miércoles, 14 de septiembre de 2011

Genios

Yo no llego a entender la poesía de Trakl,
pero su lenguaje me deslumbra, y es lo
que mejor idea me da de lo que es el genio.
Ludwig Wittgenstein
Entonces, hay dos tipos de genios: los genios cabales, como Cervantes o Shakespeare, a los que se les entiende muy bien, y esos espíritus de cristal de los que hablaba ayer, como Hölderlin, Pessoa o el mismo Trakl, que sabemos que están diciendo algo grande, tanto que temblamos al leerlos, pero no acertamos a explicarnos lo que hay detrás de esas palabras. Existe una prueba de fuego: sus versos se nos olvidan inmediatamente después de leídos. Van más allá del lenguaje, pero no son surrealistas: las etiquetas se les despegan; son simplemente genios, y pagan con su vida y su felicidad por ello.

P.S. Me voy a dar un garbeo por el barrio de Chiado, a ver si se me pega algo de Pessoa. Você fica lá!

20 comentarios:

L.N.J. dijo...
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Dyhego dijo...
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José Miguel Ridao dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
José Miguel Ridao dijo...

Ea, pues yo también suprimo mi comentario, faltaría más...

Dyhego dijo...

Lo siento.

José Miguel Ridao dijo...

Pues no lo sientas, hombre, es que me ha hecho gracia. Este comentario se autodestruirá en 50 segundos...

José Miguel Ridao dijo...

¡Mierda! Algo ha debido de fallar. Grrrrrr

Dyhego dijo...

Monsieur RIDAO:
¡Seguro que has comprado la pólvora en una tienda de los chinos!
Salu2.

Liliana G. dijo...

¿Hay algo que me perdí en estos días? ¿Debo suprimir yo también mi comentario? ¡Avisen! (Es que no quiero ser menos que ustedes)

Ridao, me quedo con los genios entendibles, a los otros, si no los entiendo no les puedo conferir la dignidad de genios aunque otros lo hagan. Ya sé que los genios son incomprendidos, pero el vulgo (ergo, yo), necesita saber lo que lee, y más aún, ¡que le quede!

Besos cualunques.
(¿Lo borro o lo dejo?)

L.N.J. dijo...

Hola José Miguel, la entrada borrada que tiene la hora 1:49 es mía. Escribí y sin darme cuenta no sé lo que hecho, que desapareció.

Por Hölderlin, Pessoa, Trakl y por todos los genios que quieras, te pido perdón.

Muchos besos.

Muñoz Escasso dijo...

Estás en Lisboa, o es un paseo "imaginario".Si estás allí, disfruta y aprovecha.


Qué envidia.

Muñoz Escasso dijo...

Por cierto me pareció muy atinado el comentario de Liliana.
Un saludo a todos.

José M. Martínez dijo...
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L.N.J. dijo...

Jaja, José M. Martínez, me alivias mucho. Ya somos dos intrusos en el blog de nuestro querido José miguel. Y es que no se merece tantos tachones. ¿O sí?. Ya le daremos algún día alguna bromita que otra.

¿Dónde estás? ¿Te has escaqueado?

Liliana G. dijo...

Gracias Muñoz Escasso, es bueno sentirse acompañada en el pensamiento.
A propósito, ya que Ridao no aparece, podríamos apropiarnos de su espacio de comentarios. Cuando éramos pequeños (allá lejos y hace tiempo, por las Argentinas) decíamos: "el que se fue a Sevilla, perdió su silla"... y le quitábamos el lugar al compañero, con posterior trifulca, desde luego.
Espero que JM no vuelva en pie de guerra.

Saludos a todos.

Naranjito dijo...

¿Alguien me puede explicar como puñetas se borra un comentario?
Es que mi hijo, mi asesor informático, passa de mí.
Ayuda por favor.

Liliana G. dijo...

Yo te explico, Carlos, nada más fácil: cuando escribís un comentario y luego te arrepentís de haberlo hecho, hacés clic con el ratón en la pequeña papelera que está dibujada abajo de la fecha, a la izquierda del comentario. Allí, un cuadro te pregunta si querés suprimirlo para siempre, al tildar el sí ¡zás! adiós comentario...

José Miguel Ridao dijo...

¿Pero esto qué es? Claro, esto me pasa por dejar el chiringuito abierto mientras estoy fuera. Menos mal que estoy de buen humor a la vuelta de Lisboa, que por fin puedo hablar normalmente, sin poner boquita de piñón.

Pues lo primero es borrar el comentario de José María, ya que lo pide.

José Miguel Ridao dijo...

¡Toma pastillas de goma!

José Miguel Ridao dijo...

Y bueno, va, en el fondo os lo agradezco, me habéis cuidado los andurriales como si fueran vuestros, y yo al corregir exámenes nunca me fijo en los tachones.

Abrazos y besos de vuelta.