sábado, 31 de enero de 2009

Intolerancia y fanatismo

Creo firmemente que el fanatismo, entendido como intolerancia llevada al extremo, es la causa de gran parte de los males que nos afligen, sobre todo de nuestra tendencia a la autodestrucción. Para mí que esta intolerancia es cuestión de fondo, y no de forma. Pongo un ejemplo para explicarlo: si alguien, con perdón, "se caga en mis muertos" (lo siento, pero necesito crudeza lingüística para ilustrarlo) sentiré una ira irrefrenable y lo convertiré en mi enemigo, reacción lógica y comprensible. La cosa cambia si esa persona me comenta que mis ancestros no fueron tan buenas personas como yo pensaba. En ese caso creo que no me ofendería, aunque en el fondo me doliera. El intolerante, sin embargo, no perdona ni las formas ni el fondo. Ante las formas reacciona como el común de los mortales, pero si se le lleva la contraria en el fondo puede llegar a actuar como un fanático.

Pocos ámbitos se libran de esta lacra, incluso el blog. De hecho, según quién escriba en según qué blog sobre según qué asunto me cuido mucho de hacer según qué comentarios; no sé si me explico. Otro ejemplo claro es el fútbol: intentad convencer a un bético de que el Sevilla es mejor equipo; en los últimos años eso es algo objetivo, pero el hincha de un club está ciego por sus colores, y a veces hasta mata por ellos, como hemos visto por desgracia hacer a los hooligans en más de una ocasión.

El problema viene de lejos, del principio de los tiempos, y es que al expulsarnos del Jardín del Edén Dios hizo bien en obligarnos a trabajar; al fin y al cabo la felicidad es incompatible con la pereza, pero al menos podía haber tenido el detalle de vacunar a Adán y Eva contra la intolerancia, y hacer que esa vacuna se transmitiera a las generaciones siguientes.

P.S. Si alguien se ha sentido retratado por favor que no me lo tenga en cuenta, no quiero crearme enemigos. Reconozco que no soy nadie para contradecir la verdad revelada.

P.P.S. Si quien se ha sentido retratado es bético que le vayan dando (perdón, hoy estoy un poco soez; por favor no se lo contéis a los de google que me cuelgan el cartelito).

P.P.P.S. A ver quién tiene cojones de decir que lo que digo es mentira.

viernes, 30 de enero de 2009

Vanidades blogueras

Confesémoslo: los que llevamos un blog lo hacemos en parte por vanidad, ¿o no? Y es que si en vez de ser un blog fuera un diario de los normales, enseguida iba a estar yo escribiendo chorradas a las tantas de la mañana. Me habría ido a la cama a una hora decente como Dios manda, y el diario en blanco en la mesilla. Pero resulta que como se supone que hay público, aquí estoy como un tonto exprimiéndome el cerebelo a ver si se me ocurre algo interesante. Y es que si uno es ingenioso le gusta que los demás se lo digan, si no no tiene gracia.

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, o mejor que me haga un comentario, y esa pedrada virtual servirá para alimentar mi vanidad mañana por la mañana. Ahora me voy a la cama, aunque si me desvelo no descarto encender el ordenador a mitad de la noche a ver si alguien ha leído esta ingeniosísima entrada.

miércoles, 28 de enero de 2009

La criada infeliz

Una soleada mañana de otoño una joven esperaba, como todos los días, el autobús para ir a su trabajo. No es que fuera nada del otro mundo limpiar una casa y cuidar niños de otros, pero le gustaba y lo hacía de buen grado. Como había salido con tiempo disfrutaba del momento, e imaginaba todas las cosas buenas que le iban a suceder ese día. Absorta en sus pensamientos no se dio cuenta de la llegada del autobús y lo perdió, pero tuvo tiempo de leer un cartel que no recordaba haber visto, y que rezaba "Probablemente Dios no existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Volvió a sus ensoñaciones y a los diez minutos pasó un nuevo autobús y, cómo no, volvió a perderlo. En este caso la publicidad era ligeramente distinta: "Probablemente Dios existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Estos mensajes perturbaron su ánimo, y dejó de pensar en lo bueno que iba a ser su día para reflexionar sobre el asunto. En esas estaba cuando pasó un nuevo autobús que, por supuesto, volvió a perder. Ahora el mensaje era: "Puedes estar seguro de que Dios existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Resignada a llegar tarde al trabajo, decidió coger el metro cavilando sobre lo divino y lo humano, y nada más bajar las escaleras de la estación se topó con un cartel publicitario que decía: "No te creas el cuento de que Dios existe, así que deja de preocuparte y disfruta de la vida". Su estado de excitación y angustia era tal que se precipitó fuera del metro y decidió ir andando a su trabajo, prometiéndose firmemente no levantar la vista en todo el camino. Cuando llegó a la casa donde trabajaba tenía los nervios a flor de piel. No dio pie con bola en toda la mañana, los niños no pararon de llorar y la señora le tuvo que llamar la atención varias veces. Se fue de allí triste, llegó a su casa y se metió en la cama a pedir a Dios que el día siguiente fuera mejor.

Moraleja: se puede ser feliz sin pensar en Dios.

P.S. La idea de esta entrada me la inspiró un aforismo de Jesús Cotta en su blog. Te lo debo, Jesús.

Valor mal añadido

Al hilo de lo que comentaba ayer sobre los "gorrillas", es también muy interesante analizar la aportación del ladrillo al valor añadido de nuestra hoy maltrecha economía. Pensemos en un promotor de finales de los años 90 que, financiado por un banco, contrata a un constructor para que edifique mil viviendas en un barrio periférico de una gran ciudad. Hasta ahí todo perfecto: muchos puestos de trabajo, beneficios para el banco, para el constructor y para el promotor, y personas que ven satisfecha su necesidad básica de vivienda. En definitiva, valor añadido de los buenos. Pero todos sabemos lo que pasó luego: más y más ladrillo, especulación, beneficios que rayan la obscenidad... El resultado: dos millones de viviendas vacías en España y unos precios tales que pocos jóvenes pueden acceder a un bien reonocido incluso como derecho constitucional.

Estaréis de acuerdo conmigo en que esa inversión en ladrillo (me refiero a las viviendas vacías) fue estéril, dañina, basada en la fórmula del pan para hoy y hambre para mañana. Se añadió valor, sí, pero fue efímero. Si en vez de viviendas fueran fábricas ahora estarían produciendo en lugar de servir de nido a los vencejos. Para colmo de males, todo ese valor fue a parar a unas pocas manos; es el eterno problema de la distribución de la renta, la gran falla del capitalismo.

martes, 27 de enero de 2009

Valor añadido y valor sustraído

Para quien no conoce los rudimentos de la Economía diré que el valor añadido es un concepto esencial en esta ciencia, la clave que permite satisfacer las necesidades humanas. Así, el panadero añade valor a la harina, la sal y la levadura y con su trabajo y sus hornos fabrica el pan que nos alimenta. Ese pan se vende en una tienda, que añade valor poniéndolo a disposición de sus clientes, y así con todo. Hasta los bancos, tan denostados hoy día, al comprar y vender dinero permiten el funcionamiento de las empresas y canalizan el ahorro de los particulares, entre muchas otras cosas.

Dicho lo anterior paso a lo que me preocupa hoy, y es que cada vez observo más actividades que no sólo no añaden valor, sino que por desgracia lo restan. Un ejemplo muy claro es el fenómeno de los aparcacoches o "gorrillas" que padecemos por estos lares del sur. Estos sujetos cobran por aparcar en la vía pública, cosa que los conductores no necesitamos, pues para localizar el aparcamiento ya tenemos nuestros ojos, y para entrar en él nos basta con el espejo retrovisor. En consecuencia, su actuación no añade valor; es como una extorsión pero sin el "como". Para empeorar las cosas, en muchos casos son toxicómanos, por lo que el dinero que recaudan va al consumo de droga, lo que alimenta una actividad claramente antieconómica (más delincuencia, vidas destrozadas, marginalidad...), sufragada en este caso por los conductores que suelen pagar religiosamente sus impuestos.

Al igual que ésta, hay muchas otras actividades que lo que hacen es sustraer el dinero a los que con su esfuerzo generan valor, y no precisamente para poder vivir, sino en muchos casos para quitar la vida a otros. Se puede argüir que los drogadictos son víctimas de la sociedad, pero en ese caso lo que deben hacer nuestros gobernantes es perseguir e impedir los aparcamientos ilegales (y muchas otras cosas) y utilizar el dinero de los impuestos para combatir la droga. Solamente con el dinero que se deja de recaudar algo se hace.

domingo, 25 de enero de 2009

No entiendo

Éstos son los versos de mi ignorancia.

No entiendo
el viento que acaricia
las flores del almendro,
el aire que susurra
las frases de otros tiempos.
El rumor de esas voces
yo no lo entiendo.

No entiendo
la vida que palpita
por dentro de un venero,
la lluvia que golpea
las puertas del averno.
El curso de las aguas
yo no lo entiendo.

No entiendo
el llanto de los niños,
la pena de un lamento,
el grito de los vivos
silencio es en los muertos.
El mal de nuestra estirpe
yo no lo entiendo.

No entiendo
el Dios de que me hablan
los frailes del convento,
las prédicas sinceras
de tantos monjes buenos.
El pálpito divino
yo no lo entiendo.

No entiendo
las voces que insistentes
se adentran en mi cuerpo
y pueblan de fantasmas
las noches de mis sueños.
El misterio del alma
yo no lo entiendo.

No entiendo
la fuerza que me impulsa
a hablar de sentimientos
el sino que me lleva
a buscarme muy dentro.
Por qué me lo pregunto
yo no lo entiendo.

viernes, 23 de enero de 2009

Palabras y mentiras

En mi boca, sí, se vuelve mentira
lo que verdad parecía en la mente

Hugo von Hoffmannsthal. "Der Kaiser und die Hexe" (El emperador y la bruja, 1897).

¡Qué hermosos versos del poeta, y qué profundos! Nos afanamos en encontrar la verdad y expresarla, y si ya es difícil lo primero lo segundo resulta imposible. Buscamos la verdad en las palabras habladas, en la poesía, en la música, pero acaso está en nuestro interior y no tenemos más que esforzarnos para encontrarla.

jueves, 22 de enero de 2009

Música divina

Después de escuchar por enésima vez el motete ''Der Geist hilft unser Schwachheit auf'', "El espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza", BWV 226, de Johann Sebastian Bach, me replanteo muchas cosas. No tengo claro si Dios está entre nosotros, cerca de nosotros, lejos de nosotros o simplemente no está, pero si hay algo que me pueda convencer de su existencia es la música del maestro de Eisenach.

Las frases y las palabras se entrelazan a ocho voces en maravillosa armonía, pero lo realmente conmovedor es la música, música sobrenatural, trascendente, transida de emoción; música, si es que esto es posible, divina. Podría seguir escribiendo sin llegar a transmitir su mensaje; sólo el lenguaje musical es capaz de hacerlo, y Bach es el instrumento elegido por Dios para interpretar su sinfonía.

Lo mejor es escuchar el motete en una iglesia y con los ojos cerrados, pero mientras surge la oportunidad sirva esto de muestra.

miércoles, 21 de enero de 2009

Una solución a la crisis

Soy de los que piensa que la Economía sirve para explicar el pasado, pero difícilmente puede predecir el futuro, y lo que en el pasado funcionó hoy puede que no sirva. Después de cavilar mucho, escuchar atentamente las opiniones de sesudos comentaristas y emplear mis conocimientos de Economía lamento decir que sigo como estaba. Así pues, paso a soluciones más pragmáticas, sin tanta enjundia macroeconómica.

¿Qué les parece si el Gobierno, para sacarnos de la crisis, se emplea más a fondo, Zapatero y Solbes se exprimen las meninges y empiezan a tomar decisiones a diestro y siniestro (más bien a siniestro)? Algunos mal pensados dirán que se me ve el plumero, que con lo listos que son nuestros dirigentes mejor que se queden quietecitos. Es cierto, pero además del plumero lo digo en serio. Me explico: en ese caso la cosa indudablemente irá a peor, a mucho peor. Entonces aumentarán los robos, los asesinatos, los crímenes de toda índole. ¿Y qué se necesita para combatirlos? Pues policía, Guardia Civil, cuerpos de seguridad del Estado, seguratas y porteros de discoteca; es decir, más puestos de trabajo. Y no sólo eso, cuando cojan a los delincuentes (con tanto poli no será difícil) habrá que meterlos en la cárcel, luego habrá que hacer más cárceles, y así se levanta el sector de la construcción. Como las cárceles necesitan personal, habrá que contratar más funcionarios de prisiones, y los presos tienen que comer, lo que da trabajo a las empresas de restauración, y así hasta el infinito (hasta que se acabe el paro).

Así pues, ¡fuera crisis! ¡A ver quién me desmonta el argumento! Lo dicho, que Zapatero siga a lo suyo (a sus zapatos) y en un periquete todos tranquilos.

martes, 20 de enero de 2009

El misterio de los calcetines perdidos

Es por todos conocido que hay muchos misterios sin resolver. El que ahora menciono no es trascendental, ni su solución acabará con los males de este mundo, pero me trae loco desde que me casé. Me refiero, como ya se habrá deducido por el título, a que en mi casa desaparecen misteriosamente los calcetines, y se da la circunstancia de que nunca lo hacen los dos a la vez, sino de uno en uno, con el resultado de que los cajones de mis armarios están llenos de huérfanos desparejados, faltos de amparo y de pies a quien vestir.

En una ocasión me dijo un experto en electrodomésticos, ciencia arcana y sólo para iniciados, que lo que ocurre es que las lavadoras "se comen" los calcetines, y como prueba abrió el filtro y me mostró unos despojos textiles que según él procedían de mi guardarropa, pero yo me niego a aceptar explicación tan prosaica. Además, se me pierden incluso cuando los lavo a mano, a ver quién se los come entonces. Pienso más bien que existe una tendencia, una fuerza telúrica, un designio inescrutable por el cual los calcetines, antes o después, están condenados a vivir sin pareja. Alguna similitud observo con las personas; espero que no tengamos reservado el mismo sino. En ese caso sí merecería la pena resolver el misterio.

P.S. Sólo me ha preocupado este misterio desde que me casé porque hasta entonces nunca había tendido una lavadora.

P.P.S. Esta entrada la he escrito mentalmente mientras tendía una lavadora de 8 Kg, la mitad de los cuales eran calcetines. Y es que los hombres somos capaces de hacer varias cosas a la vez.

P.P.P.S. Cuando antes he dicho hombres me refería al género humano. Aún así, si alguna persona se ha sentido ofendida espero que me sirva de defensa que estaba tendiendo una lavadora, no viendo un partido de fútbol.

lunes, 19 de enero de 2009

Localismo global

El fenómeno es harto conocido, pero no por ello menos paradójico y dañino. Se nos llena la boca de solidaridad universal, nuevos países ingresan en la Unión Europea, la ONU manda tropas multinacionales y multiculturales a zonas en guerra, y mientras tanto nos atrincheramos cada vez más en nuestro terruño. No critico que cada uno reivindique sus raíces y esté orgulloso del legado cultural de sus antepasados, cosa sana y elogiosa, sino esa especie de odio al forastero y sentimiento de superioridad del clan propio (miedo me da pensarlo, Auschwitz, Dachau, Mauthausen...). Y es que hoy me he levantado algo pesimista.

Pero cambio al optimismo. Algún día el mundo será de verdad una aldea global, de las de antes, donde todos los vecinos formaban una gran familia. Entonces ya no importará dónde estén las sedes de los organismos autonómicos. Malagueños, sevillanos y gaditanos serán ante todo andaluces; andaluces, catalanes y vascos serán ante todo españoles (muy optimista estoy); españoles, franceses y británicos serán ante todo europeos, y europeos, asiáticos y africanos serán ante todo seres humanos solidarios.

Lo malo (vuelvo al pesimismo) es que parece que vamos para atrás, como los cangrejos.

domingo, 18 de enero de 2009

El ilusiómetro

Hace un par de días, leyendo un comentario a una entrada de Enrique García-Máiquez, una magnífica décima de Espinelete capaz de encontar rima a la palabra Famóbil, recordaba la ilusión que me hacían de niño los juguetes de los Reyes y me preguntaba si a los chiquillos de hoy les harían la misma ilusión. Imposible de saber, salvo que dispusiéramos de un medidor de sentimientos. Y es ahí donde entra en escena Doraemon, el gato cósmico, capaz de inventar los artilugios más insospechados que hacen las delicias de niños y no tan niños. Seguro que si yo fuera Nobita mi amigo Doraemon sacaría del bolsillo mágico un ilusiómetro, lo apuntaría hacia Tsuneo, a quien los Reyes le habrían traído una Wii, y después me transportaría a mis ocho años para medirme la ilusión jugando con el Autocross (gracias por recordármelo, Espinelete), que seguro que en Japón era teledirigido . Estoy convencido de que como siempre Nobita le ganaría la partida a Gigante y sus secuaces.

P.S. Ahora que lo pienso, si los Reyes vienen de oriente y no hay oriente más lejano que Japón, seguro que los niños japoneses son los primeros en recibir sus regalos.

P.P.S. No sé si es correcto escribir Reyes con mayúscula, pero si el tamaño de la letra refleja la importancia del personaje, éstos van con mayúscula y los otros con minúscula.

P.P.P.S. Doraemon viene del siglo XXII, así que ya no queda tanto para disfrutar de sus inventos.

P.P.P.P.S. Mejor hago otra entrada mañana, que se me llena de Ps la línea.

viernes, 16 de enero de 2009

Blogalización

Uno de los lados amables de la globalización, fenómeno fomentado, entre otras cosas, por el invento del sigo (Internet, por supuesto) es el espacio donde escribo estas líneas. Espacio virtual, interactivo, vinculable, flexible, compartible y a veces incluso hasta "jartible". El blog se ha ganado a pulso que en la aldea global pongan su nombre a una callejuela.

Y para no jartar a nadie, aquí dejo la entrada.

P.S. Veinte minutos después de publicar esta entrada me pica la curiosidad y tecleo en google "blogalización", y mi ego sufre al comprobar que muchos se me han adelantado. ¡Me han pisado el título! Al menos se confirma lo que escribo.

jueves, 15 de enero de 2009

La bola de cristal

No dejan de sorprenderme las predicciones y augurios sobre la duración de la crisis. En primer lugar está lo que dicen los políticos. No cito ninguna declaración porque tendría que buscarla y me aburre, pero oigo en la radio a los dirigentes patrios algo así como que en el segundo semestre del año se empezará a salir del túnel. ¡Qué precisión en el cálculo! O si es un político de la oposición, vaticina que ¡NUNCA! saldremos de la crisis con este Gobierno (leo entre líneas que SIEMPRE saldríamos de la crisis si gobernaran ellos). Y qué decir de los vates cotidianos que tenemos que soportar en el café, en el trabajo, en las tertulias, que saben exactamente cuánto va a durar la crisis, siempre muchos años, cuantos más mejor, como si el súmmum de la felicidad fuera augurar lo mal que lo vamos a pasar, lo que yo te diga, prepárate para lo peor, espérate y verás. Estoy convencido de que si en un par de años me encontrara a uno de estos profetas con aire abatido pidiendo limosna en la puerta de una iglesia se le iluminaría el rostro al verme, me cogería por el brazo y me diría ¿Ves cómo tenía razón? ¡Ya te dije que esto no podía acabar bien!

miércoles, 14 de enero de 2009

Estajanovismo bloguero


Alexei Stajanov fue un héroe de la Unión Soviética, un ciudadano ejemplar, uno de los pocos mortales que ha situado su apellido en los diccionarios de cientos de idiomas, y todo siendo un humilde minero. Su mérito, sacar más carbón que nadie en menos tiempo.
Saco esto a colación no porque quiera hacer un panegírico del personaje, sino por lo que tiene de curioso el fenómeno del estajanovismo, ese movimiento obrero que hacía recaer sobre los hombros de los trabajadores el peso de la economía socialista. Y es que el trabajo a destajo (sospecho que la etimología es común) muchas veces vivifica, levanta los ánimos y hace que rindamos cada vez más, y nos cansemos cada vez menos. Si la pereza es la madre de todos los vicios, el trabajo excesivo puede también llegar a ser un vicio, una droga; si el dinero llama al dinero, el trabajo llama al trabajo, y eso lo saben muy bien los estajanovistas modernos que moran en el capitalismo.
Todo esto se me ocurre cuando escribo a estas horas de la noche, después de un día de trabajo, y en lugar de entrarme sueño, se me quita. ¿Estaré ya contagiado? ¿Será grave?

Guiños lingüísticos


La esperanza es lo último que se pierde, mientras hay vida hay esperanza, luego la esperanza se pierde después de la vida, luego hay esperanza en la muerte, luego mientras hay muerte hay esperanza.
***
Pienso, luego existo, luego dejo de pensar, luego dejo de existir, luego Dios dirá.
***
Mens sana in corpore insepulto
***
Hay que estar a las duras y a las más duras

martes, 13 de enero de 2009

Sentencias económicas


La Economía es vieja como el hombre y nueva como un recién nacido. Siempre estuvo con nosotros. Vivimos con ella y perdurará en las siguientes generaciones.
***
Los consumidores alimentamos sin parar a un monstruo insaciable. La rueda gira incesante y mueve la economía cada vez más rápido. ¿Podrá aguantar sin romperse?
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En nuestra economía el mercado es el centro de todo. Es una “mano invisible” que está en todas partes, pero una mano que casi nunca se mueve sola.
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Algo tan simbólico e intangible como el dinero es hoy en día la obsesión de miles de millones de personas en todo el mundo. No es sólo un medio para consumir; se ha convertido en un fin en sí mismo.
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No podemos confiarnos. El fantasma de la crisis sobrevuela nuestras cabezas. La misma ola que nos llevó al cielo puede hacer que bajemos a los infiernos.
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Las economías dejaron hace mucho tiempo de ser islas. Compramos, vendemos, invertimos y nos unimos a otros países. Las barreras comerciales y económicas desaparecen. Quedan las políticas.
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Crecer y crecer sin parar consumiendo recursos. Si la economía se estanca morirá. ¿Y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, vivirán en un mundo como el nuestro? ¿Tendrán las mismas oportunidades?
***
Dentro de la aldea global unos viven en palacios con columnas de mármol y otros lo hacen en chozas inmundas, cada vez más pequeñas y más sucias. ¿Es ésta la aldea que queremos? ¿Puede haber palacios para todos?

Publicado en mi libro "Economía en diez capítulos". Fundación ECOEM, 2007.

lunes, 12 de enero de 2009

Galbraith y el lenguaje

John Kenneth Galbraith nació en Canadá y murió en 2006 en Massachusets, pero no quiero hablar hoy de su longevidad, ni de su talla como economista, sino de una frase que leí en uno de sus libros y que se me quedó grabada (su sentido, no literalmente), algo así como que cualquier fenómeno económico puede expresarse con palabras corrientes, sin necesidad de gran aparato matemático y estadístico.

¡Qué gran verdad, y qué poco se tiene en cuenta! ¡Cuánta gente camufla su ignorancia con palabras altisonantes, con gráficas, números y fórmulas! No quiero decir, Dios me libre, que no sean útiles las Matemáticas, ni que la exuberancia en el lenguaje, bien empleada, no sea bella, pero cada fin precisa de un medio. Albert Einsten seguramente necesitaría tres pizarras llenas de ecuaciones para explicar a sus colegas la Teoría de la Relatividad, pero probablemente podría explicar sus fundamentos a su peluquero. O igual me equivoco, y le llenaba la peluquería de ecuaciones (esa sería la explicación de los pelos que gasta en las fotos). En ese caso no es que Galbraith no tenga razón, sino que cretinos los hay de todas las clases sociales y de todos los coeficientes intelectuales.

Termino con una cita de Galbraith que refleja su fino humor, él que se pasó la vida asesorando a presidentes norteamericanos, y que también puede explicar que nunca le concedieran el Nobel de Economía (y tuvo tiempo para ello):

La única función de las predicciones económicas es hacer parecer respetable a la astrología.

sábado, 10 de enero de 2009

Pisando caramelos

¡Es una vergüenza! Recorro las calles horas después de que pase la cabalgata y mis zapatos se quedan pegados al suelo. El día de Reyes los neumáticos de mi coche machacan miles de caramelos de la cabalgata del barrio. Ya nadie quiere los caramelos, los niños no pierden el tiempo en agacharse para cogerlos, sólo si alguno llega volando a sus manitas se dignan a abrirlas para recogerlo, pero después no se lo comen; seguramente lo arrojarán al suelo de vuelta a casa.
Si nadie quiere los caramelos, ¿para qué demonios los tiran? Supongo que lo que a los niños de antes nos llenaba de ilusión se ha convertido ahora en un símbolo de la cabalgata, como el arroz que echan en las bodas, pero me niego a aceptarlo. Se me revuelve el estómago cuando contemplo las calles llenas de caramelos despreciados, para mí esa alfombra no es un símbolo de la cabalgata de mi niñez, sino una obscenidad ante la pobreza de muchos niños del mundo, el fin de la ilusión, el triunfo de la wii frente al caballito de madera.

Probablemente Dios no existe...

... deja de preocuparte y disfruta de la vida.
Éste es el título de una campaña publicitaria británica que ha colocado el eslogan en autobuses de Londres, y que parece que va a llegar también a las principales ciudades españolas. Lo promueve en España la Unión de Ateos y Librepensadores, asociación de la que desconocía su existencia. El primer día de campaña en Barcelona han recaudado 1.000 euros, y pretenden aumentar la cifra para pagar los mensajes publicitarios en Madrid, Valencia y Sevilla.
Me parece una iniciativa original, pero también fresca, imaginativa y yo diría que necesaria. Estamos acostumbrados a recibir mensajes de la Iglesia, pero que yo sepa nadie había mandado mensajes de la "no Iglesia". Para cualquier religión Dios existe, pero ¿cuántos ciudadanos piensan lo contrario, o al menos lo ponen en duda? Yo me incluyo entre estos últimos, suscribo plenamente el eslogan, y aunque tampoco es plan de hacer proselitismo de mi agnosticismo, ¿por qué no responder a los católicos, a los musulmanes, a los judíos, a todos los que están tan seguros de su fe, hasta el punto de sentirse superiores a los que no creemos? Además, los seguidores de las grandes religiones son muy radicales, y tienen mucho poder, y coartan la libertad de los que no comparten sus ideas, y estoy convencido de que traen la guerra antes que la paz, tratan de hacer el bien pero alimentan el mal. Si no fuera porque estoy en contra del asociacionismo me inscribía en ese club de hedonistas.
Lo dicho, a disfrutar de la vida, y también a hacer el bien a los demás sin que tenga por qué decírmelo un señor con barbas que estaba dibujado en mi catecismo de la infancia.