No se ha dado mal la cosecha esta mañana. Gallipiernos enormes, chantarelas y algún que otro pinatel. Los niños han disfrutado a lo grande por el bosque, enarbolando sus pequeñas navajas para cortar las setas por el pie. El olor intenso a tierra y a humedad, a suelo primigenio; las hojas mullidas crujiendo bajo las botas, los gritos entusiasmados de los chiquillos al divisar un parasol lejano en la pradera al otro lado de la cerca. Las pequeñas gotas resbalando por nuestras capuchas; la felicidad de una mañana de noviembre que ya es vieja, y que vengo a retratar en la distancia de la capital para que nunca se me olvide, con la esperanza de que alguno de sus pequeños protagonistas pueda volver a ella en el futuro.
Cuatro observaciones (y tres preguntas) sobre el nuevo índice de referencia
para la actualización del alquiler de vivienda
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Por Jordi Galí (CREI, UPF y BSE) El coste de la vivienda se ha convertido
en una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, especialmente
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Hace 10 horas