martes, 30 de noviembre de 2010

Apuntes (XXXIX): Ley de vida


Me sigue dando pena contemplar cómo Gonzalo crece día a día, algo que nunca me pasó con los otros niños. Puede que sean mis años, o la melancolía que da el saber, aunque nunca exista certeza, que ya no acunaré en mis brazos a más bebés, ni aprenderemos a reír juntos, ni nadie volverá a decirme papá por primera vez. A veces cuesta asimilar las leyes de la vida, que siempre son para bien.


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Relatar también es vivir.

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Cuando me siento a escribir estos apuntes y se me acaban los estímulos de fuera, que recibo a través de mis sentidos, me vuelvo hacia dentro en el sentido más potente de todos: el del entendimiento, y entonces contemplo un panorama inabarcable, un yacimiento que nunca se agota y en el que puedo dar forma a mi antojo a la materia de la vida. Y lo más sorprendente de ese bosque es que allí no habita la verdad ni la mentira, ni se distingue entre lo real y lo irrreal. Allí sólo reina mi auténtica esencia.

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Borges era tan... culto, que no podía evitar hacer gala de su cultura.

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A veces se nubla el entendimiento, triunfa la rabia y quien antes era tu amigo pasa a ser el blanco de tus iras, haga lo que haga, sin ser consciente de ello.

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Esos intelectuales que desprecian a los que no lo son, son despreciables.

lunes, 29 de noviembre de 2010

No tan surrealista como parece (traducido)

Vuelan bajos los grajos por Sevilla, cosa rara cuando llueve. El día pertenece a los perros, que campan a sus anchas por las calles desde el amanecer, y sus filas son engrosadas por una multitud de congéneres británicos que caen del cielo en compañía de innumerables gatos. Hasta se ha visto caer a Maradona, más orondo y chaparro que nunca, que ha rebotado en los adoquines y a estas horas continúa brincando por las calles como una pelota. En la hora del recreo un colegial ha perdido un pabellón auditivo, impulsado por el dedo corazón de un compañero inmisericorde, ante la mirada atónita de sus compañeros de bocas humeantes. A medida que la mañana ha ido avanzando la cosa ha empeorado, la gente ha sacado unos cuchillos patateros y ni cortos ni perezosos han comenzado a pelarse. Después de pelarse, todo el mundo se ha bajado los pantalones, se ha puesto en cuclillas y en la misma vía pública han comenzado a soltar una especie de coprolitos que caían a intervalos regulares, al ritmo de cloc-cloc-cloc en lugar de plof-plof-plof.

En estos momentos toda la fauna urbana (racional e irracional) se encamina hacia los astilleros del puerto, donde está a punto de botarse un navío, y está buscando acomodo en los sitios más inverosímiles. No tengo más remedio que dejar esta crónica apresurada para ocupar mi puesto junto al puente de mando. No llego con las manos vacías: aporto dos parejas de animales muy animales.

Hasta la vista.

TRADUCCIÓN

En Sevillla hace un frío del carajo; un día de perros. Llueven perros y gatos (ver English dictionary). Cae un chaparrón. Hace tanto frío que en el recreo los niños echan humito al respirar. Uno de ellos le ha dado un chorlito en la oreja a un compañero y la oreja ha salido andando. La cosa ha ido a peor: un frío que pela, un frío que te cagas.

(El resto ya es una paranoia del arca de Noé).

domingo, 28 de noviembre de 2010

Bergonzi vs. Pavarotti vs. Cary Grant


Ya he dicho alguna vez que no soy precisamente un fan de Pavarotti. En la entrada de hoy traigo el aria Cielo e mar, de la ópera La Gioconda, de Poncielli, cantada maravillosamente por el tenor italiano Carlo Bergonzi, un prodigio de técnica, belleza de timbre y delicadeza en los fraseos. Bergonzi empezó su carrera como barítono, pero después reeducó su voz a la cuerda de tenor. Para mi gusto es (aún vive) una de las mejores voces del siglo XX.






Y a continuación ofrezco la versión del inefable Luciano Pavarotti, vocinglero cantante (que en paz descanse), ídolo de multitudes, una especie de estrella del rock pero en versión bel canto, cuyos discos eran y son best-sellers. No es por ser elitista, pero la música culta lo es, y cuando algún artista gusta a millones...



Ya para terminar, una curiosidad. En la ópera no sólo cuenta la voz, sino también la presencia física, la apostura; no en vano los cantantes ejercen de actores. No me negaréis que existe un parecido razonable ente Carlo Bergonzi y el famoso actor de Hollywood Cary Grant:



Pavarotti... como que no se parecía mucho.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Apuntes (XXXVIII): de Sócrates y Wikipedia


El ordenador como refugio.


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Mi miedo al correo electrónico empieza a ser preocupante. Añoro los tiempos en que los (pocos) mensajes llegaban por correo, y para hablar contigo por teléfono tenías que encontrarte en casa.

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La esclavitud de las nuevas tecnologías. Es imposible sustraerse a ellas, a menos que te hagas hippie.

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Cada vez estoy más convencido: todo es de mentira menos la tierra.

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La ficción está en la esencia del hombre, y ha dado lugar a todas sus creaciones y todas las ciencias, incluyendo la Filosofía. Por eso esta disciplina nunca descubrirá el misterio del hombre y de la vida.

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Mi escepticismo me encadena y me condena.


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Me estoy empezando a hartar del careto del fundador de Wikipedia. Hasta se me quitan las ganas de leer.

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Los fuegos artificiales del ingenio están consumiendo mi talento.

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En la sociedad actual cada vez sabemos más; cada vez somos menos sabios.

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Estos apuntes son cada vez más breves, y parece que avanzan a impulsos binarios. Menos mal que mañana recupero mi cuaderno; mi diario se está convirtiendo en un engendro electrónico, mediatizado por el soporte donde se escribe.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Apuntes (XXXVII): Escritura atávica. Vade retro, RAE


En el atavismo de la raza humana está escrita su extinción.


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Creo firmemente en el destino. Nuestra Historia es única, y no podemos hacer nada para cambiarla. Cada encrucijada que aparece en nuestro camino es un engaño para hacernos creer que somos libres, y cuanto más alardeamos de libertad y de rebeldía más ciegamente seguimos la senda que nos corresponde, avanzando inconsciente pero inexorablemente al encuentro de nuestro destino, que no es otro sino la muerte.

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Estoy tumbado tranquilamente y me elevo por encima mía, para contemplarme desde una altura de tres metros. Desde allí todo se ve distinto, no hace falta subir al espacio. Observo que ése que digo que soy yo no es tan yo como parece. En realidad es algo insignificante al lado de este ojo que todo lo ve y que se ha salido del cuerpo. Basta con que ese algo huya del cuerpo para que sólo quede un amasijo de huesos y carne, que se mueve inanimadamente.

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Hizo bien Rafael en tirar los libros: hay que perder el respeto a las cosas. El libro es la obra, no el papel. Si desaparece el papel la obra queda, aunque sólo sea en la mente de los lectores. Además, sé de buena tinta, valga la paradoja, que Mr. Google tiene copia de todo.

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Jamás me ha gustado hacerme fotografías. No me ha seducido la idea de plasmar recuerdos que disfrutaré más adelante. Nunca me ha gustado mirar atrás, ni siquiera con alegría, ni siquiera con nostalgia. Tengo suficiente con la nostalgia del futuro.

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Nunca me he llegado a reconocer en una fotografía: siempre he visto en mí a un extraño, y eso que me miro todos los días en el espejo y ahí no me sucede. El cambio de perspectiva, la pérdida del centro, el voyeurismo que es siempre el acto de contemplar una fotografía, disocia mi ser de mi imagen, y confiere a esta última una vida independiente.


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En nada cambian mi vida estos apuntes; incluso podrían resultar perjudiciales para mi felicidad, pero en cada momento uno hace lo que le apetece hacer, y no se para a pensar si es bueno o es malo. No digo todo lo que pienso, pero sí pienso todo lo que digo, a veces para intentar engañar a quien me lee, aunque en el fondo sólo me engaño a mí mismo: lo escrito siempre dice algo, mucho, del escritor.

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Pienso seguir escribiendo sólo como me enseñaron, aunque me quede solo.

La selva más jartible


Después de "visionar" por tricentésimonovena vez la película El libro de la selva obligado por las circunstancias, de nombre Gonzalo, creo pertinente hacer las siguientes puntualizaciones:

1. El hombre es un ser rutinario por naturaleza; menos mal que a partir de los dos años de vida se va desarrollando el gusto por las cosas nuevas.

2. Walt Disney tenía más cuernos que el padre de Bambi. Cría cuervos...


3. Mi modelo ideal de felicidad vital es el de Baloo.

4. Desde pequeñitos nos enseñan que los que comen son los malos, y los comidos son los buenos.

5. Mowgli vivió diez años con la manada de lobos y cuando se fue los lobos estaban igual de jóvenes, los tíos.

6. Los monos tienen mucha guasa.

7. La mayoría de los cantantes de Jazz americanos son negros; en la película los que cantan jazz son los orangutanes; efectivamente, Disney tenía muchos cuernos.



8. Ni ordenadores, ni 3D ni leches; como los dibujos a mano no hay nada.

9. En la película se destruye una ciudad de la cultura Jemer en excelente estado de conservación y todos se sienten aliviados.

10. De los cuatro buitres hay un cubano, un argentino, un mejicano y un español. Por supuesto, el español es chaparro, agitanado, con la voz rajada, pinta de vago y un marcado acento andaluz.


11. El doblaje mejicano supera al original. Hasta cantan mejor.

12. El ecologismo no es nuevo: Mowgli prefiere la selva a la aldea del hombre.

13. Tiran más dos tetas que dos carretas, hasta con diez años.

14. A los niños les va la marcha: él número que más festeja Gonzalo es el desfile militar de los elefantes.

15. La serpiente Kaa emplea un vocabulario cautivador: en una ocasión le dice a Bagheera que ha cometido un seriesíiisimo error.

16. Bagheera es un porculero de cojones.

17. Shere Khan ronea mucho pero en el fondo es cascarón de huevo.

18. Disney es mucho más famoso que Kipling.

19. No sé cómo coño hace Mowgli para ir descalzo por la selva y no pincharse.

20. No creo que pueda soportar un nuevo pase.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Apuntes (XXXVI): De libros y esperanzas


Hastío, fastidium, tedio. Da igual cómo se le llame: es la parálisis de la vida, la suspensión de los deseos y, en el peor de los casos, la angustia existencial.


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La semana pasada me dijo Rafael que había tirado más de cien libros. Ante mi lógico escándalo me comentó que lo había hecho en un contenedor de papel y cartón. Como ya los había leído, y ocupaban demasiado espacio, confiaba en que con el reciclaje de ese papel se imprimieran libros nuevos, historias distintas, en una especie de regeneración de la literatura.

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Todo es polvo, y en polvo se convertirá. Polvo inerte, sin amor, sin sentido.

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Si no hubiera nadie para leer un libro, la literatura dejaría de existir. Del mismo modo, si existiera una raza cuyo intelecto (o el equivalente en ellos a nuestro intelecto) disfrutara contemplando largamente las texturas de una piedra y quedara indiferente ante los libros, entonces las piedras serían libros y los libros serían piedras.

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No hay nada nuevo bajo el sol, pero no hemos visto sino una ínfima parte de todas esas maravillas.

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El libro electrónico conseguirá el reciclaje perfecto, salvará millones de árboles, dejará sin trabajo a muchas personas en el sector forestal y dará trabajo a muchas más en el sector editorial, aunque probablemente no serán las mismas que trabajan hoy en él.


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La esperanza es el motor de los hombres, y la ilusión es su máxima expresión. Mientras hay vida hay esperanza. Da igual que al fin se muera; lo importante es mantener la esperanza hasta el último momento.

P.S. Nuevo refrán: Mientras hay esperanza hay vida.

martes, 23 de noviembre de 2010

Apuntes (XXXV): Palabras errantes, versos agradecidos


Es tan distinto escribir en papel que hacerlo en el ordenador... He olvidado mi cuaderno en Alájar, y estos últimos apuntes están hecho de bytes en vez de tinta.

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Bytes volant, y es bueno que vuelen por el cyberespacio, alcanzando todos los rincones. Scripta manent, en las estanterías cada vez más llenas de telarañas. Al tiempo.

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El tono de un poema engloba su ritmo. El ritmo es la música del poema. La música es inefable y, por tanto, superior. Cara a cara se enciende la chispa y todo se ilumina. Estoy profundamente agradecido.

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Me asegura Mr. X con vehemencia que le importa un carajo lo que los demás piensen de él. ¿Y por qué me lo dice, para que yo no piense que es un mierda?

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Otra de las ventajas de ser invisible es que se puede pasar desapercibido mientras se ve, mientras se escucha... mientras se aprende. Y no se nos puede dañar; es el mejor escudo. La gente mira a través de nosotros sin alterar un átomo de nuestra alma. La felicidad pasa a ser cosa nuestra y de quienes nosotros elijamos voluntariamente.

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Un simple contratiempo, el más leve incidente, rompe la barrera de la invisibilidad. Unas gafas rotas echan por tierra el castillo de naipes levantado como por ensalmo durante el día.

Xenofobia y crisis


Está muy extendida la tesis de que la ascensión al poder de Adolf Hitler en 1933 se debió en gran parte a la crisis económica que sufría este país. Después del crash de 1929 en los Estados Unidos, se produjo un efecto en cascada que llegó a Europa (la globalización es un fenómeno antiguo), y golpeó con fuerza a la Alemania de la República de Weimar, en parte porque dejó de llegar financiación americana. La producción cayó a la mitad en tres años, y el número de miembros del partido nazi en el Reichstag ascendió de 12 en 1928 hasta 230 en julio de 1932. Por supuesto que éste no es el único motivo de la llegada de Hitler al poder, que tan nefastas consecuencias tuvo para la humanidad, pero resulta indiscutible que una crisis predispone a muchos ciudadanos, moderados en tiempos de bonanza, a votar a partidos radicales de la extrema derecha, en cuyos programas siempre hay medidas contra los inmigrantes, a los que se considera parásitos del Estado de bienestar, competidores indeseables por los pocos trabajos disponibles; en definitiva, se manifiesta un odio hacia el "otro" que comparten muchos votantes, agobiados por la precariedad económica.

Yo creo que la xenofobia, que inevitablemente lleva al racismo, es un sentimiento arraigado en el hombre desde siempre. Históricamente, el extranjero ha sido considerado como el enemigo, y todas las guerras sin excepción han enarbolado ese sentimiento como bandera. Incluso en tiempos de paz, en las ciudades, y sobre todo en los pueblos pequeños, se mira con recelo al forastero, y se le niega el estatus de ciudadano de pleno derecho; en muchos casos se le desprecia. Aunque es cierto que hay personas con un talante acogedor, la mayoría tiene inscrito el "gen del rechazo", que estalla cuando se dan las condiciones adecuadas. Si la crisis sigue su escalada, si se sigue destruyendo empleo, si se acaban las ayudas sociales y se produce una situación de verdadera necesidad, entonces se volverán los ojos hacia los millones de inmigrantes que hasta ahora han ocupado trabajos residuales, pero que ahora compiten con los "autóctonos" por los recursos públicos, y en condiciones ventajosas para ellos, que cuentan con menos rentas pero tienen los mismos derechos, por lo que tienen preferencia en la concesión de muchas ayudas. Repito: hasta ahora la situación no es alarmante; sigue habiendo ayudas, las familias se encargan de acoger a sus miembros más necesitados, pero si esto se acaba, si se llegara a un desempleo del 35%, como pasó en los últimos años de la República de Weimar en Alemania... entonces, ¿qué pasaría?


Mi opinión:

- Se trata de un fenómeno global en toda Europa (mal de muchos, consuelo de tontos).

- En los Estados Unidos no hay tanta xenofobia (es lo que tiene ser un país de inmigrantes).

- Si los inmigrantes se integran en la sociedad hay muchos menos problemas (mal momento para hacerlo, y las costumbres arraigadas y el islam no ayudan).

- Somos un país poco dado al autoritarismo y la disciplina férrea (no me imagino yo un Hitler español).

- Hopefully, la crisis acabará antes de llegar hasta esos extremos.

P.S. Me quedo con el último guión. Si se da el caso nunca diré: "¿Veis? Ya lo dije yo hace años". Nada me molesta más que los agoreros que se alegran de las desgracias que vaticinan.

viernes, 19 de noviembre de 2010

The invisible writer


El artista tiene que procurar ser invisible y distanciarse de su obra. Todo lo demás es vanidad, saludable al principio pero que a partir de ciertos grados muy frecuentados llega a ser insoportable. No hay ejemplo más grande que el de Bach: nunca llegó a ser consciente de la grandiosidad de su obra; para él no tenía mérito, recibió un don natural, lo educó con tesón y lo puso en valor. Nunca dejó de trabajar, ni de mejorar. Sólo era un humilde servidor de Dios que se consideraba afortunado de poder crear una música que sirviera a los hombres para comunicarse con el altísimo. Renunció a hacerse "visible" en la sociedad; ni se le pasó por la cabeza. Incluso una de sus mejores composiciones, como El arte de la fuga, es una obra experimental que nunca llegó a ser ejecutada en vida del maestro, y las famosas variaciones Goldberg se incluyeron inicialmente en un volumen de ejercicios para teclado.


Por eso cada vez me sorprende más contemplar las actuaciones mediáticas de artistas, y me fijo sobre todo en los escritores. Unos son mediocres, otros buenos, y también los hay excelentes, pero todos ellos forman parte de un circo, ríen en público, se quejan en público, hablan, critican... se revuelcan en un show penoso que tiene más de corral de vecinos literarios que de literatura. No es que no se pueda escribir bien en esas condiciones, pero se me antoja más fácil escribir en paz, apartado de la jauría, aunque no se gane dinero: ¿alguien desea de verdad la tiranía de ganarse el pan escribiendo? Además, para mí el autor y la obra son uno; creo posible que un fantoche escriba una obra de arte, pero me resisto a leerla mientras le veo actuar en el circo. Panem et circenses, nada se salva.

Intuyo que hay escritores, genios, invisibles, pero no los vemos.




P.S. Se puede tildar a Glenn Gould de excéntrico, o de exhibicionista, pero con 32 años se retiró de los escenarios en la cumbre del éxito, y se dedicó a perfeccionar sus interpretaciones en los estudios de grabación, alejado del mundo. En cierto modo, trató de hacerse invisible.

Apuntes (XXXIV): El hombre invisible


Siempre vivimos hacia los demás, como en un escaparate. Quien lo niega es el que tiene el escaparate más grande y más lujoso, y quien lo sabe quisiera ser el hombre invisible.

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Lee Joaquín Alegre una entrada sobre la invisibilidad en los novelistas negros, y soy yo quien me siento invisible.

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Ahora es Ignacio Tomás quien lee una especie de manifiesto lúcido, sobre todo al principio, y me siento aturdido, sobre todo al final.

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No existe la verdad, como tampoco la perfección, ni la infalibilidad, ni lo que yo digo tiene por qué ser cierto, ni eso tiene en realidad la menor importancia.

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Todo es una impostura, pero unos son más impostores que otros.

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Bach, su música, siempre consuela. Conmueven las notas, el instrumento y la interpretación. Mejor no mirar a Maisky; su impostura estorba a la belleza.


jueves, 18 de noviembre de 2010

Presentación de Blogueína


Hoy mi entrada es una noticia y una invitación: la presentación de mi Blogueína en la Casa del libro de Sevilla (Velázquez, 8) a las 19:30 h. La compañía es inmejorable, pues también presentarán sus libros Juan Antonio González Romano, Jesús Cotta, Aurora Pimentel, Joaquín Alegre e Ignacio Tomás. Allí estaré si queréis oírme en vez de leerme. Si tenéis duda sobre mi identidad, soy el que tiene la melena más frondosa después de Cotta.

Por aquello de la nostalgia, ya que las entradas quedaron enterradas en el cementerio cibernético hace tiempo (el libro las exhuma), rescato una, no incluida en el libro, del día en que abrí el blog (hace dos años y tres días -¡se me pasó el aniversario!-), cuando no sabía muy bien qué estaba haciendo a las tres de la mañana en una noche de insomnio entrando por azar en este invento desconocido, sin saber que me suministraba la primera dosis de blogueína... y hasta hoy.

¡QUÉ GRAN INVENTO...

... el de los blogs! ¿Quién dijo que Internet aliena a las personas? Me parece la forma más sencilla de poner en orden mis pensamientos y compartirlos con otros. ¿Nunca habéis sentido el deseo de grabar vuestras ocurrencias lo mismo que se graba la voz? Hay noches en que la cabeza me da vueltas como un torbellino y se me ocurren miles de ideas a la vez, y por la mañana se me han olvidado, o si me acuerdo me da pereza pasarlas a un papel o al ordenador, o su sentido es distinto a la luz de día; vamos, que se pierden para siempre. No es que esto sea una desgracia para la humanidad, pero a mí me gustaría recordarlas de vez en cuando, y a lo mejor se las cuento a alguien y le gustan o le hacen gracia, lo que alimentaría mi ego, cosa que no le viene mal siempre que coma con moderación. Esto de los blogs es lo más parecido a una grabadora de ideas. Cierto que las tengo que poner por escrito, pero es mucho más fácil y divertido: a la vez que se escribe se puede leer el periódico por Internet, o consultar algún otro blog, o jugar una partida de cartas, o ver el tiempo que hará el fin de semana. Lo mejor de todo es que no da pereza, y además es muy fácil de ordenar y de cambiar cuando se desee, y es interactivo, hasta creo que se puede poner un candado electrónico, igual o más seguro que el que tenía mi viejo diario de adolescente, que me duró dos meses hasta que me aburrí de escribir pamplinas en él.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Torbellino flamenco


Cualquir excusa es buena para hablar de flamenco y para escucharlo. Patrimonio de la humanidad. Siempre lo ha sido. Pues eso.



La Paquera por fandangos de Caracol. Casi na. Esencia pura del flamenco, gitana cabal que murió cantando, y allá donde esté seguirá emitiendo su grito poderoso, quejío sin parangón, profundo, salido de las entrañas, de las raíces enterradas en la tierra jerezana donde nació y murió. Siempre estará entre las más grandes, entre las voces más gitanas. Poderío apabullante, se acaban los adjetivos, sólo cabe cerrar los ojos y dejarse golpear por su voz prodigiosa, por su quejío, su desgarro. Por bulerías o por fandangos, siempre, la Paquera.

martes, 16 de noviembre de 2010

La pluie encore


Recuerdo una mañana de noviembre;
de este noviembre y todos los noviembres.
Aquel día en que el mundo se detuvo
y no llegó el invierno;
y no acabó el otoño.
Tú crees que eso son cosas de poetas,
que los poetas inventan mentiras
para engañar a nadie; sólo a ellos.
Quizá tengas razón,
o yo no soy poeta,
o aún está lloviendo de mentira,
o el agua que resbala en los cristales
acabará mañana
y yo saldré al umbral
y dejaré la casa de mi sueño.

lunes, 15 de noviembre de 2010

De la brevedad en la escritura


Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos.

Jorge Luis Borges.

Ni que decir tiene que suscribo la frase de Borges. Así procedo, por ejemplo, en mi diario, donde apenas incluyo apuntes largos, y cuando lo hago es porque me fuerzo un poco a ello, en la creencia, cada vez menos arraigada, de que un buen escritor debe ser capaz de desarrollar largas historias, y si son pensamientos éstos deben explicarse prolijamente, para que no quepa lugar a dudas. Mi tendencia natural es a sintetizar, y desde que escribo en el blog esta tendencia se ha acentuado, debido principalmente al formato, que no se presta a entradas largas. Por otro lado, siento que si tengo algún talento lo vuelco en la concisión, en el pensamiento embutido, en las historias breves; en definitiva, me gusta ir al grano, y trato de poner el énfasis precisamente en eso, en la separación del grano de la paja. Por supuesto, también cuido el estilo, algo para mí fundamental, lo que de verdad distingue a un buen escritor de uno malo, pero no creo que nunca desarrolle mi mejor estilo en una historia de mil páginas si la puedo contar en cien. Incluso en un arte tan breve (y grande) como la poesía se resalta en mí esta tendencia, pues no suelo componer poemas más allá de quince versos. En definitiva, que al leer a Borges me he sentido plenamente identificado y, en cierto modo, consolado.

Por otro lado, no sé si es un contrasentido, pero disfruto enormemente de la lectura del Quijote y me acabo de comprar el Ulises de Joyce, aunque sobre este último tengo mis dudas de disfrutarlo, y más en la versión original, alarde lector que intentaré hacer para refrescar el idioma. Ya os contaré...

domingo, 14 de noviembre de 2010

La pluie à nouveau


La belleza triste de las primeras lluvias moldea los mejores poemas.


Llueve fuerte en Alájar, como si fuera la primera vez y el agua descargase su furia sobre una tierra sedienta. Los canalones echan a la calle chorros rabiosos que me han empapado en mi paseo apresurado. Ahora, ya en casa, diviso las brumas de la Peña desde mi escritorio, y se me vuelven a venir a la cabeza los versos de Verlaine, completando un ciclo de lluvia y melancolía.

Il pleure dans mon coeur
comme il pleut sur la ville.

Y lo único que me pide este domingo de noviembre, hijo de tantos otros domingos, es contemplar la gran nube chorreante y repetir unos versos del invierno pasado.

Sigues perdido y no te encuentras
ni te encuentran los que te quieren
bien, ¿y por qué no cantas mientras
a las nubes, que nunca mueren
aunque lloren toda la lluvia
que tienen dentro, y nada esperen?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Apuntes (XXXIII): Crónica de un concierto en directo


Otra vez en la civilización. Estos dos días alejado de la barbarie urbana son siempre un bálsamo. Mereció la pena salir a la una de la madrugada, después de una espera de tres horas a la grúa. Nada puede con nuestra moral serrana, ni la mala noche que han dado los niños, alterados de tanto zarandeo nocturno. No más de tres horas de sueño y me levanto como nuevo entre el silencio, el aire puro, la luz transparente... la felicidad que proporciona la naturaleza en armonía con el hombre.

***

Suena en la iglesia de San Marcos el coro de San Juan Bautista de Puerto Rico. Saco el cuaderno para escribir estas notas en el descanso y me siento incómodo, pensando que mis compañeros de banca me verán presuntuoso.
Han sonado los más grandes: Victoria, Morales, Lasso... y ahora vienen Mozart y Pergolesi. Es impresionante comprobar cómo llenan el espacio las voces a capella. Las notas renacentistas inundan todos los rincones del templo, reviviendo quizá los momentos de mayor gloria del pueblo en el siglo XVI, cuando Benito Arias Montano vivía en la Peña y el mismísimo Felipe II fue a visitarlo.

***

Cuántos recuerdos gratos despiertan en mí esos sones, cuánta emoción, cuánta belleza. La sensación de cantar música antigua en un coro es algo indescriptible. A éste se le pueden poner algunas pegas, pero no quiero caer en la crítica escrupulosa de los profesionales que han escuchado a los mejores coros y, lógicamente, siempre encuentran algún defecto.

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He vivido intensamente la primera parte del concierto; casi he levitado en algunos momentos, sobre todo en el Ave María de Morales... y ahora me callo -digo, suelto el bolígrafo-. Empieza la segunda parte. ¡Chsssst!

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Ha sonado Mozart... ¡con una orquesta barroca! Una pieza que yo desconocía, pero su nervio es inconfundible. Y ahora viene lo más esperado: el stabat mater de Pergolesi.

***

Aún resuena el último acorde del amén, impresionante. La orquesta lo ha dado todo, y los solistas, soprano y alto, han estado a la altura, sobre todo la soprano, Ruth Rosique, una voz privilegiada. Y yo un privilegiado por disfrutar del concierto. Me voy más contento de lo que vine, aunque, todo hay que decirlo, con el culo cuadrado.


jueves, 11 de noviembre de 2010

Apuntes (XXXII): sueños y horas


Nunca, desde que comencé este diario, había estado tanto tiempo sin escribir un apunte. Lo que no escribí se perdió: los momentos son únicos, irrepetibles, para vivirlos y para contarlos.


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Mi espíritu se anima al escribir. Como decían los escritores costumbristas, se me alegran las pajarillas. Las pajarillas del alma, se entiende.

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Está muy manida la idea de que por la noche, al cerrar los ojos, ingresamos en el mundo de los sueños, tan real como el diurno, hasta el punto de no saber cuál de los dos es de verdad. Pero hay que ir más allá: si en el sueño soñamos que soñamos tendríamos un tercer y un cuarto mundo paralelo, y así hasta el infinito. Cada vez que soñamos abrimos una plataforma hacia otras vidas que se multiplican y escapan de nuestro control. ¿Y quién es capaz de afirmar que la nuestra de ahora es más verdadera que las otras? Además, siempre cabe la posibilidad de que estemos siendo soñados.

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Los viejos hábitos son saludables. Como yo nunca los he tenido, debo buscar la salud en otras partes.

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¿A quién se le ocurriría separar el tiempo en horas y minutos? Lo de los días sí lo entiendo, pues representan el ciclo natural entre la luz y la oscuridad. Pero las horas... nos creemos que hemos dominado el tiempo y es el tiempo quien nos ha dominado a nosotros, haciéndonos esclavos de un tic-tac caprichoso. Añoro, a pesar de no haberla vivido, la época en que no existían esas cadenas, si acaso un tañido de campanas de cuando en cuando que más que pesadumbre causaba dicha.

***

Hay tal grado de refinamiento, se hila tan fino en la filosofía, que no pueden ser verdaderas sus conclusiones. La vida es caótica, como el universo, y no cabe en ninguna teoría.

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Las golondrinas de Bécquer nunca volverán, ninguna de ellas.

martes, 9 de noviembre de 2010

W.B. Yeats: When you are old and grey


Hoy traigo tres traducciones del maravilloso poema de Yeats "When you are old and grey", donde el poeta irlandés sitúa a la amada en su vejez, y le insta a rememorar el amor verdadero que nunca aceptó, un amor por encima de sus dones de juventud. Si no es mucho pedir, quisiera saber cuál os gusta más.

Ofrezco en primer lugar el original.

When you are old and grey and full of sleep,
And nodding by the fire, take down this book,
And slowly read, and dream of the soft look
Your eyes had once, and of their shadows deep;

How many loved your moments of glad grace,
And loved your beauty with love false or true,
But one man loved the pilgrim soul in you,
And loved the sorrows of your changing face;

And bending down beside the glowing bars,
Murmur, a little sadly, how Love fled
And paced upon the mountains overhead
And hid his face amid a crowd of stars.

La primera traducción es en versos alejandrinos, cuyo ritmo lento se adapta perfectamente a la cadencia melancólica del original.

Cuando estés vieja y gris y colmada de sueño,
y absorta junto al fuego acojas este libro,
y leas despacio, y sueñes en la suave mirada
que tuvieron tus ojos, y en sus profundas sombras;

cuántos amaron tus días de alegre gentileza,
y amaron tu belleza con falso o fiel amor,
pero un hombre amó tu alma peregrina,
y adoró los pesares de tu rostro cambiante;

e inclinando tu cuerpo junto al hogar candente,
murmures, tristemente, cómo el Amor se fue
y raudo caminó más allá de las cumbres
y ocultó su semblante entre un millón de estrellas.

Ahora, una traducción literal, olvidando la métrica.

Cuando estés anciana y canosa, y vencida por el sueño,
y dormitando junto al fuego, tomes este libro,
y lentamente leas, y sueñes con la suave mirada
que una vez tuvieron tus ojos, y con sus sombras profundas;

cuántos amaron tus momentos de alegre gracia,
y amaron tu belleza con amor falso o sincero,
pero un hombre amó en ti tu alma peregrina,
y amó las penas de tu rostro cambiante;

e inclinándote junto a las barras candentes,
murmures, con ligera tristeza, cómo el Amor huyó
y anduvo por lo alto de las montañas
y escondió su rostro entre una multitud de estrellas.

Por último, ha ensayado una traducción en endecasílabo blanco, yo diría que libérrima, tratando de mantener la armonía mística, la música del original, aunque puede que el resultado sea otro poema distinto.

Cuando en tus años grises triunfe el sueño
y junto al fuego tomes este libro,
y leas despacio, y evoques la dulzura
profunda de tus ojos, y sus sombras;

cuántos amaron tus alegres horas,
y amaron falsamente tu belleza,
pero un hombre amó tu alma peregrina,
y amó las penas de tu incierto rostro;

e inclinándote triste hacia las brasas,
murmures cómo el Amor escapó,
y anduvo por lo alto de las cumbres,
y ocultó su rostro en mil y una estrellas.

Mono

No soy yo el de la foto, no (aunque no hay tanta diferencia). El caso es que tengo mono de blog. No mono de escribir, que eso siempre puedo hacerlo, sino mono de publicar y de charlar amigablemente con mis ilustres lectores. Por eso, aunque no creo que vaya a mantener un ritmo muy alto por el momento, retomo mi actividad bloguera antes de lo previsto.

Una vez dije que la blogueína era una droga blandita y gustosita, pero debo revisar esa bloguería: es igual de gustosita, pero dura... dura. Y que dure... dura.