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miércoles, 21 de diciembre de 2016

Breve historia de la libertad


El afán por controlar, por imponer, por dirigir, es un mal que aqueja al hombre desde el origen. En un principio era una cuestión de supervivencia, el único modo de medrar en unas sociedades primitivas cuya economía dependía de la unión de todos sus miembros. La libertad, esa palabra sagrada y maltratada, estaba fuera de toda cuestión. Con el mal llamado progreso, y a raíz sobre todo de la Revolución Francesa, esta libertad empezó a estar en boca de todos, y sobre todo de los oprimidos, precisamente aquellos que nunca pudieron soñar con algo tan hermoso. Pero cuando estos deposeídos creyeron alcanzar esa libertad en cuyo nombre quemaron y mataron, en lugar de alzarla como trofeo y proclamar la venida de un mundo nuevo más feliz la utilizaron como arma asesina, y mancharon de sangre sus letras de oro. La historia reciente de los pueblos demuestra que hay que temer el grito libertario; de Petrogrado a Berlín, de Washington a Tokio, en Pekín, Madrid, Sarajevo o La Habana, la libertad ha cambiado de amo pero ha seguido siendo esclava. Nunca una idea noble fue tan dañina, ni hizo poderosos a tantos dictadores que se revistieron de autoridad inmoral para llevar la desgracia a sus huestes.

Y en pleno siglo XXI, en nuestros países democráticos, la libertad sigue en retroceso, no con la sangre y el fuego tan bien ilustrados por Chaves Nogales, sino de un modo más sibilino, más tendencioso, yo diría que más peligroso por su labor callada y dañina. Las dictaduras de hoy nos inundan con la niebla hedionda de lo políticamente correcto. El pensamiento ha de ser único; no se deja vivir al que está fuera de la secta, se adoctrina en las escuelas, la prensa ha perdido la independencia, e Internet, ese reducto maravilloso que aún me permite escribir estas líneas, se debate en la banalidad de unas redes sociales donde lo que importa es demostrar lo guapos que somos mientras otros nos van chupando la sangre.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Contra el fundamentalismo tecnológico en la educación

Inger Enkvist: "Hoy las escuelas son guarderías para adolescentes"

Lo que necesitan aprender los alumnos no tiene que ver con Internet. Necesitan lengua, matemáticas, geografía, historia... Necesitan convertirse en buenos lectores con un amplio vocabulario y una sólida base de conocimientos generales sobre el mundo. Para conseguir esto, Internet es más una distracción que una ayuda. Internet les va a servir después de conseguir esa formación de base. Es magnífico para la persona que ya tenga conocimientos y necesite comprobar un dato o la ortografía de un nombre.
Por desgracia, y hablo por experiencia, esta verdad tan evidente cada vez es más soslayada. Los nuevos profesores, criados en la sopa boba de la educación sin esfuerzo, tienen la fe de los conversos. La profesión deja de atraer la poca excelencia que se fabrica en unas universidades que reparten títulos devaluados, y que me perdonen las numerosas excepciones, que no deben verse reflejadas en este análisis.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Literatura y rebelión


Escribir es rebelarse. Rebelarse contra la ignorancia, contra la incultura, contra los que se pasan la vida cerrando puertas y abriendo heridas. Escribir es respirar a través de las palabras y proclamar a gritos nuestros deseos más profundos. Escribir es confesarnos y despertar la boca hambrienta que dormía agazapada en nuestro ser. Hay que escribir a dentelladas, desgarrar las tradiciones, romper el curso de los ríos de pensamiento remansado. Si no es así, no merece la pena.

Pero no hay que confundir rebelión con revolución. Escribir para arengar a las masas es un acto supremo de imprudencia. La acción nunca vendrá por la escritura; como mucho los panfletos servirán de excusa para justificar los excesos de los ávidos de poder. La revolución es ruidosa, mientras que la rebelión es íntima. Una tiene intereses inconfesables, mientras que la otra es una zambullida en las profundidades del ser para emerger más limpio, porque en la rebelión de la escritura nos despojamos de la hojarasca cotidiana y salimos de las trincheras del tedio para correr como locos por una tierra de nadie que sólo habíamos visto a través de las alambradas.

A veces cuando escribo no me reconozco, y me gusta.



sábado, 1 de octubre de 2016

La invasión de los ultralomces


La educación se ha convertido en una fábrica de zombies. Tengo compañeros zombies, directivos zombies, inspectores zombies, políticos zombies, y los alumnos que me llegan si no son zombies todavía es porque aún están en proceso de transformación, y a pesar de mis esfuerzos me es imposible parar su muerte en vida. ¡Qué lejos quedan aquellos tiempos en que en los claustros se discutían asuntos de importancia, se compartían puntos de vista, hasta nos dábamos mamporros para defender una u otra postura! Signo de que estábamos vivos, de que la sangre latía en nuestras venas y transmitíamos a nuestros discípulos algo más que logses, loes, lomces, competencias y currículos. La burundanga ha entrado en nuestros centros de enseñanza, la utopía de 1984 está más cerca de lo que parece, a pesar de la caída del muro socialista. Otras fuerzas poderosas se imponen en las mentes, las corroen, las vacían de ideas, de sustancia, de vida. Las innovaciones educativas amenazan con ocupar el espacio de las dudas racionales, la tecnología de google invade nuestros cuerpos.

Pero siempre quedaremos unos pocos rebeldes que, aunque resignados, dejaremos un poso de inquietud en nuestros hijos, en nuestros alumnos más inmunes a la estulticia, y de ahí partirá la contrarrevolución. No les quepa duda de que las aguas volverán a su cauce.

sábado, 23 de abril de 2016

W.H. Auden: Refugee Blues


He abierto esta mañana al azar un libro de Auden que tengo desde hace tiempo en mi mesilla de Alájar, al que no le hago mucho caso, y me ha aparecido como por ensalmo este poema escrito en 1939. La indiferencia ante el sufrimiento ajeno es intemporal, como el egoísmo.

Esta ciudad tiene millones de almas,
Algunas viven en mansiones y otras en agujeros:
Pero no hay lugar para nosotros, querida, no hay lugar para nosotros.

Una vez tuvimos un país, y lo veíamos justo,
Mira en el atlas y allí lo encontrarás:
Y ahora no podemos ir, querida, ahora no podemos ir.

En el patio de la iglesia crece un viejo tejo,
Cada primavera sus flores se renuevan:
Los viejos pasaportes no, querida, los viejos pasaportes no.

El cónsul golpeó la mesa y dijo,
"Si no tenéis pasaporte estáis oficialmente muertos":
Pero aún estamos vivos, querida, aún estamos vivos.

Fui a un comité, me ofrecieron un cargo;
Me ofrecieron cortésmente volver el año siguiente:
¿Pero dónde iremos hoy?, querida, ¿pero dónde iremos hoy?

Acudí a un discurso; el orador se alzó y dijo;
"Si les dejamos entrar, robarán nuestro pan":
Hablaba de ti y de mí, querida, hablaba de ti y de mí.

Creí oír el trueno retumbando en el cielo;
Era Hitler sobre Europa, que decía, "Deben morir":
Oh, pensaba en nosotros, querida, pensaba en nosotros.

Vi un caniche con un abrigo abrochado,
Vi una puerta abierta por donde entraba un gato:
Pero no eran judíos alemanes, querida, no eran judíos alemanes.

Bajé al puerto y llegué al muelle,
Vi peces nadando como si fueran libres:
Tan solo a cuatro metros, querida, tan solo a cuatro metros.

Caminaba por un bosque, vi los pájaros en los árboles;
No tenían políticos y cantaban a su antojo:
No eran de la raza humana, querida, no eran de la raza humana.

Soñé que veía un edificio de mil plantas,
Mil ventanas y mil puertas:
Ninguna era nuestra, querida, ninguna era nuestra.

Estaba en una gran llanura mientras la nieve caía;
Diez mil soldados marchaban de un lado a otro:
Nos buscaban a los dos, querida, nos buscaban a los dos.





Say this city has ten million souls,
Some are living in mansions, some are living in holes:
Yet there's no place for us, my dear, yet there's no place for us.

Once we had a country and we thought it fair,
Look in the atlas and you'll find it there:
We cannot go there now, my dear, we cannot go there now.

In the village churchyard there grows an old yew,
Every spring it blossoms anew:
Old passports can't do that, my dear, old passports can't do that.

The consul banged the table and said,
"If you've got no passport you're officially dead":
But we are still alive, my dear, but we are still alive.

Went to a committee; they offered me a chair;
Asked me politely to return next year:
But where shall we go to-day, my dear, but where shall we go to-day?

Came to a public meeting; the speaker got up and said;
"If we let them in, they will steal our daily bread":
He was talking of you and me, my dear, he was talking of you and me.

Thought I heard the thunder rumbling in the sky;
It was Hitler over Europe, saying, "They must die":
O we were in his mind, my dear, O we were in his mind.

Saw a poodle in a jacket fastened with a pin,
Saw a door opened and a cat let in:
But they weren't German Jews, my dear, but they weren't German Jews.

Went down the harbour and stood upon the quay,
Saw the fish swimming as if they were free:
Only ten feet away, my dear, only ten feet away.

Walked through a wood, saw the birds in the trees;
They had no politicians and sang at their ease:
They weren't the human race, my dear, they weren't the human race.

Dreamed I saw a building with a thousand floors,
A thousand windows and a thousand doors:
Not one of them was ours, my dear, not one of them was ours.

Stood on a great plain in the falling snow;
Ten thousand soldiers marched to and fro:
Looking for you and me, my dear, looking for you and me. 

sábado, 6 de febrero de 2016

Diez ventajas de estar sin Gobierno (y que sea por muchos años)


1. Es mucho mejor no hacer nada que hacer las cosas mal.

2. Estabilidad en la Ley de Educación.

3. Ante la amenaza de unas elecciones inminentes, los políticos aparentan ser honrados.

4. Los políticos están constantemente con el culo al aire.

5. No se tocan los impuestos.

6. Si salimos de la crisis, ningún gilipollas se podrá poner una medalla.

7. Manda la Economía, no la Política.

8. Los políticos no ponen sus sucias e ineptas manos en la Economía.

9. Estabilidad en el marco legal.

10. Impagable espectáculo gratuito de la Comédie Humaine a la española.

lunes, 16 de noviembre de 2015

John Donne: Meditation XVII (2ª parte)


Ningún hombre es una isla, completo por sí mismo; cada hombre es parte del continente, parte de la corriente. Si un terrón es arrastrado por el mar, Europa se reduce, como si hubiera sido un promontorio, o una mansión de tu amigo, o tuya: la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy implicado en la humanidad, y así nunca encargues averiguar por quién dobla la campana; dobla por ti. Tampoco podemos llamar a esto una súplica por la desgracia, o una apropiación de la desgracia, como si no fuéramos suficientemente desgraciados nosotros, y tuviéramos que cogerla de la casa de al lado, tomando sobre nosotros la desgracia de nuestros vecinos. Sería en verdad una codicia excusable si así lo hiciéramos, porque la aflicción es un tesoro, y pocos hombres tienen bastante de ella. Ningún hombre tiene suficiente aflicción que no haya sido madurada y sazonada por Dios y hecha apropiada para Dios por la misma aflicción. Si un hombre acarrea un tesoro en lingotes, o en un bloque de oro, y no lleva ninguna moneda, su tesoro no costeará su viaje. La tribulación es un tesoro en su naturaleza, pero no es moneda corriente para su uso, salvo que lleguemos cada vez más cerca de nuestra casa, el cielo, a través de ella. Otro hombre puede estar enfermo también, y enfermo de muerte, y esta aflicción puede residir en sus entrañas, como el oro en una mina, y no ser de ninguna utilidad para él; pero esta campana, que me habla de su aflicción, desentierra el oro y me lo ofrece: si por esta consideración del peligro de otro contemplo el mío propio, y así me pongo a salvo, acudiendo como recurso a mi Dios, que es nuestra única seguridad.




No man is an island, entire of itself; every man is a piece of the continent, a part of the main. If a clod be washed away by the sea, Europe is the less, as well as if a promontory were, as well as if a manor of thy friend's or of thine own were: any man's death diminishes me, because I am involved in mankind, and therefore never send to know for whom the bell tolls; it tolls for thee. Neither can we call this a begging of misery, or a borrowing of misery, as though we were not miserable enough of ourselves, but must fetch in more from the next house, in taking upon us the misery of our neighbours. Truly it were an excusable covetousness if we did, for affliction is a treasure, and scarce any man hath enough of it. No man hath affliction enough that is not matured and ripened by and made fit for God by that affliction. If a man carry treasure in bullion, or in a wedge of gold, and have none coined into current money, his treasure will not defray him as he travels. Tribulation is treasure in the nature of it, but it is not current money in the use of it, except we get nearer and nearer our home, heaven, by it. Another man may be sick too, and sick to death, and this affliction may lie in his bowels, as gold in a mine, and be of no use to him; but this bell, that tells me of his affliction, digs out and applies that gold to me: if by this consideration of another's danger I take mine own into contemplation, and so secure myself, by making my recourse to my God, who is our only security.

miércoles, 14 de octubre de 2015

La lengua del poeta


Hace un tiempo, leyendo un ensayo de Eliot anoté esta reflexión, no sé si literal: "La poesía no debe ser social nunca. El poeta se debe ceñir a su propia lengua".

Y es ahí justo donde radica la grandeza: en el interior. Quien hace de su arte una mera exhibición podrá tener admiradores, pero su obra no pasará de unos vistosos fuegos de artificio. Quien bucea muy profundo sin preocuparse de lo que pasa fuera, y además tiene la suerte de albergar un tesoro escondido, y aún le quedan fuerzas para sacarlo fuera arrastrándolo, como hizo Cervantes con su Quijote durante tantos años, ése sí que es un gigante. Homero, Dante, Shakespeare, Owen, Pound y algunos otros locos que nos hablan una lengua de ultratumba que no es social, ni lo pretende, porque tienen vocación universal.

domingo, 31 de mayo de 2015

Apuntes (192): Máximas intemporales


El mejor cirujano plástico es el tiempo.

 ~

Ese momento insuperable en que te acercas con el coche a un paso de cebra, ves en el último momento a una vieja parada en el borde desafiándote con la mirada, aceleras, la miras con cara de guasa, y al fin la ves por el retrovisor profiriendo insultos y blandiendo su bastón...

 ~

Ríete de los demás con cariño, y de ti mismo sin piedad.

~

Demasiada paciencia es un síntoma de resignación.

~

Escucha atentamente al necio, pregúntale por sus ideas, alaba sus opiniones y muéstrate humilde ante su necedad.

~

Cuanto más dices que eres libre más esclavo te vuelves de tus palabras.

sábado, 2 de mayo de 2015

Homo Sapiens Mamporrensis



¿Qué son 200.000 años? Apenas un suspiro cósmico, incapaz de alterar en lo esencial los genes de la especie a la que pertenece el individuo que escribe estas líneas. Si acaso en los últimos tres mil años, algunas pequeñas bolsas de población se han impregnado de un leve barniz cultural que se ha dado en llamar civilización, pero a la hora de la verdad, cuando el dinero, ese dios infalible que marca las preferencias de nuestra tribu, dicta sentencia, a la gente lo que de verdad le apasiona es contemplar cómo se atizan sin compasión los más fuertes de cada clan, a mamporro limpio, igual que hace milenios.

¡Aupa, Manny, destroza a ese yanqui bocazas!

miércoles, 11 de marzo de 2015

Apuntes (191): Algunos aforismos


La verdadera grandeza va siempre revestida de humildad.

 ~

Es preferible escribir mal a no escribir, porque te hace pensar.

 ~

Y sin embargo, es mejor no pensar que pensar mal.

~

Sería interesante que alguien hiciera un estudio histórico desprejuiciado sobre los paralelismos entre Alejandro Magno, Napoleón, Hitler y Stalin.

~

La felicidad consiste en contemplar el futuro como una promesa en vez de una amenaza.

~

Me sigue dando miedo mirar a los ojos de la gente; hay siempre allí un abismo que me atrapa.

jueves, 5 de marzo de 2015

De negros y Economía


La humanidad se divide en dos grandes grupos: los que saludan efusivamente a los negros que venden pañuelos en los semáforos y de vez en cuando les dan una propina, y los que están hartos de ellos y suben la ventanilla cuando el coche se aproxima a la luz en rojo. Bien pensado hay un tercer grupo, que a escala global es el más numeroso: el de los mismos negros que venden los pañuelos. Para aclarar la metáfora (en realidad se trata de una sinédcoque, pero no quiero que me acusen de pedante), cámbiese negro por persona de color (blanco, negro, marrón, amarillo...); es decir, persona a secas, y cámbiese que venden pañuelos en los semáforos por que se buscan la vida como pueden, y en muchos casos no la encuentran (la vida), por lo que acaban muriendo jóvenes (de hambre, de enfermedades que se habrían evitado con una simple vacuna...). Es la vieja cuestión de siempre entre los que tienen las habichuelas resueltas y los que tratan de apañárserlas. A los primeros les suele molestar tener por vecinos a los segundos, mientras que éstos si pueden se tiran al palo y ven una jauja donde otros pelean cada día a dentelladas en sus cuellos blancos para ganar no el pan, sino una cesta de oro donde situarlo. Acabo de leer en un periódico inglés de internet unas declaraciones de todo un director del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en que anuncia 'The Best Economic News In Human History'. ¡Ja! ¿Y cuál es la maravillosa nueva? Pues el progreso tecnológico, cómo no habíamos caído antes, que elevará el nivel de vida de todos y cada uno de los habitantes de la Tierra. La escasez, pues, no será ya un problema gracias a esta revolución tecnológica que deja en pañales a la industrial. ¡Pobre ciencia económica, condenada a los libros de historia! No hay nada como sacar frases de un contexto para reírse de una persona importante y hacer titulares. Algo habrá de verdad en todo ello, es cierto, pero me temo que el "para quién" producir seguirá siendo la pregunta no resuelta por la venerable Economía, empecinada en el qué y el cómo. Los negros seguirán vendiendo pañuelos en los semáforos, y los que no llegaron a jauja pasarán miseria, si no hambre, y guerras, y crueles enfermedades. Algo hemos avanzado, pero ellos (los "negros") van caminando hacia atrás.

domingo, 8 de febrero de 2015

Aunque la eternidad no exista


Porque todo lo que reluce es humo, y nuestra dicha está en capear los temporales, engendrar hijos para quererlos, aunque la eternidad no exista, vivir sin miedo y desoír los cantos de sirena de una fe que sólo vive en los corazones atribulados. ¿Por qué no echar en cara las mentiras a quienes a duras penas nos toleran, tachándonos de infieles? La Tierra es un lugar extraño, como los seres que la habitan, que han conseguido explicar muchos misterios insondables. Es lícito ir más allá, pero también peligroso y estéril. La palabra Dios jamás debió inventarse.

sábado, 24 de enero de 2015

Otoño en la añoranza

Pour moi l'automne n'a jamais été une saison triste. Les feuilles mortes et les jours de plus en plus courts ne m'ont jamais évoqué la fin de quelque chose mais plutôt une attente de l'avenir [...] Je n'ai pas le cafard à cette heure-là, ni le sentiment de la fuite du temps. J'ai l'impression que tout est possible. L'année commence au mois d'octobre.
Patrick Modiano: Dans le café de la jeunesse perdue

Eso es también para mí el otoño, un oasis de vida entre la molicie tórrida y aplastante del verano y la gélida parálisis del invierno, terribles ambos, cada uno a su manera. Me gustaría habitar por siempre en el otoño, como el pájaro que nace, para sentirme inmortal y mirar al cielo con descaro, para vivir en un futuro tallado a mi medida.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Las voces perdidas




El canto de Caruso nos llega a través del tiempo, a ciento once años de distancia. La voz es el atributo humano que más ha tardado en registrarse para la posteridad. ¿Cómo sonarían los discursos de Demóstenes, o las famosas catilinarias de Cicerón, por no hablar de las arengas de Alejandro, o de César, o de Napoleón. ¿Cómo sonarían en su castellano antiguo Isabel y Fernando? ¿Y qué voz tendría Quevedo recitando esos versos que eran puñales? Conocemos bien el rostro de Van Gogh, sus autorretratos seguro que no nos mienten, pero... ¿cómo eran las pocas palabras que pronunciaba a lo largo del día? ¿Cuál era la voz del genio al conversar con Gauguin? ¿Y qué decir de Farinelli, que llegó a la corte para quitar sus murrias al primer borbón de las españas? Todos los que le oyeron dicen que era un ángel, una voz inigualable, el miembro más perfecto de la extinta raza de los castrati, pero su voz murió con él, y hoy no podemos sino imaginarla.

Gracias a la técnica, aunque rudimentaria, nos podemos hacer una idea de cómo cantaba el gran Caruso cuando rozaba los treinta años y su voz era aún fresca. Un Turidu inigualable, con el sabor de otra época. ¿Qué dirían al salir de la ópera los que escucharon a Caruso dirigido por el maestro Mascagni? ¿Llorarían de emoción? ¿Y cómo sonarían esas lágrimas? Todo se lo ha llevado el viento menos la voz grabada del divo, que nos tiende un puente maravilloso hacia el pasado.

martes, 21 de octubre de 2014

Religión y miedo


Para que una religión tenga fuerza debe basarse en la dominación de sus fieles por el miedo. Así ocurrió con el cristianismo en su época de esplendor de la Edad Media, aunque la Santa Inquisición siguió quemando brujas hasta bien entrado el siglo XVIII. En España tenemos muy reciente el resurgir de las fuerzas vivas clericales con el franquismo, dominando al pueblo claramente con el miedo, miedo a no cumplir con las normas de la Iglesia y en consecuencia ser repudiado por una sociedad altamente clericalizada. Miedo a lo terreno y, en las pobres almas ignorantes, a los fuegos del infierno, que tanto daño han hecho a la felicidad humana. Ese miedo sigue vigente hoy, multiplicado por mil, en algunos puebles sujetos a la ley estricta del Corán, tan cruel como inhumana. Gracias a ello unos pocos medran a costa del pueblo indefenso, como siempre ha sucedido en todas las iglesias. Y el mundo, en lugar de avanzar, retrocede, no sólo en el mal llamado progreso, sino sobre todo en algo mucho más importante, como es la libertad y la felicidad.

Visten las sectas modernas pieles de cordero, pero siguen adquiriendo el deseado cetro del poder y las riquezas materiales a través del miedo de los desamparados. Donde hay menos cultura el terreno está abonado, y no sólo en África, sino también en América del Norte, pueblo temeroso y ciertamente atrasado intelectualmente. La vieja Europa se está haciendo irremediablemente laica, y por primera vez en la historia suelta amarras con ese Dios que tantos intereses terrenales satisface. Sea ello para bien, los hombres buenos deben ser libres. No hay moral con miedo, ni poder sin mancha.

viernes, 8 de agosto de 2014

La decadencia de la escritura


Leo mucho últimamente la obra, especialmente memorias, de escritores del siglo XX que tuvieron una vida azarosa, zarandeada por los acontecimientos que desgarraron Europa y el mundo, especialmente las dos grandes guerras, y no me abandona la sensación en todo momento de que así era muy fácil escribir, o al menos tenían una gran parte ganada, que es la materia prima, las vivencias de las que mana la obra de todo artista. Me hallo ahora inmerso en las memorias de Elías Canetti, judío sefardí cuya lengua materna era el ladino, nacido en una pequeña ciudad búlgara a orillas del Danubio, entonces del imperio otomano, que de niño se mudó a Manchester e hizo suya la lengua inglesa, reforzada por la lectura de Shakespeare con su madre, entusiasta del teatro, pero al poco tiempo, y ante la muerte de su padre, se trasladó a Viena, aprendiendo el alemán (que fue la lengua en que realizó su obra) en tres meses por boca de su madre durante una estancia en Lausana antes de ingresar en la escuela para, ya en plena Primera Guerra Mundial emigrar a Zurich… y eso con sólo doce años, lo que tuvo que vivir aún ese hombre, bueno y malo pero vida, no como el sesteo indolente a que nos entregamos en los llamados países civilizados desde hace setenta años… Ahora las vivencias se buscan de manera deliberada, no son fruto de los acontecimientos, y la adrenalina es prefabricada en expediciones al Himalaya o mediante retos absurdos por ver quién cruza a nado un océano o come más hamburguesas sin que le reviente el estómago. Alguien dijo una vez que tras el Holocausto la literatura había perdido sentido, pero el horror despertó la conciencia de muchos y, si no se escribe igual de bien que antes no es porque se haya llegado a la frontera, sino porque todas las fronteras han sido cruzadas y ante el hombre se extiende una inmensa llanura monótona y descarnada. 

martes, 5 de agosto de 2014

Aforismos literarios


1. Un verdadero escritor no debe pretender ganarse la vida con su arte, pues en ese caso acabará vendiéndose.

2. Si un artista no tiene la fortuna de ser rico deberá conformarse con el tiempo que le sobre de su trabajo más o menos decente, alejado de las letras para evitar contaminaciones.

3. Ya pasó el tiempo de los genios bohemios.

4. Los derechos de autor tienen una importancia muy relativa en las obras maestras, al menos para el autor, no así para sus herederos.

5. El peligro de la cultura gratuita no es su desaparición, sino su desprecio.

6. Los grandes escritores nunca se mueven por dinero, sino por vanidad.

7. El auténtico sabio opta por el silencio.

8. El auténtico genio está condenado a la infelicidad.

9. No hay nada más estúpido que la originalidad deliberada.

10. La literatura no es una terapia, sino un refugio.


lunes, 9 de junio de 2014

Ridao el apóstata


Muy poco tiempo después de nacer, mis padres me inscribieron, con su mejor voluntad, en un club de gran tradición en nuestro país, condición indispensable para ser un ciudadano respetable en la España de la época. A medida que fui adquiriendo eso que llaman uso de razón, proceso en el que aún me hallo inmerso, me di cuenta de que mi flamante club no me gustaba mucho, al principio más que nada  porque me obligaba a acudir los domingos, debidamente endomingado, a unas reuniones donde un oficiante soltaba unas parrafadas ininteligibles que me llevaban al ensoñamiento más inocente, generalmente con los toboganes que esperaban fuera; además, debía dar la mano a unas personas que no conocía de nada, y muchas señoras emanaban un desagradable efluvio a perfume de sacristía reconcentrado. Tampoco es que aumentara mucho mi entusiasmo la educación recibida en el colegio, donde varios de mis profesores usaban sotana y chasca. No guardo mal recuerdo de ellos, nada tengo que reprocharles y se portaban con nosotros igual de bien o mal que sus compañeros que vestían pantalones, pero me seguían llevando a esas dichosas reuniones por la tarde antes de entrar a clase, con lo bien que se estaba jugando a las canicas. Así fue pasando el tiempo, mi razón fue estando cada vez más para mi uso y disfrute, y decidí dejar de acudir a las reuniones en la medida de lo posible. Aunque veía buenas intenciones en el fundador histórico de mi club, no lo tenía tan claro en cuanto a sus continuadores, y me empezaron a mosquear muchas cosas que mi razón cada vez más madura me revelaba. Además, qué caramba, yo siempre he sido tremendamente individualista y escéptico, y las sectas me dan yuyu, así que hace poco me planteé que, aunque muchos me dicen que no me estorba y no hace ningún daño, sería conveniente y, sobre todo, honesto, salir del club que ha tenido el honor de contarme entre sus miembros durante tantos años. Pero, ¡oh sorpresa! —con la secta hemos topado—, he descubierto que en este club resulta muchísimo más sencillo entrar que salir. Parece que tengo que mandar cartas, visitar gerifaltes, rellenar formularios, pedir documentos, aflojar algo de guita, acudir a entrevistas, escuchar de viva voz los privilegios que voy a perder, y claro, no ando yo muy sobrado de tiempo, ni de ganas, ni de humildad, y se me ha ocurrido dar fe pública por medio de este blog:

A todos los que me leyeren: pastores, ovejas, corderos, terratenientes y demás miembros de la comunidad, declaro que me borro del rebaño. Sé qué os va a ir igual de bien sin mí, o incluso mejor, y yo, la verdad, aunque no os guardo rencor, me quedo más tranquilo.

P.S. Enseguida iba a poder escribir yo esto en el siglo XVI...