martes, 31 de julio de 2012

Apuntes (170): Séneca, mercados y un dilema moral


Desconfiad de los que tienen la conciencia tranquila: casi todos tienen mala conciencia.

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Los mercados no son pérfidos ni salvadores; tan sólo reflejan el interés egoísta de las hordas económicas.

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Con el permiso del Sr. Smith, que el interés particular conduzca al interés general, ya es mucho decir. La falacia de la composición no es suficientemente ponderada.

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Y para colmo, el Estado no hace sino empeorar las cosas.

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Escribe séneca en Las troyanas: “Quaeris quo jaceas post obitum loco? / Quo non nata jacent”. “¿Que dónde estarás después de morir? / Donde están los que no han nacido”. Para los que buscan con la razón un sentido a su vida, éste es el único consuelo que podrán hallar.

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Dilema moral: Someone you are well acquainted with shows you upon a different light a very close relative, who can´t read English, and you realise he is mean, vile and selfish. Should you still love him?

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Quienes gobiernan un Estado son el espejo de los gobernados.

lunes, 30 de julio de 2012

¡Que se acaba el PER...!


Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación de Sevilla:

"Me temo lo peor, que el año que viene eliminen el PER"

¡Qué bien! Así a los señores pequeños agricultores andaluces a lo mejor les da por cultivar sus tierras, como hicieron sus antepasados, y aumenta el PIB agrario, que falta hace, y los campos están más limpios y hay menos riesgo de incendio, y el pan que comen se lo ganan trabajando todos los días, y no un solo día cada cuatro años, cuando toca votar, y los pobrecitos que no olían el PER y seguían doblando la cerviz para arañar los frutos de la tierra dejan de cagarse en los muertos de la casta de vagos y maleantes que han creado los señoritos socialistas a golpe de talonario, cargándose los viveros de plantas para sustituirlos por viveros de votos.

martes, 24 de julio de 2012

Del espacio, el tiempo y el destino


El hombre habita un espacio; al menos eso nos indican nuestros sentidos. El espacio que habitamos es la referencia más evidente que tenemos del discurrir de nuestra vida, y está formado por una porción más o menos grande del planeta Tierra, con una diversidad asombrosa, aunque por lo general nos movemos en un tramo muy reducido, incluso hoy en día con las posibilidades de viajar rápidamente. Sabemos también que hay otros espacios fuera de nuestro planeta, en el Universo, en forma de estrellas, otros planetas, satélites, galaxias, agujeros negros… Poco a poco y gracias a la ciencia vamos conociendo la amplitud y características del espacio universal, pero estamos muy lejos de habitarlo, si es que alguna vez lo haremos. Pero no quería hablar hoy tanto del espacio como del tiempo, esa otra dimensión presente en nuestra vida y a la que no se le suele prestar la debida atención. Muchos, sin reflexionar lo suficiente, piensan que el tiempo nos atraviesa, como si fuera algo que “pasa”, y deja su huella implacable sobre nosotros. Sin embargo, ello no es así: el tiempo es una dimensión más, igual que la dimensión espacial, pero con una función distinta en nuestra vida. Imaginemos una larga cinta transportadora de las que hay en los aeropuertos. Esa cinta sería el tiempo, y nosotros los pasajeros que transporta. En el inicio de la cinta van subiendo pasajeros, que serían los seres humanos que nacen. Supongamos que junto a la cinta hay unas marcas de longitud, de modo que cada metro recorrido supone un año de vida, y en el momento de la muerte se abre un agujero negro a los pies del viajero, que lo engulle. Así, un hombre que muriera a los 70 años vería cómo a los 70 m de recorrido de la cinta un agujero negro se abriría a sus pies, y si una mujer que nació exactamente el mismo día que él llega a los 100 años el agujero se le abriría a los 100 metros. Esta magnitud temporal tiene también una particularidad, y es que los que se van incorporando a la cinta (los que van naciendo) tienen noticia de lo acontecido a muchas personas que murieron antes que ellos. Por ejemplo, el agujero que se tragó a Napoleón se abrió hace casi doscientos años; es decir, se puede vislumbrar aún, abierto, a 200 metros, y nosotros sabemos lo que ocurrió a Napoleón en su viaje, y las consecuencias que tuvo. Como la cinta es infinita, se puede vislumbrar más lejos, a kilómetros (cada kilómetro es un milenio), pero la información que tenemos de fenómenos lejanos se va haciendo más escasa. Tenemos, pues, una cinta en donde vamos subidos (el tiempo), y un paisaje que rodea a esa cinta (el espacio), pero de ningún modo nos debemos mantener quietos mientras viajamos, sino que circulamos por ese espacio, donde nos relacionamos con otros seres, aunque vayan por delante y por detrás de la cinta. Lo que nunca podremos hacer es alcanzar a averiguar qué sucede no más allá de la cinta, que al fin y al cabo es un tiempo abarcable, sino por debajo de la cinta, dentro del agujero negro que se abre una sola vez para cada uno de nosotros. Y tampoco sabemos nada de otro “momento” no menos tenebroso e inquietante: lo que acontece antes de subirnos en la cinta, antes de nuestro nacimiento. La cinta va avanzando implacable, infinita, pero en su origen aparece por debajo una cinta nueva donde se suben los recién nacidos. ¿De dónde viene esa cinta? ¿Hay alguien ahí? ¿Está conectado de algún modo ese origen con los agujeros negros de la muerte?

Con nuestra razón, que es la única herramienta que nos ha sido concedida, podemos saber dónde estamos, cuándo nacemos, cuántos años han transcurrido desde que nacimos. A partir de ahí surgen todas nuestras ciencias; surge el arte, se desentrañan los misterios de la vida. Pero siempre quedarán otros misterios a donde no podremos acceder; unos lugares a los que el hombre siempre ha viajado con su imaginación, o con sus creencias especulativas. Hay una enorme región que está más allá de cien metros de cinta, un infinito aterrador que no sólo acecha tras nuestra muerte, sino que se cierra amenazante justo cuando nacemos a la vida. Es la “no vida”. Precisamente ahí es donde está nuestro destino.

lunes, 23 de julio de 2012

Georg Trakl: An den Knaben Elis


Elis, cuando el mirlo llame en el bosque negro,
ése es tu ocaso.
Tus labios beben el frescor del manantial azul nacido de la roca.

Deja, cuando tu frente sangre levemente,
pasar remotas leyendas
y oscuros augurios del vuelo de los pájaros.

Pero tú avanzas con pasos suaves por la noche,
cuelgan plenas las púrpuras uvas
y mueves los brazos grácilmente en el azul.

Suenan unos zarzales
por donde están tus ojos de luna.
Oh, cuánto tiempo hace, Elis, que estás muerto.

Tu cuerpo es un jacinto,
en el que un monje hunde sus dedos de cera.
Una caverna negra es nuestro silencio,

De ella asoma a veces un animal manso
y baja despacio los pesados párpados.
Sobre tus sienes gotea un rocío negro,

El ultimo oro de estrellas que declinan.


Elis, wenn die Amsel im schwarzen
Wald ruft, Dieses ist dein Untergang.
Deine Lippen trinken die Kühle des blauen Felsenquells.

Laß, wenn deine Stirne leise blutet
Uralte Legenden
Und dunkle Deutung des Vogelflugs.

Du aber gehst mit weichen Schritten in die Nacht
Die voll purpurner Trauben hängt
Und du regst die Arme schöner im Blau.

Ein Dornenbusch tönt,
Wo deine mondenen Augen sind.
O, wie lange bist, Elis, du verstorben.
Dein Leib ist eine Hyazinthe,
In die ein Mönch die wächsernen Finger taucht.
Eine schwarze Höhle ist unser Schweigen,

Daraus bisweilen ein sanftes Tier tritt
Und langsam die schweren Lider senkt.
Auf deine Schläfen tropft schwarzer Tau,

Das letzte Gold verfallener Sterne.


Nota: Aquí puede leerse mi traducción del impresionante poema Grodek, el último que escribió Trakl antes de suicidarse.

domingo, 22 de julio de 2012

Soneto "de riesgo"


Levántome jiñao cada mañana
por ver a dónde llegará la prima,
la tía, la abuela, el coño de su hermana,
tenemos a los Buddenbrook encima.

No quiero ni asomarme a la ventana,
pues tengo mi pescuezo en gran estima,
y el de las barbas, si le da la gana,
recorta mi gañote con su lima.

Me cago en toas las castas de Rajoy,
de Rato, Solbes, Blanco, Zapatero,
los sindicatos, y del rey estoy
hasta la polla, tan dicharachero.

Que suelten su Botín, fondos ajenos,
y entonces deberemos mucho menos.  

sábado, 21 de julio de 2012

¡Es el paro, estúpido!


"Ya lo decía yo..."; "No me cansaba de repetirlo..." No hay frases más odiosas, y no me vanaglorio de ellas, pero los hechos son tozudos: la respuesta de los "mercados" —es curiosa la evolución que ha sufrido este término en los últimos años, hasta adquirir tintes poco menos que perversos— ante el cacareado rescate-intervención de nuestro país, está siendo demoledora: ayer el interés del bono a diez años se situó en el 7,22%., y el de dos años superó el 5%. ¿Recordáis las obligaciones a diez años que emitió Ruiz Mateos hace unos años al 10%, que acabaron como acabaron, y todo el mundo decía que ofrecer ese interés era sinónimo de riesgo elevadísimo que rozaba la estafa? Pues eso. Y detrás de los mercados no hay una mano negra, que nadie lo dude: ésta puede existir a corto plazo, debido a una toma de posiciones especuladora, pero la tendencia en los últimos meses es claramente una respuesta de castigo ante las catastróficas decisiones (o no decisiones) de nuestro Gobierno, que se obceca en el déficit público, empecinándose en la poca capacidad de maniobra, y aplicando unos recortes que sólo conducen a más y más paro. ¿Nadie se da cuenta de que es por ahí, por el paro, por donde se desangra el país? Cada uno de estos recortes brutales prolonga la recesión, incluso el Gobierno ha tenido que reconocerlo, y los mercados no son ciegos a este drama.

Si prestas dinero a alguien que cada vez es más pobre le subirás los intereses o dejarás de prestarle, eso está claro. Tomemos el ejemplo de los ciudadanos que no pueden hacer frente al pago de su hipoteca: si son capaces de pagar la mitad de la cuota, el banco estará dispuesto a refinanciarles a un plazo mayor, con la esperanza de que se recupere. O eso, o se pierde el dinero de un cliente insolvente. España necesita que se hagan las cosas bien, que se sienten las bases para la recuperación. Necesitamos que se bajen los impuestos, y no que los suban. Necesitamos bonificar a los empresarios que crean empleo. Necesitamos eliminar los enchufados y parásitos de la clase política y sindical. Eso lleva tiempo, pero si se enseña el camino nuestros acreedores tendrán paciencia. No les quedará otra.

viernes, 20 de julio de 2012

Otoño en verano


Quedó la plaza sola,
y las ausencias del verano muerto
hablaban tristes con las golondrinas.
¡Chí!, ¡Chí!, ¡Chí! Chía, pájaro circense,
y cubre de optimismo la mañana
clara, con una luz tornasolada
que se cuela por todas las rendijas,
tan modesta y tan cruel.

Hace ya mucho tiempo que no paro
en aquella fonda de cristales negros.
A cientos rellenaban los aleros,
y yo me despertaba antes que ellas,
y una algarabía llenaba el aire,
y al fin podía despedir la noche,
siempre negra y de plata.

Chía, regálanos tus acrobacias;
vuela por los tejados y las calles
y anúncianos la suerte de esos prados
de frutas maduras y de ilusiones
nuevas, que se marchitan lentamente,
y nosotros seguimos sin saberlo,
porque sólo escuchamos vuestros trinos.

George Borrow, el racismo y los gitanos españoles del XIX


Una de las manifestaciones más claras del problema del racismo se da en la relación de los gitanos con el colectivo predominante en las zonas donde viven, lo que algunos de ellos llaman hoy payos, palabra que no aparece con ese sentido en el vocabulario caló hasta muy recientemente. La presencia de los gitanos en la península ibérica data del siglo XV, y al poco tiempo de llegar ya sufrieron persecuciones. Pueblo errante por antonomasia, siempre fueron una minoría de nula influencia en la vida política del país, algo favorecido por el hecho de carecer de asentamiento fijo. Parece ser que este hecho fue la causa de la persecución decretada en tiempos de los Reyes Católicos, que al buscar la homogeneidad cultural y religiosa de la península no estaban dispuestos a tolerar un pueblo libre campando por su reino. Al margen de estos ataques desde el poder establecido, estimo que la principal fuente de conflicto y, seguramente, racismo, fue el modo de vida de los gitanos, que en muchos casos se dedicaban a robar bienes y ganado y embaucar a los que no eran de su raza. Resulta muy interesante la visión que ofrece el viajero inglés George Borrow, que deambuló por nuestro país cinco años con el objeto de imprimir biblias sin anotaciones y distribuirlas entre el pueblo. Borrow fue un personaje curiosísimo: hablaba y traducía decenas de lenguas, entre ellas el caló, pues a los 7 años se escapó con un gitano inglés a un campamento y convivió un tiempo con ellos. Borrow llega a la península en 1835 con 32 años, procedente de Rusia, donde había estado estudiando la lengua manchú para traducir a ella el Nuevo Testamento. Su relato empieza con la llegada a Lisboa y la travesía de las comarcas del Alentejo, y cautiva inmediatamente con la vividez de las descripciones: es un mago que ilumina para sus afortunados lectores la España negra de la primera mitad del XIX. Inmediatamente Borrow se mezcla con los gitanos, pueblo con el que se siente más cómodo que con los españoles, y que le acogen como a uno de su raza. No parece "don Jorgito", pues, muy sospechoso de escribir en contra del pueblo calé, y en su narración, aparte de referir los abusos y vejaciones cometidos contra el pueblo gitano, continuamente describe los robos y crímenes cometidos por éstos. Es más, a la hora de despreciar a la otra raza, los gitanos se puede decir que superan a los que ellos llaman despectivamente "busne", extraños. Tras un diálogo entre Borrow y su amigo Antonio, gitano de extremadura, donde le expone su intención de difundir la biblia para acabar con los crímenes cometidos por ambos bandos, el gitano responde:
You speak of robbery, cruelty, and murder. There are too many Busne, brother; if there were no Busne there would be neither robbery nor murder. The Calore neither rob nor murder each other, the Busno do; nor are they cruel to their animals, their law forbids them.
Hablas de robo, crueldad, asesinato. Hay demasiados busne (no gitanos), hermano; si no hubiera ningún busne no habría robos, ni asesinatos. Los calore (gitanos) no roban ni se matan entre ellos, los busne si lo hacen; ni son crueles con sus animales, la ley se lo prohíbe.
Un pueblo errante siempre se cree el centro del mundo, no está programado genéticamente para la convivencia. Tampoco suele tolerar en absoluto al extraño. A partir de ahí podemos pensar en qué es el racismo, cuáles son sus consecuencias y qué soluciones pueden aplicarse.

jueves, 19 de julio de 2012

Apuntes (169): El Pitufo


Qué pena que todo el celo, todas las denuncias, toda la información que se nos da sobre el dinero malversado y robado por los políticos, incluyendo facturas de restaurantes —la última que vi incluía un kilo de percebes a 300 euros—; que todo ese arsenal anticorrupción, decía, no se haya empleado mucho antes, en los años comprendidos entre 1998 y 2007, por ejemplo. ¿O es que nadie ha coincidido en un restaurante con una manada de impresentables poniéndose tibios a costa del dinero público?
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Últimamente, es ver una foto de unos políticos municipales inaugurando algo o firmando un convenio y me palpo los bolsillos con un gesto automático.

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Me preguntaba ayer un amigo si sabía si el inefable ministro De Guindos es o ha sido  profesor. Le dije que creía que no, y por qué lo preguntaba, y este amigo dice que tiene toda la pinta de uno de esos profesores con mala leche reconcentrada que todos hemos tenido alguna vez, y que nos tenía siempre en tensión, con un nudo en el estómago. Yo tuve uno de esos en el colegio, le decíamos el Pitufo, un hermano Marista que venía del norte y era jefe de estudios en BUP. Nadie me ha acojonado más en la vida, y eso que yo era buen estudiante. El tío recorría los pasillos entre las bancas a ver si habíamos hecho las tareas y eso parecía un registro de un campo de concentración. No era nadie, el Pitufo; jamás le oí pegar un grito: era mucho peor que todo eso: una voz susurrante, amenazadora, nuestro destino estaba en sus manos durante el tiempo que duraba su clase. Y el caso es que le recuerdo con cariño: ¡Un abrazo, Hermano Manuel!, por si acaso le llega, y no me tenga en cuenta las cosas que escribo.

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Otra ventaja del libro electrónico, en la que hasta hoy no había caído: al leer en la playa, no se vuela.

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Me da la impresión que a la fiera corrupia te(u)tona -la Merkel, claro-, no le da tanto miedo nuestro Guinditos. Ese tío es un Pitufo descafeinado, indigno de compararse con el gran Chiquito de la Calzada, por mucho que sean clavados.

miércoles, 18 de julio de 2012

Apuntes (168): ¡Qué escándalo!


Habrá quien me tache de racista, pero tengo clarísimo que en un país donde no haya mezcla de razas hay menos problemas de convivencia.


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¡No es la raza, es la cultura, estúpido!

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¡No es la cultura, es la religión, estúpido!

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¡No es la religión, es la economía, estúpido!

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Mis hijos me pidieron ayer que les comprara cordeles de colores, y se han dedicado a hacer pulseras con ellos. Ahora han montado un tenderete en el paseo marítimo y las venden a cuarenta céntimos. ¡Y todo en negro! ¡Qué escándalo!

martes, 17 de julio de 2012

La chispa de la vida


Acabo de descubrir, no sin cierto contento, que me he vuelto adicto a la Cocacola. A la vejez, burbujas coloradas. Yo, que cuando me dieron a probar un cigarrillo juré no volver a tragar ningún gas que no estuviera mezclado con líquido, por no hablar de los porros, que me tumban con olerlos a dos leguas. Yo, que de pequeño me comía las chucherías con indiferencia, casi por compromiso y por la inercia de pasar el rato en el cine de verano; yo, que iba a acabar con el cártel de Medellín si mis genes se extendieran por la Tierra; yo, digo, no puedo pasar ahora al llegar a casa sin un gran vaso de Cocacola con sus cubitos de hielo y hasta su rodajita de limón. Ayer, sin ir más lejos, un desajuste en la logística doméstica dejó mi frigorífico desabastecido del mejunje yanki y anduve todo el día mustio, deambulando por la casa sin una meta que cumplir, metido en la cabeza el rumor de los cubitos de hielo entrechocándose nadando en el sustrato negro. A punto estuve de bajar a comprar más provisiones a horas intempestivas, pero me frenó mi dignidad, aún me resisto a que ese líquido, por muy delicioso que sea, gobierne mi vida. Hoy tengo la nevera llena, pletórica, Cocacola en todos los formatos: latas, botellines, envases de uno, dos litros... cada una de las presentaciones tiene su encanto propio y merece la pena degustarse.

La Cocacola debe beberse en vaso grande, con una capacidad de al menos 400 cl, de modo que quepa de manera holgada el contenido de una lata y tres cubitos de hielo grandes, de los que venden en las gasolineras. El vaso ha de ser de cristal grueso y forma alabeada, más estrecho por la base y abombándose ligeramente a media altura para terminar en una boca ancha, generosa. Antes de beber se debe coger el vaso por su parte inferior y agitarlo de modo que el hielo tintinee y dé vueltas, creando el ambiente adecuado para una óptima degustación. A diferencia de lo que ocurre con los vinos, la nariz no juega un papel importante en el disfrute de la Cocacola. Es en boca donde se produce el efecto mágico que la ha hecho merecedora de un prestigio imperecedero. Nada más inundar nuestra cavidad bucal, se produce una explosión de sabores y sensaciones, donde juegan un papel esencial las nobles esencias de la zarzaparrilla, con reminiscencias del Far West. El efecto se mantiene durante unos segundos interminables; podría decirse que se detiene el tiempo desde que el líquido moja nuestros labios hasta que baja por el esófago. El retrogusto aparece de inmediato, y prolonga la sensación de placer, de modo que un solo sorbo nos franquea el paso a un paraíso de caricias para los sentidos.

Jamás debe caerse en la tentación de mezclar la Cocacola con líquidos menos nobles como el whisky, ron o muchos otros que ciertos ignorantes tienen por costumbre utilizar para ingerir esos horrendos mejunjes que llaman cubatas. La Cocacola debe degustarse sola, en toda su pureza y calidad, tocada tan sólo por el prístino hielo hecho de agua pura. Incluso hay quien le echa vino, corrompiéndola impunemente. También hay que estar muy alerta ante posibles fraudes, que se observan con frecuencia en establecimientos de hostelería. Así, no es infrecuente que uno se siente en la barra de un bar, pida con emoción su bebida favorita y el camarero venga con un sucedáneo infame, un bebedizo que tiene cierto éxito al rebufo del original, pero que se parece a éste tanto como el ying al yang que sale en su patético logotipo.

Podría seguir cantando las excelencias de tan excelente bebida, pero no quisiera que se pensara que recibo desde Atlanta algún tipo de compensación dineraria, cuando lo que me mueve es la más pura filantropía y el deseo de compartir uno de los medios más sencillos y económicos que tenemos para estar lo más cerca que nunca llegaremos de la felicidad.

¡A vuestra salud!         clink-clink-glu-glu-glu-¡Ahhhhh!

lunes, 16 de julio de 2012

De la felicidad


Se han escrito muchos tratados sobre la felicidad, de los cuáles yo no he leído ninguno, lo que me autoriza a decir que se trata de una cualidad bien sencilla, aunque cada vez más escasa: es feliz quien está satisfecho con lo que es, con lo que hace y con lo que tiene. Este estado de satisfacción es mucho más fácil de lograr si las necesidades son pocas, lo que me lleva a pensar que el sistema económico capitalista y, más concretamente el marketing, ciencia que tengo la desgracia de enseñar, son unos enemigos terribles de la felicidad. Las posesiones materiales forman un obstáculo claro ante el afán de ser feliz, pues no traen más que preocupaciones e insatisfacciones: después de una posesión viene el ansia por otra, y por otra. Se trata, pues, de desprenderse poco a poco de aquellas cosas que creemos necesarias pero en realidad no lo son, como si fueran las capas de una cebolla. No es preciso llegar al extremo de Diógenes y su famoso tonel, pero sí es cierto que resulta una experiencia bastante vivificante desprenderse de posesiones que nos sobran, como por ejemplo tres cuartas partes de los artilugios electrónicos que tenemos en casa, buena parte de nuestra biblioteca o, para los más valientes y a la vez más ambiciosos, el teléfono móvil —la conexión a internet, aunque peligrosa, yo no lo tocaría, pues es una de las diez cosas que me llevaría a una isla desierta.

La felicidad, pues, está en nosotros, pero el medio en que vivimos es hostil, más de lo que ha sido en cualquier otro momento de la historia. Siempre ha existido la miseria, claro está, y la persona que no tiene posibilidad de comer, vestirse, resguardarse… está condenada a la infelicidad, pero en la vida de la gente sencilla de otros tiempos no todo han sido penurias: también ha habido lugar para años de buenas cosechas, bailes, descansos dominicales… y cada momento de ésos era un regalo que se agradecía profundamente. El hombre del siglo XXI ha perdido en gran parte esa facultad; precisamente Diógenes, mientras comía lentejas, respondía a Aristipo, que le aseguraba que si fuera sumiso al rey no tendría que comer esa basura, diciéndole que si él hubiera aprendido a comer lentejas no tendría que adular al rey. Y es que ya no sabemos comer lentejas, porque perdemos el tiempo en perseguir unas liebres apetitosas y veloces a las que nunca damos caza, y siempre estamos con hambre.

Yo considero que la felicidad tiene dos vertientes: una de ellas es interna, y consiste en ese estado de satisfacción a que hecho referencia antes, pero también hay un elemento externo, incontrolable, que afecta a nuestra felicidad incluso si nuestras necesidades están satisfechas. Me refiero a la posibilidad de que nos acontezca una desgracia; por ejemplo, una enfermedad grave o la pérdida de un ser querido. En ese caso lo que importa no son las necesidades, sino nuestro estado anímico, que dependiendo de cómo encajemos el golpe nos causará una infelicidad de cierto grado y duración. Hasta el sabio Diógenes desnudo, solitario y con un tonel por vivienda padecería de algún modo ante una calamidad, si bien en su caso las probabilidades se reducen. No está en nuestras manos evitar tales desgracias, pero sí podemos aprender a asumirlas, a incorporarlas a nuestra experiencia vital. Las religiones prometen ayuda en este sentido, pero no es necesario ser creyente para vivir feliz: basta con ser filósofo; es decir, persona.

Y dejo ya aquí estos apuntes, pues no quiero que se conviertan en un tratado que luego no lea nadie. Todos tenemos nuestra propia percepción de algo tan íntimo como la felicidad, y en este caso he querido compartir la mía. No vienen mal unos remansos de calma, de valorar lo que es realmente importante, entre tantas batallas que se libran ahí fuera.

domingo, 15 de julio de 2012

Se necesitan "tontos". Razón: España


Estoy seguro de que todos los que me leéis habréis sido tachados alguna vez de tontos, o bien habréis llamado tonto a alguien en multitud de ocasiones no relacionadas con las capacidades intelectuales del interpelado, sino con su sorprendente tendencia a cumplir con las leyes, especialmente las tributarias. Así, en este país es tonto quien declara todos sus ingresos, quien escritura la vivienda comprada por su valor real de compra, quien exige facturas con el IVA completo, quien renuncia al pago de una prestación porque no le corresponde, quien declara beneficios en su empresa, con lo fácil que hubiera sido poner pérdidas, quien usa su teléfono privado para realizar llamadas privadas, quien pide una licencia de obra menor para demoler su vivienda y volver a levantarla… y creo que podríamos seguir casi hasta el infinito, tantas son las necedades que los españoles debemos evitar en nuestro paso por el mundo. Curiosamente, en otros países el concepto de “tonto” difiere considerablemente del nuestro, hasta el punto de adquirir justamente el significado opuesto. Así, hace poco me referían una anécdota de un empresario español que cerraba un negocio con un cliente alemán, y tras ponerse de acuerdo en el precio le dijo el primero al segundo, más que nada para hacerle un favor: -Bueno, si te parece el IVA lo quitamos, ¿no? A lo que respondió el alemán indignado: -¿Pero tú eres tonto, o qué? Y a continuación le soltó una perorata, supongo que en alemán, que el pobre españolito, que lo había dicho con toda su buena intención, tuvo que soportar con el teléfono a dos palmos de la oreja.

Vemos, pues, que no es lo mismo ser “tonto” en España que en Alemania, y sospecho que tampoco en Italia que en Holanda o en Portugal que en Suecia. Quien es tonto en un país es listo en el otro. El de los países anglosajones es un tonto con delito, un tonto censurable al que hay que perseguir hasta meterlo en chirona para que pague por sus fechorías tontunas, mientras que por estos lares sureños el pobre “tonto” que paga todos sus impuestos es lo que vulgarmente se conoce como un pardillo, un pobre hombre que lleva a sus espaldas sin rechistar todo el peso de la corrupción de sus conciudadanos. Eventualmente, muchos de estos “tontos” son finalmente convencidos por los “listos”, que son franca mayoría, con argumentos ciertamente poderosos, como: “si tú no lo haces lo va a hacer otro”, “total, son unos pocos euros que no suponen nada para Hacienda”, o el muy convincente: “que no te dé remordimiento quitarle dinero a estos cabrones”.

Yo he ido reflexionando mucho últimamente sobre estos asuntos: antes miraba con cierta condescendencia a los “tontos” integrales, que los hay, que jamás han dejado de pagar a sabiendas un euro en impuestos ni se han beneficiado para asuntos privados de los medios puestos a su disposición por su empresa o el Estado, ni han pirateado un solo producto informático. En los días que corren, sin embargo, se han convertido en un modelo a seguir, y me miro en su espejo todo lo que puedo. Creo que hay mucho de autodefensa, mucho de tapar nuestra propia conciencia, en los argumentos que oponemos al mero hecho de hacer una llamada telefónica desde el trabajo. Evidentemente hay grados, pero no es tanta la distancia desde el fraude aparentemente más insignificante hasta aceptar un sobre con un millón de euros, o decir que sí a un cargo en un banco con un sueldo de tres millones de euros anuales mientras que se arruina a sabiendas a los pequeños accionistas. El superhéroe “tonto del haba” que nunca haría una fotocopia para renovar su DNI en la máquina de su trabajo jamás aceptaría ese sobre abultado. Del resto, tengo mis serias reservas.

Lo dicho: el país necesita tontos con urgencia, y si hace falta debemos convertir en tontos a los listos a base de hostias.

viernes, 13 de julio de 2012

La democracia, ¿en peligro?


Uno de los aspectos más olvidados de esta dramática crisis que cada vez monopoliza más la oferta informativa es que la legítima indignación contra los gobernantes no va pareja con la honestidad de los gobernados. Y me explico: una gran parte de los que vociferan, o vociferamos, clamando justicia ante las tropelías cometidas por la clase política, así en general, no han dudado en defraudar a Hacienda en sus declaraciones de la Renta, o en pedir facturas sin IVA para las reformas de su hogar, o en aceptar un sobrecito bajo cuerda por una intermediación sospechosa, o en hacer chapuzas mientras se cobra un paro fraudulento... o aunque sea, y lo importante no es la cifra defraudada, en conectarse a Internet y a las redes sociales durante las horas de trabajo, o llevarse un puñado de folios a casa para las tareas de los hijos.

Que cada cuál haga examen de conciencia, pero no somos precisamente un pueblo ejemplar en este sentido. ¿Qué corrupción es peor, la de los políticos o la de los votantes? ¿Es antes la gallina o el huevo? Y otra cosa importante: en estos tiempos de desprecio olímpico a estos cabrones (sic) de los políticos, acordémonos de la democracia: si los derrocamos, ¿qué vendría luego? Cuando me paro a pensar con frialdad me doy cuenta que mis exabruptos son en cierto modo un canto involuntario a una anarquía o, más bien, a una dictadura que no por lejana parece menos acechante.

Hay cosas que deben resolverse poco a poco, y empezando por los cimientos.

miércoles, 11 de julio de 2012

De "ajustes" y falacias económicas


No pueden ser más desafortunadas las medidas de "ajuste" tomadas hoy por el gobierno, así con minúsculas, al dictado de Bruselas: básicamente, la subida del IVA al 21% (10% el tipo reducido), el recorte del 7% (adicional a lo ya recortado) del salario de los funcionarios y la reducción de la prestación por desempleo a partir del sexto mes. Aunque es más que obvio, no dejaré de recordar que los primeros que se deberían reducir el sueldo en la misma medida al menos que los funcionarios son los políticos, empezando por Rajoy y terminando por el último concejal del último pueblo de España. No creo que perdieran demasiado poder adquisitivo, pues compensarían la bajada con un incremento de sus robos, pero al menos podrían mirarnos a la cara con un mínimo de dignidad. Esa bajada de sueldo se haría extensiva, por supuesto, a todos los directivos y empleados de empresas públicas, así como de los bancos intervenidos, empezando por CAM y terminando por Bankia. Seguiríamos por identificar a todos los enchufados públicos que hay en España, pertenecientes a la casta política y sindical, y se les pondría en la puta calle.

Me gustaría que alguien hiciera un cálculo de estos recortes, a lo mejor nos llevábamos la sorpresa de que harían innecesaria cualquier otra medida de ajuste, pero supongamos generosamente que aun así se necesita seguir reduciendo gastos. Una de las grandes falacias de la ciencia económica es que un aumento de la recaudación fiscal a corto plazo mejora el déficit público. Ni siquiera está garantizado que el aumento del tipo impositivo (en este caso del IVA) aumente a su vez la recaudación fiscal. Ahí está el planteamiento teórico de la curva de Laffer, que aunque polémico se ha comprobado su validez en algunas circunstancias. Lo que sí está claro es que una consecuencia inmediata de la subida del IVA será la bajada del consumo, que es el principal componente de la demanda agregada. Ello hará que se contraiga la actividad económica; cerrarán empresas, a medio e incluso corto plazo se generará más paro, y en consecuencia aumentará el gasto social, lo que, unido a la disminución en el número de transacciones, no hará improbable que a medio plazo el efecto global de la subida del IVA sea paradójicamente un mayor déficit. Entonces, ¿por qué esta decisión de recortar? Por tres motivos fundamentalmente: porque se está trabajando en un horizonte de corto plazo acuciados por el coste de la financiación estatal vía deuda pública: los famosos "mercados", que aprietan un poco más cada día; en segundo lugar porque se tiene la "esperanza" (más bien consiste en cerrar los ojos) de que en un plazo de tiempo razonablemente corto esta medida servirá para mejorar nuestra economía —ahí tenemos otra de las grandes falacias de la actualidad: los recortes podrían servir en todo caso, y lo dudo mucho, para que nuestro déficit se tomara un respiro y con suerte iniciara una lenta reducción—; y, por último, simple y llanamente porque estamos vendidos, que nadie crea que el presidente o ese personaje patético, que procede curiosamente de esos pérfidos "mercados", que ha puesto de ministro de Economía, son los que llevan las riendas del país.

Los ajustes que hoy nos anuncia Rajoy no son gratis salvo para los de siempre, y van a tener un efecto tremendo sobre la tasa de paro, ya de por sí insostenible, con la agravante de que ese paro adicional afectará casi por entero a las capas menos pudientes de los ciudadanos: asalariados y pequeños empresarios. Que a nadie le quepa duda de que a los que viven de las rentas de capital, que recordemos que han tributado hasta ahora un 18%, les trae al fresco la subida del IVA: seguramente dedicarán al consumo no más de un 30% de sus ingresos, frente al 90% aproximado de la mayoría de trabajadores —el IVA, como la inflación, es un impuesto para los pobres—. Y eso por no hablar de los paraísos fiscales a los que acceden y las bondades de ciertos productos financieros como las SICAV. Los ricos, cómo no, medran con la crisis, como los mangantes, y entre ambas categorías se cuentan no pocos de nuestros políticos.

En definitiva y por desgracia, nada nuevo bajo el sol en cuanto a la incompetencia y desvergüenza de nuestra clase política, pero sí son inéditos los nubarrones que se nos presentan. Si al menos hubiera un espíritu revolucionario a la antigua nos podríamos dar el gustazo de colgar por las barbas o de las cejas a más de uno y más de dos.

martes, 10 de julio de 2012

Proyectos literarios


Ando enfrascado últimamente en la redacción de una serie de enjundiosos ensayos que acrecienten mi ya de por sí elevado prestigio intelectual. En un arranque de generosidad, adelanto aquí algunos de los títulos.

- eBooks: La alergia del siglo XXI. Estudio taxonómico de los efectos nocivos de los ingenios de lectura electrónica sobre las mentes preclaras de escritores y poetas consagrados.

- Blogs y ocultismo. Empleo de la técnica de iteración semántica para la consecución de entradas ininteligibles.

- De las causas oníricas, onerosas, petulantes y pecuniarias por las cuales se alargan los títulos de las novelas, los ensayos y en general de cualquier manifestación literaria emanada del intelecto, digámoslo así, humano. 

- Toros y literatura: búsqueda de un método para glosar la Fiesta Nacional reduciendo a la mitad el número de epítetos y circunvoluciones lúdico-gilipollescas.

- El efecto Chesterton: análisis de su frecuencia de cita en relación con el grado de militancia católica del "citador".

- Determinación, análisis y medidas correctoras sobre el grado de correlación lineal entre la fama de un autor y su falta de propensión a contestar comentarios hechos en su blog.

- Edición, ruina y éxito social: estudio de la disparidad observada entre el número de amigos de un editor y las cifras de su cuenta corriente.

Y ya por último, también tengo previsto organizar unos tallercitos literarios:

- Aprenda a escribir utilizando palabras extrañas. Patrocinado por la RAE, AT y la Fundación Tontolaba.

- Curso práctico-coercitivo sobre la forma en que los poetas contemporáneos deben evitar cualquier rima y metro conocido. Se aplicarán castigos corporales que irán desde un cosqui hasta tragarse la pluma para los casos más graves.

- Cómo montar una tertulia literaria por Internet. Un barniz indispensable que todo escritor debe adquirir para presumir ante sus pares. Se entregará material gráfico y lúdico: pelucas para hacerse pasar por escritores locos, recitaciones de poemas en inglés con acento de Gelves, técnicas de manipulación fotográfica... 

lunes, 9 de julio de 2012

Apuntes (167): Owen revisited


En julio de 1914 estalló una euforia incontenible en toda Europa.

About this time Town used to swing so gay
When glow-lamps budded in the light blue trees,
And girls glanced lovelier as the air grew dim.
El orgullo francés, la insensatez alemana, la flor y la juventud de Inglaterra.
He thought of jewelled hilts
For daggers in plaid socks; of smart salutes;
And care of arms; and leave; and pay arrears;
Esprit de corps; and hints for young recruits
En otoño de ese año perecieron cientos de miles de valientes en las orillas del Marne, y sus compañeros no volvieron a casa por Navidad, como les habían prometido. Los siguientes cinco años vivieron en agujeros inmundos, rodeados de cadáveres de camaradas que saltaron por los aires despedazados por una granada. Unos pocos salieron de allí arrastrándose tras la victoria, aunque todos volvieron derrotados.
Some cheered him home, but not as crowds cheer Goal.
Only a solemn man who brought him fruits
Thanked him; and then inquired about his soul.
Ya no les aclamaron a la vuelta; habían tirado por la borda toda la alegría de su juventud, y ya nunca pudieron escapar del horror de las trincheras.

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Me quedo con los dioses griegos, un grupo numeroso y la mar de animado, antes que con este único Dios un tanto mandón del cristianismo. En el fondo yo creo que los griegos y los romanos eran agnósticos con un marcado carácter supersticioso, y utilizaban a los dioses a su antojo; de hecho les atribuían todas las virtudes y defectos de los humanos. ¿Quién de ellos no querría habitar en el Olimpo y cometer las mismas tropelías que Zeus, o realizar las hazañas de Heracles? Nuestro Cielo, por incierto, causa sin embargo un poco de respeto, como el del plebeyo que acude descalzo y andrajoso al palacio de un rey.

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Se suele olvidar que por cada parado disminuye la producción del país y además el Estado de Bienestar le habilita para seguir consumiendo a costa del trabajo de los demás. Doble sangría, que se podría solucionar dando "empleo" a los parados.

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El esfuerzo penoso por momentos de escribir, y no tener apenas nadie que te lea...

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El dulce placer de leer, y tener siempre alguien que te escriba...

miércoles, 4 de julio de 2012

¿Ciencias o Letras?


Así se nos clasificaba, y aún se clasifica hoy, a los estudiantes que nos estrenábamos en el bachillerato. Yo siempre fui de ciencias puras, estudié tres años en la carrera de Física (lo que no significa necesariamente que completara el tercer curso) y después, por circunstancias poco claras que mis biógrafos aún están investigando, me cambié a unos estudios mixtos como son los de ciencias económicas y empresariales, precisamente los que en su día me habían recomendado en COU los ancestros jesuíticos de los actuales orientadores. Con este batiburrillo de conocimientos donde se mezclan las ecuaciones con las normas fiscales, las integrales con la Filosofía; con mis pobres recuerdos cuánticos y termodinámicos que desde hace poco revisto de poesía; así me gano la vida, que no es poco. Traigo este fugaz currículum formativo para que sirva de reflexión a esa dicotomía entre hombres de letras y hombres de ciencias, en la que muchos de mi generación nos movemos, casi siempre cayendo a un extremo  mi caso no es el más común . Los bachilleres actuales se han decantado claramente por las letras, bien en su versión más clásica de humanidades  los menos numerosos  o en esa modalidad llamada de ciencias sociales, mucho más sociales que ciencias, pues se ha despojado a éstas, incluyendo la Economía, de casi todo el aparato matemático que se necesita para su comprensión. Vivimos en un mundo dominado por la ciencia  o, más bien, por la técnica; de eso no cabe duda. Sin embargo, de manera paradójica los ciudadanos necesitan cada vez menos conocimientos científicos para valerse en su trabajo y en la vida diaria.

Esto se debe al milagro de la Técnica, que es una hija aprovechada de la ciencia cuya misión es hacernos la vida más fácil. Así, todos somos capaces de manejar con solvencia las funciones básicas de un ordenador, navegamos por Internet, descargamos programas en nuestros tablets y aplicaciones en los teléfonos móviles que nos permiten encontrar nuestro camino en un zoco árabe, pero sin embargo no tenemos la más remota idea de los principios que rigen el funcionamiento de estos cacharros, por no hablar de otros inventos más antiguos como la radio, la televisión, el avión o el submarino. Hemos llegado a un punto en que hay un corpus de conocimintos científicos al alcance de una fracción infinitesimal de la población, pero del que se aprovechan miles de millones de personas. Antiguamente el propietario de un reloj podía al menos intuir el modo en que funcionaba; incluso la energía de los primeros barcos de vapor no era difícil de entender (recuerdo que me lo explicaron en el colegio y pude comprenderlo). Hoy ningún profesor de informática está en condiciones de acercar el resultado que un alumno observa en la pantalla del ordenador a los principios químicos, físicos y electrónicos que lo hacen posible.

Ante esta situación podría pensarse que es normal que las nociones científicas que se proporcionan en la enseñanza secundaria sean cada vez más genéricas y sencillas. Ahí es precisamente donde a mi juicio está el error. Una formación íntegra y completa requiere un dominio de algunas disciplinas como la Química, la Física y, sobre todo, las Matemáticas, muy ambiciosa: del mismo rango de la que recibí yo hace casi treinta años. Y eso precisamente porque cada vez serán menos los conocimientos científicos "humanistas" que se estudiarán en la universidad, debido a la tecnificación y la especialización de las carreras. Del mismo modo en que el alfabeto es una herramienta cuyo perfecto dominio resulta imprescindible, también debería estudiarse un alfabeto matemático, y no únicamente las cuatro reglas básicas a que prácticamente se reduce la formación matemática de un alumno actual, sino también una introducción al cálculo integral y diferencial, series estadísticas, límites, ecuaciones... Algunos dirán, como sucede con el latín, que no tiene ninguna utilidad. ¡Les parecerá poco, abrir la cabeza y la mente para futuras exploraciones!

lunes, 2 de julio de 2012

Cuatro soles como cuatro goles



Ahí tenemos a los cuatro un día después del triunfo. Ayer se fueron tarde a la cama y me pidieron dormir con la ropa que llevaban puesta. No todos disfrutaron igual del partido: Ignacio se desentendió muy pronto, se fue a ver los dibujos animados y protestaba de nuestros gritos cuando marcaba España; Gonzalo no se enteró muy bien de qué iba la cosa, pero anduvo por ahí rondando y uniéndose a la algarabía; Jaime era el más entusiasta y seguía el partido nervioso, pidiendo penalti cada vez que había una falta, aunque fuera en nuestro campo, y Miguel fue el más comedido: aunque no es muy futbolero, no perdona los partidos de la selección. No formamos mal equipo los cinco, ayer.