domingo, 31 de mayo de 2015

Apuntes (192): Máximas intemporales


El mejor cirujano plástico es el tiempo.

 ~

Ese momento insuperable en que te acercas con el coche a un paso de cebra, ves en el último momento a una vieja parada en el borde desafiándote con la mirada, aceleras, la miras con cara de guasa, y al fin la ves por el retrovisor profiriendo insultos y blandiendo su bastón...

 ~

Ríete de los demás con cariño, y de ti mismo sin piedad.

~

Demasiada paciencia es un síntoma de resignación.

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Escucha atentamente al necio, pregúntale por sus ideas, alaba sus opiniones y muéstrate humilde ante su necedad.

~

Cuanto más dices que eres libre más esclavo te vuelves de tus palabras.

sábado, 2 de mayo de 2015

Homo Sapiens Mamporrensis



¿Qué son 200.000 años? Apenas un suspiro cósmico, incapaz de alterar en lo esencial los genes de la especie a la que pertenece el individuo que escribe estas líneas. Si acaso en los últimos tres mil años, algunas pequeñas bolsas de población se han impregnado de un leve barniz cultural que se ha dado en llamar civilización, pero a la hora de la verdad, cuando el dinero, ese dios infalible que marca las preferencias de nuestra tribu, dicta sentencia, a la gente lo que de verdad le apasiona es contemplar cómo se atizan sin compasión los más fuertes de cada clan, a mamporro limpio, igual que hace milenios.

¡Aupa, Manny, destroza a ese yanqui bocazas!

jueves, 23 de abril de 2015

El Quijote y la Economía


Hoy, día del libro, he seleccionado para mis sufridos alumnos de bachillerato unas lecturas de nuestro autor más universal, Miguel de Cervantes (el pobre anda últimamente removiéndose literalmente en su tumba), y probablemente la obra cumbre de la literaura universal, ésa en que un hidalgo cuerdo que vivió en un mundo de locos nos da unas sublimes lecciones de humanidad a cuatro siglos de distancia. Como no podía ser menos, Cervantes pone en boca de don Alonso Quijano varias jugosas manifestaciones relacionadas con la Economía, lo que tiene un indudable mérito si consideramos que lo que hoy se estudia en universidades de todo el mundo no adquirió rango de ciencia hasta dos siglos después de la publicación de las andanzas del famoso hidalgo y su escudero. Como botón de muestra, este pasaje de la primera parte, en el capítulo segundo:
Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían […]
Hermosa e inocente utopía, que por desgracia evolucionó a distopías suscritas por Marx y sus hijos políticos, desde Lenin hasta Sánchez Gordillo pasando por Fidel Castro.

Y qué decir de las continuas referencias a la asombrosa variedad de monedas que circulaban por nuestro Siglo de Oro, y que tenían valor intrínseco, no como los papelajos que emite el señor Draghi en el siglo XXI. Así, en la segunda parte, capítulo veintiocho, habla Sancho:
Cuando yo servía a Tomé Carrasco, el padre del bachiller Sansón Carrasco, que vuesa merced bien conoce, dos ducados ganaba cada mes, amén de la comida; con vuesa merced no sé lo que puedo ganar, puesto que sé que tiene más trabajo el escudero del caballero andante que el que sirve a un labrador.
O en el episodio del relato del cautivo (Parte I, Cap. 34):
Así como acabamos de concordarnos y escoger nuestros ejercicios, mi padre nos abrazó a todos, y con la brevedad que dijo, puso por obra cuanto nos había prometido; y dando a cada uno su parte, que, a lo que se me acuerda, fueron cada uno tres mil ducados, en dineros, porque nuestro tío compró toda la hacienda, y la pagó de contado, porque no saliese del tronco de la casa, en un mismo día nos despedimos todos tres de nuestro buen padre.
Para terminar con las referencias a los ducados, principal moneda de la época, tomemos el pasaje en que Don Quijote libera a los presos condenados a galeras (Parte I, Cap. 22), donde surge esta conversación:
— Yo voy por cinco años a las señoras gurapas, por faltarme diez — Yo daré veinte de muy buena gana dijo Don Quijote, por libraros desa — Eso me parece, respondió el galeote, como quien tiene dineros en mitad del golfo, y se está muriendo de hambre, sin tener adonde comprar lo que ha menester: dígolo, porque si a su tiempo tuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos la péndola del escribano, y avivado el ingenio del procurador, de manera que hoy me viera en mitad de la plaza de Zocodover de Toledo, y no en este camino atraillado como galgo; pero Dios es grande: paciencia y basta.
También hay en la obra numerosas referencias a los escudos, como en el episodio de Sierra Morena (I, 23):
En esto alzó los ojos, y vio que su amo estaba parado, procurando con la punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo, por lo cual se dio priesa a llegar a ayudarle si fuera menester; y cuando llegó fue a tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida a él, medio podridos, o podridos del todo y deshechos; mas pesaban tanto que fue necesario que Sancho se apease a tomarlos; y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía. Hízolo con mucha presteza Sancho; y aunque la maleta venía cerrada con una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había, que eran cuatro camisas de delgada holanda, y otras cosas de lienzo, no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro, y así como los vio dijo: — ¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea de provecho!
O a los reales, sin ir más lejos cuando Don Quijote es armado caballero (I, 4):
El labrador bajó la cabeza y, sin responder palabra, desató a su criado, al cual preguntó Don Quijote que cuánto le debía su amo. Él dijo que nueve meses, a siete reales cada mes. Hizo la cuenta Don Quijote y halló que montaban setenta y tres reales, y díjole al labrador que al momento los desembolsase si no quería morir por ello. Respondió el medroso villano que para el paso en que estaba y juramento que había hecho (y aún no había jurado nada) que no eran tantos; porque se le habían de descontar y recibir en cuenta tres pares de zapatos que le había dado y un real de dos sangrías que le habían hecho estando enfermo.
En cuanto a las llamadas monedas de vellón, se puede decir que eran la calderilla de hoy en día: maravedíes (palabra bella donde las haya, de clara etimología almorávide), blancas, cornados, cuatrines y ardites. Algunas de ellas, como la blanca y el ardite, se invocan hoy para expresar algo sin importancia). En II, 67 Don Quijote nos habla del origen del maravedí:
(…) y este nombre albogues es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber: almohaza, almorzar, alfombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía y otros semejantes, que deben ser poco más; y sólo tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en i, y son: borceguí, zaquizamí y maravedí; alhelí y alfaquí, tanto por el al primero como el i en que acaban son conocidos por arábigos.
Incluso conocemos el precio de venta de la primera parte del Quijote gracias al escribano que incluyó de su puño y letra la preceptiva tasa:
(…) tasaron cada pliego del dicho libro a tres maravedís y medio, el cual tiene ochenta y tres pliegos, que al dicho precio, monta el dicho libro doscientos y noventa maravedís y medio, en que se ha de vender en papel.
La misma Teresa Panza, esposa de Sancho, en su carta a la duquesa (II, 52), nos orienta sobre el valor adquisitivo de la época:
— Yo, señora de mi alma, estoy determinada, con licencia de vuesa merced, de meter este buen día en mi casa, yéndome a la corte a tenderme en un coche, para quebrar los ojos a mil envidiosos que ya tengo; y así, suplico a vuesa excelencia mande a mi marido me envíe algún dinerillo, porque en la corte son los gastos grandes: que el pan vale a real, y la carne, la libra, a treinta maravedís, que es un juicio.
Para finalizar este pequeño recorrido por las monedas del Siglo de Oro y su ilustración en el Quijote, La blanca fue la moneda de menor valor acuñada por los Reyes Católicos en 1497. Sólo equivalía a medio maravedí, por lo que se empezó a usar la expresión popular "estar sin blanca", que ha llegado hasta nuestros días con el sentido de quedarse sin dinero. En el capítulo donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero (I, 3), el ventero le interpela:
Preguntóle si traía dineros; respondió Don Quijote que no traía blanca, porque él nunca había leído en las historias de los caballeros andantes que ninguno los hubiese traído.
Y en fin, tras este recorrido un tanto largo por la Economía y las monedas de aquella época no sé si gloriosa, pero ciertamente apasionante, me conformo con haber despertado el gusanillo aunque sea en un solo alumno para que deje el móvil y la play aparcados por un tiempo, coja un buen tomo o una de esas maravillosas ediciones gratuitas en formato electrónico, y se disponga a leer con tranquilidad una obra por la que quedará agradecido toda su vida, y a la que seguro volverá en el futuro.

sábado, 18 de abril de 2015

Test de catolicismo


Marque la afirmación con la que esté más de acuerdo, y justifique su elección.
  1. Dios no existe, se trata de un invento de los curas para vivir bien y tenernos cogidos de los huevos.

  2. Dios existe, en realidad no es una persona sino tres, pero no traten de entenderlo. El Dios hijo vino a nuestro mundo en el vientre de una mujer casada y virgen, y su marido se lo creyó. Con el tiempo esta mujer subió al cielo, donde permanece viva de cuerpo presente. Un día su hijo fue a visitar a un amigo llamado Lázaro pero se encontró con que llevaba cuatro días muerto y su cuerpo ya olía. Le dijo que se levantara y el muerto resucitó y, presumiblemente, dejó de oler. Con el tiempo este Dios hijo se hizo muy famoso localmente y sus enemigos planearon quitarlo de enmedio crucificándolo. Resucitó a los tres días y anduvo visitando a gente hasta que subió a los cielos a reunirse con él mismo. Todas estas molestias se las tomó para salvar al hombre.

  3. Dios existe, o más bien un creador inteligente que no se sabe muy bien qué es, cómo es ni a qué dedica el tiempo libre. 

jueves, 19 de marzo de 2015

Tener o no tener... pelo



Ante el ataque perpetrado el otro día por mi hijo Ignacio sobre mi asendereado aspecto actual, quiero traer hoy una imagen de los tiempos remotos en que las lanas tapizaban mi cráneo, y así mis hijos sabrán lo que les espera en el futuro. Obsérvese la prestancia, la intrepidez, el aplomo y, por qué no decirlo, la chulería que desprenden mis 22 años. No oculto que el tiempo tan sólo ha mejorado y añadido solera al producto, aunque, eso sí, al precio de un ligero clarear en mis venerables sienes.

¡Y esa indescriptible camisa de palmero, por Dios!

martes, 17 de marzo de 2015

Daguerrotipo


¡Qué misterioso encanto el de las fotos que nos llegan del pasado! Es como si cobraran forma las sombras del siglo XIX, cuando aún no existían imágenes, ni máquinas, ni ferrocarriles, ni asfalto en los caminos. Ésta que muestro es del año 1840, uno de los primeros daguerrotipos que se conservan en el estado de Baviera. La ocasión conmemorada, el cumpleaños del compositor y organista bávaro Max Keller, que posa con su esposa en el centro de la imagen. Detrás aparecen miembros de su servicio doméstico y de su familia, como muertos antiguos transportados al siglo XXI por el milagro de una técnica entonces rudimentaria. Pero quien atrae poderosamente la atención es la mujer de la primera fila a la izquierda, con el cabello oscuro severamente partido y expresión ausente. Dicen, y quiero creer que así es, que se trata de una antigua amiga austriaca de la familia llamada Constanze, Weber de soltera, que solía visitar con frecuencia Altötting, donde fue tomada la imagen. Constanze estaba viuda de su primer marido, al que dio seis hijos, desde hacía ya medio siglo. Nada fuera de lo normal, salvo que ese primer marido al que sobrevivió tanto en el tiempo se llamaba Wofgang Amadeus Mozart. El rostro palpable de esa mujer contempló y besó al genio, y el velo del tiempo se descorre para enseñárnoslo.

domingo, 15 de marzo de 2015

Halffter acerca la ópera a las aulas


Gracias al entusiasmo y al intenso trabajo de mi compañero y amigo Pepe Galeote, un grupo de más de cien alumnos de bachillerato de mi centro, el Instituto Cristóbal de Monroy de Alcalá de Guadaíra, ha podido vivir una experiencia artística de primera magnitud en torno al estreno de la ópera Dr. Atomic, de John Adams, yo diría que bastante más enriquecedora que la de cualquier asistente a una de las funciones.

El "primer acto" de esta inolvidable función arrancó hace justo un año, cuando Pedro Halffter, director artístico del Teatro de la Maestranza, acudió a nuestro centro gracias a las gestiones del profesor Galeote, y en el salón de actos encandiló al respetable (sobre todo a "las" respetables) con una conferencia acompañada de demostraciones al piano. Los chavales no salían de su asombro, e incluso uno subió al escenario para tomar la batuta de manos del maestro y proceder a dirigirle, con escaso éxito por cierto. Al final el maestro, que también quedó encantado con la respuesta de los alumnos, prometió llevarlos a la ópera a una de las funciones de la próxima temporada. El título elegido fue nada menos que uno del siglo XXI, la ya citada Dr. Atomic, un reto para la orquesta, los cantantes, la escena y, no hay que olvidarlo, especialmente para los oyentes, cuyo oído está habituado a las armonías de Verdi y Puccini, pero no a disonancias ni a conflictos éticos en lugar de los consabidos enredos de alcoba. El maestro sabía lo que hacía, pues los oídos de la gran mayoría de nuestros alumnos estaban "vírgenes" en este tipo de música, y por tanto libres de prejuicios.

El "segundo acto" fue hace dos semanas, en que se organizó una mesa redonda en el instituto donde intervinimos profesores de distintas áreas, aportando diversas perspectivas a la ópera. Aparte de la imprescindible visión musical aportada por la profesora María José, fue muy instructiva la presentación de los profesores de física, Cristina y Jesús, explicando los fundamentos teóricos de la bomba en una serie de transparencias que "hasta los de letras" entendieron a la perfección. El apartado histórico corrió a cargo de Fernando, que explicó el contexto en que se desarrolló el proyecto Manhattan, al final del cual los alemanes ya se habían rendido pero quedaba el peligro japonés. Al final de su intervención hizo esta inquietante pregunta a los alumnos: "Si vosotros hubierais estado en el lugar de Truman, ¿habríais dado la orden de tirar la bomba?". A continuación otro compañero de historia, Pablo, nos hizo disfrutar refiriendo la anécdota del "incidente", por así llamarle, de Palomares, evocando las impagables imágenes del Sr. Fraga bañándose con  su flamante Meyba en compañía del más atlético embajador americano. Manuel, nuestro compañero de Lengua, nos abrió los ojos ante la riqueza literaria de la ópera, donde desfilan poetas como Donne o Baudelaire, además de fragmentos del Bhagavad-guitá, no en vano Oppenheimer, padre de la bomba y personaje principal de la ópera, era un hombre cultísimo y políglota, que llegó a aprender sánscrito para leer el poema hindú en su texto original. Otra intervención muy interesante fue la de Antonio, profesor de clásicas, que nos ilustró sobre los orígenes griegos del átomo y la energía atómica. No sé quién aprendía más, si los alumnos o los profesores que allí estábamos. Un servidor, por su parte, hizo de malo de la película, y defendió el proyecto Manhattan con fríos argumentos económicos basados en el coste de oportunidad. En mi poco humilde opinión la bomba salvó millones de vidas humanas, por no hablar de los aspectos materiales, y la tecnología se habría culminado antes o después, incluso con más peligro. Al final de la intervención de los profesores se inició un acalorado debate con los alumnos, y he de decir para mi satisfacción que una mayoría estaba de acuerdo con mi tesis (como muchos no me conocían de nombre, se refirieron a mí como "el maestro que ha defendido la bomba", título del que no sé si sentirme orgulloso).

Y pasamos al tercer y cuarto actos, ya en el teatro la semana pasada, en el preestreno, fuimos los únicos autorizados a entrar (¡gracias, maestro Halffter!). Después de todo el trabajo realizado estábamos en condiciones de disfrutar de una partitura magnífica, como también fue espléndido el trabajo de la Sinfónica de Sevilla dirigida en el foso por Halffter. La puesta en escena, importada de una producción de Karlsruhe, fue especialmente brillante en el primer acto, con un juego de luces y escenas por detrás de un velo de tul situado en la boca del escenario y sobre el que se proyectaban diversas imágenes de dibujos y textos originales desclasificados sobre la bomba. A mi juicio en el segundo acto el desarrollo escénico fue demasiado monótono, condicionado sin duda por lo onírico y simbolista del libreto. Los cantantes, no obstante, rayaron a gran altura, especialmente el barítono protagonista, que interpretaba a Oppenheimer, y la mezzo que hacía de Pascualina, con un hermoso color de voz de contralto. Tuve la suerte de ver el primer acto desde la primera fila del patio de butacas, "camuflado" entre un grupo de chavales, y en el aria final Oppenheimer salió del escenario, avanzó hasta nosotros, se detuvo justo delante mía y, milagrosamente, desgranó esa maravilllosa música con texto del poeta John Donne (aquí, mi traducción). No tengo el vídeo de la función, pero sirva de muestra éste de otra distinta.



En resumen, una experiencia inolvidable para todos, y que la generosidad del maestro Halffter promete que se repita en el futuro. ¡Gracias maestro! ¡Gracias, Pepe!

jueves, 12 de marzo de 2015

John Donne: Holy Sonnet XIV


Golpea mi corazón, Dios trinitario,
No sólo llames, soples, brilles, sanes;
Derríbame para ascender y erguirme.
Rompe, pega, quema y hazme hombre nuevo.
Yo, como una ciudad rendida a otro,
Lucho por admitirte mas oh, en vano;
Podría defenderme la razón,
Pero está presa y es débil o falsa.
Tanto yo te amo y quiero que me amen,
Pero estoy prometido a tu enemigo;
Divórciame, desata o rompe el nudo,
Llévame a ti, enciérrame, que yo,
Si no me hechizas nunca seré libre,
Y nunca casto, si tú no me fuerzas.




Batter my heart, three-person'd God, for you
As yet but knock, breathe, shine, and seek to mend;
That I may rise and stand, o'erthrow me, and bend
Your force to break, blow, burn, and make me new.
I, like an usurp'd town to another due,
Labor to admit you, but oh, to no end;
Reason, your viceroy in me, me should defend,
But is captiv'd, and proves weak or untrue.
Yet dearly I love you, and would be lov'd fain,
But am betroth'd unto your enemy;
Divorce me, untie or break that knot again,
Take me to you, imprison me, for I,
Except you enthrall me, never shall be free,
Nor ever chaste, except you ravish me.


miércoles, 11 de marzo de 2015

Apuntes (191): Algunos aforismos


La verdadera grandeza va siempre revestida de humildad.

 ~

Es preferible escribir mal a no escribir, porque te hace pensar.

 ~

Y sin embargo, es mejor no pensar que pensar mal.

~

Sería interesante que alguien hiciera un estudio histórico desprejuiciado sobre los paralelismos entre Alejandro Magno, Napoleón, Hitler y Stalin.

~

La felicidad consiste en contemplar el futuro como una promesa en vez de una amenaza.

~

Me sigue dando miedo mirar a los ojos de la gente; hay siempre allí un abismo que me atrapa.

sábado, 7 de marzo de 2015

Je crois entendre... des anges




El aria Je crois entendre encore, de la ópera Les Pecheurs de Perles de Bizet, tiene una extraña cualidad: quien la escucha se ve invadido por una especie de dulzura que se va transformando en unas lágrimas que pugnan por salir al exterior a medida que avanza su interpretación. Pocas páginas tan hermosas se han escrito, y a la vez tan difíciles de cantar. Todo lo hermoso es difícil. Kraus lo hacía fácil. Se le perdona que equivocara la letra al principio, ¿quién le da importancia ante una interpretación de una belleza sobrehumana? Lo único que no se entiende es la frialdad del aplauso final. Seguramente el público estaría narcotizado. ¡Quién pudiera haber escuchado a Gayarre! ¡Quién pudiera haber aplaudido a este Alfredo Kraus de 40 años!

jueves, 5 de marzo de 2015

De negros y Economía


La humanidad se divide en dos grandes grupos: los que saludan efusivamente a los negros que venden pañuelos en los semáforos y de vez en cuando les dan una propina, y los que están hartos de ellos y suben la ventanilla cuando el coche se aproxima a la luz en rojo. Bien pensado hay un tercer grupo, que a escala global es el más numeroso: el de los mismos negros que venden los pañuelos. Para aclarar la metáfora (en realidad se trata de una sinédcoque, pero no quiero que me acusen de pedante), cámbiese negro por persona de color (blanco, negro, marrón, amarillo...); es decir, persona a secas, y cámbiese que venden pañuelos en los semáforos por que se buscan la vida como pueden, y en muchos casos no la encuentran (la vida), por lo que acaban muriendo jóvenes (de hambre, de enfermedades que se habrían evitado con una simple vacuna...). Es la vieja cuestión de siempre entre los que tienen las habichuelas resueltas y los que tratan de apañárserlas. A los primeros les suele molestar tener por vecinos a los segundos, mientras que éstos si pueden se tiran al palo y ven una jauja donde otros pelean cada día a dentelladas en sus cuellos blancos para ganar no el pan, sino una cesta de oro donde situarlo. Acabo de leer en un periódico inglés de internet unas declaraciones de todo un director del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en que anuncia 'The Best Economic News In Human History'. ¡Ja! ¿Y cuál es la maravillosa nueva? Pues el progreso tecnológico, cómo no habíamos caído antes, que elevará el nivel de vida de todos y cada uno de los habitantes de la Tierra. La escasez, pues, no será ya un problema gracias a esta revolución tecnológica que deja en pañales a la industrial. ¡Pobre ciencia económica, condenada a los libros de historia! No hay nada como sacar frases de un contexto para reírse de una persona importante y hacer titulares. Algo habrá de verdad en todo ello, es cierto, pero me temo que el "para quién" producir seguirá siendo la pregunta no resuelta por la venerable Economía, empecinada en el qué y el cómo. Los negros seguirán vendiendo pañuelos en los semáforos, y los que no llegaron a jauja pasarán miseria, si no hambre, y guerras, y crueles enfermedades. Algo hemos avanzado, pero ellos (los "negros") van caminando hacia atrás.

sábado, 28 de febrero de 2015

Cría cuervos...


Andaba detrás de mí el otro día mi hijo Ignacio diciéndome que si estaba muy ocupado, que me necesitaba un tiempo "un poquito largo", pero que debía estarme muy quieto, hasta que finalmente, intrigado, accedí. Me dijo que me sentara, cogió papel y lápiz y ni corto ni perezoso se puso el tío a hacerme un retrato. A la vista está el resultado, y lo peor es que todo el mundo anda alabándole, cómo es posible que a sus siete años haya conseguido un parecido tan grande, y encima él dice que me ha puesto más pelo para que esté contento.

Yo, que siempre me he creído un sex symbol, y va el niño éste y hace la gracia...

jueves, 26 de febrero de 2015

Enhorabuena a mis alumnos del Cristóbal de Monroy



Hoy quiero hablar de un éxito de los buenos, por lo que tiene de compartido con unos alumnos de bachillerato que no sabían lo que era la Economía hasta hace unos meses y ahora están a las puertas de acudir a Fráncfort a la sede del Banco Central Europeo. Se trata de un concurso llamado Generación Euro, que en una primera fase ya supuso una gran criba entre los centros educativos públicos y privados de toda España. Gracias a mis alumnos la pasamos, junto con otros 52 equipos. En la siguiente fase debíamos realizar un trabajo razonado sobre los previsibles acuerdos adoptados por el Sr. Draghi y el Consejo de Gobierno del BCE en su reunión del 22 de enero. La cosa estaba difícil, pero afortunadamente también hemos superado esta prueba. Ya sólo quedan tres equipos: uno de Barcelona, otro de Madrid y el nuestro de Alcalá de Guadaíra, y acudiremos a Madrid en abril para defender un trabajo en la sede del Banco de España  para pelear en buena lid por representar a nuestro país en Fráncfort. El premio gordo, de todos modos, ya lo tienen. Mi enhorabuena a Jesús, Ana, María José, Coral y Pablo.

domingo, 8 de febrero de 2015

Aunque la eternidad no exista


Porque todo lo que reluce es humo, y nuestra dicha está en capear los temporales, engendrar hijos para quererlos, aunque la eternidad no exista, vivir sin miedo y desoír los cantos de sirena de una fe que sólo vive en los corazones atribulados. ¿Por qué no echar en cara las mentiras a quienes a duras penas nos toleran, tachándonos de infieles? La Tierra es un lugar extraño, como los seres que la habitan, que han conseguido explicar muchos misterios insondables. Es lícito ir más allá, pero también peligroso y estéril. La palabra Dios jamás debió inventarse.

domingo, 1 de febrero de 2015

Dylan Thomas: Fern Hill


Cuando era joven y yacía bajo las ramas del manzano
Junto a la casa arrulladora, tan feliz como verde era la hierba,
     La estrellada noche sobre la hondonada,
          El tiempo me dejaba saludar y escalar
     Dorado en el apogeo de sus ojos,
Y honrado entre carretas yo era el príncipe de las ciudades de manzana
Y abajo érase una vez me enseñoreé de los árboles y las hojas
          En un sendero de margaritas y cebada
     Hacia los ríos de luz caída del cielo.
 
Y como yo era tierno y despreocupado, famoso en los graneros
Junto al alegre huerto y cantando a la granja que era el hogar,
     En el sol que sólo es joven una vez,
          El tiempo me dejaba jugar, y ser 
     De oro por la gracia de su imperio,
Y verde y Dorado yo era cazador y pastor, los terneros
Cantaban a mi trompa, los zorros de las colinas aullaban frío y claro,
          Y el sabbath llamaba lentamente
     En los guijarros de los arroyos sagrados.
 
A todo lo largo del sol estuvo fluyendo, fue hermoso, los campos
De heno altos como la casa, las melodías de las chimeneas, era aire
     Y juego, bello y húmedo
          Y fuego verde como hierba.
     Y cada noche bajo las sencillas estrellas
Mientras me iba a dormir los búhos arrastraban la granja,
A todo lo largo de la luna oí, dichosos entre establos, las chotacabras
     Volando con los pajares, y los caballos
          Surgiendo en la oscuridad.
 
Y luego el despertar, y la granja como un vagabundo, blanca
Con el rocío, volver, con el gallo en su hombro: todo era
     Resplandor, era Adán y su doncella,
          El cielo se congregó de nuevo
     Y el sol creció redondo ese mismo día.
Así debe de haber sido después del nacimiento de la simple luz
En el primer lugar de hilado, los caballos embrujados saliendo cálidos
     Del verde establo lleno de relinchos
          Hacia los campos de alabanza.
 
Y honrado entre zorros y faisanes por la alegre casa
Bajo las nubes recién hechas, tan feliz como largo era el corazón,
     Nacido en el sol una y otra vez,
          Proseguí mis caminos descuidados,
     Mis deseos corrieron por el alto heno de la casa
Y nada me importó, en mis quehaceres del azul del cielo, que el tiempo no permite
En su girar melodioso, sino tan pocas canciones matinales como éstas
     Antes de que los niños tiernos y dorados
          Le sigan fuera de su gracia,
 
Nada me importó, en los días blancos como un cordero, que el tiempo me llevaría
Hacia la buhardilla atestada de golondrinas junto a la sombra de mi mano,
     En la luna que está siempre elevándose,
          Ni que al irme a dormir
     Le oiría volar con los altos campos
Y despertaría a una granja por siempre abandonada de la tierra sin niños.
Oh cuando era joven y yacía en la gracia de su imperio,
          El tiempo me mantuvo tierno y moribundo
     Aunque yo cantaba en mis cadenas como el mar.



Now as I was young and easy under the apple boughs
About the lilting house and happy as the grass was green,
     The night above the dingle starry,
          Time let me hail and climb
     Golden in the heydays of his eyes,
And honoured among wagons I was prince of the apple towns
And once below a time I lordly had the trees and leaves
          Trail with daisies and barley
     Down the rivers of the windfall light.
 
And as I was green and carefree, famous among the barns
About the happy yard and singing as the farm was home,
     In the sun that is young once only,
          Time let me play and be 
     Golden in the mercy of his means,
And green and golden I was huntsman and herdsman, the calves
Sang to my horn, the foxes on the hills barked clear and cold,
          And the sabbath rang slowly
     In the pebbles of the holy streams.
 
All the sun long it was running, it was lovely, the hay
Fields high as the house, the tunes from the chimneys, it was air
     And playing, lovely and watery
          And fire green as grass.
     And nightly under the simple stars
As I rode to sleep the owls were bearing the farm away,
All the moon long I heard, blessed among stables, the nightjars
     Flying with the ricks, and the horses
          Flashing into the dark.
 
And then to awake, and the farm, like a wanderer white
With the dew, come back, the cock on his shoulder: it was all
     Shining, it was Adam and maiden,
          The sky gathered again
     And the sun grew round that very day.
So it must have been after the birth of the simple light
In the first, spinning place, the spellbound horses walking warm
     Out of the whinnying green stable
          On to the fields of praise.
 
And honoured among foxes and pheasants by the gay house
Under the new made clouds and happy as the heart was long,
     In the sun born over and over,
          I ran my heedless ways,
     My wishes raced through the house high hay
And nothing I cared, at my sky blue trades, that time allows
In all his tuneful turning so few and such morning songs
     Before the children green and golden
          Follow him out of grace,
 
Nothing I cared, in the lamb white days, that time would take me
Up to the swallow thronged loft by the shadow of my hand,
     In the moon that is always rising,
          Nor that riding to sleep
     I should hear him fly with the high fields
And wake to the farm forever fled from the childless land.
Oh as I was young and easy in the mercy of his means,
          Time held me green and dying
     Though I sang in my chains like the sea.