sábado, 31 de diciembre de 2011

Apuntes (146): The last post of the year


Ayer tuve un reencuentro entrañable, inolvidable: después de dos largas semanas de espera durante las cuáles no pude dejar de pensar en él un solo momento, a las ocho de la tarde sonó el timbre de mi casa en Alájar y al abrir, -¡oh maravilla!- me encontré con mi vecino Manolo que portaba en sus brazos el ridáider perdido. Lo cogí con mimo, me lo llevé al corazón y examiné con cuidado todos sus ángulos. El pobre está un poco perjudicado, ha perdido una de sus esquinas, tiene algunos rayones en el marco, pero, lo más importante, funciona como el primer día. Me he prometido a mí mismo no volver a separame de él, tenerlo siempre a la vista y no depositarlo en ningún lugar extraño. Así se lo he dicho, y un pequeño parpadeo en la pantalla me ha hecho ver que me entendía, que comprendía mi angustia y me perdonaba por un descuido tan grave que pudo dar al traste con nuestro matrimonio.

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Hay días luminosos en que uno cree en la eternidad, y otros oscuros donde esa eternidad también es cierta, pero pesa como un cielo negro hecho de plomo.


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Estos apuntes se van fabricando con esfuerzo, sin la espontaneidad que tengo escribiendo otras cosas. Me tengo que parar a pensar en lo que escribo, y eso me hace temer que no es honesto, no es real. En cualquier caso aquí están, como un testimonio no sé muy bien de qué, una amalgama entre mi vida, mis recuerdos, mis lecturas y, sobre todo, mis pensamientos cada vez más sofisticados, cada vez más fingidos, cada vez más ciertos.

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El leño grande de la chimenea aún tiene un rescoldo cuando bajo muy de mañana con el sueño pegado en los ojos, pero ese olor a humo me despierta y me hace sentir vivo, porque es un olor de la naturaleza, y así se han despertado durante milenios los hombres, antes de que se encauzara una energía que fabrica el calor como si fuera un milagro. Un aparato vomitando aire caliente sin que haya detrás nada que lo explique no se puede comparar a un leño ardiendo en el hogar; se nota en la paz que se siente al acercarnos.

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Y por último, dada la fecha en la que estamos, y a sabiendas de que es una gran mariconada hacer estas cosas por Internet, y una mariconada aún más grande hacerlo en otro idioma, teniendo en cuenta que ésta es mi última entrada del año, en que hemos compartido dichas y desdichas, demonios escondidos, pajas mentales, lágrimas escondidas de risa y de menos risa, canciones, poemas y alguna que otra cornada medio en broma medio en serio, va por ustedes:


Die Andurrialer Blogischer und ich wünschen Ihnen:

"Prosit Neujahr!"

viernes, 30 de diciembre de 2011

Algunas anérdotas


- Esta mañana me han sacado sangre los vampiros. Al salir me he cruzado con la señora que iba después, ¡y se ha santiguado!

- Mi parienta vio una vez llegar a urgencias a un nota que tenía partido el dedo corazón, y al preguntarle cómo le pasó, dijo que ¡jugando al dominó! ¡Pito doble!

- Cierto amigo mío, que es una mijita despistado, olvidó un artilugio electrónico en el techo del coche y, lógicamente, a los pocos kilómetros salió volando sin que él se percatara. Como tiene una flor en el culo, un vecino lo encontró en la carretera y se lo devolvió.

- El mismo amigo, nada más sacarse el carnet de conducir, salía del garaje acompañado de su padre y se le caló el coche justo debajo de la puerta automática. El padre se puso a gritar, el coche no arrancó, la puerta bajó y el coche a tomar por culo.

- Otra del mismo prenda: fue a echar gasolina, y hasta que no se bajó del coche no vio que la gasolinera estaba cerrada. Salió echando leches y cagándose en los muertos del demonio, y, claro, no se dio cuenta de que la barrera de salida estaba bajada: un tubo de acero de catorce pulgadas que impactó contra lo que hasta ese momento había sido un parabrisas.

Y tengo muchas más, a ver si otro día sigo...

jueves, 29 de diciembre de 2011

Diez mariconadas navideñas


1. Comprar turrón praliné de crema catalana o turrón de coco con arándanos.

2. Felicitar las fiestas con un e-mail dirigido a media España y parte del extranjero.

3. Asegurar a la suegra que se la quiere mucho.

4. Leer Un cuento de Navidad, de Dickens.

5. Creer en Papa Noel con el argumento de que "así los niños tienen más tiempo para jugar".

6. Plantar en el belén a un tío cagando a la vista de San José, la Virgen y el Niño.

7. Comprar un árbol de Navidad en Ikea.

8. Colgar del balcón un gordopilo de barbas blancas vestido de rojo subiendo por una escala.

9. Colgar del balcón una tela roja con un Niño Jesús regordete, que digo yo que lo podían haber sacado más guapo.

10. Mover cielo y tierra para que la niña, que es más fea que un núo, salga en la cabalgata de Estrella de la ilusión.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Diez bombazos informativos


El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, presentó ayer en sociedad la fundación Apadrina a un gilipollas. Esta iniciativa pretende recoger a los innumerables gilipollas que se han quedado sin trabajo con el cambio de gobierno. Zapatero pondrá a su servicio todo el talento y experiencia gilipollesca acumulada durante estos años, y reconducirá su energía hacia actividades poco dañinas para la sociedad, como golpearse repetidamente la cabeza contra un muro, abrir zanjas para volver a taparlas, redactar tratados sobre el uso no sexista del lenguaje que serán leídos en alto ante los señores y las señoras gilipollas, así como la institución del Premio gilipollas del año, que en su primera edición recaerá, ex-aequo, en la exministra Leire Pajín y la titiritera Pilar Bardem.


Los máximos responsables de los distintos partidos políticos del país han llegado al acuerdo de que en un plazo de seis meses se eleborará una nueva ley de educación consensuada, que tendrá una vigencia de cien años prorrogables a otros cien. La nueva ley se llamará LOVEISS (Ley Orgánica Vigente de Educación In Saecula Saeculorum).


La Junta de Andalucía da por finalizado el PER, con lo que pretende conseguir un efecto similar al de la Ley de Vagos y Maleantes de los tiempos de Franco.


La duquesa de Alba deshereda a su hijo Cayetano, que se ve obligado a recoger aceituna en las fincas de su madre para subsistir.


El nuevo gobierno de Mariano Rajoy elabora un Real Decreto por el que se prohíben las tertulias radiofónicas y televisivas donde aparezca una "loca", sea o no homosexual.


Incidente de la eximia Belén Esteban en un programa televisivo emitido en directo: en medio de su intervención le reventó la teta izquierda, y el revuelo subsiguiente dio al traste con la emisión. Grave riesgo de quiebra para la compañía que había asegurado sus "poderes".


El flamante Premio Cervantes 2011, el prometedor poeta chileno Nicanor Parra, firma un contrato de exclusividad con la editorial sevillana Isla de Siltolá por el que cede los derechos de todas sus obras en los próximos cincuenta años.


Se descubre en Lisboa un texto inédito de Fernando Pessoa. Se trata de una colección de chistes de muy diversa temática. Los expertos aseguran que estamos ante un claro precedente de la obra de Gregorio Sánchez Fernández, más conocido como Chiquito de la Calzada.


El escritor leonés Andrés Trapiello adquiere un derecho de tanteo por todos los objetos que se vendan en el Rastro madrileño, así como los libros de la Cuesta de Moyano. A partir de ahora, al cerrar un trato los puesteros deberán enviarle un SMS con la fotografía del objeto en cuestión así como el importe de la operación, y el señor Trapiello podrá igualar la oferta y mandar una transferencia vía Banco de España para su adquisición, que le será entregada en su domicilio sin gastos de envío.


El premio "Blog del año", dotado con cien millones de euros, recae este año en un bloguero que no ha desvelado su nombre, pero se sospecha que anda escondido por estos andurriales.

martes, 27 de diciembre de 2011

Apuntes (145): La speranza!


¡Qué tiranos, los que hablan en nombre de la libertad!

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Después de casi dos años de silencio, mi equipo de música vuelve a sonar: un par de minutos de voluntad han bastado. Había una gruesa capa de polvo en el amplificador Denon, en los altavoces Mission... La espera, por inútil e inevitable, ha merecido la pena: Alfredo Kraus hace de Rodolfo y está cantando a Mimí en París, en la víspera de Navidad de 1830... poichè v'ha preso la speranza! Y luego viene Werther, y el Lamento de Federico... La música más gloriosa al alcance de la mano, al capricho de la voluntad.


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Seguramente no hacía falta decir que el maestro canta aquí con 63 años, yo mismo fui testigo de una interpretación portentosa de la misma aria con 71 años. Da igual, lo que importa es cómo se mete el si bemol en la boca en 2'13", lo acoge con mimo, lo aloja en una bóveda amplia como una catedral y lo arroja violentamente por las cavidades del cráneo hasta impactar con rotunda belleza en los oídos del asombrado oyente.




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Y ya quisiera yo que a mí me despertase de ese modo el aliento de la primavera, o del otoño, o del invierno... aunque sólo fuera una vez.

~

Mejor un despertar angustiado por el final de una vida que mil amaneceres tristes en una vida sin final.

lunes, 26 de diciembre de 2011

La ilusión no está en crisis


Transcripción fidedigna de la Carta a SSMM los Reyes Magos de mi sobrina Marina, de 6 años:

Queridos Reyes Magos:
Os digo que sigais trayendo jugetes
y regalos porque sino los niños se
desanimaran y se pondran tristes.
Cuidado con la crisis economica
y ahora pasadlo bien y buena suerte
Adios

viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidad, Heine y puñados de esperanza



Ich weiß nicht, was soll es bedeuten,
Daß ich so traurig bin,
Ein Märchen aus uralten Zeiten,
Das kommt mir nicht aus dem Sinn.


Yo no entiendo por qué me ha penetrado
esta tristeza que me hiere el alma,
una leyenda de tiempos pasados
que no me deja descansar en calma.

Heinrich Heine: Die Lorelei
El Märchen, el cuento de hadas de estos días, es sin duda la Navidad que se avecina. Una fábula antiquísima, un misterio que se repite año tras año. De nuevo Heine tiene la palabra:
Es ist eine alte Geschichte,
Doch bleibt sie immer neu
.
Es una vieja historia/a la vez siempre nueva. Ahí está el misterio, en ese renacer tan simbólico, año tras año durante milenios. Un mensaje de esperanza y alegría siempre renovado. Incluso los no creyentes como yo intuimos algo especial, como si una bendición cayera sobre la tierra. Recibo felicitaciones de mucha gente que cree en el misterio, y yo no puedo corresponder de corazón, pero las agradezco. Venga, pues, esa tristeza dulce acompañada de unos puñados de esperanza que nos servirán para afrontar con más ánimos el tiempo que queda hasta la próxima Navidad.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

¡Los muertos del éxito!


Ojo al correo electrónico con el que me felicitan las Navidades desde el departamento de Organización de Empresas de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, al que pertenezco:

La Dirección del Departamento y el personal de apoyo administrativo os desean una Feliz Navidad y un 2012 pleno de éxitos.
¡Pleno de éxitos! ¿Pero qué coño significa eso de "éxitos"? ¿No me podían haber deseado paz, felicidad, alegría, si acaso prosperidad? ¿Habrá algo menos navideño que el éxito, más repugnante, más utilitarista, más alienante? A veces me planteo qué leches hago dando clases de empresa, si no creo en lo que enseño. La Economía es otra cosa, es una ciencia abierta, social, emparentada con la Filosofía. En Economía no se habla de éxito, sino de necesidades humanas. Así nos luce el pelo, si el máximo ideal de nuestros jóvenes es el éxito, si los estudios de empresariales son los más buscados porque conducen al éxito. Yo me cago en los muertos del éxito, y pido más humanidad, coño, que se puede salir adelante sin tantos éxitos y tantos sacrificios estériles a la mayor gloria del dios euro.

P.S. Ahí, con dos cojones, dando nombre y apellidos y los centros donde trabajo, que hay demasiadas mariconas sueltas por ahí que les da miedo no vayan a pegarles una patada virtual en el culo. Y es que cuando las cosas se dicen con educación y sin decir palabrotas no hay que temer nada...

martes, 20 de diciembre de 2011

Diez mariconadas literarias


1. Hablar de uno mismo como si se tratase de un señor que se ha visto pasar por la calle.

2. Referirse a Rubén Darío como "El poeta nicaragüense".

3. Afirmar con orgullo que uno no se presenta a los premios.

4. Salpicar la conversación de citas de Eliot, Shakespeare o, para los más exquisitos, de Lucía Etxebarria.

5. Por cada página escrita, usar al menos dos palabras raras buscadas en el Quijote.

6. Hablar en forma aforística, no más de diez o doce palabras por frase, haciendo una pausa grave entre una frase y otra.

7. Llamar a un blog "bitácora".

8. Al citar a Juan Ramón Jiménez, escribir siempre JRJ.

9. Hablar de cualquier poeta vivo como si se le conociera de toda la vida.

10. Negarse a leer en un libro electrónico, no vaya a ser que provoque un ictus.

(Casi) una tragedia


Alájar, domingo a las 21:00. Una familia de seis miembros se dispone a regresar a Sevilla después de pasar un fin de semana lejos del bullicio urbano. Equipaje en el maletero, casa lista, persianas cerradas, niños subidos en la fragoneta... Pero dentro de la aparente tranquilidad del momento el cabezón de familia es ajeno al pánico, a la angustia, al horror más insondable que se ciernen como una sombra ominosa sobre su testa... ¡¡No aparece el ridáider!!



No puede ser, se dice, lo llevaba en la mano, como siempre, para depositarlo con mimo en el lugar más mullido del coche, aquél que sobreviviría a una deflagración nuclear, ¡y no está allí! Ni aquí, ni acullá, no está dentro del equipaje, ni en el suelo del coche; ningún niño lo ha cogido para atizar a sus hermanos; busca en la casa, encima de los muebles, debajo de las mesas y de las camas, dentro de la chimenea, en la nevera, en los váteres (los niños tienen todo tipo de ocurrencias)... Pasan los minutos, diez, quince, veinte, media hora... Debemos salir, no vamos a estar aquí toda la noche buscando y los niños subidos en el coche, seguro que está en casa, lo habrás dejado en cualquier sitio, así que vámonos ya, que ya está bien, pareces un crío, cualquiera diría que es un jamón de pata negra. El padre humilla, como de costumbre, arranca el coche y queda sumido en la desesperación más absoluta.

Media hora de viaje, un grado bajo cero, límite entre las provincias de Sevilla y Huelva, el padre tiene una iluminación, un terrible presentimiento: ¡Se lo ha dejado en el techo del coche! Cuando fue a abrochar el cinturón a uno de sus retoños lo dejó un momento allí, y luego se le olvidó. No es seguro, pero sí bastante probable. Detiene el coche de inmediato, se baja, no hay nada encima del coche. ih-ih-ih-ih-ih (música de psicosis otra vez). Su cara es la viva expresión del espanto, Munch no habría encontrado mejor modelo... Las más negras sombras se ciernen sobre el vehículo que se aproxima a Sevilla. De pronto un rayo de esperanza, quizás se cayera al arrancar, en la puerta de casa, llamamos a Loli, una amiga, se acerca por allí... ¡Nada! El coche es una tumba, entre los niños dormidos, el padre soportando su desgracia y la madre soportano la suya por tener un marido tan gilipollas. Llegada a Sevilla. Descarga de niños dormidos, un rato rumiando tristezas. A la cama; no pega ojo en toda la noche. A la mañana siguiente un atisbo, una posibilidad remota: podría ser que el ridáider se cayera en la cuesta de las Palomitas, que tiene una pendiente del 90% y se coge nada más salir del pueblo. Nueva llamada a Loli; la sacamos de la cama... ¡Un mojón mu grande! Se ha desvanecido la última esperanza. Hay que corregir exámenes para la evaluación de la tarde, los suspensos caen como fruta madura... Suena el teléfono. Será de alguna compañía de móviles para dar por saco... pero no, es Loli, su voz suena alegre, dice que ha hablado con el hijo del Coco, que iba conduciendo por la mañana temprano, que ha visto un objeto extraño en la carretera, se ha bajado, no sabía qué coño era pero parecía como un ordenador pequeñito, se lo ha dado a Loli, la descripción coincide ... ¡¡El ridáider ha aparecido!!




¡Dios existe!

lunes, 19 de diciembre de 2011

Una verdadera lástima


Lucía Etxebarria dejará de escribir libros por la piratería
"A mí no me apetece pasarme tres años trabajando como una negra para esto".

¡Qué bien! Es lo bueno que tiene Internet, con todo lo que se le critica, que va separando el polvo de la paja. A este paso sólo quedan los buenos.

Cuando empecé a soñar


Anoche tuve un sueño.
Soñaba que soñaba, y ese segundo sueño
me llevaba en volandas a las nubes.
Soñaba que soñaba el infinito
y los rayos de luz pulían las estrellas...

...pero al pisar el cielo mis ojos se anegaron
de una sustancia negra, viscosa, horripilante.
Quise llorar, y no salían las lágrimas;
una corriente fría me arrastraba
hacia un infierno pálido.

Me robaron la vida sin avisar siquiera;
seguí cayendo, y me acordé de Orfeo,
aunque yo no bajaba por amor;

a mí me había arrastrado la desdicha.

Perdí mi corazón a media noche
cuando cerré los ojos,

cuando empecé a soñar.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Wilfred Owen: Disabled


Aguardaba las sombras en su silla de ruedas,
y temblaba en su traje sombrío y fantasmal,
sin piernas, sin un brazo. Las voces en el parque
se le antojaban tristes como una letanía,
voces llenas de gozo después de un día feliz,
hasta que un hondo sueño las apartó de él.

La Ciudad esos días se mecía risueña,
la luz se reflejaba en árboles celestes,
chicas encantadoras y un aire desvaído, -
Aquellos tiempos, antes de arrojar sus rodillas.
Ya nunca sentirá de nuevo la esbeltez
del talle de una chica, el calor de sus manos;
ahora todas le tocan como a una peste extraña.

Había un artista seducido por su cara,
más joven que la misma juventud, hace un año.
Ahora él es un viejo; su espalda ya no aguanta;
Se dejó su color a mil millas de aquí,
lo vertió por los cráteres hasta vaciar sus venas,
y pasó media vida al filo del peligro
y salió a borbotones de su muslo un río púrpura.

Un día corrió una mancha de sangre por su pierna,
después de un campeonato, y lo llevaron a hombros.
Fue después del partido, al tomar unas copas,
y decidió alistarse. – Aún no sabe por qué.
Dijeron que sería un dios en uniforme,
Por eso fue; también por contentar a Meg;
Sí, eso, contentar a las muchachas jóvenes.
Se dirigió al registro. No tuvo que rogar;
copiaron su mentira; edad: diecinueve años.

No sabía de enemigos; no le movía la culpa
de Alemania ni de Austria. Y el frío miedo del Miedo
llegó mucho después. Sólo pensaba en dagas
en sus lujosas vainas; en saludos marciales;
cuidado de las armas; atrasos y permisos;
espíritu del cuerpo; consejos a reclutas.
Y muy pronto partió entre dones y vítores.

Al volver le aclamaron, pero sin entusiasmo.
Tan solo un hombre grave le llevó algo de fruta;
también le dio las gracias; y preguntó por su alma.

Ahora pasará unos años en clínicas,
y se comportará como se espera de él,
y aceptará la pena que le puedan pagar.
Esta noche ha notado los ojos femeninos
resbalar sobre él hacia hombres enteros.
¡Es tarde, hace frío! ¿Por qué no vienen ya
a meterle en la cama? ¿Por qué no vienen ya?



He sat in a wheeled chair, waiting for dark,
And shivered in his ghastly suit of grey,
Legless, sewn short at elbow. Through the park
Voices of boys rang saddening like a hymn,
Voices of play and pleasure after day,
Till gathering sleep had mothered them from him.

About this time Town used to swing so gay
When glow-lamps budded in the light blue trees,
And girls glanced lovelier as the air grew dim, -
In the old times, before he threw away his knees.
Now he will never feel again how slim
Girls' waists are, or how warm their subtle hands;
All of them touch him like some queer disease.

There was an artist silly for his face,
For it was younger than his youth, last year.
Now, he is old; his back will never brace;
He's lost his colour very far from here,
Poured it down shell-holes till the veins ran dry,
And half his lifetime lapsed in the hot race
And leap of purple spurted from his thigh.

One time he liked a blood-smear down his leg,
After the matches, carried shoulder-high.
It was after football, when he'd drunk a peg,
He thought he'd better join. - He wonders why.
Someone had said he'd look a god in kilts,
That's why; and may be, too, to please his Meg;
Aye, that was it, to please the giddy jilts
He asked to join. He didn't have to beg;
Smiling they wrote his lie; aged nineteen years.

Germans he scarcely thought of; all their guilt,
And Austria's, did not move him. And no fears
Of Fear came yet. He thought of jewelled hilts
For daggers in plaid socks; of smart salutes;
And care of arms; and leave; and pay arrears;
Esprit de corps; and hints for young recruits.
And soon, he was drafted out with drums and cheers.

Some cheered him home, but not as crowds cheer Goal.
Only a solemn man who brought him fruits
Thanked him; and then inquired about his soul.

Now, he will spend a few sick years in institutes,
And do what things the rules consider wise,
And take whatever pity they may dole.
To-night he noticed how the women's eyes
Passed from him to the strong men that were whole.
How cold and late it is! Why don't they come
And put him into bed? Why don't they come?

viernes, 16 de diciembre de 2011

¿Crisis...


... What crisis? Es la pregunta que se hacen muchos al comprobar el enorme contraste entre las apocalípticas noticias que nos llegan a diario sobre cifras de paro, primas de riesgo desbocadas, riesgo de quiebra del país, arcas públicas con telarañas y familias enteras que deben sobrevivir con cuatrocientos euros mensuales, y la realidad que observamos al salir a la calle, con los bares y los restaurantes llenos, tiendas atestadas de gente comprando sus regalos de Navidad, rostros relajados... en definitiva, un panorama que, sin los excesos de los años del pelotazo, aparenta una normalidad absoluta. No seré yo, desde luego, quien obvie el drama de muchas familias que no pueden salir a comprar ni a divertirse: algunos lo están pasando realmente mal y deben acudir a centros de beneficencia, pero creo que su número no es muy significativo. ¿A qué se debe, pues, esta sorprendente situación? Quiero traer hoy algunas pistas al respecto:

- La familia: vivimos en un país en el que, por fortuna, las familias permanecen muy unidas, y cuando alguno de sus miembros tiene dificultades raramente le faltará un plato caliente y una cama donde dormir. Esto es algo que por ahora se mantiene en las culturas mediterráneas como la nuestra, mientras que en el mundo anglosajón, y pienso en los estados Unidos como ejemplo, las personas están muy desarraigadas: viven a miles de kilómetros unas de otras; se ven una vez al año, el índice de divorcios es muy alto, y se ven obligadas a valerse por sí mismas.

- La economía sumergida: es éste un argumento que se emplea recurrentemente: que en España y muy especialmente en Andalucía hay una gran parte de la actividad económica que no aflora, pero que permite vivir cómodamente a muchas familias que oficialmente no tienen ingresos y engrosan las listas del paro. Nadie sabe a cuánto asciende esta cifra, pero todos los indicios, las experiencias que tenemos con conocidos, hacen apuntar que es muy alta.

- El altísimo porcentaje de gastos superfluos: la sociedad consumista, que tanto daño está haciendo a las personas, juega en este caso a nuestro favor, pues en los años buenos hemos dedicado una gran parte de nuestros ingresos, acaso el 70% en muchos casos, a adquirir bienes y servicios de los que se puede prescindir. Queda, pues, un margen muy amplio para afrontar las necesidades básicas con unos ingresos menguados.

- El "autoconsumo": se trata de una de las actividades económicas más olvidadas y, sin embargo, más importantes para valorar la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos. Cuando una persona hace personalmente una actividad para la que antes recurría a un profesional, a pesar de que no habrá movimiento de dinero su necesidad quedará cubierta. Pensemos, por ejemplo, en pintar la casa, realizar las labores del hogar, cultivar un pequeño huerto y muchas otras.

Seguramente se me quedarán en el tintero otros motivos que en cierto modo nos pueden tranquilizar matizando unos datos que, siendo evidentemente muy malos y peligrosos para nuestro futuro, no hay por qué tomar con tanto miedo, sino afrontarlos uno a uno, poniendo manos a la obra y haciendo uso cuando sea necesario de esos "colchones" salvadores.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Blogs, trenes y pajas mentales



Hay quien dice (amigos laboriosos, jefes suspicaces, parientas…) que los que mantenemos un blog perdemos el tiempo miserablemente, no sólo escribiendo entradas, sino comentando, leyendo otros blogs, bicheando… incluso sé de buena tinta (hay gente para todo) que algunos se mandan correítos electrónicos o montan chats para comentar las incidencias del día, alabar a unos y escarnecer a otros. Triste sino el de los que llevamos la etiqueta de “blogueros”, hermanos pobres de los escritores y blanco de la condescendencia, el paternalismo o el más claro desprecio de una sociedad que basa la excelencia en el utilitarismo. Se me ocurren muchas respuestas ante este ataque indisimulado: Ande yo caliente…, A palabras necias…, Que les den por…, pero hoy toca ser más explícito, y rebatir convenientemente tan falaces argumentos.

Como dijo una vez un insigne bloguero, el blog es la zanahoria de los escritores perezosos. No conozco a nadie más perezoso que yo, así que debo a este medio el desarrollo de mi vocación de escritor, algo que ha dado un sentido nuevo a mi vida, no sé si mejor o peor, seguramente esto último, pero un sentido al fin y al cabo, a ver cuántos de vosotros podéis decir lo mismo. En cuanto al tiempo, no me cansaré de repetir –lo he dicho cienes de veces en estos bytes- que se trata de una materia que es imposible de perder, pues nunca la hemos poseído, sino que pasa sobre nuestras cabezas; es en realidad una especie de tren con vagones en los que nunca nos podemos subir, tan sólo pegar patéticos saltitos a ver si los alcanzamos. De la altura y gracilidad de estos saltitos depende nuestra felicidad, y resulta especialmente importante medir el ímpetu de nuestros brincos, pues corremos el riesgo de pegarnos un buen jardazo que acabará de golpe con nuestra felicidad, con nuestro blog, con nuestros dientes y con nuestra capacidad de volver a saltar en el futuro (siendo éste un tren que divisamos borrosamente en el horizonte y se dirige hacia donde estamos). Pero me estoy yendo demasiado por las ramas –aclaro que está prohibido subirse a una rama para saltar más alto-, así que basta de filosofías y vayamos al grano (no el grano que le sale a uno en la nariz, sino que hablo figuradamente: a lo importante, al meollo, al “quid” –palabra que creo que viene del latín, supongo que en latín “grano” se dice “quid”, por ejemplo, te ha salido un “quid” en el culo).

Bueno, mejor no os leáis lo anterior –ah, coño, que ya lo habéis leído, lo siento-. Decíamos antes -ya sabéis, el tren que pasó hace un rato-, que el tiempo no se pierde, sino que se disfruta o no se disfruta –se salta o no se salta-. Pues bien, el blog es una manera estupenda de saltar, mucho mejor que trabajando, dónde se va a parar –se me ocurren algunos “saltos” más placenteros que el blog, pero no es plan contarlos aquí-. Yo me siento muy orgulloso de mis entradas, de mis saltos; creo que es mejor saltar literariamente en mis andurriales que en un libro de papel, algo bastante improbable y que no depende de ti, y que además pertenece a un futuro muy lejano –insisto: un tren que saldrá (o no saldrá) dentro de mucho tiempo-. Mis andurriales salen puntualmente de la estación todos los días, y yo pego mis saltitos correspondientes, de los que quedo muy contento, y no me cambiaría ni siquiera por Cervantes, que tuvo que sudar tela hasta que llegó su tren con un famoso caballero andante y su escudero a bordo, y que menos mal que era manco y no cojo, porque si no no habría podido saltar en absoluto.

Estoy tentado de releer lo que llevo escrito, pero mejor no, dejo que el tren se lo lleve y voy terminando, que el personal debe de estar hasta los cojones de oír hablar de trenes, saltos, blogs, zanahorias y pollas en vinagre. A lo mejor retomo este tema algún día de un buen salto. Por ahora, me bajo del tren, que acaba de parar en unos andurriales algo desangelados, pero en los que me siento como en casa.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Soneto "fino"



La luz que resplandece en la mañana
ha borrado las sombras del camino,
y tu mirada de cielo, tan cercana,
se posa en un recuerdo cristalino.

Vaya soneto cursi que desgrana
este Ridao con su talento fino;
debe de haber tenido una almorrana
o acaso lo escribió con el pepino.

No quieras comprender, abre tu alma
y déjate llevar por la dulzura
de la tierna mirada de un efebo.

A mí eso, la verdad, no me la empalma;
si a ti un efebo te la pone dura,
pues haz lo que te salga de los huevos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

William Wordsworth: The Tables Turned


Levántate, amigo, y deja tus libros,
o engordarás de no moverte:
Levántate, amigo, desperézate,
¿A qué vienen tantos afanes?

El sol, por encima de las montañas,
un tenue y refrescante brillo
ha derramado por los verdes campos,
su tarde dulce y amarilla.

No hay brillo en la lucha con los libros:
Escucha el pardillo del bosque,
¡Qué música tan dulce! Un tesoro
repleto de sabiduría.

¡Y escucha el canto risueño del tordo!
Tampoco es mal predicador:
Sal al encuentro de la luz del mundo,
observa la Naturaleza.

Ella te ofrece un mundo de riqueza,
bendice nuestros corazones--
Respiramos el saber por el cuerpo
y la verdad por la alegría.

El pulso de un bosque de primavera
puede enseñarte más del hombre,
de lo que es el mal y del bien,
que todos los sabios del mundo.

Dulce es la voz de la Naturaleza;
Nuestra razón entrometida
deforma la belleza de las cosas:--
Matamos para conocer.

Olvidemos las ciencias y las artes;
Ceguemos esas hojas yermas;
Adelante, abrid el corazón
que todo lo observa y acoge.




Up! up! my Friend, and quit your books;
Or surely you'll grow double:
Up! up! my Friend, and clear your looks;
Why all this toil and trouble?

The sun above the mountain's head,
A freshening lustre mellow
Through all the long green fields has spread,
His first sweet evening yellow.

Books! 'tis a dull and endless strife:
Come, hear the woodland linnet,
How sweet his music! on my life,
There's more of wisdom in it.

And hark! how blithe the throstle sings!
He, too, is no mean preacher:
Come forth into the light of things,
Let Nature be your teacher.

She has a world of ready wealth,
Our minds and hearts to bless—
Spontaneous wisdom breathed by health,
Truth breathed by cheerfulness.

One impulse from a vernal wood
May teach you more of man,
Of moral evil and of good,
Than all the sages can.

Sweet is the lore which Nature brings;
Our meddling intellect
Mis-shapes the beauteous forms of things:—
We murder to dissect.

Enough of Science and of Art;
Close up those barren leaves;
Come forth, and bring with you a heart
That watches and receives.

Nota: En esta traducción he optado por seguir una pauta métrica, tratando de acercarme a los ritmos yámbicos alternos del original. Así, he empleado endecasílabos en el primer y tercer verso de cada estrofa y eneasílabos en el segundo y el cuarto. De las rimas, obviamente, he prescindido. En cuanto al poema en sí, Wordsworth, como buen poeta romántico, exagera lo indecible en su glorificación de la naturaleza y su desprecio por los libros, algo no exento de ironía, pues él sabía perfectamente que su poema se publicaría, y no desdeñaba los libros en absoluto.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Poesía y erudición

Books! 'tis a dull and endless strife:
Come, hear the woodland linnet,
How sweet his music! on my life,
There's more of wisdom in it.
William Wordsworth
Son muchos los que piensan que es necesaria una amplia cultura antes de abordar la creación literaria; en otras palabras, que hay que leer mucho antes de ponerse a escribir, muy especialmente si se trata de un poema. Yo opino que se debe partir de una base sólida en cuanto al dominio del idioma, y esto requiere indudablemente algunas lecturas, y hay ciertos autores de los que se puede aprender mucho, pero de ahí a que un escritor, para ser bueno, deba ser un erudito, va un trecho largo. Wordsworth expone esta idea de forma admirable en el poema The tables turned, oponiendo el conocimiento de las ciencias y las artes a la contemplación de la naturaleza, a su percepción plena utilizando los sentidos, pero se va justamente al extremo contrario. Como suele suceder en estos casos, la virtud está en el punto medio: desde luego, no es necesario ser un erudito en poesía para escribir buenos poemas, pero tampoco hay que desdeñar la lectura, la adquisición de una fracción de unos conocimientos milenarios, sin los cuáles difícilmente podremos tener nuestra propia poética. Los poetas con una cultura vasta suelen pecar de frialdad, su erudición se trasvasa a sus escritos, cosa que no les conviene; estoy pensando, por ejemplo, en Eliot, cuyos poemas tienen una calidad indudable, pero a los que en mi opinión les falta frescura. En el otro extremo, los llamados "poetas del pueblo" pueden ser interesantes, incluso algunos son excelentes, pero no pasarán de una poesía sencilla, con temas cotidianos, o bien una poesía experimental casi siempre falta de calidad.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Apuntes (144): Animismo moderno


No hay que confundir a un misántropo con alguien que está hasta los cojones de aguantar gilipollas.

~
aquel niño de ojos grandes
sigue jugando en el barro
está tan fría la tarde...
~

Bien pensado, hacerse una paja es lo más parecido a un aborto en masa.


~

¿Para qué compararse con nadie? ¿Por qué buscar el afecto y la consideración de personas anónimas? Si hacemos algo, que sea para nosotros mismos o que sirva como ofrenda para los que nos importan.

~

Los instintos milenarios de supervivencia y barbarie han existido en los españoles hasta hace bien poco, como se demostró en la Guerra Civil. A estas alturas, bien entrado el siglo XXI, seguramente no han desaparecido del todo, pero en la mayoría de la gente están agazapados muy dentro, y ni siquiera una nueva guerra los despertaría. Lo que no se ha eliminado, ni siquiera escondido, es el egoísmo y la impiedad. La civilización moderna es la más vana de la historia; una vez satisfecho el sustento básico, los afanes se han dirigido a la llamada socialización, y ésta se basa en compararse con el vecino, y tener más que él. Así ha nacido el consumismo, el comprar por el placer de comprar, el tener cosas que no se usarán después. La barbarie troglodita ha dejado paso al animismo del oro, del papel moneda, a la felicidad falsa comprada con dinero auténtico.

jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Quién se acordará?

De que pasé por el mundo, ¿quién se acordará?
G.A. Bécquer
¿Quién se acordará? Una sombra esquiva en las pocas fotografías que le hicieron; él jamás se reconoció en esos ojos vidriosos que no miraban a nada ni a nadie. Los primeros días, meses, acaso años, quedó un recuerdo vago en quienes le trataron, una ausencia dolorosa en quienes le quisieron; poco a poco se fueron difuminando sus manos y sus labios, su voz se extinguió en las volutas del tiempo, su ternura secreta, su cariño tímido, los pocos momentos en que engañó a su destino para asomarse a las bardas de la efímera gloria. Primero murieron los tragos amargos; duraron más los recuerdos dulces, y algunos días memorables se aferraron con ansia, pero el tiempo, indiferente, acabó por arrancarlos. En un suspiro volaron recuerdos de recuerdos remotos, una espiral aterradora que fue engullendo los años y los siglos, y al fin eso que un día alguien llamó vida se extinguió entre las brumas de la nada.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Wilfred Owen: Dulce et Decorum Est

Encogidos, como viejos mendigos en sus sacos,
las rodillas juntas, tosiendo como arpías, maldecíamos en el fango,
hasta que a la luz maligna de las bengalas nos volvimos
y marchamos penosamente hacia el distante refugio.
Los hombres caminaban dormidos. Muchos habían perdido sus botas
pero avanzaban renqueantes con pies ensangrentados.
Todos iban cojos; todos ciegos;
borrachos de fatiga; sordos hasta para el silbido de las bombas
dejadas atrás, que explotaban cansinas a nuestras espaldas.

¡Gas! ¡Gas! ¡Rápido, muchachos! – Un éxtasis de confusión,
nos pusimos justo a tiempo las burdas máscaras;
pero alguien estaba aún gritando y dando traspiés,
y luchando por respirar como si estuviera quemándose en el fuego o en la cal...
A través del cristal empañado, bajo una luz gruesa y verdosa,
como en el fondo de un verde mar, vi cómo se ahogaba.

En todos mis sueños, ante mi vista indefensa
él se lanza sobre mí, borboteando, ahogándose.

Si en algún sueño asfixiante pudierais también vosotros caminar
detrás del coche en donde lo arrojamos,
y contemplar los ojos blancos retorciéndose en su rostro,
su cabeza colgando, como el vómito diabólico del pecado;
si pudierais oír, a cada sacudida, la sangre
salir bullente de los pulmones anegados de espuma,
obscena como un cáncer, amarga como la pasta
rumiada de llagas viles, incurables, en lenguas inocentes,
amigo mío, entonces no dirías con tanto entusiasmo
a los niños que anhelan una desesperada gloria,
la vieja Mentira: Dulce et decorum est pro patria mori.


Bent double, like old beggars under sacks,
Knock-kneed, coughing like hags, we cursed through sludge,
Till on the haunting flares we turned our backs
And towards our distant rest began to trudge.
Men marched asleep. Many had lost their boots,
But limped on, blood-shod. All went lame; all blind;
Drunk with fatigue; deaf even to the hoots
Of tired, outstripped Five-Nines that dropped behind.

Gas! GAS! Quick, boys! – An ecstasy of fumbling,
Fitting the clumsy helmets just in time;
But someone still was yelling out and stumbling
And flound'ring like a man in fire or lime...
Dim through the misty panes and thick green light,
As under a green sea, I saw him drowning.
In all my dreams before my helpless sight,
He plunges at me, guttering, choking, drowning.
If in some smothering dreams, you too could pace
Behind the wagon that we flung him in,
And watch the white eyes writhing in his face,
His hanging face, like a devil's sick of sin;
If you could hear, at every jolt, the blood
Come gargling from the froth-corrupted lungs,
Obscene as cancer, bitter as the cud
Of vile, incurable sores on innocent tongues,
– My friend, you would not tell with such high zest
To children ardent for some desperate glory,
The old Lie: Dulce et decorum est Pro patria mori.

Nota: Muchos críticos consideran este poema como el mejor de Owen. Dulce et decorum est pro patria mori, literalmente "Es dulce y recto morir por la patria", proviniente de un texto de Horacio, fue un lema muy utilizado durante la Gran Guerra para exaltar el ánimo de los combatientes e incitarlos a alistarse. En este poema Owen da un sentido trágico a la frase.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Frío, nostalgia y Paraíso


Hoy tengo el frío metido en el cuerpo, como no me sucedía desde que era niño y llegaba al colegio con las orejas duras, rojas. Al poco tiempo formábamos en fila en el patio con nuestras trenkas marrones o azules oscuras. Eran los años 70, y yo no sabía de política, sólo entendía de clases de Matemáticas, Lenguaje y Geografía, los ríos de la vertiente cantábrica, cabo Machichaco, golfo de León, concentraciones parcelarias, un mapa de España lleno de colores donde todo estaba en su sitio: Castilla la Nueva y Castilla la Vieja: Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid y Palencia. Los dedos fríos, lápices negros y amarillos sobre un cuaderno de caligrafía. Aprendíamos a sumar en clases de techos altos y resonancias de convento moderno con círculos azules, rojos y verdes, unidades, decenas y centenas. Esas centenas verdes estarán siempre ligadas a mi infancia. Tablas de multiplicar desgranadas con trabajo en casa, cantadas después en clase con voz temblorosa de miedo y emoción. Viejos pupitres de madera oscura, con escritorio de tapa y un hueco para un tintero desaparecido en los años de la posguerra. El hermano Domingo con su chasca y su sotana abotonada hasta el cuello, que me hizo general del ejército de los cartagineses, y a Reina de los romanos. El pobre murió ese verano de repente, me enteré en segundo, al volver de las vacaciones. Fue en un viaje a Roma, este verano me lo contó un hermano Pedro envejecido que me encontré en Fuenteheridos cuidando de su jardín botánico. Si él me hubiera recordado, habría notado que el envejecido era yo. Catecismo azul, Dios te salve, María, un cielo de colores y un infierno negro y rojo, que daba miedo, pero no tanto como algunos dicen ahora. En el recreo, partido de fútbol con pelotas de plástico a cinco pesetas en el bar de Pepe, que duraban una semana, y que los niños de hoy ni se agacharían para cogerlas si las encontraran en la calle. Fútbol con zapatos Gorila o con mocasines, las bambas se reservaban para la clase de gimnasia, y después otra vez a la bolsa, igual que las dos camisetas, una blanca y otra roja, con el escudo del colegio, que se compraban en Vilima. El recreo duraba una eternidad, nos daba tiempo hasta de cambiar de campo. Jugábamos en la pista de hockey, y las porterías parecían hechas a medida para la pelota. El suelo era liso, y cuando llovía sólo se podía avanzar hacia delante. Una vez me dijo Bermúdez que jugaba como López Ufarte, y ese día metí más goles que nunca. Tocaba la sirena y marchábamos contentos a clase, porque estábamos limpios, y no había miedo en nuestra vida.

Ahora no tenemos una pista de hockey donde jugar, ni una capilla de mayo llena de flores blancas, Madre de todos los hombres, enséñanos a decir Amén, pero yo no lo aprendí, dímelo ahora, aunque ya no haya nada que enseñar, devuélveme aquellos días aunque sólo sea un minuto, y así podré conocer a ese niño serio, limpio, que sabía a dónde ir cada momento y cómo comportarse en cada sitio, y no se hacía preguntas, porque sabía que a las dos se montaría en el autobús del colegio y su madre le estaría esperando en casa, y que entraría otra vez a las cuatro, y después saldría a las seis, y volvería a casa a las siete, y haría los deberes, y su madre le preguntaría con una voz tranquila que cómo le había ido, y le traería las mejores notas de la clase, aunque después no sirvieran para nada, pero en ese momento traían la felicidad a una casa que nunca fue demasiado feliz, pero tampoco demasiado triste.

Colegio Maristas San Fernando de Sevilla, en la calle Paraíso, testigo de mi niñez, hay días en que siento que es lo único que tengo, y que allí dejé la vida como una rosa deja sus pétalos.

viernes, 2 de diciembre de 2011

De premios y premiados


Las ferias y tinglados que se forman en torno a los premios literarios tienen poco de literario y mucho de mundano. Un premio es, en esencia, un reconocimiento, pero esto no significa que la persona premiada deba ser, a partir del infausto día en que le tocó esa lotería (restringida, pero lotería al fin y al cabo), admirada, alabada o incluso venerada por muchos que hasta ese momento no habían oído hablar del personaje, o bien sí sabían de él pero no se habían dignado a perder un instante de su precioso tiempo en leer la obra de nuestro hombre. Sujetos que, eso sí, se apresuran a acudir a unos grandes almacenes para comprar sus obras completas en unas sospechosas ediciones ad hoc. Por no hablar de los defensores a ultranza de-toda-la-vida del escritor sorpresivamente premiado; ésos que le defendieron a capa y espada en los tiempos malos, que lucharon a brazo partido para que el mundo reconociera su valía, tomándolo como bandera de sus elevados cánones literarios. Cabría esperar que estos exégetas quedaran más que satisfechos con la justicia impartida a su causa, y efectivamente así sucede durante los primeros días, en que ellos andan ufanos diciendo a quien quiere escucharles las veces que habían dicho que este feliz acontecimiento habría de suceder; lo grande que había sido su perspicacia; lo ciegos que estaban todos menos ellos. Pero al pasar los días les irá invadiendo un sentimiento insano, primero de estupor, luego de rabia y al fin de espanto, cuando comprenden que han perdido el monopolio sobre su poeta adorado: ahora todos hablan de él en prensa, en radio, en las tertulias… Literatos insignes que jamás se habían pronunciado hablan a todas horas como si fueran conocedores profundos de su obra, y raro es quien dice que no lo ha leído nunca. Esto, claro está, va minando su moral, su prurito de admirador pionero, dándose el caso frecuente de que al cabo de unos meses nuestro crítico despechado eche sapos y culebras por su boca y por su pluma, rebajando el mérito de su adorado escritor, que es ahora el blanco de su desprecio. Tras este desahogo, marchan resignados en busca de un nuevo desconocido ilustre en quien fundar nuevas esperanzas.

Creo yo que estamos en condiciones de afirmar que la entrega de premios hace un flaco favor a la literatura. En primer lugar, y en el caso de un premio importante, su ganador queda despojado de todas las horas de su vida que aún estaban disponibles para crear. Esto, que no es un drama en casos como el de don Nicanor Parra, reciente premio Cervantes a los 97 años, sí es una tragedia en el caso de escritores buenos y jóvenes con mucho tiempo por delante. No es raro el caso de un premio Nobel que no volvió a escribir nada decente en su vida tras la concesión del premio (algunos, ni incluso antes). A partir de la fecha nefanda deberán atenderse entrevistas, oír ofertas de editoriales sobre libros que deben acabarse en seis meses, administrar el importante patrimonio adquirido gracias a esos engendros, leer y releer los artículos elogiosos aparecidos en prensa y procurar no salir volando por los aires hinchados como el piloto automático de Aterriza como puedas. Y no son los premiados los únicos que pierden, no, pues también habrá poetas que, cegados por el brillo del nuevo astro, dilapiden su talento, si es que tienen alguno, en imitar al maestro. En el otro extremo estará la cohorte de envidiosos que creen tener muchos más méritos para llevarse el galardón, cuya bilis segregada les impedirá durante un tiempo hacer nada más productivo que escribir diatribas que nadie les publicará.

Queden, pues, los premios para los premiados, el reconocimiento para quienes lo merezcan, y duerma la envidia recogida en los corazoncitos de tantos y tantos escritores modestos. Acúdase con moderación a los saraos literarios, peligroso foco de infección, y recuerde el escritor honrado y consecuente que su obra ha de hacerse en soledad, y que para divertirse mejor se está con los amigos.