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domingo, 22 de enero de 2012

Existiéndome


Mientras soy, me voy existiendo, y nadie me saque de esta certeza tan clara; es lo más que puedo decir de mí, de mi vida, y a veces tengo incluso la sensación de que me existo en los demás, y que es su reflejo el que me permite contemplar esta verdad de una manera nítida, con unos ojos que no son míos pero que sin embargo me existen, como les existiría yo a ellos si es que tuvieran algo que existir. Una vez dicho esto, me sigo existiendo en la escritura para convencer a alguien, a algo, acaso a mi reflejo, de la existencia de mi existencia, que avanza a duras penas atravesando un vacío que no existe, pero que se siente negro y gélido. Ese vacío es lo que hay al otro lado del existirse: es la no existencia, donde no hay seres vivos, ni muertos, porque al no existirse no hay seres, sino ánimas atormentadas por no poder siquiera alzar un dedo señalando al infinito.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Blogs, trenes y pajas mentales



Hay quien dice (amigos laboriosos, jefes suspicaces, parientas…) que los que mantenemos un blog perdemos el tiempo miserablemente, no sólo escribiendo entradas, sino comentando, leyendo otros blogs, bicheando… incluso sé de buena tinta (hay gente para todo) que algunos se mandan correítos electrónicos o montan chats para comentar las incidencias del día, alabar a unos y escarnecer a otros. Triste sino el de los que llevamos la etiqueta de “blogueros”, hermanos pobres de los escritores y blanco de la condescendencia, el paternalismo o el más claro desprecio de una sociedad que basa la excelencia en el utilitarismo. Se me ocurren muchas respuestas ante este ataque indisimulado: Ande yo caliente…, A palabras necias…, Que les den por…, pero hoy toca ser más explícito, y rebatir convenientemente tan falaces argumentos.

Como dijo una vez un insigne bloguero, el blog es la zanahoria de los escritores perezosos. No conozco a nadie más perezoso que yo, así que debo a este medio el desarrollo de mi vocación de escritor, algo que ha dado un sentido nuevo a mi vida, no sé si mejor o peor, seguramente esto último, pero un sentido al fin y al cabo, a ver cuántos de vosotros podéis decir lo mismo. En cuanto al tiempo, no me cansaré de repetir –lo he dicho cienes de veces en estos bytes- que se trata de una materia que es imposible de perder, pues nunca la hemos poseído, sino que pasa sobre nuestras cabezas; es en realidad una especie de tren con vagones en los que nunca nos podemos subir, tan sólo pegar patéticos saltitos a ver si los alcanzamos. De la altura y gracilidad de estos saltitos depende nuestra felicidad, y resulta especialmente importante medir el ímpetu de nuestros brincos, pues corremos el riesgo de pegarnos un buen jardazo que acabará de golpe con nuestra felicidad, con nuestro blog, con nuestros dientes y con nuestra capacidad de volver a saltar en el futuro (siendo éste un tren que divisamos borrosamente en el horizonte y se dirige hacia donde estamos). Pero me estoy yendo demasiado por las ramas –aclaro que está prohibido subirse a una rama para saltar más alto-, así que basta de filosofías y vayamos al grano (no el grano que le sale a uno en la nariz, sino que hablo figuradamente: a lo importante, al meollo, al “quid” –palabra que creo que viene del latín, supongo que en latín “grano” se dice “quid”, por ejemplo, te ha salido un “quid” en el culo).

Bueno, mejor no os leáis lo anterior –ah, coño, que ya lo habéis leído, lo siento-. Decíamos antes -ya sabéis, el tren que pasó hace un rato-, que el tiempo no se pierde, sino que se disfruta o no se disfruta –se salta o no se salta-. Pues bien, el blog es una manera estupenda de saltar, mucho mejor que trabajando, dónde se va a parar –se me ocurren algunos “saltos” más placenteros que el blog, pero no es plan contarlos aquí-. Yo me siento muy orgulloso de mis entradas, de mis saltos; creo que es mejor saltar literariamente en mis andurriales que en un libro de papel, algo bastante improbable y que no depende de ti, y que además pertenece a un futuro muy lejano –insisto: un tren que saldrá (o no saldrá) dentro de mucho tiempo-. Mis andurriales salen puntualmente de la estación todos los días, y yo pego mis saltitos correspondientes, de los que quedo muy contento, y no me cambiaría ni siquiera por Cervantes, que tuvo que sudar tela hasta que llegó su tren con un famoso caballero andante y su escudero a bordo, y que menos mal que era manco y no cojo, porque si no no habría podido saltar en absoluto.

Estoy tentado de releer lo que llevo escrito, pero mejor no, dejo que el tren se lo lleve y voy terminando, que el personal debe de estar hasta los cojones de oír hablar de trenes, saltos, blogs, zanahorias y pollas en vinagre. A lo mejor retomo este tema algún día de un buen salto. Por ahora, me bajo del tren, que acaba de parar en unos andurriales algo desangelados, pero en los que me siento como en casa.

jueves, 1 de septiembre de 2011

No me lo tengáis en cuenta


¿Y si todo lo que nos rodea, todo lo que sentimos, los pájaros, las plantas, eso que llamamos nuestro planeta, las estrellas no vistas pero cuya existencia parece “demostrada” por unas leyes matemáticas que hemos ideado, las galaxias lejanas, los agujeros negros, la vida, la muerte, la percepción del tiempo y del espacio, incluso la intuición de un Dios creador, no fuera más que una invención de la que no somos conscientes? Entonces estaríamos solos, y no habría mundo, sino un soplo, por así llamarlo, que sería todo. No seríais vosotros los que estaríais leyendo ahora mismo este escrito, sino una proyección de mi yo. Ni siquiera eso, el yo no existiría: tan sólo una realidad inefable, no percibida por los sentidos, porque éstos no existirían, serían una entelequia. Ni siquiera vale la pena que trate de describirla, para eso es inefable. Además, todo esto que escribo, o que en la empanada mental en que me he convertido digo que escribo, está dirigido a mí, o a ese yo de mentira que se ha inventado la potencia ontológica en que consiste todo. De nuevo siento que me faltan las palabras, me gustaría saber alemán para hilar más fino, pero ni así podría expresar lo que pienso, que por otra parte es mentira, es nada. Algo así es el mensaje recurrente de Pessoa, ese poeta portugués que me he inventado para expresar mis pensamientos inexistentes.

Siento que no sirve de nada seguir escribiendo: cuanto más lo hago más ¿soy? ¿consciente? de la inutilidad de estos signos extraños. En primer lugar, no tiene sentido hacer referencia al yo, y en segundo lugar toda reflexión es inútil, pues no hay reflexiones en el panorama que ¿yo? dibujo.

Ahí queda eso.

P.S. Seguro que lo que acabo de escribir lo ha dicho antes algún filósofo alemán. Pues un mojón para él, que para eso es un ectoplasma creado por mí.

P.P.S. Lo que hace un título y una foto: si no los llego a incluir en la entrada, me comprarían mi arrtículo para las revistas de filosofía más prestigiosas.


P.P.P.S. Lo que más me duele es que mi e-reader también es de mentira.

domingo, 22 de mayo de 2011

Vota PGU


¡Uffff! por fin, me dolía ya la cabeza de tanto reflexionar. He hecho un agujero en la mesa con el codo, y se me han marcado los dedos en la sien. He pensado mientras desayunaba, al salir a por el pan, las dos o tres veces que he visitado el trono (es el mejor sitio para pensar, seguro que las grandes ideas de la humanidad se han cagado -digo, fraguado- allí). En el almuerzo me llevaba la comida a la boca con la mirada perdida; no sé en qué estaba pensando, pero lo hacía, que es lo que importa. He meado fuera del tiesto, y no porque mis ideas sean revolucionarias, sino porque es muy difícil atinar mientras se mira hacia el techo. He mantenido conversaciones domésticas como si tal cosa mientras mi mente viajaba por los intrincados caminos de la política nacional. Para facilitar las cosas he respondido "sí" a todas las preguntas que me han hecho mis hijos; nunca olvidarán este día, y mi santa tampoco. He caminado pensando, he comido pensando, he leído pensando (en otra cosa distinta a lo que pone en el libro), he escrito en el ordenador pensando (con la churra), he meado pensando, he cagado pensando, he... eso no lo he hecho pensando, pero sí he pensado en ello. Y ahora todo ha terminado, por fin estoy libre de pensar, y lo malo es que no me acuerdo de nada de lo que he pensado todo el día, debo de ser gilipollas, y a mucha honra, tanto pensar para nada, pero ahora tengo de nuevo la mente clara, he vuelto a escribir la palabra gilipollas por cuarto día consecutivo. Ya me acuerdo, hoy toca votar, los niñatos esos siguen acampados, ganarán las elecciones los mismos cabrones que siempre, aunque tengan otro color, no es lo mismo un cabrón que un gilipollas, aunque ellos son las dos cosas. A lo mejor voto, más que nada por dar por culo a los cabrones de siempre, aunque sea a costa de poner en su sitio a cabrones nuevos, pero digo yo que tardarán un tiempo en hacer las cabronadas que hacen éstos.

Bueno, ya está bien de decir gilipolleces, voy a dejar el tema de los gilipollas en el blog, porque os vais a pensar que soy más gilipollas de lo que soy, o más todavía que vosotros, y no quiero hacer la competencia a nadie.


Vota PGU (Partido de los Gilipollas Unidos). Me presento como alcalde en los 8108 municipios de España (ya hay que ser gilipollas).

domingo, 23 de enero de 2011

Diez entradas diez


¿Quién ha dicho que no conviene hacer entradas muy seguidas en el blog, que hay que darles tiempo para que la gente lea y todo eso? Incluso hay por ahí un carajote que va publicando lo que él llama bloguerías, y en una de ellas dice que escribir más de una entrada diaria es un tabú. Pues que se meta el tabú por donde le quepa, que ésta es mi décima entrada de la semana, las hay de todos los colores: poemas, relatos, apuntes de mi diario, ópera... esto es un cajón de sastre, aquí cabe todo. Algunas veces, como ahora, escribo la entrada en dos minutos, según me sale del magín, y otras me lo curro más, sobre todo en los poemas y las entradas literarias. Es mi afición, no veo la tele y me gusta escribir. Gracias al blog publico sobre la marcha y disfruto. Además recibo y agradezco interesantes comentarios, de los que aprendo mucho, y que hacen que se haya formado aquí en los andurriales un grupito curioso y bien avenido. Especialmente, este fin de semana nos lo hemos pasado muy bien, porque las entradas han sido toreras, desenfadadas y hasta chulescas, claro que sí, pero una chulería de buen rollo (de momento), así que no sigo, que es la hora de ir a la cama y la parienta empieza a mirarme una mijita malamente.

¡Buena semana!

miércoles, 13 de octubre de 2010

Historia de un bolígrafo.


Me dispongo a escribir cogiendo un bolígrafo de cualquier sitio, como suelo hacer; no soy nada fetichista. Miro el bolígrafo, de color rojo, seguramente de publicidad, aunque sorprendentemente pinta muy bien (¿por qué se dirá de los bolígrafos que pintan, cuando lo que hacen es escribir? bien pensado, si escribieran bien sería acojonante). Leo la probable inscripción publicitaria y ... ¡¡Aggg!! ¡¡Horror!! Pone "CC.OO. Andalucía". Se me cae al suelo, hasta siento que me he quemado. Lo recojo y sigo escribiendo, como salta a la vista (que nadie se pase de listo, que esto es una transcripción); a fin de cuentas, el bolígrafo no tiene la culpa. Caigo en la cuenta de que este escrito mío se hace a costa de los ciudadanos, que con sus impuestos engordan las arcas del Tesoro Público, y éste se dedica a repartirlo a manos llenas entre los sindicatos para afeitar sus ya de por sí romos pitones, que me agarren los cojones, que tendrían que financiarse con las cuotas sindicales, y entonces íbamos a ver a más de uno corriendo como una rata. ¿Quién será el fabricante de los bolígrafos, o, más bien, el encargado de xerigrafiarlos? Quizá (sólo quizá, no vayamos a tener un problema) otro sindicalista de Comisiones que tiene una empresilla, para que todo quede en casa, y no creo que este hipotético sujeto (bueno, mejor hipotético aprovechao, que sujeto seguro que es) reinvierta las ganancias obtenidas en la causa sindical, sino más bien en gambas, langostinos y jamones, que para eso es un empresario próspero. Casi descarto que el empresario no pertenezca al mundo sindical. ¿Cómo iban a dar de comer los de Comisiones a los perros capitalistas? Que se queden sin jamón, coño, tantas gambas ni gambas... Como oí decir una vez a alguien sobre otra persona que a su juicio merecía el castigo más terrible: "Que se pudra en la cárcel, coño, sólo faltaba que ese tío pudiera comerse un serranito a mi lao en el bar, como si nada". Volviendo al bolígrafo, se trata de un símbolo, el símbolo de la clase trabajadora y su asalto a las élites tardofranquitas. No puede ser más claro: es un instrumento que escribe, un abordaje a la cultura, a la que la clase trabajadora ha tenido prohibido históricamente el acceso.


Con ezte voligrafo loz zindicaliztaz ban a canviar laz tornaz. Ze van a entera eztoz faziztaz de mierda (¿o ze dize mielda?). No ez que me paze na en la voca, ez que quiero pareze un incurto a ve zi cuela. Un carajo par PP. Otro carajo pa loz emprezarioz ezpeculadorez que ezplotan a loz trabajadorez. ¡Viva la revolución! ¡Viva Fidel Caztro! ¡Viva er Che Guevara! ¡Vivan laz gambaz! ¡Vivan loz langoztinoz de Zanluca y er jamón de Jabugo! Camaradaz, enarbolaz loz voligrafoz y coreaz conmigo:

Laz oztraz y laz gambaz...
no noz quitarán.
Er quezo y loz jamonez
no noz quitaran porque no... no noz quitaran jamaz
eztoz hijoz de putaaaaa.

¡Burrrp! ¡Coño, está dejando de pintar el boli. ¡Los muertos de Cándido Méndez!... que diga, del Toxo ése de los cojones, que tiene nombre de matojo que pincha.

P.S. Me quedo er boli como recuerdo.

lunes, 4 de octubre de 2010

Cinco minutos


Cinco minutos para escribir una entrada. Empiezan a contar ya, a ver qué se me ocurre. No sé qué hago tecleando como un gilipollas como si fuera una competición esto de los blogs. Lo malo es que lo es, al menos para mí. Esto de colgar una entrada diaria es una especie de reto. Así me va, que me estoy volviendo majara con tantos apuntes, diccionarios y vídeos musicales. Y encima ahora no escribo poemas, no sé por qué coño, con lo que me gustaba. Esto de escribir es de lo más raro, pasa un poco como al cagar, que hay veces que por mucho que empujes no sale nada, aunque eso sí, cuando se tienen ganas y se llega por los pelos la descarga es tremenda, y en la escritura nunca se dan esos alardes. Al menos a mí no me pasa -de momento-. Bueno, todavía me quedan un par de minutos largos. No veáis la de erratas que estoy cometiendo, después las corrijo y no pasa nada. Se me está acabando la imaginación, coño, a ver si suena ya la campana. Hablando de campanas, ¡qué bonito cómo suenan las campanas de la Peña! No sé si lo he dicho antes, pero tengo una casa en Alájar y ese pueblo y su paisaje me encantan. Pero claro, cómo ibais vosotros a saberlo, eso son cosas mías que no interesan a nadie. Además, si las escribiera, todo el mundo diría : ¡Vaya pesado que es este Ridao, siempre con Alájar para arriba y para abajo! ¡Y cuando no le da por Alájar la toma con Pessoa, que estamos ya hasta los huevos del portugués tristón ése!


¡Fin del tiempo! Uffff. ¡Qué fatiguitas!

jueves, 23 de septiembre de 2010

Blasfemias saludables


Llevo un tiempo dando vueltas a eso de las religiones (tranquilos, que hoy dejo descansar a la saudade), y es que no termino de verlo claro. Hasta me he tenido que levantar de la cama para contarlo; si no, reviento. Que nadie se me ofenda, pero eso de que hace mucho tiempo nació un mesías para salvarnos habría que verlo. Y me da igual que esté escrito en la Biblia, por mí como si estuviera en el BOE, que no, que no me lo creo. Y lo de que resucitara y subiera al cielo y tal... ¿quién lo dice? ¿Los evangelistas? Y qué iban a decir ellos, si estaban compraos... Y después está lo más gordo: adorar a unos muñecos de madera, con todos mis respetos, y besarles y llevarlos a cuestas. Sé que me van a matar mis amigos cofrades, pero yo, quitando la estética, lo veo una jartá extraño, a veces me da hasta yuyu. De reliquias ya ni hablamos, y a las misas se va como a los mítines, con todos mis respetos de nuevo (para los de las misas, no para los de los mítines). Y fueraparte de todas esas cosas materiales, la parte espiritual tampoco me acaba de convencer. ¿Qué es eso del Espíritu Santo? Dicen que se puede ir al cielo o al infierno. ¿Y cuál de los dos sitios es mejor? Por no hablar de los pecados, que hay algunos que más que pecados parecen obras de buena voluntad. Y bla bla bla... todas las religiones nos dicen lo que tenemos que hacer y cómo. Lo que quieren es controlar nuestras vidas, coño, ¿o es que no lo veis? Porque si nos pasamos a Mahoma la cosa se pone más fea, y supongo que los animistas africanos muy libres no son. No estoy diciendo que sean opio ni nada por el estilo, es simplemente que no lo comprendo, lo veo sospechoso, me huele a chamusquina. Y ya me callo y me acuesto que bastante he blasfemado por hoy, y como me lea mi madre no me deja entrar más en su casa. Con Dios, nunca peor dicho.


P.S. Y que nadie me diga que no tengo fe, que le quito la fe de una hostia, con perdón.

P.P.S. No me toméis demasiado en serio (en la forma, en el fondo sí).

jueves, 16 de septiembre de 2010

Rooted


En el cemento sólo crecen matojos sin raíces que se arrancan de un soplo, pero en la Tierra, allí de donde venimos y a la que tendemos, las raíces crecen lentas e inexorables. Raíces de encina, de alcornoque, de árboles de rivera, de olivo y de jara, raíces de la huerta y de la sierra, de jazmines y macetas mimadas con esmero y colgadas para engalanar blancas paredes de cal. Raíces de cipreses en los cementerios, que al tiempo taladran la tierra y elevan sus copas puntiagudas. Raíces rojas como el terruño, comestibles, hechas de sudores antiguos y arados romanos. Raíces largas y fuertes como las vidas auténticas, como los troncos que alimentan, orgullosos hasta su muerte enraizada. Raíces que ven pasar, llevados por el viento, arbustos endebles que vuelan desde el otro lado del monte, más allá del río, donde no existe la oscuridad ni el silencio, donde los hombres han cambiado el curso natural de la vida y vagan sumergidos en el humo y deslumbrados por el neón. Contentos pero no felices; asqueados sin saberlo, sin tiempo para pensarlo. Libres de pies hasta el punto de no saber dónde parar y descansar. Esclavos de un siglo de progreso, de desmonte, de hormigón proyectado en aquellos campos de otros tiempos, hoy bulliciosos pero eternamente yertos.

martes, 31 de agosto de 2010

Del calor y otros demonios


¡Qué calor! Esto es inhumano. Desde que he llegado a Sevilla tengo puesto a toda pastilla el aire acondicionado y las paredes aún echan humo. A la cocina mejor no acercarse, no vaya a ser que me resbale, ponga la mano en la encimera de granito y me haga una quemadura de tercer grado. He bajado con los niños a la piscina a ver si la cosa mejoraba, y mejoraba mientras estábamos dentro del agua, pero al salir parecía como si un aspirador nos fuera quitando las gotitas de agua -¡chuuuuup!- hasta dejarnos secos. Algo así como en los túneles de lavado cuando llegas a la zona de secado, que parece que se pone a llover al revés. Me he encontrado con un vecino y me ha dicho, sonriente: "Claro, es el veranillo del membrillo". A punto he estado de darle un premio. Ese calor membrillero es pegajoso, pero no asfixiante. Esto es la muerte a cachitos, y el último día de agosto. No creo que septiembre se inaugure mucho mejor.


Aquí convivimos con esto porque estamos acostumbrados, porque de otro modo nadie en su sano juicio se iba a quedar aquí los tres meses de calor fuerte. A to se acostumbra uno, como decía aquél, pero es que tenía toda la razón, somos así de carajotes. Que nos joden los políticos, pues levantamos un poco más el trasero para que nos la metan mejor; que los niñatos se ponen debajo de nuestra casa a dar por culo con la botellona, pues el ayuntamiento les pone unos banquitos para que estén más cómodos; que nos quitan un 8% del sueldo, pues damos gracias por que no nos han quitado el doble; que la selección gana el mundial, pues todo lo demás da igual; que hace calor... pues todos aquí como unos gilipollas asándonos en lugar de irnos a vivir a otro sitio. Y a todo esto hay una cosa que no entiendo: yo creía que los romanos eran más listos; hay que tener pocas luces para plantar Itálica, la ciudad de la aristocracia, en Santiponce, con una media de 42º a la sombra en verano. Me imagino a Trajanito y Adrianito jugando al pilla pilla por ese secarral y es que me meo. Todos unos futuros señores emperadores de Roma veraneando en Sevilla, con la fresquita. No entiendo nada. Lo que ocurre es que a los que nacemos por estos lares se nos reblandece el cerebro desde chiquetitos, y en poco tiempo nos volvemos tontolabas, diciendo a todo el mundo que como en Sevilla no se vive en ningún sitio, que somos el centro del mundo... ¡El centro de la tierra es lo que parece esto, coño!, que hay que ser carajote para no salir corriendo.

Bueno, ya me he desahogado bastante por hoy. Con lo bien que se estaba en Alájar...

lunes, 16 de agosto de 2010

Más divagaciones literarias


Tiene cojones la cosa; escribiendo a las tantas de la noche como quien se bebe un cubata. ¡Quién me ha visto y quién me ve! ¿Se saca algo con escribir? ¿Es lo mismo escribir como se ha escrito toda la vida que escribir en un blog? ¿Es sano escribir? Son preguntas muy personales, y cada escritor tendrá una respuesta distinta, pero todos estamos de acuerdo en que es un veneno que se te mete dentro y es muy difícil de sacar; más que nada porque no queremos curarnos.


La escritura saca todo lo que uno tiene dentro, e incluso cosas que no son nuestras, pero no nos engañemos: si han salido por algo será. Es un don, o eso dicen. Los escritores se creen taumatúrgicos, con perdón, y casi todos se quedan en pedorreicos, sin perdón. Quien más ronea menos vale. Quien más busca la gloria menos la encuentra. Quien más aires se da menos talento posee. Los que llegan a la cumbre no son los mejores. A la cumbre del éxito, me refiero, que la cumbre de la excelencia es otra cosa. Como en toda actividad humana, hay mucho de vanidad, y soy el primero en reconocerlo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Agosto

Agosto es un mes de sequedades, en el tiempo y en el entendimiento. El calor lo nubla todo; lo que antes fluía como un río limpio ahora se atasca en una ciénaga maloliente. Sólo hay una forma de combatir el tedio: obligándose a "hacer", y después tratar de descansar sin pensar en nada en concreto, como si la vida no fuese con nosotros. Agosto es la "no vida", las antípodas de la primavera, tan diferente del otoño, donde la sangre vuelve a fluir con fuerza por mucho que se diga que es tiempo de muertos y de muerte, preludio del largo invierno, donde también hay vida debajo del frío. El calor adormece, y el frío vivifica. Prefiero los Buenos Aires de Liliana, donde ahora estarán en medio del invierno, a esta luz cegadora que cae a pico sobre los ojos y no me deja ver más allá de la cal blanca del caserío.

Yo hablo de mi agosto, claro es, y de mi agosto de este año, de este día 6 de agosto de 2010 en Alájar, sin tanto calor como desprenden estas palabras. El calor de agosto está dentro de uno, unos días más que otros, en el campo o en la ciudad, pero todo tiene cura menos el tedio eterno, el tedio pessoano, que es lo más parecido que existe a la muerte en ésta nuestra vida.

martes, 3 de agosto de 2010

Una cagarrutia de entrada


Cuelgo algo y me voy, coño, qué estrés, todo el día para arriba y para abajo y encima el blog de las narices, hostia, joder. ¿Y a esto le llaman vacaciones? Una mierda como un pino piñonero. A quién se le ocurre mudarse. Y encima playa, piscina, chiringuito y sus muertos en vinagre. Ya sé que hoy estoy un poco malhablado, pero es lo que me sale, me cago en to. Y no vayáis a creer que estoy enfadado, nada de eso. Si fuera así rompería el ordenador. Escribo esto porque estoy con energía, leches. Sí, energía para aporrear el teclado y escribir lo que me salga de la punta, para eso el blog es mío, y a quien no le guste que se la envaine, dicho esto con perdón, por supuesto, que no quiero enemistarme con nadie, faltaría más, con la imagen de buenecito que doy aquí. Del tirón, colegas, estoy escribiendo del tirón, tantas entradas pensadas ni hostias. Fresco, ar naturá, que para eso estamos en el Internés. Una mierda de entrada es lo que estoy cagando, y aquí la dejo.


He dicho. He escrito. La he cagado.

lunes, 2 de agosto de 2010

Escribiendo, que es gerundio

Hay quien escribe porque se lo pide el cuerpo; otros para tener la esperanza de que les lean. También hay quien de esa manera se responde a preguntas íntimas, o conjura fantasmas que no le dejan dormir. Se puede escribir para la galería, o sólo para uno mismo, o para los amigos, la familia y las novias (¡ah, el género epistolar!). Los menos se ganan la vida con su pluma, y hacen, los pobres, de la escritura su medio de vida, vendiéndose al mejor postor, mientras que los escritores engreídos que han publicado cien libros vendiendo doscientas copias los desprecian por fuera y los envidian por dentro. Aún hoy sobreviven los negros, que mantienen la fama de los escritores reputados a cambio de unas monedas. Los articulistas son currantes de la pluma, y se dejan unos esfuerzos que podrían valerles para glorias más duraderas y menos lucrativas. ¿Y dónde dejamos a los escritores blogueros? Los hay de todo tipo, desde el que no distingue la b de la v, ni falta que le hace, hasta el escritor encumbrado que abre un blog y se digna a compatir con el pueblo internetero su inconmensurable talento. Hay escritores incomprensibles, gnómicos, que se recrean en el retorcimiento; otros alardean de sencillez bajo la capa de una erudición trabajada; los hay pesados, hasta coñazos, amenos, superficiales, fantasmones, folletinescos, polémicos, falsamente inocentes (no existe la inocencia en la escritura), taimados, acarajotados (imprescindibles en verano); acapullados (los más); maravillosos (los menos), acomplejados, agilipollados, atormentados, infames, divertidos, incisivos, hombres, mujeres, moñas, incluso niños... ¡Qué bello es escribir!

miércoles, 23 de junio de 2010

Algo

No sé por qué nos empeñamos en ser algo, si eso no depende de nosotros. A lo sumo podemos tratar de "parecer" algo, pero... ¿con qué objeto? Ese algo está fuera, y lo buscamos para hacerlo nuestro. Quizá en eso consiste la vida, en una búsqueda constante de lo que sea, no importa qué: una idea, un espejo donde mirarnos, un reconocimiento de los demás o de nosotros mismos. Lo que importa es buscar; sin la búsqueda no somos hombres, sino seres vivos, animados pero sin alma. El alma es una fuerza que alguien nos ha puesto dentro, pero olvidó hacerlo en los animales y en las plantas... o quizá éstas no existan mas que en nuestro pensamiento... o quizá ese pensamiento es un espejismo, pero... ¿espejismo de qué imagen? Algo o alguien hace que yo esté escribiendo en este momento. Siento el tacto de los dedos en el teclado de mi portátil. Mis sentidos no mienten; al menos son míos, lo mismo que la alegría y el padecimiento. El hecho de que lo que me rodea sólo exista en mi pensamiento carece de importancia; yo tengo conciencia de mí mismo, y el sufrimiento es real, lo mismo que la ilusión, que es el combustible de la felicidad. Eso y sólo eso debo buscar; lo demás no está en mi mano.

P.S. Se me ha ido la olla.

P.P.S. La culpa es de Pessoa.

martes, 22 de junio de 2010

Divagaciones literarias

Fernando Pessoa hacía anotaciones fragmentarias en su cuaderno, y de su recopilación y ordenación cuidadosa nació ese monumento literario llamado El libro del desasosiego. La escritura es un bálsamo para esa angustia vital, para ese desasosiego. A diferencia de lo que sucede en la pintura o en la música, es difícil encontrar un escritor desequilibrado, un Van Gogh literario. El surrealismo no sienta bien a la literatura, ni siquiera a la poesía. Para expresar los sentimientos con palabras, para ejercer de artista de las letras, hay que olvidarse de las ideas extravagantes. Se puede describir la extravagancia, pero siempre partiendo del equilibrio. Se puede describir la locura, pero siempre desde la cordura. La literatura es un arte noble, puro, que aspira a la perfección y precisa el dominio de la técnica. Un arte que arroja luz sobre un mundo de contradicciones.

jueves, 3 de junio de 2010

El bosque


Ayer por la tarde traté de encontrar un bosque pero no di con él. Era el bosque donde se esconden los monstruos que me asaltan por las noches, donde viven los elfos que me roban el tiempo que no tengo, distrayéndome con sus cuadernos estúpidos. Un bosque para perderse y no encontrarse; tan frondoso como los recovecos de mi cerebro, sembrados de letras mayúsculas y de gigabytes amenazadores.


Mi bosque es una alegoría del miedo que me atenaza todos los días sentado en mi escritorio. Cada mañana me acerco a su pérímetro. Sé que debo entrar, pero no lo hago. El paso de las horas consume mi ingenio y seca mis ideas más audaces. Uno de estos días cruzaré el arco que forman esos dos castaños para adentrarme en la espesura; mataré al dios de la escritura y regresaré a casa con el trofeo de su cabeza. Entonces seré feliz, y jamás volveré a contar una historia.

miércoles, 14 de abril de 2010

Escribir de noche

Hay ciertas horas de la noche en que es muy conveniente escribir. Son esas horas en las que uno está cansado después de un largo día de trabajo y sólo tiene ganas de sentarse delante del televisor sin prestar atención a lo que sale en la pantalla, o cuando se vuelve tarde a casa con unas copas de más después de haber salido con los amigos. La primera intención es irse a la cama, pero si uno coge el cuaderno y el bolígrafo o abre el portátil y se sienta a escribir descubrirá que surgen como por ensalmo reflexiones muy certeras, o poemas profundos, con sentimiento, o relatos extraños con un desenlace que se va vislumbrando a medida que se escribe, y no al revés.

Nuestra mente siempre trabaja, incluso en los momentos de mayor agotamiento. Precisamente ese agotamiento hace que la razón quede relegada, agazapada, dormida, y entonces es más fácil que surja la literatura verdadera que tenemos en nuestro interior, que está por encima de argumentos y razones y se limita a utilizar la vida de pasta de modelar, a imaginar en vez de ver, a soñar en lugar de estudiar, a crear en lugar de pensar.

P.S. Escribo de día que hoy mi hijo Gonzalo cumple un añito. No os vayáis a creer que es muy republicano; se bautizó el 18 de julio. Las dos Españas unidas en un bebé.

martes, 30 de marzo de 2010

Divagaciones de un Lunes Santo en Alájar

Lunes Santo, 1:15 P.M. Escribo en mi mesa en Alájar frente al ventanal desde donde se divisa en lo alto del promontorio la espadaña-campanario de la Peña de Arias Montano, apenas a 500 metros a vuelo de pájaro. A la izquierda un pino gigantesco domina el paisaje desde su atalaya calcárea, como lo son las cuevas un poco más abajo donde habitaban los hombres prehistóricos. La lluvia cae a chorros, y la niebla empieza a envolver la montaña misteriosa. ¡Cuánta belleza encierra la naturaleza! ¡Cuánta magia y fascinación! La vida es esto, y no las avenidas atestadas de coches, de gente y de humo. Dios creó la tierra, no el asfalto, y allí es donde él ha de volver, a la tierra dura en verano y esponjosa en invierno, madre de la vida como lo es el agua. Lluvia del cielo y tierra en el suelo, ¡qué más se puede pedir!

Ahora miro hacia abajo, al teclado de mi portátil, de mi notebook, para conectarme a Internet y buscar artículos de marketing para seguir trabajando en los currículos. El contraste es tan grande que por unos instantes quedo abrumado ante la tarea titánica, pero la contemplación de la gran montaña donde habitan fuerzas telúricas ha regenerado mi espíritu, aunque sea para dedicarlo a tareas tan prosaicas. A las 1:23 P.M. vuelvo a la rutina odiada pero necesaria.

domingo, 14 de marzo de 2010

Divagaciones blogueras

A veces, cuando las musas no aparecen y la imaginación flaquea, me siento frente al teclado y me fuerzo a escribir a ver qué sale, como ahora, y surge una especie de conexión entre las teclas y el cerebro, una corriente eléctrica. Con el papel es igual, aunque en vez de eléctrica la corriente será más tradicional, más antigua, más señorial, pero raras veces cojo el bolígrafo y el folio en blanco, me da pereza, es mucho más fácil tumbarme en el sofá con el portátil sobre las rodillas. Si no fuera por los ordenadores seguramente yo no escribiría, tanta es mi pereza; y al blog también debo mucho, esa zanahoria de los escritores perezosos. Pero pierdo el hilo, decía que es milagroso cómo se enciende la mente al comenzar a escribir. No es que ahora se haya encendido con mucha brillantez, pero algo es algo, no sé si dará para una entrada de blog, eso lo decidiré luego, cuando vea el resultado. Por ahora lo escribo en borrador, y con eso me quito el mono. Y es que hay días en que no sale nada, ni el retoque a ese poema inconcluso, ni la anécdota graciosa, ni el remate de todos esos apuntes que tengo en un archivo donde anoto las ocurrencias que pueden dar lugar a una entrada en el blog. Tampoco es tan importante, ahora que lo pienso, como si hubiera que escribir algo todos los días por fuerza. Es lo que tiene el ritmo de entrada diaria, que se ve uno obligado a publicar aunque no tenga ganas; ya sé que es una tontería, que esto del blog es cuando te apetezca, pero es lo que me sale, y en cierto modo está bien para combatir mi pereza natural. Una especie de terapia, scriptoterapia se le podría llamar.

Escrito queda, y del tirón. Ahora lo leo y si me parece, pulso el botón de publicar.