la pantalla de los iPhones asegurados!!

2. Costes sociales: la obsolescencia tecnológica genera unas externalidades negativas (véase diccionario económico andurrialero, cuando me decida a escribirlo) de varios tipos, como por ejemplo la generación de residuos altamente contaminantes, dificultad en la renovación de las materias primas y muchos otros problemas a los que no da respuesta el sistema (ni por supuesto Krugman), pero que ahí están, pasándonos factura sin que nos demos cuenta (los más listos se dedican a hacerse los tontos, y ahí tenemos otra paradoja). ¿Es realmente bueno el acortamiento del ciclo de vida del producto? Dice nuestro salvador: "Sin duda alguna, es lo que Apple está haciendo. Está estimulando la obsolescencia. Bien". ¡Bien, dice el tío! Por supuesto, en este escenario Apple gana. Apple no paga las externalidades, pero la sociedad (cuanto menos desarrollada mejor) sí lo hace, aunque claro, eso son cosas que la inteligencia de un premio Nobel no alcanza a ver, entusiasmado como está en el estudio del corto plazo. Ahí sí que se sigue a Keynes al piel de la letra: a largo plazo, todos estamos muertos. ¡Váyase usted al carajo!

martes, 18 de septiembre de 2012

El iPhone de Mr. Keynes


Me ha... -la palabra no es "gustado"- tanto este artículo del premio Nobel norteamericano Paul Krugman, keynesiano de pro, que mañana lo voy a fotocopiar y se lo voy a pasar a mis tiernos alumnos, que acaban hoy de tener su primer contacto con la ciencia económica*. El escrito de marras se titula El estímulo del iPhone, y nuestro mediático economista establece un originalísimo paralelismo entre el gasto de los ciudadanos en aifones y el gasto público. Así, sin anestesia. Y sospecho que gracias a detalles como éste se ha ganado milllones de lectores en todo el mundo desde la tribuna del New York Times, porque hasta mis alumnos que aterrizan en el bachillerato con los conocimientos que todos sabemos que hoy día se atesoran en la ESO son capaces de entenderlo. De entenderlo, digo; es decir, sacar algo en limpio del artículo, hacer que se les encienda una luz -keynesiana, por supuesto-. Vale que yo admito muchos -no todos- argumentos de la escuela keynesiana, y ya he dicho en este blog que el estrangulamiento de la demanda está desangrando al país por el costado del paro, pero no sé, el artículo destila vapores ominosos; no voy a caer en la tentación de entrecomillar párrafos del mismo, si queréis podéis leerlo, pero esa simplicidad del análisis dirigida a todos los públicos, ese keynesianismo envuelto en la carcasa mágica del iPhone... huele, por qué no decirlo, a demagogia barata, incluso viniendo de un premio Nobel. Simplemente no me parece serio, o a lo mejor es que me estoy haciendo liberal. ¡Asco de etiquetas...!

* Vino una vez a decir Samuelson, en frase gloriosa y que cito de memoria en la era de Mr. Google, que envidiaba a sus alumnos en el primer día de clase, vírgenes de conocimientos de una ciencia tan noble como la Economía. Yo, bien pensado, es prácticamente lo único en que no les tengo envidia.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Eurogomorra


Advierte el cardenal Rouco Varela de los peligros que supone el proyecto Eurovegas para la moral, sobre todo de los jóvenes, y las hordas anticlericales del país han saltado a la yugular de la Iglesia como movidas por un resorte. El cardenal ha dicho lo que es su obligación decir, y se entiende menos el escándalo que suscitan sus palabras que la complacencia con que la sociedad ha acogido un complejo que va a generar miles de puestos de trabajo cubriendo unas necesidades tan poco edificantes como el juego o la prostitución más o menos encubierta. Echo en falta un análisis moral, al margen de la Iglesia, de este proyecto tan "ilusionante" que han peleado a dentelladas Cataluña y la Comunidad de Madrid, como una especie de maná que vendrá a paliar las graves carencias de empleo. Un maná que, a diferencia del bíblico, no cae del cielo, sino de un magnate norteamericano, genuino representante del capitalismo más rancio, ése en que los ricos pagan pocos impuestos y se hace la vista gorda a minucias como los ataques de Israel a Palestina o la válvula de escape de la prostitución para ciudadanos blancos, republicanos y a los que sobra el dinero. Claro está, el hombre ha visto el cielo abierto con la crisis europea, y prevé un aumento de la clientela llevada por la desesperación propia del que juega su última baza en la vida a romper la banca en un golpe de suerte. Todo muy ético, muy moral, del mismo color que la moral republicana. Por eso he querido traer hoy las palabras de Rouco, porque tiene más razón que un santo, aunque seguramente no lo sea: a cambio de un puñado de puestos de trabajo con la excusa de la crisis, la Sra. Aguirre, tan conservadora ella como Adelson, se ha vendido, ha vendido a su comunidad y ha vendido el bienestar de muchos jóvenes y no tan jóvenes. Los beneficios de esta sucursal de las Vegas irán a parar precisamente a la Gomorra original. Aquí quedarán hoteles, casinos, millones de horas de trabajo remuneradas, todo con el objeto de cubrir una necesidad, la del juego, que condena la Iglesia, condeno yo y condena cualquier persona para la que la ética signifique algo. Una actividad no ya estéril, sino dañina, pero el gobierno y la mayor parte de la sociedad vuelve la vista hacia otro lado, hacia los miles y miles de platos de lentejas que el señor Adelson ha comenzado ya a dispensar en los comedores sociales de ésta cada vez más empobrecida y sumisa patria nuestra.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Una crisis de barrigas llenas


“Esta crisis es un desastre; se está convirtiendo en una tragedia; no sé cómo vamos a acabar…” ¡Y un jamón! Eso, literalmente, que aquí todo el mundo sigue comiendo jamón, aunque sea de york, así que de drama nada, al menos de momento. En todas las crisis y cataclismos sociales que ha experimentado el mundo occidental, una gran parte de la población era analfabeta, no tenía acceso a servicios sanitarios algunos y pasaba hambre con mucha asiduidad. Ha sido históricamente esa masa de desheredados la que ha acudido a la llamada de una revolución, de una guerra o cualquier otra forma de agresión más o menos legítima al orden establecido, y no nos engañemos: ese pueblo enardecido no tenía ni ideales, ni sed de justicia social, ni conciencia de clase: ¡lo que tenía era hambre! Una panda de hambrientos tomó la Bastilla, y también el Palacio de Invierno, y claro, después vino lo que vino… más hambre. Durante la crisis de 1929 en Europa se pasó hambre, y muy especialmente en Alemania: fueron esos alemanes hambrientos los que, convenientemente aleccionados sobre las injusticias del Tratado de Versalles, auparon a su mesías de andar por casa, que por desgracia para la humanidad pronto mostró su afición a dar paseos fuera.

Los que leéis esto lo hacéis con los estómagos bien llenos; yo mismo, que tanto pontifico, escribo repanchigado en el sofá con el portátil encima de la panza después de jincarme dos chuletas de cerdo tamaño mano. Una parte del subsidio del desempleo que se paga en España se gasta en regímenes de adelgazamiento. Los “indignados” van a cenar a casa de sus padres. Aquí los únicos que saben lo que es el hambre son una mínima parte de los inmigrantes, que la pasaron en su país de origen pero ya la han olvidado hace tiempo, y eso que ganan poco. El intrépido Sánchez Gordillo y sus compinches del SAT, ésos que van por ahí llevándose comida para repartir entre los hambrientos del país, tienen unas caras gordinflonas y saludables, que ya habrían querido para sí sus antepasados pisoteados por los señoritos. Ahora los que pisotean son los políticos, y los sindicalistas, y no le mientes tú a nadie en Andalucía que van a quitar el PER, porque te sueltan un tremendo eructo con aroma a morcón ibérico 5J a la mayor gloria de la Junta.

Si se quieren ver los rostros del hambre mirad al tercer mundo, donde no tienen ni fuerza para levantarse; mirad las caras enjutas de nuestra Guerra Civil y la posguerra; mirad, incluso, las colas de seres famélicos que hacían cola perfectamente trajeados para obtener la sopa del día en la Norteamérica de los años 30. Mientras nuestras caras no se parezcan a ésas aquí no se moverá nadie; lo más que se va a hacer es votar algo distinto y cruzar los dedos.