Mostrando entradas con la etiqueta Anécdotas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Anécdotas. Mostrar todas las entradas

sábado, 28 de febrero de 2015

Cría cuervos...


Andaba detrás de mí el otro día mi hijo Ignacio diciéndome que si estaba muy ocupado, que me necesitaba un tiempo "un poquito largo", pero que debía estarme muy quieto, hasta que finalmente, intrigado, accedí. Me dijo que me sentara, cogió papel y lápiz y ni corto ni perezoso se puso el tío a hacerme un retrato. A la vista está el resultado, y lo peor es que todo el mundo anda alabándole, cómo es posible que a sus siete años haya conseguido un parecido tan grande, y encima él dice que me ha puesto más pelo para que esté contento.

Yo, que siempre me he creído un sex symbol, y va el niño éste y hace la gracia...

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Impresiones parisinas



- A los descendientes de los galos les quedan dos telediarios siendo mayoría en la capital de Francia.

 - La Torre Eiffel impresiona mucho más que en la fotos. Esa misma torre la ponen en Sevilla sin vigilancia y los chatarreros de Torreblanca la desguazan y la venden en los polínganos en un par de días con sus carritos del Hipercor.

- El sarcófago de Napoleón tiene toda la pinta de una caja de limpiar zapatos. Además, nunca he entendido la coba que se le da a ese megalómano asesino en pleno siglo XXI.

- Un mojón muy grande para los jardines de las Tullerías. No he visto cosa más sosa y polvorienta a la que llamen jardín en ningún otro sitio.

 - Lo que sí es un gran invento es la costumbre de dejar en los parques cientos de sillas y hamacas a disposición de los paseantes, para tomarse cómodamente una de esas asquerosas baguettes secas que venden en los kioscos a cinco euros y despatarrarse en condiciones. Volvemos a lo mismo: en Sevilla acabarían en los patios particulares en un abrir y cerrar de ojos.

- Será un problema de raza, pero a la típica parisina rubia de ojos claros le faltan un buen par de argumentos para convencer del todo a un macho ibérico acostumbrado a otras contundencias.

- La flota de bateaux mouches se reduciría a una cuarta parte si en el mundo no hubiera chinos.

- Los recepcionistas de los hoteles se dan aires de ministros sin cartera.

- Al pasear por París tenía la sensación de ir por un territorio familiar: era como dar un paseo por Sevilla pero a escala 10:1. Supongo que en ello ha tenido que ver que cuatro horas antes de estar junto al Arco del Triunfo me encontraba plácidamente durmiendo en mi cama sevillana. Así no hay quien se imbuya de un espíritu aventurero.

- París huele a mantequilla caliente.

- En Montmartre, ni rastro del ambiente bohemio. Si Verlaine levantara la cabeza se marcharía a África a buscar a Rimbaud.

- Los Van Gogh del museo d'Orsay son igualitos a como salen en las fotos. Da la impresión de que forman parte del ajuar de uno.

- Me llamarán cateto, pero tampoco es para tanto París: una gran ciudad como muchas otras, monumental, eso sí, pero sus mejores edificios no suelen pasar de los doscientos años. Es como Sevilla pero a lo bestia y sin encanto: sin duda lo tuvo antaño, pero se lo ha llevado el turismo.

Imagen: Turista haciendo el gilipollas en el museo Rodin.

miércoles, 19 de marzo de 2014

El mejor regalo de santo


Hoy, doble festividad: mi santo y el día del padre, aunque ya se sabe que lo segundo es un invento de El Corte Inglés. Mi hijo Miguel, que se espabila por momentos, propuso ayer a su madre lo que él entiende como el mejor regalo que me podrían hacer: llamar a mi trabajo y decir que estoy enfermo. Flojillo que me ha salido el chaval. Pero vamos, qué mejor regalo que ése, no vamos a ser hipócritas. Lástima que a la madre no le pareció del todo bien...

miércoles, 19 de febrero de 2014

Creando conocimiento


Cuando terminé la carrera de Económicas, una de las pocas cosas que tenía clara es que no quería ser profesor. Como el destino es cómplice de mi pereza acabé sacando las oposiciones de Secundaria para después estar nueve años como profesor asociado de Universidad. Ya desde que me apunté a los cursos de doctorado vislumbré la gran mentira que supone la vida universitaria en España, de la que como alumno tenía una ligera idea, de ahí que no acabara por hacer la tesis, y al final renunciara a mi plaza de asociado, calentito como estoy dando clases de Economía a mis alumnos de Bachillerato. Aún me siguen mandando correos de la universidad, y hoy he recibido uno que me reafirma más en mi opinión sobre la inutilidad (salvo honrosas excepciones) del trabajo académico.

Estimada Comunidad Universitaria:    
Desde el Centro de Estudios de Postgrado (CEDEP)  informamos del acto de defensa pública de la Tesis Doctoral titulada "ANÁLISIS DE LOS ERRORES MORFOSINTÁCTICOS EN LA INTERLENGUA DE LOS ESTUDIANTES EGIPCIOS DE ESPAÑOL COMO LENGUA EXTRANJERA", de la que es autor D. ...
Impresionante contribución al saber científico, sin duda...

martes, 7 de enero de 2014

Escenas y cabalgata en Linares de la Sierra


Una vez más nos hemos acercado al precioso pueblo de Linares, a una legua escasa de Alájar, en la noche mágica de la víspera de Reyes para admirar sus escenas, que este año han sido tan bonitas que me resisto a publicar la entrada, no sea que se corra demasiado la voz y se masifique. El pueblo se vuelca en sus escenas, y consiguen una recreación inimaginable, a lo que contribuye el uso de sus viejos corrales, albercas, cuadras y estancias, que yo diría que podrían pasar perfectamente por lo que había en Belén hace dos mil años, y es que en algunos pueblos de la sierra parece que se ha detenido el tiempo, sobre todo en Linares, donde ni siquiera cambian (a diferencia, ¡ay! de Alájar) el empedrado antiguo, con el verdín y la hierba asomando entre las piedras. Las fotos no hacen justicia a la belleza de la representación, pero aquí van algunas.





Y después de las escenas, salieron Sus Majestades en sus flamantes monturas:


Una noche inolvidable, y que no sea la última. El único incidente fue que Miguel se llevó dos caramelazos de Baltasar, que, con perdón, tenía trazas de gorila, uno en la cabeza y el segundo, que le remató, en el ojo. Como estaba solo el pobre una mujer del pueblo le atendió en su casa y se nos perdió un rato. Hoy ha ido al cole con el ojo a la virulé, pero parece que no le guarda rencor.

He aquí el espécimen autor de la agresión (es el de arriba):


Fotos© Mi cuñao

martes, 5 de noviembre de 2013

Ecoilogismo


Oído hoy en un hipermercado:

Él: Mira qué bien, venden puntas de espárragos.
Ella: Pero, ¿eso conviene ecológicamente?

Vale que nos preocupemos por el medio ambiente, pero de ahí a convertirnos en unos gilipollas va un trecho. Definitivamente, con buenas o con malas intenciones, no tenemos remedio.

viernes, 23 de agosto de 2013

Las cuentas de San Bartolomé (Alájar, 1865)


Estoy teniendo un verano de lo más lector. Mi último descubrimiento, en la bliblioteca de Alájar, es la magnífica monografía del profesor Manuel Moreno Alonso: La vida rural en la Sierra de Huelva: Alájar. Lo añejo del estudio, de finales de los 70, no empaña en absoluto su interés; se trata de un libro ampliamente documentado y escrito en un estilo ameno, accesible a todos los públicos, y que cualquier amante de la modesta historia de los pueblos serranos, en especial Alájar, leerá con deleite. Entre otras muchas perlas, hoy entresaco esta jugosa lista de gastos que aparece en el Libro de Cuentas de San Bartolomé, conservado en el Archivo Parroquial de Alájar, correspondiente a la romería del año 1865:
98 reales por decir la novena y la función religiosa el cura; 40 reales a los diáconos; 35 reales al sochantre; 25 reales al sacristán; 10 reales a los monaguillos; 120 por el sermón; 40 reales por el tamboril; 24 reales al albañil por levantar las goteras; 5 reales por la búsqueda del tamborilero en Galaroza; 17 reales a otro hombre que se mandó a Zalamea para traer el tamborilero; 2 reales por una vidriera para el retablo; 13 reales por tres arrobas y media de cal para el blanqueo de la ermita; 5 reales por escobas y aljofifas; 15 reales a un hombre por traer agua de aseo; 15 reales a un hombre, día y medio, trayendo agua para beber las gentes; 3 reales a dos mujeres durante tres días para el aseo y limpieza del Santuario; 50 reales por un refresco en la mayordomía.
 No me digan que no es curioso: 120 reales por un sermón, 15 reales a un hombre día y medio acarreando agua; 3 reales a dos mujeres por tres días limpiando. Igualito, igualito…

lunes, 11 de marzo de 2013

Titta Ruffo, genio y figura...


Impresionan las líneas que dedica Arturo Barea al barítono Titta Ruffo en la primera parte de su apasionante autobiografía La forja de un rebelde, de la que hablaré con detenimiento otro día:
Es un efecto tremendo oír cantar al lado de uno. Conforme estoy sentado detrás del bastidor, los cantantes vienen a veces y desde allí cantan lo que en el teatro llaman canciones internas. Los veo de abajo arriba, con sus trajes de seda, cantando y mirando al director de orquesta a través de una rendija en la decoración. La voz vibra de tal manera que se ven todas las carnes del cantante bailotear y quedarse temblando en las notas agudas. Hay dos excepciones: Titta Ruffo y Massini Pieralli. Cuando cantan no vibran ellos, vibra todo lo que hay al lado de ellos. Vibro yo y si pongo una mano en la madera de la armadura de la decoración, también la madera está vibrando. Les sale y les entra el aire en el pecho como en un fuelle de fragua, y es sólo la garganta lo que suena. Al lado de ellos, se les mira la boca y no se oye salir de ella ningún sonido, pero después suena todo, así que se les ve articular las palabras con los labios, con la lengua y con los dientes y quien las pronuncia es el escenario, la decoración, los telares, la orquesta, el público, la sala, el teatro todo, hasta la luz de la batería parece que suena. Esto lo llaman en el teatro emisión de voz.
Y claro, después de una descripción así entran ganas de escuchar al dueño de la voz, algo que hoy en día es posible gracias al maravilloso invento de internet. Con ustedes, el gran Titta Ruffo canta el aria de Germont de La Traviata (Plácido Domingo anda ahora haciendo este papel de barítono en el Met, a sus 72 años), Di provenza il mar, il suol. La grabación es de 1907, aproximadamente la época en que Barea, un golfillo de Lavapiés, lo escuchaba entre bastidores. El director Tulio Serafin dijo que a lo largo de su carrera conoció grandes voces, pero sólo tres milagros: Caruso, Ruffo y Ponselle.



Y para rematar la entrada, una anécdota que cuenta Barea recordando a Ruffo y que habla de su sentido del humor, poco convencional para la época:
Cuando hay función regia a veces viene el rey a verlos y entonces la rotonda se llena de policías que miran de mala manera a todo el mundo y de militares en traje de gala que vienen detrás del rey. A Anselmi, como es muy elegante, le alegran mucho estas visitas, pero a Titta Ruffo, que dicen fue carretero, le enfadan. Una noche llegaron los policías y empezaron todos a decir: «¡Que viene el rey!». Echaron a todo el mundo, menos a las coristas y a las visitas que eran duques o cosa así y tenían sombrero de copa. Y todos se quedaron muy callados esperando la llegada del rey. Conque, va Titta Ruffo y con el vozarrón que tiene y la puerta del cuarto abierta empieza a cantar:
- ¡Mierda! ¡Miieerda! ¡Miieerda! ¡Mierdaaaa!
Nadie se atrevía a decirle nada y él venga a cantar todo lo fuerte que podía. Al rey no le debió de gustar, porque después el comisario regio que tiene el teatro le preguntó si no podía cantar otra cosa.
- Sabe usted -le dijo Titta Ruffo-, es una palabra que va muy bien para ensayar la voz. Tiene el mi, el re y el la.
Y desde entonces, antes de salir a cantar llenaba de «mierdas» todos los pasillos del Real. Cuantos más sombreros de copa había, más «mierdas» soltaba.
Genio y figura...

sábado, 9 de marzo de 2013

Ese pedazo de Ignacio


Gracias a mi amigo Álex me he acordado hoy de hace dos veranos, cuando Alájar fue tomada por las huestes bollywoodienses que nos revolucionaron a todos con su colorido y sus fachas exóticas (aunque la convivencia con los hippies hace que no nos asusten las indumentarias más extrañas). Y quiero rescatar el vídeo de promoción de la película, en el que aparte del buen hacer del cuerpo de baile y lo pegadizo de la música... ¡Salen mis niños en el segundo 6''!, concretamente Ignacio y Jaime en primer plano con una camiseta a rayas azules. Se conoce que el meneo de cintura de Ignacio llamó la atención del cámara y hala, sin pedirme permiso ni na a mí, su manager, van y lo cuelgan en internet para que lo vea la India entera.
 

domingo, 27 de enero de 2013

Una tarde en el basket


Ayer llevé a los dos mayores al baloncesto. Tenían ilusión de ver en directo un partido de los profesionales, ahora que ellos practican ese deporte. Compramos las entradas en banco de pista, enfrente del banquillo del Cajasol, y ya desde el calentamiento flipaban con los tiros y los mates de esos gigantes de carne y hueso, tíos de piernas y brazos interminables, en pista había cuatro que superaban los dos metros diez, y parecían de tamaño normal, rodeados como estaban por gente de su estatura. Una de las cosas que más me llama la atención del baloncesto actual es la coordinación de los pívots: en otros tiempos pescaban a un Romay por su altura, aunque fuera un patoso, mientras que ahora ves a un dos veinte subir el balón de canasta a canasta como si fuera un base. El partido no fue demasiado bien para nuestros colores, el rival era mucho rival, y tenían a una bestia parda polaca con el dorsal 30 que metía todo lo que llegaba a sus manos en la zona, pero daba igual: los niños, sobre todo Miguel, disfrutaron de lo lindo. Jaime también, pero hacia el final del partido se dedicó más a charlar con Daniela y a enredar con los que había al lado, supongo que cuatro cuartos es mucha tela para la concentración de un chaval de siete años, por muy baloncestista en ciernes que sea. El espectáculo, de todos modos, no era sólo el baloncesto, había muchos más estímulos, sin ir más lejos el personal que acude a los partidos, de lo más variopinto. Algunos personajes debían de ser famosos por esos pagos, pues desfilaban adolescentes delante nuestra para hacerse fotos con el móvil con ellos. También teníamos la versión patria de las cheerleaders,  que salían en cuanto había un parón largo, y digo patria porque por más que procuren imitar a sus modelos norteamericanas no pueden negar que son nativas, no sólo por la apariencia, sino por su vestimenta o, mejor dicho, por la forma de lucirla, así como por las volteretas que daban -queda para la antología la salida en tromba de una de estas pizpiretas animadoras, la más rellenita y con una delantera que ni el Madrid, que dio dos o tres vueltas de campana para aterrizar en los brazos de un cheerleader masculino que la aguantó a duras penas, estando a punto de rodar los dos por el suelo ante la rechifla general-. Por cierto que el comentario, no sé si justo, que corría por las filas al ver aparecer a los animadores es que por fuerza tenían que ser gays. Los americanos, para evitar estos problemas, sacan sólo a tías buenorras bien entrenadas y se garantizan el éxito. También teníamos a la mascota del equipo, un toro que más bien parecía un bisonte, que se tiraba en plancha, nos chocaba las manos al pasar -confieso que yo mismo, por no hacerle el feo, palmeé su mano de trapo-, y que al final del partido se puso a tirar balones al público, y aquí viene lo gordo: Daniela y Jaime bajaron a hacerse una foto con él, el toro le ofreció un balón -de reglamento- a Jaime, y va el niño lacio y le dice: ¡no, gracias, ya tengo uno! Cuándo coño se ha visto esa respuesta en un niño, si por definición un niño tiene que "matar" por conseguir un balón. Es lo que yo digo, los niños de hoy están todos amamonaos... ¡Si Zipi y Zape levantaran la cabeza...!

sábado, 10 de noviembre de 2012

El abuelo


Día completito. De entrada, nos hemos quedado el fin de semana porque los niños de los cojones tenían partido de baloncesto, manda güevos, pronto empezamos, con nueve y siete años. Jaime está que se sale: no iba convocado porque aún está con muletas, pero dice que es el único de su edad al que han metido en el equipo, y también asegura que como de mayor no gane dinero jugando se retira. ¡Adiós, Pau Gasol! Yo, de momento, le llamo cojo Manteca y él sale corriendo detrás mía cada vez que lo oye, más rápido que el original, ha desarrollado una velocidad endiablada; le falta romper farolas: ya le puse un vídeo el otro día del "orténtico", como se enteren en el cole lo expulsan. El caso es que a las nueve y media de la madrugada toda la familia en bloque para animar a Miguel, caían cuatro gotas y ¡van y suspenden el partido! Motivo: riesgo de lesión. Manda güevos otra vez, antes sólo se suspendía el partido si el balón navegaba en vez de botar, serán los nuevos tiempos de denuncias a gogó. Plan alternativo: turismo por la ciudad. Parque de María Luisa, Catedral, Giralda (el cojo Manteca llegó arriba el primero con sus muletas, cómo no), creo que no había más sevillanos que nosotros allí en lo alto, recuerdos de los tiempos en que no había baranda y los que paseaban por las gradas de abajo tenían que ir esquivando a los suicidas, ahora está todo enrejado; vuelta a bajar, nuevo triunfo del Manteca, paseo por la Avenida, antes del Generalísimo, ahora peatonal y de la Constitución, tapeo correspondiente (siempre sale ganando Miguel, con eso del gluten le ponen los mejores platos), visita a los kioscos de belenismo, hoy inauguraban la temporada, seseintaitantos pavos por cuatro muñecotes y dos tenderetes, antojo de la que manda, me dan mal las vueltas a mi favor, no digo nada -¿seré corrupto?-. Y ahora viene lo bueno, o, mejor dicho, lo malo: íbamos con una amiga y dos niños añadidos, no venían sus padres y ellos no nos conocían. Compramos castañas. Uno de los niños me dice que le pele una. Al abrirla está mala una parte y se ve el gusano momificado. Yo le digo que no pasa nada, que también se come. No se lo cree. Me como el gusano. El niño no da crédito. En ese momento llama su madre. Le pasan el teléfono. Hola, mamá, estoy comiendo castañas. La madre le dice algo, y responde el niño: Una tenía gusano, y se lo ha comido el abuelo.

¡El abuelo! A mis 45 años tan bien llevados. Yo, que era un sex symbol en la facultad; no me comía nada pero era un sex symbol, a ver si viene alguna a confirmarlo. Llamarme a mí el abuelo la mierda esa de niño, home, que me he quedao con su cara, qué van a dejar para cuando tenga ochenta años...

miércoles, 24 de octubre de 2012

¡Con la que estaba cayendo!


Il pleut sur la ville... y mi corazón está sequito, de momento, no como el del poeta. Ha llovido a rabiar esta mañana, habría dado gusto oír caer el agua si mis obligaciones laborales y domésticas me hubieran permitido pararme a escuchar, pero ya se sabe que en la ciudad uno se pierde hasta los olores milagrosos que nos trae la lluvia, o se mezclan con el humo y el polvo, lo cuál es peor. Llovía, sin embargo, y mucho, como podía ver a través de los cristales, y sobre todo al salir del trabajo y coger el coche en dirección -Che orrore!- a un centro comercial donde el día anterior habíamos comprado -¡Qué ruina!- cienes y cienes de prendas para toda la familia en una conocida cadena de establecimientos de ropa supuestamente a buen precio, de una calidad supuestamente aceptable, cuyo dueño es ciertamente rico, no hace falta suponerlo, y que a mí, que soy un poco picajoso, no termina de parecerme bien, lo mismo que no me parece bien Apple, será que tengo envidia de las multinacionales de éxito. El caso es que iba allí a eso que llaman "hacer una devolución", por lo que no estaba del todo descontento; si acaso con la escopeta cargada por si me ponían la más mínima pega, que les iba a poner una hoja de reclamaciones que se iban a cagar. Llegaba cargado de bolsas y agarrando como podía el paraguas, que me había sido indispensable para hacer el trayecto desde el aparcamiento hasta la tienda a pie, y no a nado. Llego al mostrador de madera, y había la consabida cola, por algo hacen tanta caja. Pongo como puedo las bolsas en el suelo, el paraguas colgado del extremo del mostrador, uno de esos paraguas negros, grandes, como de dos metros de diámetro, para que no me mojara yo ni mis circunstancias, capaz de anular el efecto de una nube al completo, llega mi turno, —Buenos días, —Buenos días, vengo a devolver estas prendas, las saco, tracatrán, desparramadas en lo alto del mostrador, lo menos siete u ocho pantalones y camisas, me mira con mala cara, las examina, coge el micrófono: —Fulanito de tal, pase por caja, una devolución, viene un nota joven, con tupé, pinta de mariquita, no sé si viene al caso pero nos pone más en situación, mira la ropa, y dice sin dignarse a mirarme: —Házsela. Entiendo que se refiere a la devolución. Me mira otra vez la chica, muy mona ella, vestida de negro, si se hubiera cambiado por la compañera mientras yo no miraba no me habría dado cuenta, son todas iguales, como los chinos -por cierto, no sé qué coño hace el chino ese mafioso que han cogido, Gao Pin, tapándose la cara en las fotos con la policía, si no hay cojones de distinguirlos-. Me dice la chica: —Necesito la tarjeta con la que hizo la compra. Ahí la estaba esperando: antes de terminar tenía frente a sus ojos la tarjeta y el DNI. Se resigna: no le queda más remedio, me hace un abono, una pasta, no pienso sustituir las prendas descambiadas por las de su talla, ahora que no me oyen. Me despido: —Adiós, buenas tardes. —Buenas tardes. Al coche otra vez, lluvia que te cagas, voy a abrir el... ¡¡Mi paraguas!! Vuelvo a la tienda, miro en el mostrador y no está, nadie lo ha visto.

Estoy convencido de que me lo han mangado no por la crisis, sino simplemente porque estaba lloviendo, un tío como vosotros y yo, solo que muy, muy cabrón.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Apuntes (181): Ya está aquí la Navidad


Siempre pasa lo mismo: nos plantamos después del puente del Pilar en mangas cortas. Con fresquito por la mañana y todo lo que quieras, pero en cuanto sale el sol en mangas cortas, y los abrigos criando naftalina en los armarios. Después dicen que por Andalucía hay dos estaciones nada más. Gran error de miopes cegados por los grandes calores del verano: el tiempo otoñal es sumamente agradable, incluso más que el de primavera, y dura sus dos buenos meses. 

~

Primer síntoma de Navidad: esta mañana, mientras hacía la compra en Mercadona, que como todo el mundo sabe no necesita publicidad gratuita, he visto unos palés abandonados en medio de una calle vacía, listos supongo para que los empleados comenzaran a rellenar las estanterías con su contenido. Al acercarme he comprobado que se trataba de turrón de Alicante marca Hacendado. Siento una debilidad tremenda por el turrón duro, y siempre espero el momento en que llega a las tiendas. No he esperado a que las tabletas ocuparan su sitio: he cogido una directamente del palé y la he pasado por caja. Después del café estrenaré mis particulares Navidades dulces. Quién sabe: a lo mejor soy el primer comprador de turrón de la temporada.

~

Por cierto que al pasar por caja, como llevaba diez o doce cartones de seis litros de leche en el fondo del carro, he ido a hacer lo que acostumbro: sacar uno y que la cajera lea el código de barras, pero me ha dicho que necesitaba ver el carro vacío: he tenido que sacar todas las cajas y volverlas a meter otra vez. Aclaro que no tengo demasiada mala pinta, dentro de lo que cabe. Lo que es la crisis... Tampoco me extraña demasiado: en el instituto están desapareciendo las grapadoras que se utilizan en la jefatura de estudios, y eso que están marcadas con un letrero en tinta indeleble.

~

Al referirme al personal que trabaja en caja en Mercadona, la mayoría mujeres, ¿sería poco adecuado decir cajeras, por lo que de denigrante tiene para el género femenino el que se les identifique con una profesión menor? ¿Habría que emplear el genérico cajeros? ¿Debemos recurrir al engorroso cajeros y cajeras? ¿Quizá deberíamos utilizar el género de la última persona que nos atendió? ¿Debemos descartar cajer@as para no pecar de gilipoll@s? Grandes preguntas sin duda, que requieren las mentes de grandes sabios para responderlas, de los que abundan en nuestra eficiente Administración Pública andaluza.

~

Y para terminar con mis peripecias marujeras (perdón si alguna Maruja se ofende), confieso que el otro día hice un comprón en Lidl, y todos los productos eran made in Germany. Con lo que es la Merkel a día de hoy para nosotros... Anda que si esto fuera Francia, iba a hacer negocio Lidl, y Media Markt, por las cajilas...

miércoles, 3 de octubre de 2012

La botellita de agua de los cojones


Ayer fui a la reunión de tutoría de mi hijo Gonzalo y en el rato que la profesora nos estuvo hablando se jincó dos botellines de agua de un tercio de litro. Ya estamos bastante acostumbrados, pero a mí todavía me resulta chocante acudir por ejemplo a una conferencia y nada más empezar a hablar ver cómo el orador se interrumpe, descorcha la botellita de los cojones, bebe un buche, la tapa, la pone en su sitio y sigue hablando como si nada. ¡Será maleducado! Si se prohíbe fumar a un profesor debería prohibírsele también la botellita. Pero es que la moda no es sólo para los que hablan, sino también para los que escuchan: ahora todos los niños, incluidos los míos, llevan al cole en su mochila su cuarto de kilo de líquido elemento, como si no se pudieran pasar sin beber más de una hora. Que yo recuerde, jamás sentí en clase una sed tan acuciante como para no poder aguantarme hasta el recreo y beber en la fuente, y como profesor tampoco me ha hecho falta nunca el agua, si acaso alguna vez en que la garganta está tocada, pero en esos casos resulta mejor un caramelo.

Así que ya está bien de mariconadas, tanto llenarse de líquido el estómago, que parecemos ranas, si al menos fuera whisky tendría un pase, que nos movemos por los pasillos y se oye el desplazamiento de las masas líquidas bamboleantes... Eso no puede ser bueno, y seguro que a la larga hay problemas y llegan las demandas millonarias a Fontvella o a Bezoya, con todos sus premios. Un poquito de por favor, y vamos a mantener la dignidad de nuestra profesión, que nos metemos con los niños porque piden ir al servicio cada dos por tres y nosotros no podemos estar dos segundos sin dar un trago. Que yo no me entere...

viernes, 31 de agosto de 2012

Apuntes (177): El loco de los andurriales


Ya estarán mal los tiempos, que nadie espera un mesías, y si viniera lo apedrearíamos sin compasión.

~

Si cada vez hay más gente en el paro, los que tenemos la suerte de trabajar cobramos cada vez menos y los precios son cada vez más altos, una cosa es segura: ¡¡Alguien se lo está llevando muy calentito!!

~

Lo que este país necesita es mucha economía de subsistencia y menos consumo innecesario. Así no habría parados y podríamos tener algo de autonomía. Afueraparte, no queda otra que seguir haciendo sacrificios al dios capitalista.

~

La búsqueda que hizo el otro día un internauta para entrar en mi blog me llegó al alma: "jose miguel ridao el santo de alajar".

~

Y para rematarlo, entra hoy uno desde Gibraltar tecleando "el loco de los andurriales".

jueves, 30 de agosto de 2012

¿Ecce homo serrano?



Menuda impresión me he llevado esta mañana mientras caminaba por el campo. Me he dado de bruces, colgada de la verja de una finca, con esta muestra de arte religioso popular, fechada doce años atrás, y que tiene todas las trazas de convertirse en un claro antecedente de una famosa escuela de restauración artística campoborjiana.

Seguiremos investigando...

viernes, 24 de agosto de 2012

Apuntes (176): Sugestión ombliguista


En estas últimas mañanas de agosto parece como si las campanas del pueblo y de la Peña repicaran más limpias, o a lo mejor es que el aire es más liviano, y se está sacudiendo las pesadas alfombras del estío.

~

El poder de la sugestión: Ignacio tiene otitis, y le estamos aplicando unas gotas en el oído. Esta mañana le dolía la barriguita a Gonzalo, y me ve echando las gotitas a Ignacio. Me dice que le dé algo a él también. Cojo el cuentagotas, voy al grifo y lo lleno de agua. Le digo que se tumbe y que se levante la camiseta. Le echo cuatro o cinco gotas en el ombligo y le digo que se esté quieto unos minutos. Mano de santo: al rato está el niño corriendo y saltando por la casa.

~

La piscina de Fuenteheridos tiene un gran encanto: es una piscina rural, con hierba en lugar de césped, poblada por todo tipo de árboles, con el sonido de fondo de las esquilas del ganado y el canto de los gallos. No se oye una máquina; sólo voces y ruidos de la naturaleza. La piscina está prácticamente vacía, a pesar del calor de la jornada. No es tan difícil pasar del horror al paraíso.

~

Son repulsivas las imágenes del tal Breivik triunfante tras recibir su veredicto de cárcel, saludando al mundo con el brazo en alto, una alimaña que cazó y mató como si fueran conejos a decenas de jóvenes en una isla noruega, en una escena que parece salida del horror de las peores películas de miedo, y ahora se le permite posar perfectamente trajeado, desafiando al mundo, da la impresión que ha llegado al punto más elevado de su vida. Y todo gracias al Estado de Derecho, un gran avance, hace trescientos años le habrían desollado vivo, o descuartizado atando una soga a sus extremidades tiradas por caballos, y todo a la vista de un público encantado, jaleando el espectáculo. ¿No son ambos extremos igualmente alejados del deseable punto medio?

~

Cuando un tipo es capaz de escribir su autobiografía a los 34 años, cuando aún le quedaban 56 años de vida, y contar lo que cuenta, como lo hace Robert Graves en Adiós a todo eso, uno no sabe si sentir envidia, frustración o admiración, o las tres cosas juntas. Por lo que estoy pudiendo comprobar, la Gran Guerra marcó a fuego a los que combatieron en ella, muy por encima de cualquier otra guerra.

sábado, 18 de agosto de 2012

Apuntes (175): El "santo" de Alájar: Y le dicen romería...


Un día es especial cuando lo vestimos con traje de luces, aunque llueva a cántaros, o precisamente cuando llueve a cántaros.

~

Hoy, Romería de San Bartolomé en Alájar. Lo del santo es una excusa para emborracharse a conciencia en los siete kilómetros de carril que van desde el pueblo a la ermita. Se trata, además, de una borrachera muy por el estilo de las que cogen cada fin de semana los jóvenes en las botellonas: nada de hacer el camino andando; se llevan sus coches macarras, abren los maleteros provistos de millones de watios y ponen la música, por decir algo, a la que nos tienen acostumbrados un día sí y otro también, de modo que se oiga en toda la provincia de Huelva. Fuimos con los niños y unos amigos del pueblo, pensando que estaba bien participar de las tradiciones, pero el espectáculo que presenciaron fue lamentable, bochornoso. No entiendo que tengan que tomar el pretexto del día del santo para coger esa enorme cogorza itinerante; podrían hacerlo cualquier otro día, además sin molestar a los pocos que se toman aquello como una parte de la cultura de su pueblo. No volveré, y menos con mis hijos: que estos niñatos y no tan niñatos hagan lo que quieran con el pobre de San Bartolomé, a fin de cuentas no se me ha perdido nada allí.

~

Los niños se bañaron durante horas en Charco Hondo, y exploraron la ribera en busca de criaturas fluviales. Se lo pasaron pipa: con el tamaño que tienen, para ellos aquel riachuelo debía de ser poco menos que el Amazonas, y yo contribuía alertándoles de que había visto cocodrilos merodeando.

~

Me he pasando el día diciéndome: ¡Qué pena de juventud! Pero es una frase odiosa, y además ellos no parecían muy apenados. Hay causas que no merecen la pena.

~

Cada uno tiene sus fobias: la mía es un niñato tipo de diecisiete años, inculto hasta el tuétano del cráneo, descamisado, montado en una mierda de coche tuneado, con el equipo de música, que vale más que el coche, reventando los tímpanos de todo animal situado a un kilómetro a la redonda, y siendo rociado por sus compinches con un garrafón de mejunje alcohólico que le chorrea viscoso por su piel de alimaña.

lunes, 6 de agosto de 2012

Apuntes (173): ¡Mierda de democracia!


Conversación pillada en una papelería de Rota entre un niño de unos diez años, cresteado con esmero e imaginación, y su padre, a juego con el niño: —Opá, ya mizmo va a habé que i comprando laz coza der cole. –Ji, niño, pa lo que a ti te zirven, pa pazearla de caza ar cole... –Pero azín ar meno puedo i ezcribiendo argo…

~

Conversación entre mi hijo Jaime y un amiguito de la playa ayer por la tarde: —¿Y por qué tienes tantas ganas de ir a Sevilla? —No voy a Sevilla, voy a Alájar. —¿Y eso qué es? —¿No lo sabes? —No. —¿Conoces Aracena? —No. —¿Y Huelva? —Sí, eso me suena. —Pues está cerca. Bueno, para que te hagas una idea: ¿Sabes lo que es el jamón?

~

Dilema moral anticipado: a la vuelta del verano el país va a arder con huelgas, manifestaciones y marchas al sol. Ya sabemos que quien tiene poder de convocatoria son los sindicatos; yo, que odio con todas mis fuerzas a los políticos actuales por ladrones e incompetentes, pero que odio aún más a los sindicatos por ladrones, incompetentes y cínicos, ¿deberé secundar estas protestas? Haga lo que haga, saldré escaldado. ¡Mierda de democracia!

~

Y aún más: la oposición sacará pecho y atacará al gobierno actual con el argumento cínico, demagógico y vomitivo de que están destruyendo el Estado de Bienestar que ellos montaron, y los caciques vitalicios de Andalucía salen con que van a tener que cerrar no sé cuántos hospitales y colegios. Y claro, si yo ataco al gobierno de impresentables que tenemos me alineo con estas hienas despreciables. ¡Mierda de democracia!

~

Alájar, dulce Alájar.

miércoles, 18 de julio de 2012

Apuntes (168): ¡Qué escándalo!


Habrá quien me tache de racista, pero tengo clarísimo que en un país donde no haya mezcla de razas hay menos problemas de convivencia.


~

¡No es la raza, es la cultura, estúpido!

~

¡No es la cultura, es la religión, estúpido!

~

¡No es la religión, es la economía, estúpido!

~

Mis hijos me pidieron ayer que les comprara cordeles de colores, y se han dedicado a hacer pulseras con ellos. Ahora han montado un tenderete en el paseo marítimo y las venden a cuarenta céntimos. ¡Y todo en negro! ¡Qué escándalo!