viernes, 5 de agosto de 2011

Entropía


Hasta hace dos años lo tenía todo controlado, o al menos me hacía la ilusión de que así era, pero entonces, poco a poco, sin que me diera cuenta al principio, la entropía fue germinando en mi vida, primero con detalles insignificantes, revolviendo todas las mañanas mi mesa de trabajo e impidiéndome ordenarla por mucho empeño que pusiera. Después fue el turno del correo, y se fueron acumulando en mi mesa pilas de cartas sin abrir. El mal llegó a mi ordenador, que me avisaba de cientos de mensajes recibidos, y las carpetas donde tenía todos los documentos perfectamente ordenados se fueron mezclando unas con otras, intercambiando contenidos y abriendo nuevas carpetas vacías que inundaban el escritorio. Perdida la batalla con el orden epistolar e informático, noté cómo el caos se apoderaba de mi persona, y empecé a alimentarme malamente, con restos de comida cogidos de aquí y de allá, sin respetar horarios; tan sólo guiado por el hambre. Comencé a engordar, y dormía siempre a deshoras. Para averiguar si era de día o de noche debía salir a la calle, pues mantenía todas las persianas cerradas. La rutina fue borrada de mi vida, y comprendí lo necesaria que es para la salud. Llegué a echarla de menos, pero me era imposible recuperarla, pues había perdido toda noción de la disciplina, y mis actos eran guiados por la inercia. Llegó un momento en que perdí mi trabajo y mi casa, y me alejé de mi familia para no hacerles daño. Entonces me arrojé al arroyo más negro que pude encontrar. Dejé mi país para vagar por los suburbios más inmundos, comiendo poco o nada, insensible al dolor, al frío y a las burlas de la gente. Un día, ya no tuve fuerzas para extender el brazo , ni ganas de rebuscar en la basura de los contenedores, y entorné los párpados dispuesto a recordar hasta el final lo que había sido.

Justo al cerrar los ojos de mi sueño se abrieron estos otros que me permiten escribir en el cuaderno, y no sé cuáles dicen la verdad: los que cerré o los que tengo ahora abiertos. Acaso ambos, a su manera.

6 comentarios:

Martín López dijo...

Me parece que Vd. ha soñado con la única libertad real, la que ya no quiere nada. Pero ésa es muy amarga... Supone la aceptación de que todo está perdido, y decir que sí, que bueno...

Liliana G. dijo...

¡Excelente! La redacción como vía de escape, como atajo a la disconformidad del sistema interno y único, un sistema condicionante propio que muchas veces asfixia.
"Acaso ambos, a su manera" es la respuesta correcta, no existe el orden perfecto, ni la entropía total.

Un beso grande, José Miguel.

Rocío. dijo...

Que de entropía tienes en tu vida,chiquillo,no ves que las cosas malas también tienen su lado positivo,te ayudan a valorá tó lo que tienes,que la vida es sueño,y los sueños,sueños son,ale a viví.
Un beso poderoso desde Finlandia....,estamos tan agustitoooooo.

José Miguel Ridao dijo...

MLL: A lo mejor es libertad, no me lo había planteado, pero me ha llevado a ella una fuerza entrópica invencible, que me ha anulado la libertad. Una paradoja, ¿no cree?

Profundo tu comentario, Liliana. Me quedo con"la redacción como vía de escape". Espero que siga bien todo.

Pues tienes toda la razón, Rocío. Oye, tampoco te envidio tanto Finlandia, que por aquí tenemos un verano la mar de fresquito, y ya mismo estoy en Alájar, aunque este año sin bolivú.

Abrazos.

Paco dijo...

Hola Ridao, ya veo que estás leyendo la Novela de Ajedrez. Yo también leí la traducción de M. Lobo. No sé si hay otra al español.

Te escribo en esta entrada porque, aunque no te lo creas, tengo un escrito muy similar a este. Se me ocurrió cuando hice una foto a un mendigo la semana pasada en Madrid, y este fin de semana en Chipiona lo he terminado. ¿Será porque me has influido telepáticamente desde Rota? No. No creo en esas cosas.
Un abrazo José Miguel.
(El Viernes, que me voy de vacaciones, la cuelgo)
(Por cierto, "entropía" me parece genial)

José Miguel Ridao dijo...

Hola, Paco. Hemos estado ar laíto. Mira que irte a Chipiona, en habiendo ese peaso de Rota...

Esas coincidencias no son raras, me ha pasado más de una vez. Los motivos de inspiración se repiten, pero los resultados siempre son distintos.

Para leer a Zweig en condiciones vamos a tener que aprender alemán, y ya de paso nos quitamos de eso.

Un abrazo, y gracias.