
Una soleada mañana de otoño una joven esperaba, como todos los días, el autobús para ir a su trabajo. No es que fuera nada del otro mundo limpiar una casa y cuidar niños de otros, pero le gustaba y lo hacía de buen grado. Como había salido con tiempo disfrutaba del momento, e imaginaba todas las cosas buenas que le iban a suceder ese día. Absorta en sus pensamientos no se dio cuenta de la llegada del autobús y lo perdió, pero tuvo tiempo de leer un cartel que no recordaba haber visto, y que rezaba "
Probablemente Dios no existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Volvió a sus ensoñaciones y a los diez minutos pasó un nuevo autobús y, cómo no, volvió a perderlo. En este caso la publicidad era ligeramente distinta: "
Probablemente Dios existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Estos mensajes perturbaron su ánimo, y dejó de pensar en lo bueno que iba a ser su día para reflexionar sobre el asunto. En esas estaba cuando pasó un nuevo autobús que, por supuesto, volvió a perder. Ahora el mensaje era: "
Puedes estar seguro de que Dios existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Resignada a llegar tarde al trabajo, decidió coger el metro cavilando sobre lo divino y lo humano, y nada más bajar las escaleras de la estación se topó con un cartel publicitario que decía: "
No te creas el cuento de que Dios existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Su estado de excitación y angustia era tal que se precipitó fuera del metro y decidió ir andando a su trabajo, prometiéndose firmemente no levantar la vista en todo el camino. Cuando llegó a la casa donde trabajaba tenía los nervios a flor de piel. No dio pie con bola en toda la mañana, los niños no pararon de llorar y la señora le tuvo que llamar la atención varias veces. Se fue de allí triste, llegó a su casa y se metió en la cama a pedir a Dios que el día siguiente fuera mejor.
Moraleja: se puede ser feliz sin pensar en Dios.
P.S. La idea de esta entrada me la inspiró un aforismo de Jesús Cotta en su
blog. Te lo debo, Jesús.