domingo, 14 de diciembre de 2008

El rebote del ladrillo


El director general de una importante Caja de ahorros afirmaba en una reciente conferencia que "en el futuro habrá rebote en el sector inmobiliario", y que "sin el ladrillo no salimos de ésta". Para rebote, el de millones de jóvenes españoles que no pueden acceder a una vivienda digna al haberse multiplicado por cuatro su precio en los últimos años. Y esa plusvalía ha ido a parar a los bolsillos de los clientes de este señor, y a las arcas de los bancos, y a manos de muchos otros espabilados que se han enriquecido hasta límites obscenos. Es cierto que se ha generado riqueza, pero ésta no ha hecho sino aumentar la brecha entre los que tienen mucho y los que tienen poco.

En el curso de dicha conferencia, este señor dio también un dato, "brutal" a su juicio: "... en todo 2009 se construirán 150.000 viviendas, las mismas que en 1960". Y yo me pregunto, ¿qué tiene eso de malo? Lo realmente perjudicial es que cada año se duplique el número de viviendas construidas, causando daños irreversibles al paisaje y al medio ambiente, y generando una bolsa de más de dos millones de viviendas vacías en toda España. Este dato sí que me parece brutal, que un bien de primera necesidad como la vivienda, de la que carecen millones de personas que además tienen derecho a ella según la Constitución, se haya convertido en el objeto de una especulación estéril, que ha creado puestos de trabajo, sí, pero bajo la fórmula del "pan para hoy y hambre para mañana".

jueves, 4 de diciembre de 2008

¿Puede el Gobierno sacarnos de la crisis?

¡Qué difícil es pasar de la Economía Política a la Política Económica! La Economía Política es una ciencia que desde el siglo XVIII ha contado con pensadores ilustres, empezando por el escocés Adam Smith, considerado como su fundador, y siguiendo con David Ricardo, Alfred Marshall, John Maynard Keynes y Milton Friedman, por citar sólo los de más renombre. Su objetivo es obtener una explicación del funcionamiento de la economía. La política económica, sin embargo, es mucho más ambiciosa: pretende nada menos que influir en la economía, aplicar recetas milagrosas para que no haya paro, ni pobreza, ni problemas económicos de ningún tipo. La altura intelectual de los que aplican esta doctrina no es tan elevada: las últimos artistas son nuestro presidente del gobierno y su ministro de Economía.

Ya resulta difícil que los académicos se pongan de acuerdo sobre una receta váida en política económica; basta recordar la polémica entre los seguidores de Keynes y los monetaristas encabezados por Milton Friedman en los años 70 del siglo XX. ¿Pretendemos entonces que nuestros gobernantes sepan más que los premios Nobel de Economía? Estoy firmemente convencido de que más de uno, en sus delirios de grandeza, así lo cree. Mi opinión como economista de a pie, escéptico donde los haya, es que las crisis tienen su tiempo, y en algunos casos es mejor no tocar mucho, no vaya a ser que la cosa empeore. No están los tiempos para airear tales opiniones, pues enseguida te etiquetan como neocon (no se sabe muy bien qué es, pero en España últimamente se usa como insulto), ultraliberal, terrorista político o algo por el estilo, pero como este blog no lo lee mucha gente creo que mi prestigio está a salvo.

martes, 2 de diciembre de 2008

Educación basada en la evidencia

Ya se sabe que el sentido común es el menos común de los sentidos, así que no me extraña que lo más evidente pase desapercibido para las cabezas pensantes que diseñan nuestro sistema educativo, y así nos luce el pelo. Apunto algunas evidencias (la triste realidad la señalo en azul):

  • Es una evidencia que la educación es tarea principalmente de la familia; a la escuela se va sobre todo a aprender. Como los padres no tienen tiempo ni ganas de educar a sus hijos, pretenden que los eduquemos en los centros.
  • Es una evidencia que un profesor debe emplear su tiempo en enseñar, y no en rellenar papeles. Hay que hacer un informe hasta cuando un alumno pide ir al cuarto de baño.
  • Es una evidencia que el profesor de secundaria está para enseñar la materia que domina. Nos hemos convertido en cuidadores de adolescentes, y lo importante es la pedagogía.
  • Es una evidencia que las programaciones deben ser herramientas simples que ayuden a dar las clases. Nos obligan a redactar (o a copiar) tochos insufribles inaplicables en clase pero que quedan estupendamente, y pasamos más tiempo programando que preparando las clases.
  • Es una evidencia que la calidad en la enseñanza no se mide con la nota que saca el alumno, sino con lo que aprende. La administración nos soborna para que regalemos los aprobados, síntoma de que la calidad de la enseñanza es excelente, y mientras tanto seguimos a la cola en el informe PISA.
  • Para que un niño aprenda es necesario un mínimo de disciplina en la clase, y eso pasa por que se le pueda castigar. Prohibido castigar a nadie (qué palabra más fea), ni sancionar (suena mejor, pero tampoco vale). Nos comemos a los cafres con patatas, y si algún compañero tiene interés en aprender, están por delante los derechos del cafre a no ser sancionado.
  • Es una evidencia que cuando digo niño me refiero a niños y niñas, alumnos y alumnas, jóvenes y jóvenas, miembros y miembras todos y todas de la comunidad educativa. ¡Qué horror de profesor o profesora! ¡Utiliza un lenguaje sexista! ¡Pobres alumnos y alumnas! Se les/las está discriminando gravemente, se empieza por el lenguaje y se acaba como maltratador (nótese que aquí no se emplea el femenino maltratadora).
  • Podría seguir añadiendo puntos hasta el infinito.

No deja de ser una evidencia que la Administración desprecia las evidencias, y prefiere obcecarse en errores que hasta el más cerril e indisciplinado angelito (o angelita) de los que pueblan nuestras aulas sería capaz de ver. También es evidente que hay intenciones ocultas e inconfesables en los poderes públicos. Dado el nivel moral exhibido por los políticos españoles, ¿se puede esperar que pretendan inculcar en los futuros ciudadanos adultos valores que ellos no comparten?

martes, 18 de noviembre de 2008

domingo, 16 de noviembre de 2008

La aldea perdida

Está en la sierra de Huelva, en Alájar. Perdida entre colinas, no se divisa hasta que el camino llega a su final. Dice la leyenda que no la tomaron los franceses; la buscaron pero no dieron con ella. En tiempos de la emigración sus habitantes la abandonaron, pero aún resuenan sus ecos en las callejuelas empedradas. Amalia me cuenta que iba todos los días a la escuela andando por ese camino, con lluvia y frío, pero no le importaba. El pueblito era una gran familia, y cuando sólo había un huevo que comer los niños se turnaban para mojar el pan en la yema, y después jugaban y reían. Los hijos y nietos tienen ahora todoterrenos en los que se puede llegar por un carril que han abierto. Algunos han vuelto y arreglan sus casas para pasar los fines de semana, pero la vida de antes ha desaparecido. Sólo en agosto, cuando la Virgen de la Salud, la aldea recupera en parte la alegría de las fiestas de antaño, y los niños que la dejaron sienten nostalgia y recuerdan tiempos más pobres pero quizás más felices, o a lo mejor es que el tiempo borra las desgracias y hace que sólo recordemos los buenos momentos. Cuando camino hasta allí o contemplo esta foto me da la impresión de que el tiempo se ha detenido en Los Madroñeros.

sábado, 15 de noviembre de 2008

De etimologías y agresiones lingüísticas

Leo en un blog de título inquietante, "La navaja en el ojo", que el término es una abreviatura del inglés web log. A estas alturas ya sabemos lo que es la web, y un log no es más que un registro, como el que se lleva en el cuaderno de bitácora de los barcos. Desde luego estos angloescribientes son maestros en el arte de crear palabras. Nuestro idioma tiene sin duda más matices, pero imaginad si tuviéramos que crear una nueva palabra a partir de "cuaderno de bitácora en la red". La economía es una virtud, tanto para el dinero como para las palabras. Sospecho que el lenguaje influye mucho en nuestra mente, más de lo que los expertos están dispuestos a admitir. Los alemanes podrían llamar a un blog algo así como Netzschiffstagebuch, así todo junto, y si se pronuncia suena aún más amenazante. Conseguirían meter el concepto en una sola palabra, pero un poco a lo bruto. No la usan, prefieren blog. ¿La globalización lingüística lleva a la cultural? ¿Invaden las huestes anglosajonas nuestros cerebros?

¡Qué gran invento...

... el de los blogs! ¿Quién dijo que Internet aliena a las personas? Me parece la forma más sencilla de poner en orden mis pensamientos y compartirlos con otros. ¿Nunca habéis sentido el deseo de grabar vuestras ocurrencias lo mismo que se graba la voz? Hay noches que la cabeza me da vueltas como un torbellino y se me ocurren miles de ideas a la vez, y por la mañana se me han olvidado, o si me acuerdo me da pereza pasarlas a un papel o al ordenador, o su sentido es distinto a la luz de día; vamos, que se pierden para siempre. No es que esto sea una desgracia para la humanidad, pero a mí me gustaría recordarlas de vez en cuando, y a lo mejor se las cuento a alguien y le gustan o le hacen gracia, lo que alimentará mi ego, cosa que no le viene mal siempre que coma con moderación. Esto de los blogs es lo más parecido a una grabadora de ideas. Cierto que las tengo que poner por escrito, pero es mucho más fácil y divertido: a la vez que se escribe se puede leer el periódico por Internet, o consultar algún otro blog, o jugar una partida de cartas, o ver el tiempo que hará el fin de semana. Lo mejor de todo es que no da pereza, y además es muy fácil de ordenar y de cambiar cuando se desee, y es interactivo, hasta creo que se puede poner un candado electrónico, igual o más seguro que el que tenía mi viejo diario de adolescente, que me duró dos meses hasta que me aburrí de escribir pamplinas en él.

Salutación

Dicen nuestros amigos de la RAE que un andurrial es un paraje extraviado y fuera de camino, y se usa mayormente en plural. Sirva esta definición para justificar la elección del título de mi blog, no porque yo me encuentre perdido, sino por lo extraño que me resulta el mundo donde vivo.